Capítulo 15 EMBARAZO y ENFERMEDADES TIROIDEAS Borremans, CG Perinetti, HA FISIOLOGÍA TIROIDEA DURANTE EL EMBARAZO Durante el embarazo se producen profundas variaciones en la actividad tiroidea materna. La gestación provoca una sobrecarga funcional a la glándula tiroides materna que representa entre el 30 y 50 % de la actividad no gestante. La sobrecarga comienza a los pocos días de la concepción, y se mantiene durante todo el embarazo. El sobreestímulo funcional tiene efecto bociogénico, produciendo un aumento de hasta 10 a 15 % del volumen tiroideo previo al embarazo en la mayoría de las mujeres, considerado “fisiológico”. Si no existen anomalías tiroideas (ostensibles ni preclínicas), y el aporte de Iodo es suficiente, los requerimientos se satisfacen adecuadamente. Como se vió en el capítulo Embriología y Anomalías del desarrollo, la tiroides fetal inicia la producción hormonal durante el cuarto mes de gestación. Sin embargo, desde los primeros días, el embrión necesita hormonas tiroideas, las que son aportadas por la madre; durante el segundo y tercer trimestres, aunque ya cuenta con T3 y T4 propias, sigue necesitando del aporte materno. Esto demuestra que la suficiencia hormonal tiroidea materna es de crucial importancia para el normal desarrollo del embarazo, particularmente durante el primer trimestre. 2 Regulación tiroidea En la regulación tiroidea materna durante el embarazo participan distintos mecanismos; algunos perduran durante toda la gestación, otros tienen menor duración. Actualmente se reconocen tres secuencias que interactúan para mantener el equilibrio hormonal en la asociación madre / hijo: (a) acción tirotrófica de la gonadotrofina coriónica (hGC), (b) incremento estrogénico, y (c) metabolismo extratiroideo de las hormonas tiroideas mediado por las deiodinasas tiroideas (DI): a) En los primeros días de la gestación se elevan las concentraciones de hGC, que alcanzan su pico a fines del primer trimestre; la hGC actúa estimulando en forma directa a la glándula tiroides, con lo que aumenta su producción hormonal, y esto disminuye la secreción de TSH. b) Entre la 6ª y 10ª semanas hay un aumento de los estrógenos maternos, los que inducen un aumento de las proteínas transportadoras de hormonas tiroideas (en particular de TBG); por ello, aumenta la fracción ligada de T3 y T4, y disminuye la fracción libre. Como consecuencia, se elevan las concentraciones de tirotrofina (TSH), y aumentan T4 y T3 totales, pero con valores normales de T4 libre y T3 libre circulantes. El aumento de TBG perdura hasta el término. c) Las deiodinasas tiroideas, presentes en casi todos los tejidos, juegan un importante papel en la homeostasis hormonal tiroidea, en particular durante la segunda mitad del embarazo. DI-I es la más importante en la conversión de T4 a T3, y quizás no modifica su actividad durante la gestación; DI-II convierte T4 y T3 reversa a T3, existe en la placenta y probablemente asegure el aporte de T3 cuando disminuye la concentración de T4 materna; DI-III convierte T4 en T3 reversa y T3 en diiodotirosina; existe en gran cantidad en la placenta. Su función sería la de evitar excesos de T3 (se recuerda que T3 reversa tiene casi nula actividad hormonal). Aporte de Yodo 3 Como ya se conoce, el Yodo es el componente exógeno indispensable para la síntesis hormonal. Si bien en nuestro país los requerimientos de Iodo están asegurados por la iodación obligatoria de la sal de consumo humano (Ley Nacional 17259) (ver cap. 10, Bocio Endémico), al igual que han hecho otros países, en muchos otros no se han tomado medidas profilácticas a pesar de padecer la carencia; por otro lado, un porcentaje de la población, por indicación médica (embarazada con edemas, cardiopatías, hipertensión arterial, etc) o por particulares hábitos alimentarios, no consume sal, o utiliza ‘sal no elaborada’, lo que la expone a insuficiente aporte. Al respecto, la OMS estima unos 1000 millones de personas en el mundo expuestos a trastornos por déficit de Iodo. Un adulto normal exige una ingesta diaria de 150 µg de Iodo; para la embarazada síntesis y mujer en período de lactancia, se incrementa pérdida aporte al renal hijo a 200 µg /d. Como se ve en el esquema, además de la mayor utilización en la síntesis Mayor requerimiento diario hormonal, aumentan las pérdidas renales, de Iodo y una parte del Iodo materno es transferido al hijo. La mayor pérdida renal se debe al mayor filtrado glomerular; por otro lado, la disponibilidad del elemento por la tiroides fetal depende del aporte de la madre, el que, por su parte, está supeditado a las existencias maternas. Con su tiroides normal y un aporte adecuado de Iodo, aunque la madre sea hipotiroidea, el hijo sufrirá consecuencias leves o moderadas (dada la deficiencia sufrida durante el primer trimestre, en que fue absolutamente dependiente del aporte hormonal materno). 4 Si el embrión es atireósico, pero su madre esnormal, igualmente el hipotiroidismo neonatal será leve (aunque se tornará grave si no recibe tratamiento sustitutivo precozmente). En cambio, si la madre sufre un Embarazo y tiroides normal importante déficit de Iodo y no se lo resuelve, TBG y demás proteínas será hipotiroidea durante el embarazo, y transportadoras el embrión y feto sufrirán las consecuencias, con hGC serios problemas para el recién nacido, con T4 y T3 totales T4 libre y T3 libre trastornos neurológicos graves e irreversibles (la 20 – 50 % la actividad tabla adjunta presenta algunas de las anomalías tiroidea relacionadas con esta situación). 10 – 15 % el volumen tiroideo requerimientos diarios de Iodo Por otro lado, el déficit de Iodo provoca en la madre un bocio gestacional que, aunque se reduzca luego del nacimiento, no desaparece totalmente. Pasaje transplacentario Es conveniente tener en conocimiento previamente el pasaje transplacentario de sustancias involucradas en el tema que nos ocupa: Pasaje transplacentario nulo TSH mínimo sin dificultades T4 Iodo T3 TRH Ig estimulantes tiroideas Ac antitiroideos Ac bloqueadores del receptor de TSH Tionamidas PATOLOGÍA TIROIDEA Y EMBARAZO Las enfermedades tiroideas son más frecuentes en la mujer, y muchas preexisten o se manifiestan en plena edad fértil; la situación se agrava si la 5 madre recibe un aporte insuficiente de Iodo. En su mayoría, estas patologías se pueden detectar y tratar adecuadamente, evitando complicaciones a la madre y el hijo; esto justifica la pesquisa sistemática y precoz de anomalías tiroideas, desde la primera consulta, ineludible si existen antecedentes personales o familiares ‘de sospecha’, diagnósticos anteriores, o se han realizado tratamientos al respecto (aunque se los considere exitosos). Muchas veces, las patologías que aparecen o se intensifican durante el embarazo revierten luego del parto, pero la mayoría de las veces la remisión es sólo parcial. Déficit de Yodo y embarazo La deficiencia de Yodo es importante cuando el ingreso diario es inferior a 100 mcg (la OMS propone 200 mcg /d para embarazadas y madres que amamantan, y hasta 300 mcg/d en regiones severamente deficitarias). En el mundo, la deficiencia de Yodo es la más común causa previsible de déficit mental (se estima que unos 1000 millones de personas en el mundo están expuestos a trastornos por déficit de Yodo, incluyendo a 740 millones que sufren trastornos por la carencia). En nuestro país es Trastornos feto neonatales obligatoria la iodación de la sal para consumo humano y animal; otros no han por déficit de Iodo tomado medidas profilácticas a pesar de padecer la carencia, o las mismas son de cumplimento optativo; por otro Feto anomalías congénitas lado, se tiende a restringir la ingesta de sal a embarazadas, mayor madres lactantes, niños (por edemas; nefropatías, cardiopatías, mortalidad prenatal hipertensión arterial, etc); se agregan particulares hábitos cretinismo mixedematoso alimentarios (no consumir sal, o utilizar ‘sal no yodada’), incidiendo todo ello en el porcentaje de población expuesta a cretinismo déficit de Yodo. neurológico Se ha comprobado que un aporte de Yodo adecuado sordomudez enanismo desde antes de la concepción previene el cretinismo; si se trata recién en el 2º trimestre, habrá anormalidades moderadas a deficiencia mental severas, más frecuentes aún si el tratamiento se inicia tardíamente (tercer trimestre). diplejía espástica mayor La deficiencia de Yodo, aún moderada, provoca mortinatalidad aumento del volumen tiroideo, tanto de la madre como del niño. trastornos psicomotores Neonato mayor mortalidad 6 La glándula materna se reduce luego, aunque sin alcanzar el tamaño inicial. Este efecto es acumulativo (luego de repetidos embarazos, el volumen es mucho mayor), y explica en parte el predominio de bocio en mujeres, y en determinadas áreas geográficas. Como contrapartida, el aporte excesivo también es inconveniente. Si la tiroides fetal es normal y el aporte de Yodo es adecuado, aunque la madre sea hipotiroidea, el hijo sufrirá consecuencias leves o moderadas (dado que sólo sufrió la deficiencia durante el primer trimestre, en que fue absolutamentedependiente del aporte hormonal materno). Si el embrión es atireósico, pero su madre es normal, igualmente el hipotiroidismo neonatal será leve (aunque se tornará grave si no recibe tratamiento sustitutivo precozmente). En cambio, si la madre sufre un importante déficit de Yodo y no se lo resuelve, será hipotiroidea durante el embarazo, y el embrión y feto sufrirán las consecuencias, con serios problemas para el recién nacido, con trastornos graves, muchas veces irreversibles (anomalías congénitas, bocio, hipertiroidismo neonatal, mayor mortalidad perinatal, trastornos psicomotores, cretinismo, etc). El tratamiento consiste en aumentar el aporte diario de Yodo; lo más conveniente sería instaurarlo con anterioridad a la concepción. Cada región deberá investigar las circunstancias locales, ambientales y poblacionales, a fin de determinar los recursos terapéuticos. En áreas de severa deficiencia se ha comprobado concluyentemente que el suplemento de Yodo, por vía oral o parenteral, reduce notablemente la incidencia de cretinismo. Sin embargo, si sólo se aumenta el aporte de Yodo durante la gestación, la mejoría será sólo parcial, ya que las necesidades del elemento aumentan precozmente durante el embarazo, y el mayor aporte se traduce con lentitud en el equilibrio metabólico madre / hijo (el proceso insume unos tres meses); es más notable la mejoría si al Yodo se asocia tiroxina. Además, un exceso de Yodo puede tener efectos inversos en la tiroides fetal, con inhibición funcional de la glándula y desarrollo de bocio; 7 por ello, salvo situaciones excepcionales, no se recomiendan dosis suprafisiológicas de Yodo. En resumen, la deficiencia de Yodo pregestacional y durante el embarazo se traduce en grave daño neuropsicointelectual y del desarrollo físico del hijo; las complicaciones obstétricas son también severas, y se ha comprobado mayor mortalidad neonatal. Todas estas complicaciones se reducen notablemente con el tratamiento oportuno. Hipotiroidismo y embarazo Se constata hipotiroidismo clínicamente manifiesto en el 0,3 a 0,7 %, y la forma subclínica en aproximadamente el 2,5 % de embarazadas. Se ha comprobado que el hipotiroidismo subclínico evoluciona a formas manifiestas en muchas embarazadas, y que, tanto uno como otro, no permiten un suficiente aporte hormonal al embrión, con las consiguientes secuelas. Este conocimiento justifica la pesquisa sistemática y precoz –mejor aún en etapa preconcepcional-; de esta manera se lo detecta cada vez con más frecuencia. La causa más frecuente de hipotiroidismo, clínico y subclínico, es la Tiroiditis de Hashimoto (5 a 10 % de embarazadas), por tal motivo, en la pesquisa deben incluirse determinaciones de Ac anti microsomales o tiroperoxidasas (TPO-Ab), y, si es posible, también de Ac anti tiroglobulina (Tg-Ab). La prevalencia de enfermedad autoinmune en embarazadas es de 6,5 % (igual que en la población general); de ellas, el 10 % se tornan hipotiroideas subclínicas en el primer trimestre, el 20 % en el transcurso del 2º y 3º, y al finalizar la gestación, el 40 %. Siguen en frecuencia a la Tiroiditis de Hashimoto como causales de hipotiroidismo: la ablación tiroidea (quirúrgica o radioisotópica), la interrupción del tratamiento hormonal tiroideo, la inhibición tiroidea por drogas, secuelas de Tiroiditis post partum previa, el síndrome de SimmondsSheehan, patologías hipotalámicas, etc. Otra situación patológica hormonal materna es la hipotiroxinemia (disminución de T4L con o sin ascenso de TSH). La madre no manifiesta clínicamente hipotiroidismo, y dispone de T3 suficiente; ya se sabe que la 8 T4L materna es quien constituye el principal aporte materno de hormonas tiroideas al feto, y que tal aporte le es indispensable para el desarrollo y maduración neurológica gestacional. Por su lado, la concentración normal de T3 materna no parece prevenir los trastornos fetales por déficit de T4, pero evita el incremento de TSH en la madre, impidiendo de esta manera, en muchos casos, la detección de la hipotiroxinemia si sólo se recurre a valoraciones de TSH. Esta situación de hipotiroxinemia parece ser mucho más frecuente entre embarazadas que el hipotiroidismo, clínico o subclínico, y que las enfermedades autoinmunes tiroideas; mucho más aún cuando existe insuficiente aporte de Iodo. El hipotiroidismo repercute tanto en la fecundidad de la mujer, como en el transcurso del embarazo, y en la progenie: (a) la fecundidad se reduce, existiendo trastornos de la ovulación y el ciclo menstrual, (b) aumenta la tasa de complicaciones obstétricas, con muerte fetal intrauterina, hipertensión gestacional, desprendimientos placentarios prematuros, y (c) si bien los hijos suelen no manifestar trastornos al nacer, se reconoce una mayor mortalidad perinatal, existen malformaciones, bajo peso al nacer, trastornos psiconeurológicos que repercuten en el cociente intelectual, etc (que malograrán toda su vida, que rara vez son relacionados con la patología materna sufrida durante la gestación, pero que pudieron evitarse). Las manifestaciones del hipotiroidismo materno suelen no ser típicas; sin embargo, debe sospechárselo cuando la embarazada refiere hipersomnia, constipación, intolerancia al frío, cabellos y piel secos, detección de bocio, etc, o se reconocen otros signos compatibles. HIPOTIROIDISMO - Algoritmo diagnóstico / terapéutico PRECOZMENTE EN LA GESTACIÓN (1ª visita) dosar TSH, T4L, TPO-Ab valores normales TSH 0,3 – 2,0 mU/L T4L normal TPO-Ab (+) 9 TSH 2.0 – 4.0 mU/L T4L normal/baja TPO-Ab (+) NO SOSPECHOSO SOSPECHOSO control al 4° y 7° meses (clínico y laboratorio TSH y T4L durante 1° trimestre y al 7° mes NORMALES TSH > 4.0 mU/L T4L (sin importar TPO-Ab) considerar HIPOTIROIDISMO considerar HIPOTIROXINEMIA Si T4L o TSH NO TRATAR TRATAR con T4 Y SEGUIMIENTO MENSUAL (y suplemento de YODO si conviene) Tratamiento: Debe iniciarse tratamiento de inmediato al diagnóstico. Se prefiere administrar Tiroxina. En regiones con deficiencia de Yodo será necesario prescribir el suplemento adecuado, vía oral (Yoduro o Iodato de Potasio 100 a 200 g/día) o parenteral. Si la embarazada ya se halla en tratamiento, se incrementará la dosis de T4 en 25 a 50 %; el aumento será mayor si se trata de hipotiroidismo postablativo, y menor si existe parénquima tiroideo, como en Tiroiditis de Hashimoto La dosis óptima debe alcanzarse en el menor plazo posible, siendo deseable en el 1º trimestre. 10 El objetivo es suprimir las manifestaciones clínicas de hipotiroidismo –si existen- y lograr determinaciones de T4L en valores normales o normales altos, y TSH normales o normales bajos (≤ 2,0 mU/L). El seguimiento clínico tiroideológico deberá realizarse cada 3 a 4 semanas durante el embarazo, y luego del parto, hasta confirmar eutiroidismo; dosar T4L y TSH al 4º y 7º meses de gestación. Es necesaria la comunicación fluida entre el médico obstetra y el tiroideólogo. Luego del parto, se disminuye la dosis, de acuerdo a los menores requerimientos. No se impedirá la lactancia de madres que toman hormonas tiroideas (el pasaje por leche materna es igual al de una madre lactante sana). Hipertiroidismo y embarazo La asociación de hipertiroidismo y embarazo es poco frecuente (1 a 4 : 1000), aunque potencialmente grave. La causa más frecuente es la Enfermedad de Graves-Basedow; le sigue en frecuencia el Hipertiroidismo transitorio gestacional (la tabla adjunta presenta las más frecuentes causas). Hipertiroidismo en el embarazo- Causas más frecuentes Enf. de Graves Basedow poco frecuentes Tiroiditisde Hashimoto Hipertiroidismo transitorio Tiroiditis subaguda gestacional Mola hidatiforme Adenoma tóxico Bocio multinodular tóxico Jod-Basedow Tirotoxicosis ficticia Tumor hipofisario productor de TSH Estruma ovárico 11 El hipertiroidismo materno puede ser un impedimento para la concepción, así como para el curso normal del embarazo. No obstante ello, no constituye una limitación absoluta ni una contraindicación terminante. Si la paciente conserva tejido tiroideo funcionante, el antecedente de tratamiento eficaz del hipertiroidismo por enfermedad autoinmune, previo a la concepción, no ofrece seguridad de que no se produzcan recidivas durante el embarazo. Si bien los síntomas son los clásicos del síndrome, debe llamar la atención la embarazada que no aumente de peso –o adelgace-, perciba ella misma el desarrollo de bocio, o presente excesivos vómitos (la hiperemesis gravídica se relaciona con hipertiroidismo gestacional); también son llamativos los temblores, la hipersudoración, taquicardia (>100/’ en reposo, y que no disminuye con la maniobra de Valsalva), manifestaciones oculares (Enfermedad de Graves-Basedow). Hipertiroidismo no controlado y embarazo - Complicaciones maternas Hipertensión arterial fetales Hipertiroidismo Insuficiencia cardíaca fetal y neonatal Fibrilación auricular Crisis hipertiroidea Prematurez Retardo del crecimiento Abortos intrauterino Parto prematuro Mayor mortalidad neonatal Desprendimiento prematuro Mortinatalidad El tratamiento adecuado desde antes de la Bajo concepción, y mantenido de placenta peso neonatal durante el embarazo ofrece un pronóstico excelente para la madre y el hijo; Infecciones Bocio Anemia el tratamiento se inicia durante la gestación, es menos benigno cuando 12 desmejorando proporcionalmente al retraso en la instauración de la terapéutica. La Enfemedad de Graves-Basedow cumple con lo dicho arriba; agrega el bocio difuso, y, con frecuencia, la orbitopatía endócrina con exoftalmía. El Hipertiroidismo Transitorio Gestacional se detecta actualmente en el 2,4 % de la población general de embarazadas (diez veces más que la Enfermedad de Graves-Basedow). Se presenta en el primer trimestre y suele extenderse hasta la mitad de la gestación. Se debe a un exagerado incremento de hGC. Sus manifestaciones son habitualmente poco específicas y se confunden con otras propias del embarazo; raras veces representa hipertiroidismo severo. Se diagnostica por determinaciones plasmáticas de hGC, T3 y T4L. La Hiperemesis Gravídica se asocia a aumento de T4L y T3L , y disminución de TSH; es frecuente también encontrar concentraciones séricas de hCG mucho mayores que las esperadas. Esto permite la hipótesis de causalidad por la hiperestimulación tiroidea, principalmente en el primer trimestre –y alguna vez hasta el segundo-: se ha propuesto que los grandes incrementos de hGC provocan, por un lado, aumento de la secreción estrogénica, y, por otro, hipertiroidismo, explicándose así la coexistencia de exageradas náuseas y vómitos, e hipertiroidismo. La mayoría de las veces la paciente se recupera luego de la reposición hidroelectrolítica; sin embargo, en algunos casos severos son necesarias drogas antitiroideas. Algunas veces se asocia Enfermedad de Graves-Basedow. La Enfermedad Molar es, actualmente, detectada y tratada precozmente sin dificultades. El tratamiento de la misma termina también con el hipertiroidismo, que entonces no llega a manifestarse con severidad. La pesquisa del hipertiroidismo se dirige en particular hacia mujeres con antecedentes de hipertiroidismo fetal o neonatal en embarazos anteriores, hipertiroideas en tratamiento medicamentoso al momento de la concepción o 13 que se consideran ya curadas (por tratamiento médico, quirúrgico o radiante); también, en pacientes con tiroiditis de Hashimoto con bocio y tratadas con tiroxina, y cuando se detectan signos fetales de hipertiroidismo y / o bocio (taquicardia > 160/’, retraso del crecimiento, edad fetal menor que la gestacional, hipermotilidad, etc). Deben pesquisarse signos y síntomas de hipertiroidismo, en la madre y el feto, y determinar T4L, T3 y TSHR-Ab, al comienzo del embarazo y alrededor del 6º ó 7º mes. En el 10 a 20 % de las embarazadas normales es posible encontrar TSH disminuida (<2 mU/L), a la vez que aumenta hGC en el primer trimestre. Cuando el diagnóstico se realiza precozmente, y el tratamiento se inicia de inmediato, logrando controlar la situación, el pronóstico, tanto para la madre como para el hijo, es excelente. -Tratamiento: Durante el embarazo se contraindica terminantemente el tratamiento con Iodo radiactivo. Salvo circunstancias excepcionales, Hipertiroidismo y embarazo. Indicaciones de debe diferirse la cirugía hasta la cirugía después del parto. Se utilizan tionamidas. MuchosRequerimiento de altas dosis de drogas autores aconsejan Propiltiouracilo antitiroideas (a las acciones propias de las Hipotiroidismo fetal a las dosis eficaces tionamidas agrega la restricciónpara en la madre Ineficacia la conversión T4 a T3, y menor pasajedel tratamiento medicamentoso, con riesgos para la transplacentario); no se comercializa madre y/o el hijo en nuestro país, conviene un intervalo Intolerancia a drogas antitiroideas entre tomas no mayor de 4 hs. No se han reconocido inconvenientes Incumplimiento del tratamiento de trascendencia por utilizar Metimazol. Si bien se han informado Sospecha de malignidad tiroidea anomalías congénitas por tionamidas, su frecuencia es muy escasa; la 14 acción antitiroidea sobre el feto (también poco frecuente) consiste en hipotiroidismo y bocio fetales leves, que se resuelven en días, habitualmente sin requerir tratamiento y sin otras consecuencias. Se recomiendan las dosis mínimas eficaces, manteniendo a la gestante en situación de leve hipertiroidismo; también se aconseja reducir (o suprimir) el tratamiento hacia el tercer trimestre; algunos autores recomiendan no superar los 20 mg diarios de Metimazol. En determinados casos serán también necesarios los bloqueadores beta adrenérgicos, también en dosis mínimas eficaces, y hasta lograr respuesta satisfactoria a las tionamidas (por períodos no mayores a 15 días). Se ha publicado que manteniendo T4L en el tercio superior del normal, los valores de T4 neonatales también son normales, mientras que si los títulos maternos se hallan por debajo del 1/3 superior del espectro normal, las concentraciones circulantes de T4L de algunos neonatos fueron subnormales. No conviene asociar tiroxina al tratamiento antitiroideo en embarazadas. El objetivo de la asociación es, precisamente, compensar el hipotiroidismo inducido por exceso de tionamidas; éstas pasarán al feto, no así T4, con los consiguientes riesgos de hipotiroidismo y bocio fetales. El Iodo (yoduros, solución de Lugol débil, etc) no se utilizan, salvo en preparación preoperatoria y por no más de 10 a 15 días (rigen los mismos criterios que para la población general). Se cumplirán controles clínicos mensuales por médico tiroideólogo y obstetra. Verificar eutiroidismo materno y ausencia de signos de hipertiroidismo fetal. El hipertiroidismo transitorio gestacional es, habitualmente, oligosintomático y autolimitado (se resuelve a comienzos del 2º trimestre); pocas veces requiere tratamiento; en tal caso, se prefiere utilizar beta bloqueantes, excepcionalmente se han usado metimazol o propiltiouracilo. Se controla por la clínica y determinaciones de T4L, T3 y hCG. HIPERTIROIDISMO - Algoritmo diagnóstico / terapéutico 15 PRECOZMENTE EN LA GESTACIÓN (1ª visita) Dosar TSH, T4L, TPO-Ab TSH < 0,1mU/L TPO-Ab (+) Antecededentes de Enf. de Graves-B activa o ‘curada’ TSH < 0,1mU/L TPO-Ab (-) dosar T4L y TSHR-Ab a la brevedad dosar TSRH-Ab dosar T4L y hCG a la brevedad T4L ( ) y TSHR-Ab (+) Considerar HIPERTIROIDISMO AUTOINMUNE Repetir T4L y T3 con frecuencia, y TSHR-Ab al 6º mes T4L ( ) y hGC (+) HIPERTIROIDISMO TRANSITORIO GESTACIONAL ¿TRATAR? ¿β-BLOQUEANTES? positivo TRATAR negativo CONTROL 2º y 3º TRIMESTRES EVALUAR HIPERTIROIDISMO FETAL Enfermedad autoinmune tiroidea y embarazo Las enfermedades autoinmunes tiroideas ocupan el segundo lugar entre las endocrinopatías asociadas al embarazo, constituyendo una de las más frecuentes causas de hipotiroidismo e hipertiroidismo; de ellas, la Tiroiditis 16 de Hashimoto y la Enfermedad de G. Basedow ocupan los primeros lugares. Finalizado el embarazo, la Tiroiditis Postparto se presenta en el 4 a 10 % de las mujeres. La actividad y manifestaciones de las enfermedades autoinmunes tiroideas tienden a mejorar durante la gestación (si bien no en todos los casos). Se considera que las mismas alteraciones del estado inmunológico materno que le permiten tolerar (no rechazar) el eventual cuerpo extraño que representa el hijo son parcialmente responsables de la mejoría generalizada de las enfermedades tiroideas autoinmunes. Los mecanismos por los que esto sucede no han sido totalmente dilucidados. Por otro lado, estas tiroideopatías se exacerban durante el puerperio. Así, se conoce que en la Enfermedad de G. Basedow se producen Ac anti receptor de TSH (TSHR-Ab), en la Tiroiditis de Hashimoto hay una elevada producción de Ac anti TPO y anti Tiroglobulina. La Tiroiditis Crónica Atrófica es una rara causa de hipotiridismo, con producción de Ac bloqueadores de TRH; en la Tiroiditis Postparto existen también elevados títulos de TPO-Ab. Debe tenerse en cuenta el eventual pasaje transplacentario de anticuerpos, que podrían provocar patología en el feto y el recién nacido, que deberán ser pesquisadas oportunamente, y, además, tenidas en cuenta por el pediatra, ante eventuales anomalías –tanto orgánicas como neuromotoras y psicointelectuales en la niñez-. Sin embargo, hay consenso en que tanto para la madre como para el hijo, el pronóstico mejora con el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado. Cuando en una embarazada se detectan Ac antitiroideos, o se conoce de antemano su existencia, debe pesquisarse la enfermedad clínica o preclínica, reiteradas veces durante la gestación, e instituirse el tratamiento conveniente. También, deberá considerarse la investigación en el hijo. 17 Las embarazadas con enfermedad autoinmune tiroidea presentan una frecuencia de abortos en el primer trimestre que es 3 a 5 veces mayor que en gestantes sanas. Se ha comprobado que mujeres con Ac antitiroideos y función tiroidea normal desmejoran progresivamente durante el embarazo, con disminución de las hormonas tiroideas circulantes y aumento de TSH por encima del máximo normal; esto representa una reducida reserva tiroidea. El seguimiento de estas pacientes durante la gestación permite detectar la tendencia, e instituir tratamientos que permitan evitar el hipotiroidismo subclínico y /o hipotiroxinemia maternas. El hipotiroidismo por Ac bloqueadores del receptor de TSH es muy poco frecuente; estos Ac interferirían la interacción TSH / receptor de TSH, provocando la hipofunción. Estos Ac también atraviesan la placenta, y pueden causar hipotiroidismo intrauterino y / o hipotiroidismo neonatal pasajero. El tratamiento adecuado del hipotiroidismo disminuye los riesgos obstétricos, aunque no los suprime. Respecto a la Enfermedad de G. Basedow, hay que considerar que los títulos de TSHR-Ab se mantienen elevados (a veces durante años) luego de la ablación de la glándula o de la aparente curación con drogas antitiroideas; también, recordar que estos anticuerpos atraviesan sin dificultad la placenta. Por lo tanto, en mujeres con tales antecedentes, deben dosarse TSHR-Ab precozmente. Cuando los TSHR-Ab inicialmente elevados no descienden en el segundo trimestre, debe considerarse la posibilidad de hipertiroidismo fetal, y pesquisarlo. El mismo se presenta con más frecuencia en la segunda mitad de la gestación (cuando la tiroides fetal tiene ya capacidad funcional). De acuerdo a lo dicho antes, la Enfermedad de G. Basedow también mejora durante el embarazo (aunque puede sufrir una exacerbación durante los primeros meses); esta mejoría obedece a la confluencia de distintos factores: (a) relativa inmunosupresión materna; (b) aumento de TBG y otras proteínas transportadoras, ligando entonces mayor cantidad de hormonas tiroideas; (c) incremento en las pérdidas de Iodo, disminuyendo el circualnte, con menor aporte a la glándula; (d) se ha postulado una variación 18 en el balance de las actividades de los TSHR-Ab estimulantes y bloqueadores de la tiroides, con predominio de los bloqueadores; (e) habrían también variaciones en la producción de citoquinas, que finalmente participarían de la mejoría pasajera. La Tiroiditis Post Parto es una tiroiditis linfocitaria activamente destructiva del parénquima, aunque sin la formación de granulomas de cuerpo extraño; muchas veces se resuelve sin secuelas, si bien se ha informado hipotiroidismo permanente en 10 a 30% de los casos. (En el cap. 14, Tiroiditis, se describe en detalle.) Se presenta en 4 a 10 % de puérperas (hasta un año después del parto, con mayor frecuencia a los 6 meses), y con elevada incidencia en pacientes con enfermedades autoinmunes preexistentes (diabetes, enfermedad de G. Basedow, artritis reumatoide, vitiligo, etc). El cuadro puede repetirse en sucesivos embarazos (10 a 25 % de los casos). La mayoría de las veces se detectan Ac anti TPO; a la histología se observa disrupción folicular, infiltrado linfocitario, pero no granulomas (como en la tiroiditis aguda-subaguda de De Quervain). Evoluciona en tres fases: 1ª, hipertiroidea (por liberación de hormonas tiroideas por destrucción folicular), 2ª fase hipotiroidea, 3ª fase, eutiroidea o de recuperación. La fase hipertiroidea es más frecuente en los primeros 4 meses post parto; la fase hipotiroidea se reconoce entre los 3 y 8 meses (alrededor del 6º mes se alcanza el pico de Ac anti microsomales o TPOAb). Las manifestaciones (acordes a la fase evolutiva) suelen confundirse con las propias del puerperio, por lo que muchas veces no se sospecha ni diagnostica la enfermedad. No es raro que se confunda la fase hipotiroidea con cuadros depresivos puerperales. En la mitad de los casos hay bocio. 19 El diagnóstico surge de la sospecha clínica, las determinaciones hormonales y de TPO-Ab (que varían según la fase evolutiva), y la captación de radioiodo. Siendo la mayoría de los casos de intensidad moderada y autolimitados, pocas veces merecen tratamiento. Se indican bloqueadores ß adrenérgicos si las manifestaciones hipertiroideas lo justifican, y tiroxina en casos de franco hipotiroidismo o bocio. Los tratamientos suelen ser de corta duración, salvo en hipotiroidismo secuelar definitivo. En cuanto al tratamiento de las tiroideopatías autoinmunes de la embarazada, debe considerarse que los criterios terapéuticos no varían, en esencia, y ya han sido ofrecidos en los capítulos correspondientes; las pautas particulares, relacionadas con la condición de embarazo, se mencionan en los apartados de éste. Nódulo y Cáncer de tiroides y embarazo En este apartado se trata de resumir los conceptos actuales respecto a su manejo. Su relativa poca frecuencia (en particular, del cáncer) ha dado origen a opiniones encontradas en cuanto a su evolución y tratamiento, aunque existe consenso en otros aspectos. El embarazo se asocia a la aparición de nuevos nódulos de tiroides y al aumento de tamaño de los preexistentes. Esto se relaciona, entre otras, con el hiperestímulo funcional tiroideo, y con la acción tirotrófica de la hCG. La mayoría de los nódulos tiroideos detectados durante el embarazo son benignos; entre los malignos, la mayoría son de estirpe diferenciada, y tienen un excelente pronóstico. Su frecuente benignidad no exime al médico de la responsabilidad de su adecuada valoración y estudio. 20 La embarazada con nódulos tiroideos se estudia de igual manera que la no gestante, con la salvedad que están proscriptos los radioisótopos; el principal objetivo de la pesquisa es confirmar o descartar la malignidad, y los recursos son: el interrogatorio, el examen físico, la citología por punción con aguja fina, y la ecografía. Las determinaciones hormonales son también de ayuda, especialmente para identificar nódulos hiperfuncionantes autónomos. Como en no gestantes, la multinodularidad reduce la sospecha, y los nódulos únicos la aumentan. Las características típicas de sospecha son las mismas, siendo de importancia el rápido crecimiento. El cáncer de tiroides es muy poco frecuente en la mujer grávida. Ya se mencionó que los más frecuentes son los carcinomas diferenciados. Hay opiniones controvertidas en cuanto a la evolución del cáncer en esta circunstancia: algunos autores describen un rápido progreso de la neoplasia, mientras otros afirman que la gestación no influye en la evolución ni agrava el pronóstico. No se ha publicado firme evidencia de que la evolución natural del cáncer tiroideo sea alterada por la gestación, y menos aún, que empeore el pronóstico. El tratamiento del cáncer tiroideo intercurrente con la gestación es el mismo que el indicado a la población general, al igual que el seguimiento de la paciente. De ninguna manera se justifica la interrupción del embarazo por su causa. La cirugía del cáncer tiroideo puede realizarse en el 2º trimestre de la gestación. Su extensión y características son las mismas que para la población general. Implica riesgos para el embarazo, aunque las complicaciones no se presentan con una frecuencia tan alta como para contraindicar formalmente la ablación durante el embarazo. Por otro lado, tampoco hay evidencia de peor pronóstico por el diferimiento del tratamiento quirúrgico hasta después del parto. Del criterioso análisis por el médico obstetra y el tiroideólogo, surgirá el consejo a la paciente. Así como hay autores que proponen la cirugía precoz, de todos, durante la gestación, otro grupo opina que puede 21 ofrecerse, en casi todos los casos, la opción de realizarla luego del parto. Algunos autores proponen la cirugía precoz cuando se trata de carcinoma papilar, y esperar hasta después del parto cuando son de estirpe folicular. Los estudios y tratamiento con radioisótopos deben postponerse al parto. LECTURAS SUGERIDAS -Borremans CG, Perinetti HA. Embrazo y Enfermedades Tiroideas. Pren Méd Argent 2003; 90: 232-243. -Korenman SG. Atlas de Endocrinología, Vol 1, Enfermedades Tiroideas. 1ª ed. RL S.A., Argentina, 2000 -Nguyen PH. Autoinmune thyroid disease in pregnancy.eMedicine Journal 2002, 3 (4) -http://www.tiroides.net