Es clave evitar un ajuste inútil, como el de 2014

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Año 38 - Edición Nº 878 – 1 de Agosto de 2016
Es clave evitar un ajuste inútil, como el de
2014
Jorge Vasconcelos
jvasconcelos@ieral.org
Es clave evitar un ajuste inútil, como el de
20141
Los datos preliminares de nivel de actividad de los últimos 30 días no muestran todavía
un rebote, sino más bien continuidad de la tendencia recesiva de trimestres previos.
Julio pareció no “enterarse” que forma parte del “segundo semestre”, aunque sí hay
mejora en los indicadores que releva la Universidad Di Tella, con confianza en ascenso
a favor del gobierno, al igual que la de los consumidores hacia el futuro. Quizá la
desaceleración de la inflación de las últimas semanas y el aguinaldo han ayudado a ese
cambio de humor en el margen que perciben las encuestas, un crédito útil por la
característica del plan en marcha, que no garantiza éxitos rápidos. Si el gobierno
quisiera apurar la reactivación bajando abruptamente las tasas de interés, se
arriesgaría a un salto del dólar con impacto inflacionario, terminando en un ajuste
infructuoso como fue el de 2014, cuando el PIB cayó 2,6 %. Y si quisiera evitar que
esa baja de tasas impacte en el dólar y la inflación, tendría que reinstalar los controles
al cambio y al comercio exterior, con lo que se alejaría la posibilidad de recuperación
de la inversión privada, como lo prueba el magro comportamiento de esta variable
durante la vigencia del cepo.
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Nota publicada en el diario La Voz del Interior del 31 de Julio de 2016 2
Revista Novedades Económicas – 1 de Agosto de 2016
Con siete meses transcurridos, incluido el primero del segundo semestre, ya puede
estimarse que la caída del PIB de este año se ubicará en torno a 1,5 % interanual. El
ajuste es indudable, pero la pregunta es si está o no sentando las bases para una
recuperación firme, que permita acercarse a un crecimiento de 3,5 % en 2017, que
parece ser la meta oficial.
Hay una referencia cercana, y es el ajuste infructuoso que propició el gobierno
anterior, con la devaluación de enero de 2014. A mediados de aquel año, la inflación
ya se había fagocitado toda la suba del tipo de cambio y la economía había quedado
en el peor de los mundos, con cero ganancia de competitividad, en un andarivel más
elevado de inflación y un derrumbe de 2,6% del PIB. Lo que es peor, las bases de la
economía quedaron tan endebles que, al año siguiente, cuando el oficialismo buscó
apalancar a sus candidatos en los decisivos comicios de 2015, sólo dispuso de
instrumentos precarios, que le permitieron recuperar parcialmente variables asociadas
al consumo, pero sin torcer la suerte electoral. Todo a costa de aumentar en 2 puntos
del PIB el déficit fiscal y forzar a la baja las tasas de interés de un modo tal que, pese
a los controles, se quemaron cerca de 7 mil millones de dólares de las reservas del
Banco Central.
En cambio, el ajuste actual presenta diferencias significativas. La variación del precio
del dólar, de 58 % respecto de noviembre
pasado,
supera por poco más de 20
puntos porcentuales a la inflación acumulada del período. Si bien hay sectores
industriales y de economías regionales para los que este tipo de cambio real es
insuficiente, el contraste con 2014 es visible, ya que en aquella oportunidad la mejora
de competitividad fue efímera. Un test válido es el fortalecimiento de las reservas del
Banco Central, que en términos netos ha comprado divisas por más de 8 mil millones
de dólares desde la salida del cepo, dos tercios al Tesoro y un tercio al sector privado.
A propósito,
la inversión extranjera directa aportó un flujo de 2,2 mil millones de
dólares en lo que va del año, reflejando el cambio de escenario: obsérvese que, pese
al clima recesivo, las importaciones de bienes de capital aumentaron en volumen un 7
% interanual en el período enero-junio (12,8 % en el último mes).
Por supuesto que un dólar más alto habría alentado mayor entrada de capitales. Pero
el problema está en su impacto inflacionario, dada la elevada inercia indexatoria y el
fenomenal retraso tarifario que había en el punto de partida. En el otro extremo, si
para convivir con el tipo de cambio actual y amortiguar los problemas de
competitividad se apelara a cerrar más la economía, entonces la variable de ajuste
sería la inversión privada, como demostró el cepo.
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Revista Novedades Económicas – 1 de Agosto de 2016
Teniendo en cuenta estos condicionantes, el sendero
sectores muy competitivos
es angosto y sólo aquellos
podrán transitarlo sin resquemor.
La clave es que la
experiencia no aborte en un ajuste infructuoso, con una austeridad en el consumo que
sólo sirva para prolongar la recesión. Para ello, el gobierno necesita trabajar en los
determinantes de la inversión, con políticas fiscales consistentes con mejoras
adicionales en el “riesgo país”, pero al mismo tiempo que permitan financiar la
recuperación de la obra pública.
Un éxito en el blanqueo de capitales (¿40 mil millones de dólares?) ayudaría a lograr
los dos objetivos, pero con efectos temporales que, a mediano plazo, no sustituyen la
tarea de seguir achicando el rojo del sector público.
La consistencia fiscal es clave, pero no por un “capricho” técnico, sino porque sólo
puede ser lograda con acuerdos políticos sólidos y eso es lo que quita incertidumbre a
la inversión productiva. La cumbre de gobernadores que se realiza esta semana en
Chubut es una buena oportunidad para detectar cuán cerca está la agenda política de
resolver la gran cantidad de trabas que subsisten para que pueda florecer el empleo
genuino. Las señales contradictorias que emite el ámbito partidario son el caldo de
cultivo ideal para que medidas de estricta responsabilidad del Ejecutivo terminen
desvirtuadas por sorprendentes fallos judiciales.
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Revista Novedades Económicas – 1 de Agosto de 2016
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