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El real ‘bamba’ como patrimonio de nuestra tierra: la segunda moneda ‘canaria’. Pag.5. Premio Romeu de Armas.

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EL DÍA, sábado, 28 de abril de 2018
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PUBLICACIÓN del trabajo
ganador del Premio de
Investigación Histórica Ruméu de
Armas 5/7
del sábado
revista semanal de EL DÍA
La escala de Magallanes en Tenerife.
Aviso a los no navegantes
Texto: Luis M. García Rebollo
(capitán de navío)
e cara a la conmemoración del V Centenario de
la primera vuelta al mundo iniciada por Fernando
de Magallanes y completada por Juan Sebastián de Elcano, para
la que se ha creado una comisión nacional bajo la Presidencia de Honor de
Sus Majestades los Reyes, y especialmente de la conmemoración de los
actos que puedan tener lugar en
Tenerife por su histórica vinculación
con aquella gesta, no estarían de más
unos apuntes náuticos, quizás necesarios, para poder entender aquel acontecimiento extraordinario y, en particular, la recalada en nuestra isla.
La primera circunstancia que deberíamos tener meridianamente clara es
que si fuimos el mayor imperio global y marítimo de la historia de la humanidad no fue por casualidad, como todavía sostienen algunos crédulos del hispanismo decimonónico y leyendanegrista de William Prescott, sino por el
extraordinario nivel científico de
nuestros pilotos, astrónomos y constructores navales, el oficio de nuestra gente de mar, el rigor de nuestras
instituciones, la voluntad política de
nuestros gobernantes y el entusiasmo
necesario para llevar a término una
hazaña tan descomunal como ésa.
Nuestros pilotos de entonces, además de su formación, debían tener una
virtud fundamental e imprescindible:
la discreción. La información náutica,
las rutas, los vientos y corrientes, la
localización de los recursos naturales
de las distintas islas y territorios
eran secretos de Estado en los que se
sustentaba la economía y soberanía
del Imperio.
El gremio de pilotos de la Casa de
Contratación de Sevilla era absolutamente confidencial, sus descubrimientos no se daban a la imprenta, sino que
se guardaban manuscritos en cofres
de tres llaves. La misma Casa de Contratación los utilizaba para actualizar
el Padrón Real, confeccionar nuevas
cartas de navegación y derroteros que
se les facilitaba con la necesaria reserva
en las siguientes expediciones. La escasa
divulgación de todo este material cartográfico y científico es el motivo por
el que una buena parte se haya perdido. Recordemos que durante la invasión napoleónica se quemaron bibliotecas enteras solo para calentar a la
D
tropa francesa.
Sin embargo, aún se conservan
valiosísimos tratados, como los de
Alonso de Chaves, que resume toda
la experiencia acumulada por nuestros pilotos desde la fundación de la
Casa de Contratación, en el siglo XV,
hasta el primer tercio del siglo XVI,
o los de Baltasar Vellerino de Villalobos y Juan de Escalante, que lo hacen
hasta pasada la primera mitad. Trabajos que nos pueden orientar sobre
la navegación de Magallanes a Tenerife. Junto con los datos que nos aporta
Pigafetta, que era persona noble,
culta y curiosa, pero que no era
piloto, ni podía manejar documentación
náutica reservada, y sabía poco o nada
de navegación, especialmente al principio del viaje, cuando hizo escala en
nuestra isla. Cosa que es conveniente
tener en cuenta a la hora de interpretar
su diario, que no suele transcribir coordenadas ni información náutica sensible, como sí hace el diario de Francisco de Albo, piloto de la nao Trinidad, que se conserva, aunque lamentablemente no recoja el paso por Tene-
Dibujo del relieve
de la parte norte
de la isla de Tenerife,
tomando como
referencias el Teide y
la Punta de Anaga.
rife.
Según la documentación para pilotos citada de la Casa de Contratación,
el viaje desde Sanlúcar de Barrameda
a Canarias comenzaba en las inmediaciones del bajo y rompiente de Calmedina (Salmedina) frente a Chipiona, en altura (latitud) de treinta y siete
grados. Desde allí, en invierno, los pilotos debían navegar en demanda de la
punta de Naga (Anaga) en Tenerife,
“al sudueste quarta al sur hasta estar
tanto avante con el cabo de cantin, en
la costa de berbería, y desde allí al
sudueste cuarta al oeste hasta la
mesma punta de naga”.
El motivo de acercarse a la costa africana era prevenir la posibilidad de ser
sorprendidos por alguno de los temibles temporales que azotaban el llamado “golfo de las yeguas”, entre el
estrecho de Gibraltar y los cabos San
Vicente y Cantín, para en aguas más
tranquilas correr el temporal hacia el
Estrecho o la bahía de Cádiz; o bien
escapar hacia el Sur si ya se había sobrepasado Cantín (en latitud de 32,5ºN).
Pero Magallanes dejó Calmedina el
día 20 de septiembre, aún verano, por
lo que debía navegar al “sudueste”
franco para “…apartar de la costa de
berbería y no la ver ni reconocer, por
causa de su calor en el tiempo de verano
suele causar calmas y con ellas vientos mareros, travesias que causan
pesadumbres diarios y disgustos, y demás
desto… haver por allí algunas galeras
y galeotas de enemigos que pretenden
ofender a los que pueden haller”.
Para después de recorrer “dosientas y treinta leguas”, avistar la punta
de Anaga que “esta en altura de
veynte y ocho grados y medio … es alta
y tajada, y encima della hase como una
mesa pequeña con dos mogotillos q parescen dos bohíos o cabañas de pastores,
y echa de si dos farellones en el mar…”.
Llegado a este punto, Magallanes habría recorrido más de setecientas
millas náuticas en seis días, a una velocidad media de unos cinco nudos, que
con aquellos barcos solo era posible
con un alisio moderado, propio por otra
parte de esa época del año. Y a la vista
de la punta de Anaga tendría que elegir entre la ruta norte y sus puertos:
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EN PORTADA
Garachico y San Sebastián de
La Gomera. O la sur con los
suyos: Santa Cruz y el tenedero
de Montaña Roja. Además,
sabía perfectamente que la decisión era irreversible porque ningún barco podía navegar directamente contra el alisio moderado para desandar el camino.
Eligió la costa sur.
La misma decisión había
tomado cuatro años antes
Juan Díaz de Solís, piloto mayor de la Casa de Contratación,
con la misma misión que Magallanes: encontrar un paso
entre el Atlántico y el Pacífico
para llegar al Maluco y las islas
de la especiería. Al mando de
tres carabelas, con la máxima
discreción, “porque el viaje
que ha de hacer conviene que
sea secreto por muchas causas…”,
sobre todo para no alertar al rey
de Portugal.
Juan Díaz de Solís fondeó en
octubre de 1515 en Santa Cruz
de Tenerife, que era Puerto Real
desde 1506, donde se aprovisionó de agua, víveres y sobre
todo de tablones de tea para proteger
sus carenas de la broma. Su escala en
nuestro puerto, igual que la de Magallanes, no figura en las actas del
Cabildo, pero sí hay constancia de una
carta secreta remitida al Adelantado
Fernández de Lugo por Lope Conchillos,
secretario del rey Fernando, exponiéndole la reserva con que debía tratarse
la expedición y del aprovisionamiento necesario. Estos extremos ya nos
los explicaba con detalle en 1958 el eminente catedrático de Historia de la Universidad de La Laguna Elías Serra Rafols.
Antonio de Herrera, cronista mayor
de las Indias y de Castilla, también relaciona la escala en Santa Cruz de Tenerife de Juan Díaz de Solís, quien meses
más tarde llegaría a descubrir el Río
de la Plata, donde lamentablemente
fue asesinado, asado y devorado por
indios caníbales. Pero la información
náutica que había recopilado hasta su
muerte resultó extremadamente útil
para el cartógrafo Nuño García Torreño,
de la Casa de Contratación, para confeccionar las cartas náuticas que llevaría la expedición de Magallanes.
Magallanes seguiría la estela de Solís,
con cuyas cartas navegaba. Y fondearía
el día 26 de septiembre de 1519 en Santa
Cruz, aunque Pigafetta no identifique
el fondeadero, el único puerto documentado por la Casa de Contratación
después de Anaga, “… yr aluengo de
tierra hasta ver las casas del pueblo y
en llegando a dieciocho brazas debe surgir, porque estará en fondo limpio”. El
único puerto capaz de aprovisionar una
expedición secreta del rey. Que con
la misma discreción que a Solís le suministraría agua, carne y leña durante
tres días y medio. Después levantó el
fondeo y navegó hasta el tenedero de
Montaña Roja, en Granadilla, donde
permaneció fondeado dos días más para
completar la carga de pez y embarcar
cuatro tripulantes. Hasta la medianoche
del 2 al 3 de octubre en que leva si-
guiendo el alisio.
Porque las naves de aquella época
no podían navegar contra el viento.
Solo las carabelas tenían alguna capacidad de hacerlo, consecuencia de un
avanzado diseño de carenas cuyas líneas
de agua también se conservaban en
secreto.
A principios del s. XVI, la Casa de
Contratación establecía el punto de partida de la ruta trasatlántica en las inmediaciones de El Hierro, “y siendo
tanto adelante como la dicha isla del
Hierro por la banda del sur…”. Isla bien
conocida por nuestros pilotos, aunque Pigafetta sitúe el herreño árbol Garoé en Tenerife. Desde allí, Alonso de
Chaves nos explica las distintas derrotas que debían tomar las naos para cruzar el Atlántico, refiriéndose ya entonces a lo que se conocería por loxodrómica y ortodrómica, sobre cartas de
derrotas y de alturas, el antecedente
de las conocidas proyecciones Mercator.
Sin embargo Magallanes puso
rumbo Sur, siguiendo la estela de Juan
Díaz de Solís, que a su vez seguía las
bien conocidas rutas portuguesas a la
Guinea para cruzar la línea equinoccial, atravesar las calmas ecuatoriales
y encontrar los alisios del hemisferio
austral para así bordear las posesiones portuguesas en Brasil sin ser descubierto, hasta el Río de la Plata, donde
proseguir la expedición en el punto
que la había dejado Solís, cuya cartografía le habría sido sin duda imprescindible.
Es preciso mencionar que Juan
Díaz de Solís, junto con Américo
Vespucio, Yáñez Pinzón y el obispo de
Fonseca, fue uno de los cuatro eminentes convocados por el rey Fernando
en 1508 para levantar el plano del mundo, una tarea que heredó su nieto Carlos V y en la que Magallanes sucedió
a Juan Díaz de Solís, y Elcano, a su vez,
a Magallanes.
Una progresión descubridora que ya
Relieve de la isla de
El Hierro, “pasando
por la banda del
Norte”, reza el rótulo
inferior.
en el siglo XIII aprovechaba la confluencia en la península Ibérica de las
culturas árabe, cristiana y judía para
iniciar un proceso de recopilación científica hasta entonces desconocido
en Europa con la fundación, por Alfonso X el Sabio, de la Escuela de Traductores de Toledo, en la que logra reunir al mejor equipo de científicos de
la época, entre españoles y extranjeros.
A través de Toledo irrumpe en Europa la ciencia que judíos y musulmanes
habían recogido del acervo de la cultura griega, barrida tras la caída del
imperio romano y la invasión de los
bárbaros, desde Tales de Mileto, que
predice un eclipse de Sol, a Aristóteles, que confirma la esfericidad de la
Tierra, con sus polos, trópicos y
ecuador; de Eratóstenes de Cirene en
su tarea de medir el globo terráqueo
a Ptolomeo de Alejandría, a quien debemos el Almagesto y la Geografía, y su
concepción geocéntrica del universo.
Y de otras muchas obras que fueron
traducidas al árabe y del árabe al latín
en Toledo.
Se introducen los números arábigos
en los cálculos astronómicos, lo que
dispara el desarrollo de la trigonometría
–se puede decir que la trigonometría
actual se inventó en Toledo–; se escriben las Tablas Toledanas y las Alfonsíes, que tendrán vigencia durante
varios siglos; se recopilan todos los conocimientos astronómicos de la época
en los Libros del Saber de Astronomía,
que permite a los navegantes españoles
calcular la latitud por medio de la estrella Polar o de la altura meridiana del
Sol, a través de unas tablas de declinación muy exactas, para cuya elaboración fue preciso el diseño y construcción de instrumentos complejos
como el astrolabio astronómico y el
cuadrante...
En el siglo XIV nace la cartografía
europea en Palma de Mallorca. Una
ciencia que se desarrolla en
las expediciones mallorquinas a las islas Canarias,
entonces recientemente
redescubiertas por Lancelotto de Mallocelo. En el siglo
XV, se produce un florecimiento de las ciencias cosmográficas españolas. En
Salamanca, Abraham Zacuto, catedrático de Astrología, escribe el Gran Tratado, traducido como el Almanach Perpetuum, que
contiene todas las tablas y
datos necesarios para resolver los problemas astronómicos de la navegación.
A finales de siglo, con los
Reyes Católicos, el desarrollo
de las ciencias astronómicas para la navegación de
altura se concentran en la
recientemente creada Casa
de Contratación de Sevilla,
al igual que la cartografía,
la fabricación de astrolabios
y ballestillas, y la formación
de pilotos.
Nuestra construcción naval tampoco se queda atrás. La construcción de carabelas, urcas, naos, pinazas, cocas, chalupas, galibrazas o
bateles florece en todo el litoral. Sus
tripulantes, expertos en la pesca de
la sardina o del bocarte, en la guerra
en la mar, o en las duras condiciones
del comercio entre los puertos castellanos del Cantábrico con los de la
Liga Hanseática, son tan buenos
como los barcos que tripulan.
Es patente la buena fábrica de la nao
Victoria, construida en Zarautz, entonces Castilla, que tomó la llamada vuelta
de poniente hasta montar las Azores
y recalar definitivamente en Cabo San
Vicente. Y que después de dar la vuelta
al mundo aun llegó a cruzar el Atlántico tres veces más.
Magallanes descubrió el paso al Pacífico, pero cometió el mismo error, el
mismo exceso de confianza, que Solís ante indios hostiles, que acabaron
con su vida en la isla de Mactán. Y fue
a Juan Sebastián de Elcano a quien correspondió terminar la primera circunnavegación del globo. La información
que éste aportaría a la Casa de Contratación fue a su vez un paso más para
abrir a los navegantes españoles las
rutas del Pacífico, que llegaría a conocerse en todo el mundo como el Lago
Español.
Un paso más entre los muchos que
nos hicieron una gran nación, a la que
pertenecemos. Pero no debemos olvidar que el primer paso en la ruta de
los descubrimientos fue Santa Cruz,
un puerto discreto, capaz de guardar
el secreto de las grandes expediciones, y de aprovisionarlas. Puerto
Real desde 1506, con fácil acceso a La
Laguna y al interior de la isla que “es
fértil y abundosa, porque en ella se cogen
muchos vinos y otros mantenimientos”.
Y tenemos el derecho legítimo de
celebrarlo y conmemorarlo. Y quizás
también el deber de dejar testimonio
para las generaciones venideras.
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EL CRISTO DEL CLAVO DE
SANTA CRUZ DE LA PALMA
Texto: José Guillermo Rodríguez
Escudero
o es que Paco Palma tuviera excesivos deseos de
volver a esculpir más tallas para la Semana Santa, pero ante el compromiso y su amistad con un grupo
de peninsulares que convivían simultáneamente en La Palma, tuvo que replantearse su inicial desgana. Tres personas estaban vinculadas con nuestro escultor y fueron quienes recogieron
el deseo del párroco de la iglesia de
El Salvador, de la capital palmera, para
dotarla de un nuevo Cristo Muerto para
las solemnidades del Viernes Santo.
Estos tres conocidos del maestro fueron: Andrés Moreno Siles (ingeniero
jefe del puerto de La Palma), José María
Gallo Moya (militar) y Alberto Pérez
Benítez (gerente del Parador Nacional de Turismo). Este último fue quien
le solicitó directamente la ejecución de la talla como muestra de agradecimiento a los amigos que dejó en
la isla tras su marcha. De esta manera,
el malagueño no se pudo negar al ofrecimiento de realizar esta nueva
pieza.
En su residencia de Italia, Paco
Palma, según contrato firmado el 22
de octubre de 1983, comenzó a tallar
la sorprendente imagen en madera de
cedro, de un tronco de uno de los bosques de la Selva Negra (Alemania). Destaca su perfecta anatomía musculosa
y venaria y una policromía de gran
realismo (“la gran maestría que se observa en esta obra le sacude su personalidad y ego de artista, sintiéndose
nuevamente realizado como escultor”).
Esta obra fue idea del párroco Manuel González Méndez, ya fallecido.
Había sido sufragada con fondos
propios de la parroquia matriz de El
Salvador y también por numerosos
donativos y limosnas recogidas por
los hermanos de túnica Enrique Guillermo Pérez García y Eugenio Carballo
Benítez. El coste aproximado ascendía a dos millones de pesetas (12.000
euros).
El escultor tuvo problemas para acabar su antepenúltima obra, única que
no fue tallada en España. Sus quebraderos de cabeza venían motivados
por que su taller italiano no contaba
con los útiles y herramientas precisos –yesos, escayolas, compases...– para
ejecutar óptimamente la escultura.
Tuvo que repetirla dos veces. Por ello
mismo, el maestro asumió este compromiso con un inusitado interés. Se
trataba de un gran reto para el afamado artista. Había desechado el már-
N
mol, material que
no le permitía perfeccionar los detalles anatómicos,
como sí ocurrió
con la madera.
La parroquia tuvo dificultades para
sacarla de Italia, lugar donde residía
Palma, debido a
que era difícil
desde allí exportar
obras de arte. Finalmente, el maletero de una guagua
fue la solución para
trasladar la pieza.
Así, se aprovechó
el viaje de unos feligreses de la capital palmera a la ciudad italiana. Este
emocionado grupo fue el encargado
de trasladar y custodiar la imagen
a España en un autobús. También
fue el responsable de su posterior
facturación en el avión que, desde
Barcelona, lo trajo de regreso a La
Palma.
El 14 de septiembre de 1984, Monseñor Romero de Lema, acompañado
por varios altos dignatarios de la Iglesia, bendijo la conmovedora imagen, de casi dos metros de largo. La
ceremonia tuvo lugar en una iglesia románica, resto de una abadía cisterciense del siglo XIV, en Castel
Sant’Elia, provincia italiana de Viterbo.
A esta solemne celebración asistieron todo el pueblo y sus autoridades.
La parte de la imagen que descansa
sobre la espalda figura totalmente lisa.
Al autor no le gustaba que toda esta
zona –incluido el perizoma o paño de
pureza– fuese plana, tal y como exigía el pedido. Inicialmente se destinaba la imagen al culto, no para ser usada
en los traslados procesionales, como
posteriormente ocurriría.
El genial autor había optado por desplazarse a La Palma para completar
el policromado de la imagen en la intimidad. Uno de los secretos mejor guar-
dados del gran Palma Burgos era, precisamente, su exquisito policromado.
No en vano es considerado uno de los
mejores policromistas de Europa.
La denominación de la talla se debe
a que sus pies desnudos continúan unidos por un clavo, como si el escultor
quisiera indicar “la permanencia de
Cristo en la Tierra”. Curiosamente, esta
tacha pertenecía a una puerta del castillo de los Borgia.
El popularmente conocido como “Señor Muertito” ha tenido otras imágenes,
como la de pasta de papel atribuida
al Cura Díaz, y otra hecha en escayola
y en serie en la ciudad gerundense de
Olot, hoy en Garafía. Esta última desfiló procesionalmente desde 1948
hasta 1984. La idea de que fuera Ezequiel de León el autor de otra talla no
prosperó.
El biógrafo del ilustre escultor andaluz Felipe Toral Valero informaba
de que “la producción de Palma Burgos abarca cincuenta y cuatro cristos
de distintas advocaciones, veinticuatro vírgenes, treinta y tres tronos, treinta
y dos retablos y altares de iglesias, once
monumentos, ocho sagrarios, doce
bustos, además de otras series de
figuras menores, restauraciones, bocetos e innumerable cantidad de cuadros.
Fue académico numerario de Bellas Artes
en Málaga y Roma”.
Nuestra figura cristológica va transportada a hombros sobre una pesada
basa plateada –con largas cuelgas de
terciopelo–, obra del orfebre lagunero
César Molina y estrenadas en 1957.
Lo precede la Cofradía del Santo
Sepulcro, inicialmente hermandad masculina de penitencia –hoy mixta–, que
engrandece el instante en el que el
Cristo Muerto pasa lenta y majestuosamente ante la triste y respetuosa
mirada de la muchedumbre. “Su aspecto expresa evidencias del maltrato sufrido, su rostro esta hinchado
por los golpes, ensangrentado y magullado, sus rodillas rotas por sus muchas
caídas en el camino al monte de la Calavera, el corte desgarrador en su costado
derecho, sus llagas abiertas son signos
del suplicio de la cruz” (Andrés A. Martín).
Son instantes cargados de profunda emoción. Las lágrimas apenas se
pueden contener.
BIBLIOGRAFÍA
–COBIELLA CUEVAS, Luis. “Los motetes de
Semana Santa”. Programa de Semana Santa,
1997. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de
La Palma.
–FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. “Notas
históricas de la Semana Santa en Santa Cruz
de La Palma”, Diario de Avisos, Santa Cruz de
La Palma 26, 27, 28, 29, 30 de marzo y 2, 3, 4,
5, 6, 8 y 9 de abril de 1963.
–LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna–
Santa Cruz de La Palma, 1975, tomo I.
–MARTÍN DÍAZ, Abel. “Nuestro Cristo
Yacente”, Suspiros de Aliento, Boletín informativo número 1, Cofradía del Santo Sepulcro, Parroquia El Salvador, Cádiz, 2005
–MOZO POLO, Ángel; MARTÍN DÍAZ,
Andrés. Suspiros de Aliento. Parroquia de El
Salvador, Imprenta Bellido, San Fernando (Cádiz),
2005
–RODRÍGUEZ-LEWIS, J.J. Apuntes sobre la
Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, Mas
Canarias, 2005.
–TORAL VALERO, Felipe. Vida y obra de Palma
Burgos. El Olivo, Jaén, 2004.
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TURISMO
Comandante
general
de Canarias
Antonio Gutiérrez de Otero y
Santayana (Aranda de Duero, Burgos,
1729–Santa Cruz de Tenerife, 1799) fue
un mariscal de campo español, reconocido, entre otros logros, por
haber repelido el ataque de la Marina Británica a la isla de Tenerife en
1797.
El coronel Gutiérrez participó en 1770
en la expedición española a las islas
Malvinas tras zarpar el 11 de marzo
de 1770 de Montevideo bajo el mando
del capitán de navío Juan Ignacio de
Madariaga. Durante dicha expedición
derrotó a los ingleses bajo el mando
del capitán William Malby y tomó Fort
George (Puerto Egmont), con lo que
restableció la soberanía española en
el archipiélago.
Antonio Gutiérrez participó en la expedición contra Argel de 1775 y en el
bloqueo de Gibraltar. Era por esa época
comandante de la isla de Menorca y
gobernador de Mahón y ostentaba el
mando general de las Armas del Reino de Mallorca. Después de esa campaña fue ascendido a mariscal de
campo y nombrado comandante general de las Islas Canarias en 1790,
teniendo su residencia en Santa Cruz
de Tenerife.
Durante los días 21, 22, 23, 24 y 25
de julio de 1797 la isla se vio atacada
por una escuadra británica mandada
por el contralmirante Horacio Nelson,
formada por siete navíos y fragatas
y un total de 900 hombres como tropas de desembarco, que pretendía la
conquista de la isla. En aquellos
momentos, Canarias prácticamente
carecía de unidades militares, por lo
que la defensa corría a cargo de milicias formadas por los propios vecinos.
A pesar de las escasas defensas, las
milicias bajo el mando de Gutiérrez
repelieron el asalto. La escuadra británica sufrió un total de 226 muertos
y 123 heridos, incluyendo al propio Nelson, que perdió un brazo, y los españoles tan solo sufrieron 23 bajas y 40
heridos.
Cada año en el mes de julio tiene
lugar la Recreación de la Gesta del 25
de Julio, en la que civiles ataviados
con fieles reproducciones de uniformes
y armamento de la época rememoran
la victoria de Santa Cruz de Tenerife
sobre las tropas británicas. Además,
existe en la ciudad de Santa Cruz una
escultura que representa a una mujer
dando la voz de alarma ante el inminente desembarco que conmemora
este hecho histórico y rinde homenaje
a los civiles que participaron en la
defensa.
Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana
(técnica mixta sobre papel)
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PREMIO RUMÉU DE ARMAS
A continuación se reproduce el artículo ganador del XLV Premio Ruméu de Armas de Investigación Histórica, fallado el
pasado 7 de abril, en cumplimiento de las bases del mismo. Este trabajo se publicó originalmente en este suplemento, La
Prensa, el 8 de abril de 2017.
El real ‘bamba’ como patrimonio de nuestra
tierra: la segunda moneda ‘canaria’
Texto:JaimeAlbertoGarcíaGonzález
l objeto de este estudio es
hacer hincapié en las
necesidades de numerario existentes en una tierra que, dada su importancia estratégica y geográfica, constituía históricamente un enclave
comercial en los caminos que unían
Europa con el Nuevo Mundo e,
incluso, con África y Asia. Estas
necesidades fueron cubiertas con distintas alternativas, desde la introducción de monedas extranjeras
hasta las operaciones de resellado de
1559, dando así lugar al nacimiento
de la que consideramos la primera moneda canaria. No obstante, esta problemática sería recurrente a lo largo
de nuestra historia, lo que pondría al
resello, una vez más, en el punto de
mira de las autoridades canarias del
momento.
Inicialmente, la conquista de Canarias atendía más a un conflicto de intereses con Portugal, descubridor original del archipiélago, que a fines estratégicos, aunque pronto tal cualidad
no pasó desapercibida para la Corona
castellana. Con el descubrimiento del
Nuevo Mundo por parte de España y
un tímido, pero floreciente, comercio con las zonas costeras del continente africano por parte de Portugal,
así como el comercio de esclavos que
se llevarían a América como mano de
obra, Canarias pasaría a situarse como la puerta de Europa y en sus puertos se intercambiaban mercancías y
bienes de todo tipo. Tales actividades implicarían la necesidad de disponer de suficiente numerario para
los intercambios, tanto locales como
en las transacciones con los barcos de
las distintas potencias del momento
que arribaban a los puertos canarios.
Ante este panorama, las autoridades locales trataron de dar con una
solución duradera que supusiera un
respiro a la precaria situación que la
falta de numerario, sobre todo pequeño, estaba generando en las Islas.
Así, monedas fraccionarias de otras
potencias, como el ceutí portugués,
empezaron a verse con bastante frecuencia en nuestra tierra, hasta el punto
de que Cristóbal Colón y su tripulación se hicieron con un importante
número de estas pequeñas monedas
en su paso por Canarias y, posteriormente, realizaron el primer intercambio
comercial conocido con los nativos
americanos, cambiándolas por bienes
de mucho mayor valor para cualquier
E
potencia europea.
Con todo ello, se le
concedió a Canarias la
potestad de acuñar moneda local, atendiendo
a las características propias del numerario castellano, pero, dada la ausencia de materia prima
necesaria para su acuñación, la falta de medios
mecánicos y otras causas similares, nunca llegaron a hacerse efectivas. Así que la picaresca pronto se hizo generalizada, pues la aleación
de vellón de la que estaban fabricadas las monedas castellanas supuso
un incentivo para la introducción de ceutíes
portugueses en Canarias,
de menor valor que los
primeros, hasta el punto de que en
1510 el ceutí era mayoritario en las Islas
y fue necesaria su devaluación para
evitar la desestabilización del frágil
equilibrio de la economía canaria.
Tal situación no parecía mejorar y
fue necesario improvisar un sistema
de moneda local que sirviera a los intereses de las Islas. Como ya estudiamos en el artículo “El nacimiento de
la primera moneda canaria”, publicado el pasado año en este mismo
medio, los Cabildos Insulares de La
Palma, Tenerife y Gran Canaria idearon cada uno un cuño propio en 1559,
que serviría como elemento distintivo de cada isla y que se utilizaría para
resellar las monedas de 4 maravedís
que se acuñaban en la recién creada
ceca de SantoDomingo, con el objetivo de darle validez únicamente en
cada una de las islas implicadas. La
mala ley de estas monedas, ricas en
cobre, frente a la aleación de vellón,
propia de la península, propició que
la Corona prohibiera su entrada en territorio peninsular y, posteriormente, fueran retiradas de las Islas dado que los
cabildos no pidieron permiso al rey
para tales labores de resellado, además de los problemas de falsificación
que afectaron a cada isla debido a la
relativa sencillez de los diseños utilizados en el resello de estas monedas.
El fracaso de los cabildos insulares
en 1559 no hizo sino empeorar, aun
más, la situación económica en las Islas,
pues la dimensión que estaba tomando
el comercio internacional, del que
Canarias era una parte imprescindible, era cada vez mayor y los problemas
económicos en Canarias se repetían
con mayor frecuencia.
Las autoridades del momento
entendieron la necesidad de volver
a recurrir al resellado de monedas para
paliar este problema, pero esta vez atendiendo a unas nuevas necesidades.
La circulación en Canarias de pequeñas monedas de plata (medio, uno y
dos reales) en malas condiciones llevó a la introducción de la palabra
“bamba”, que entendemos como
“monedas de plata, generalmente de
mala calidad, deterioradas por su uso,
recortadas y falseadas”, y que adquirió una dimensión más específica para
Canarias como “pequeña moneda de
plata, recortada, generalmente de un
real y con un resello de león pasante
dentro de una orla lobulada”, pues este
Resello sobre un
real bamba de los
Reyes Católicos.
Fuente: colección
particular Juan Carlos
Monzón Espiga.
Copia de época de
la Real Pragmática de
1776.
Fuente: Aportación
de colección privada.
fue el nuevo diseño elegido para resellar aquellas monedas que las autoridades, previo examen, entendían que
eran de buena ley.
La primera ocasión documentada
de la que se tiene constancia de la palabra “bamba” es, precisamente, enelsiglo XVII, de la mano de nuestro querido José Viera y Clavijo, y ponía de
manifiesto un claro problema que se
había adueñado del numerario de nuestras Islas, pues no sólo las monedas
de plata que circulaban estaban muy
deterioradas, sino que además muchas
de ellas habían sido limadas por los
cantos o recortadas para extraer
parte de la plata que contenían, por
lo que su peso ya no estaba de
acuerdo a los estándares exigidos para
cada pieza según su valor nominal.
Sin embargo, lejos de encontrar una
solución, muchos decidieron ir más
allá y, valiéndose del estado de estas
monedas, comenzó la falsificación generalizada de las mismas en locales
y establecimientos particulares, clandestinamente, de manera que hacia
el año 1720 toda esta moneda de mala
ley y falsificaciones particulares llegó a inundar el territorio.
Las autoridades, en este caso,
parecieron no darle importancia en
un primer momento, pues aunque era
bien sabida su existencia y circulación en los comercios de las Islas, no
parecía ocasionar problemas significativos para ellos, aunque sí para los
comerciantes y navíos que hacían
escala en los puertos canarios. No fue
hasta el 7 de junio de 1734 cuando un
comerciante holandés que poseía un
almacén en Tenerife se negó a aceptar un pago con estas monedas alegando la falsedad de las mismas.
La noticia corrió como la pólvora,
haciéndose eco no solo la isla de Tenerife, sino también todas las del archipiélago y, a pesar de las necesidades
que pasaba la población local derivadas
de la precaria economía, muchos establecimientos cerraron de manera
temporal, e incluso se tiene constancia
del cese de actividad por parte de muchos trabajadores, acabando de colapsar el comercio interior.
La solución improvisada tardó
cerca de un mes en llegar. El comandante general de Canarias, Lorenzo
Fernández Villavicencio y Cárdenas, marqués de Valhermoso, en
nombre del rey, y siguiendo el dictamen
de laAudiencia, ordenaba que la actividad comercial siguiera su curso normal, hasta que la recepción de nuevas órdenes estableciera una solución
definitiva. Los compradores locales
trataron de servir a sus intereses y acudieron como de costumbre a los establecimientos con el objetivo de comprar bienes, muchos de ellos a sabiendas de que las monedas que llevaban
consigo no eran de buena ley. Los vendedores, principales afectados por el
problema, cerraron filas en torno a su
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PREMIO RUMÉU DE ARMAS
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Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 1.134
GESTANDO UN VÍNCULO
a preocupación sobre el estado de la salud mental materna en el embarazo va cobrando mayor reconocimiento en el mundo. Está
propuesto el día 4 de mayo para darle
visibilidad. Según la OMS, una de cada
seis mujeres puede experimentar algún trastorno psicológico durante el
embarazo o el postparto, lo que puede tener importantes consecuencias
para ella, el bebé, la familia cercana
y la sociedad.
Ante esta situación, deseo que este
artículo ayude a las embarazadas y a
sus familias a comprender mejor sus
emociones durante la gestación, y a
conocer que existen espacios en donde ser comprendidas en su sufrimiento
cuando se presentan dificultades.
L
Texto: María Laura Esteban Veiga (psicóloga y
psicopedagoga. Nª de col: 2429.
https://www.lauraesteban.es/laura@psi-esteban.es)
ponga triste suele resultar inútil y, en
otros casos, iatrogénico. Esto es, se incrementa la intensidad del malestar y genera sentimientos de culpabilidad que
suelen provocar un gran desconcierto en la mujer. No sólo resulta importante pensar en la conexión entre los
estados emocionales de la madre
durante la gestión, sino también en
cómo éstos pueden afectar el vínculo
mamá-bebé.
El vínculo mamá y bebé
Así como el embrión se debe implantar físicamente en el útero materno para
continuar su desarrollo, también requiere establecerse psíquicamente,
haciéndose un lugar en el mundo interno de su madre. El bebé va ocupando
un lugar en las ensoñaciones, pensamientos, anhelos y temores de su mamá, donde irá adquiriendo un significado particular a lo largo de los meses
de gestación. Ella lo imagina, lo recrea
en su cabeza, fantasea escenas, le busca
un nombre y, a su vez, el bebé en desarrollo le genera sensaciones (desconcertantes y/o gratificantes) nunca
antes experimentadas. Así mamá y bebé
van construyendo los prerrequisitos
de su vínculo.
Gran parte de la capacidad del bebé para relacionarse y establecer vínculos afectivos futuros dependerá en
gran medida de cómo se establezca este
primer vínculo con su mamá. Su “figura de apego” dirá el psicoanalista
británico John Bowbly. Diversas dificultades en la madre pueden obstaculizar este futuro encuentro con su
bebé. Madres en las que la intensidad
del embarazo o el parto pueden dar
lugar a la irrupción de diversas angustias no siempre conscientes.
Las emociones en el embarazo
El embarazo es un verdadero torbellino
emocional y corporal en la vida de una
mujer. Durante el crecimiento intrauterino, podemos observar en las mujeres gestantes ciertas variaciones
en el estado de ánimo, afectaciones
del sueño y la alimentación y aumento
de preocupaciones y/o nivel de ansiedad, sin que pensemos en la presencia de patología. Puede ocurrir que el
embarazo dé lugar a preocupaciones
repetitivas, estrés, ansiedad, irritabilidad, nerviosismo, tristeza, desmotivación, enfado y miedos. O diversos
grados de rechazo a la situación de embarazo o al bebé, y seguimos hablando
en términos de normalidad.
Cuando existe patología previa en
la mujer estas variaciones pueden incrementarse notoriamente, encontrándonos riesgos de diversa gravedad para
la madre, pero también para el niño.
Mujeres toxicómanas o que padecen
patologías que presentan confusión
mental, mujeres que padecen trastornos
de la alimentación y que pueden llevar muy mal los cambios físicos que
conlleva el embarazo (pregorexia). Son
sólo algunos ejemplos.
La idealización de la maternidad
En nuestra sociedad actual, que tiende
a idealizar la maternidad, las mujeres
que se animan a compartir estos estados emocionales suelen sentirse en
muchos casos cuestionadas en su deseo
de maternidad (“¿No era lo que querías?”), o enjuiciadas sobre sus posibilidades futuras de buen hacer materno (“¡Si ahora estas así de nerviosa
vaya madre que vas a ser!”) a pesar de
que quienes les rodean y escuchan no
tengan esa intención. Lo cual pone de
relieve la importancia de que tengamos en cuenta la manera en la que escuchamos y damos lugar a las mujeres
a expresar sus sensaciones.
A veces la mujer recibe recomendaciones bienintencionadas: “¡No te
pongas así, que se lo transmites al bebé!”, “¡tienes que estar bien!”, “¡debes
controlar tu miedo!”, “¡tienes que ser
positiva!”, “¡no puedes tener esos mie-
tan alternaciones mentales pueden
verse afectadas.
dos!”. Si bien es cierto que desde la
psicobiología se conocen diversos
mecanismos en los que las emociones
de la mamá gestante generan ciertos
efectos o sensaciones en su bebé, lejos
del efecto deseado suelen incrementar el malestar.
Pedirle a una mamá con ansiedad
que se calme, querer convencer a quien
tiene miedo de que no debe tenerlo
o a quien está decaída de que no se
La salud mental en el postparto
El parto –uno de los acontecimientos
de mayor intensidad en la vida de una
mujer– demandará una cierta elaboración psíquica los días siguientes al
nacimiento. Su intensidad dependerá de la singularidad y las vivencias
subjetivas. La parturienta agotada, tal
vez con sus puntos, sus pechos ardiendo
y envuelta en un torbellino de emociones, se encuentra ante la imperante
necesidad de supervivencia de su bebé.
Para eso tendrá que encontrar modos
en los que vincularse con su bebé que
le permitan interpretar, decodificar,
contener y dar respuesta a las señales de intercambio y comunicación que
el bebé le transmite. Para poder dedicarse de este modo requerirá de una
tranquilidad interna y ciertas energías
(además de toda la ayuda externa posible), aspectos que cuando se presen-
La salud o la psicopatología en la vida
de los seres humanos se despliega en
un gradiente, la patología vendrá
dada por un incremento de los niveles o de la frecuencia de ciertas manifestaciones. En el caso del embarazo
y el postparto los trastornos más frecuentes que afectan a las mujeres, con
independencia de la edad, nivel económico, cultural y etnia, son: trastorno
ansioso o del estado de ánimo, trastorno depresivo, trastorno obsesivo
compulsivo, trastorno bipolar o psicosis postparto.
¿Cómo puede afectar la salud
mental materna al vínculo?
Podemos encontrarnos desde los casos
más frecuentes hasta los más preocupantes. Veamos algunos ejemplos, pensando en los primeros días de vida del
bebé, cuando las madres se enfrentan
al reto de encontrar modos para calmar su llanto.
Una mamá que de manera repetida
va viendo que su bebé queda satisfecho
tras darle el pecho, que puede calmarlo,
que duerme profundamente, refuerza
su espiral de seguridad, lo que a su vez
reafirma sus sensaciones de madre
mientras el bebé se enriquece de esa
templanza materna. Pero cuando no
lo consigue repetidamente puede
cuestionar su capacidad materna y entrar en un espiral de incremento de
ansiedad y angustia, donde cuanta más
angustia experimenta menos consigue contener a su bebé y él más llora,
incrementando aún más su desesperación. Una intervención temprana en
este caso puede contribuir a reducir
la desesperación materna y propiciar
una mayor confianza en ella para promover espacios de encuentro madrebebé más gratificantes.
Una mamá deprimida puede no encontrarse en condiciones de soportar
la espera, o el no saber, no conocer a
ese bebé aún por descubrir. Otros estados patológicos pueden entorpecer la
discriminación de los estados mentales
propios del hijo, en donde la posibilidad de responder adecuadamente a
las necesidades del bebé puede verse
afectada. Las consecuencias pueden
ser nefastas, derivando en diversos grados de desamparo psíquico y real del
niño.
La idea de que la llegada de un hijo
puede traer calma y felicidad a una mamá que se siente sola, apesadumbrada
y vacía no suele ajustarse a la realidad. Ubicar en ese lugar a un niño, suele
generarle una gran desolación, cuando
justamente ambos requieren ser protegidos y cuidados. En estos escenarios podemos encontramos verdaderos dramas, con casos de parricidio y/o
suicido que tanto nos desconciertan.
La intervención profesional suele
ser crucial en estos casos.
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