“POSITIVISMO EN MÉXICO” JUSTO SIERRA El Positivismo en México fue difundido por Gabino Barreda a partir del año de 1867 e influyó notablemente en los destinos de la sociedad y el Estado mexicano de esa época. El Positivismo halló en México una situación propicia para extenderse porque las clases dominantes encontraron en esa filosofía una justificación de sus intereses políticos y económicos. La influencia de esta corriente aumentó considerablemente cuando una parte de los intelectuales que lo impulsaban llegó al poder durante la tercera presidencia de Porfirio Díaz en 1888, pero se incrementó considerablemente en 1892 cuando la Unión Liberal (partido político de pensamiento positivista liberal) que apoyaba la cuarta reelección de Porfirio Díaz pide, entre otras cosas: a) Una libertad económica para el desarrollo de los individuos que componen la nación, y b) Que los problemas de la situación social de México se analicen desde un punto de vista científico. Para el grupo de la Unión Liberal existía una diferencia entre dictadura personal y una dictadura social, y de esta manera justificaba la permanencia de Díaz en el poder, ya que aunque consideraban a su régimen casi unipersonal, dictatorial y basado en la limitación de libertades, era el símbolo del orden, del progreso y de la paz. Para este grupo de intelectuales la ciencia positiva era la única capaz de conocer los problemas del país y creían que con los conceptos de “orden y progreso” éstos se resolvían, evolucionando así, la sociedad como si fuera un organismo. Lo que no tiene duda en la opinión general de muchos historiadores, es que el Positivismo es una ideología importada a México, que le sirve directamente a un grupo político como instrumento propio. Por eso es identificada fácilmente con una política y con un grupo determinado de la historia nacional, los llamados Científicos en particular, y al Porfirismo en General. El pueblo en forma irónica los llamó “LOS CIENTÍFICOS”, por las tesis que manejaban. Este grupo pedía libertad económica, pero no una libertad electoral considerada por ellos menos importante e inadecuada. Más aún, con la petición de libertad económica justificaban así las necesidades de la cada vez más poderosa burguesía mexicana. Las tesis positivistas se encajonaban por la fuerza a acreditar a esa clase social en el poder, en pleno desarrollo al amparo del Porfirismo, creando un “positivismo a la mexicana” que chocó con la realidad y que no hizo otra cosa sino reflejar el estado de desigualdad. Esta doctrina social tuvo en triple propósito: Establecerla como una nueva forma de ver el mundo; utilizarla como una nueva arma educativa y emplearla como arma política de la clase en el poder. Desde que los liberales asumieron el poder, ya se había utilizado como una doctrina filosófica, como forma de pensamiento social. La búsqueda de una nueva nación, la formación de otros tipos de 1 comportamiento político y el acecho de los grupos conservadores, llevaron al grupo liberal triunfante a buscar los mecanismos para ordenar al país y progresar. Cuando asume el poder Porfirio Díaz, los liberales juzgan que la dictadura es la única instancia real para llegar a cumplir los objetivos que se habían trazado. Es aquí donde “se sacrificó la evolución política por la evolución social"1 durante el Porfirismo, de acuerdo a Justo Sierra. EL POSITIVISMO DE ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ Molina Enríquez, al igual que muchos de sus compañeros de doctrina, se volvió positivista tratando de darle una explicación a la historia nacional, y es en uno de sus mejores libros: Los grandes problemas nacionales2donde hace un desglose de los principales problemas que aquejan a México, además de ser todo un estudio sobre la comprensión de la nación mexicana. Explica la historia del país como un camino que llega hacia el futuro, una evolución de la sociedad mexicana como si fuera un individuo, como un organismo en formación. De igual manera piensa que todo desarrollo necesita de una comprensión, de un conocimiento de la sociedad en cuestión, tendiendo a estudiarla, para encontrarle los pasos hacia su progreso o evolución, encontrándole así su explicación histórica. Molina nos dice: “Tratándose de una sociedad, el conocimiento de ella y el trazo total o parcial de su marcha evolutiva, requieren de igual modo, el estudio de todas sus circunstancias especiales, y el trabajo sintético de la apreciación histórica requerirá siempre de una extensa integración de detalles”.3 Para Molina Enríquez la agricultura se convierte en la ocupación que determinará la relación de los pueblos con la naturaleza, será el punto de partida del desarrollo y el principal parámetro que medirá el grado de evolución de un pueblo o nación. Afirma que todos los pueblos son diferentes en su desarrollo evolutivo aunque tengan similares etapas de progreso y la tierra sea su eje rector. Piensa que la nación debe verse como un organismo, pero debe ser un organismo agrario, en donde la producción de cereales es lo que indica el grado de desarrollo de un país, y en México dice, se encuentra su parte vitalmente más importante en una zona socioeconómica productora de cereales, ubicada geográficamente en la mesa central y de la altiplanicie mexicana. Para que este organismo agrario avance en la producción de cereales necesita de un requisito importante: la propiedad. Molina piensa que el ritmo de evolución también lo marca el dominio territorial de los habitantes de ese país. “En efecto, la cuestión agraria es a la vez una cuestión de medio, es a la vez una cuestión de raza y una cuestión de momento histórico”.4 Zea, Leopoldo, “El Positivismo. Un estudio de la filosofía México”, en Salgueiro, Roberto y Rodríguez, Ella, Antología de autores críticos de la historia de México (1824-1910, México, Ed. Guajardo, 1979, p. 221. 2 Molina Enríquez, Andrés, Los grandes problemas nacionales, Prólogo de Arnaldo Córdova, México, Ed. Era, 1989. 3 Ibíd., p. 26. 4 Ibídem. 1 2 El organismo agrario, como lo define Molina, es como un cuerpo humano que, teniendo los implementos necesarios, crecerá sano y robusto, pero si no es así, si la tierra no se trabaja porque sólo unos pocos miembros son propietarios del suelo que producirá alimentos, entonces habrá desequilibrios, el organismo sufrirá, no evolucionará y crecerá débil y enfermo. Para diagnosticar a México nos dice: “Por ahora, nuestro cuerpo social, es un gigante desproporcionado y contrahecho, del tórax hacia arriba es un gigante, del tórax hacia abajo es un niño. El peso de la parte de arriba es tal que el cuerpo en conjunto se sostiene difícilmente. Más aún, está en peligro de caer. Sus pies se debilitan día por día. En efecto, las clases bajas, día por día empeoran su condición, y en la última, el de los indígenas jornaleros, la dispersión ha comenzado ya”. 5 Por eso, la verdadera piedra de toque de un país en su progreso y su fortaleza es la producción de alimentos. Molina Enríquez habla de 3 períodos en la Historia de México: a) El de Desintegración lo ubica en la iniciación de la independencia, que desbarata un modelo más o menos estable, que era el régimen colonial, y que da paso a una etapa de anarquía social y política que sigue hasta los días de la Reforma. b) El de Transición lo marca como un ciclo natural que se establece entre el Plan de Ayutla (1854) y el desmoronamiento del imperio, con una prolongación hasta el fin de la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada (1876). c) El Integral lo sitúa en la fase en que los mestizos, en unión con los “criollos nuevos”, llegan al poder bajo la guía de Benito Juárez, inaugurando este último período. Examinando con términos sociológicos la estructura mexicana, trata de no ser discriminativo en sus apreciaciones, como lo fueron otros positivistas. Entiende el sentido de patria cuando todas las razas de una nación se reconocen en una unidad. Y el sentido moral de la patria también se logrará cuando se afirmen las raíces materiales de esa sociedad, traducidas en las formas de propiedad, ya que mientras más desigualdad exista en los derechos territoriales, más lejos se estará de la noción moral de patria. Como una posible solución al problema de la propiedad, propone una reforma agraria como vía para lograr la nacionalidad, en donde asegura que diversas formas de apropiación territorial, incluyendo la hacienda, son contrarias a la integración de una patria. Andrés Molina Enríquez escribió y desarrolló sus principales conceptos en los primeros años del siglo XX. Muchos de sus postulados fueron retomados como antecedentes para la plataforma ideológica de la Revolución Mexicana, en particular en el artículo 27 constitucional. EL POSITIVISMO DE JUSTO SIERRA Justo Sierra fue uno de los mayores maestros e ideólogos del Positivismo. Pensaba que para llevar a México a una evolución superior, era necesario quitar los malos hábitos de la mente de los mexicanos, tarea –según decía- muy difícil de llevar a cabo, como lo escribe en las siguientes líneas: 5 Ibíd., p. 305. 3 “Desgraciadamente esos hábitos congénitos del mexicano han llegado a ser mil veces más difíciles de desarraigar que la dominación y la de las clases privilegiadas por ellas constituidas. Sólo el cambio total de las condiciones del trabaj o y del pensamiento en México podrían realizar tamaña transformación”.6 Justo Sierra justificaba así la necesidad de un hombre fuerte que tendría en sus manos la dirección del país, ese hombre fuerte que llevaría a México a la evolución requerida, era Porfirio Díaz. “Para que el presidente –dice Sierra- pudiera llevar a cabo la gran tarea que se le imponía, necesitaba una máxima suma de autoridad entre las manos, no sólo de autoridad legal, sino de autoridad política que le permitiera asumir la dirección afectiva de los cuerpos políticos: cámaras legisladoras y gobiernos de los estados; de autoridad social convirtiéndose en supremo juez de paz de la sociedad mexicana con el consentimiento general… y de autoridad moral”. 7 La llegada de Porfirio Díaz al poder representaba el símbolo de la paz y el orden que era necesario y que tanto pedían los hombres agrupados en el Positivismo. Este auge de progreso se respiraba –decían los positivistas- en todo el país, la marcha de la evolución pareció fructificar. Pero pese a todo ello, faltaba un elemento que se fue dejando de lado: la libertad. Una libertad que no llegaba a todos los rincones de la población, y de no llegar a lograrse esa libertad auténtica, sería la que haría abortar lo que la evolución había logrado. Con el Porfirismo se crearía un nuevo tipo de mexicano que sería diferente al de la generación liberal. Justo Sierra lo defiende y justifica de la siguiente manera: “Nos tachan –dice- nuestra falta de creencias, nuestro positivismo, nuestro mal encubierto desprecio a las instituciones del pasado. Tal cosa es cierta pero se debe a la distinta educación que hemos recibido. Ustedes –refiriéndose a los liberales- en materia filosófica se nutrieron de Voltaire y Rousseau, con los enciclopedistas, con el choix de Ropports de la Revolución Francesa, los más avanzados con la alta metafísica de la escuela alemana; mientras nosotros estudiamos lógica en Mill y Bain, filosofía en Comte y Spencer, ciencia en Huxley y Tynadall, Virchow y Helmholtz”. 8 Para Justo Sierra la distinta educación que los forjaba, crearía por necesidad, hombres igualmente distintos, como lo dice en este párrafo: “Ustedes salían de las aulas ebrios de entusiasmo por las grandes ideas del 89, y citando a Danton y a los girondinos se lanzaban a las montañas a combatir al clero para consolidar las reformas, para derribar a los reaccionarios, para calcar nuestras leyes sobre bellas utopías que entonces servían de manera corriente en la transacción filosófica. En cambio nosotros menos entusiastas, más escépticos, tal vez más egoístas buscamos una explicación del binomio de Newton, nos dedicamos a la selección natural, estudiamos con ardor la sociología, nos preocupamos poco de las especies celestes y mucho de nuestro destino terrenal. Nos ocupamos de cuestiones que no pueden ser sometidas al cartabón de la experiencia”.9 Justo Sierra piensa que esta nueva generación sería la necesaria para guiar los destinos del país, con ayuda de su ciencia que fue aprendiendo en la escuela de Gabino Barreda. También añade que estos métodos son los que se aplicarán a la solución de todos los problemas de México, incluyendo desde luego los problemas políticos. En el manifiesto del Partido Liberal, del cual uno de los principales ideólogos es Justo Sierra, se habla también de conceder mayores libertades a la 6 Salgueiro Roberto, op. cit., p. 221. Ibídem. 8 Ibíd., p. 222. 9 Ibíd., p. 223. 7 4 sociedad mexicana, pues parecía que ya había alcanzado un alto grado de progreso. El manifiesto dice: “Nuestro partido está en plenitud de imponerse una disciplina racional que le permita ser completamente explícito en la expresión de su voluntad dentro de la fórmula constitucional, y tomar una participación más afectiva en la dirección d los negocios públicos, marcando los derroteros que conducen a su idea suprema de la libertad en la permanente conjugación con el orden”.10 Esta nueva unión considera que la libertad no es posible si antes no se logra un determinado grado de orden, orden que parece haberse logrado con Porfirio Díaz, evolucionando hacia la libertad. Gracias a un nuevo aumento de libertades se iba a demostrar si se había logrado llegar a un grado necesario de orden que le permitiera hacer uso de esas y mayores libertades. En el manifiesto se habla de libertad económica, más no electoral. Se pide de inmediato libertad de comercio o, en general, libertad para el ahorro y la formación de capitales, se pide reducción del papel del Estado en el campo productivo, más no en lo político. Se da libertad de enriquecimiento a cambio de libertad política. Con esto se logra llegar a una libertad para un grupo de gente que tenga bienes que incrementar. Sobre la reelección de Porfirio Díaz, el manifiesto dice: “La República tiene la conciencia de ser la causa eficiente de su progreso y tranquilidad; pero sabe también que un hombre ha coadyuvado, en primer término, a dar forma práctica a las tendencias generales, y ese ciudadano es el que la conversión ha elegido… para ocupar nuevamente la presidencia”.11 Justo Sierra pensaba que era peligroso darle todo el poder a Díaz porque: “Es terriblemente peligroso para el porvenir, porque imprime hábitos contrarios al gobierno de sí mismo, sin los cuales puede haber grandes hombres, pero no grandes pueblos”.12 Como último agregado diremos que Sierra pensaba que el fin último de la evolución es la libertad, con un desenvolvimiento propio y con una referencia obligada de elementos de evolución exterior. EL POSITIVISMO DE GABINO BARREDA Para hablar del positivismo de Gabino Barreda, tomaremos los conceptos de la interpretación que de la historia de México hace, basado en los conceptos de Augusto Comte, escrita en la Oración Cívica.13 “LA ORACIÓN CÍVICA” La oración cívica pronunciada por Gabino Barreda en Guanajuato el 16 de septiembre de 1867, ofrece la explicación histórica bajo los conceptos, premisas e ideas que marcan la nueva doctrina positivista. En las primeras líneas se presenta la importancia del método positivista: 10 Ibíd., pp. 223-224. Ibíd., p. 226. 12 Ibídem. 13 Las citas textuales que de la Oración Cívica aquí se utilizan, se encuentran en: Villegas, Abelardo, Positivismo y Porfirismo, Col. Sepsetentas. 11 5 “Para todos aquellos que no quieren, que no pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan por ver en ella una ciencia, más difícil sin duda, pero sujeta, como las demás, a leyes que la dominan y que hacen posible la previsión de los hechos por venir, y la explicación de los que ya han pasado […] es, en fin, la de sacar, conforme al consejo de Comte, las grandes lecciones sociales que deben ofrecer a todos esas dolorosas colisiones que la anarquía, que reina actualmente en los espíritus y en las ideas, provoca por todas partes, y que no puede cesar hasta que una doctrina verdaderamente universal reúna todas las inteligencias en una síntesis común. […]Pero en el dominio de la inteligencia y en el campo de la verdadera filosofía, nada es heterogéneo y todo es solidario. Y tan imposible es hoy que la política marche sin apoyarse en la ciencia como que la ciencia deje de comprender en su dominio a la política”. Los procesos políticos serán, de esta manera, determinados por la provisión que la nueva ciencia les dará y no quedará nada al azar, por eso la Independencia de México es un hecho que tenía que suceder, pues es parte de un proceso de emancipación, es decir, de liberación. “Si tan importante acontecimiento no hubiese sido preparado de antemano por un concurso de influencias lentas y sordas, pero reales y poderosas, él sería inexplicable de todo punto, y no sería ya un hecho histórico sino un romance fabuloso; no hubiera sido una heroicidad sino un milagro el haberlo llevado a cabo, y como tal estaría fuera de nuestro punto de vista, que conforme a los preceptos de la verdadera ciencia filosófica, cuya mira es siempre la previsión, tiene que hacer a un lado toda influencia sobrenatural, porque no estando sujeta a leyes invariables no puede ser objeto ni fundamento de explicación ni previsión racional alguna”. Barreda, al igual que todos los positivistas de la época, piensa que la libertad que lleva al progreso tiene que pasar por varias estructuras, de las cuales, una de las más importantes es la libertad mental, y nos dice: “La emancipación mental, caracterizada por la gradual decadencia de las doctrinas antiguas, y su progresiva substitución por las modernas; decadencia y substitución que, marchando sin cesar y de continuo, acaban por producir una completa transformación antes que hayan podido siquiera notarse sus avances. […] Emancipación científica, emancipación religiosa, emancipación política: he aquí el triple venero de ese poderoso torrente que ha ido creciendo de día en día, y aumentando su fuerza a medida que iba tropezando con las resistencias que se le oponían”. De igual manera, en la Oración Cívica, nos muestra una separación entre las ciencias menores y las ciencias superiores. Así como una superación entre la política y la religión: “En efecto, ¿cómo impedir que la luz que emanaba de las ciencias inferiores penetrase a su vez en las ciencias superiores?” Y más adelante añade: “¿Cómo pudieron no ver que a medida que las explicaciones sobrenaturales iban siendo substituidas por leyes naturales, y la intervención humana creciendo en proporción en todas las ciencias, la ciencia de la política iría también emancipándose, cada vez más y más, de la teología?” También se refiere al desarrollo de la humanidad, mediante una evolución en todos los órdenes y añade: “La triple evolución científica, política y religiosa que debía dar por resultado la terrible crisis por que atravesamos, puede decirse, no ya que era inminente, sino que estaba efectuada […] Yo no referiré todas esas luchas que son ajenas de este lugar y de esta ocasión; yo no me pararé siquiera a mencionar aquí las principales fases de ese gran conflicto, que son también las fases de la historia de la humanidad”. 6 Retomando las fases anteriores al desarrollo de la era positivista, Barreda se lanza en contra de los residuos mentales que impiden el avance del progreso: el Clero y el Ejército. “Pero si la soberanía popular es contraria al derecho divino de la autoridad regia y al derecho de la conquista, la igualdad social es, además, incompatible con los privilegios del clero y del ejército […] La reducción de los obstáculos que impiden el progreso son parte de un proceso ya establecido, por leyes naturales, de ahí que el proceso de independencia se haya ido creando y sólo bastara una sola chispa […] Pero sea de ello lo que fuere, el hecho es que en la época de la insurrección, los elementos de esta combustión estaban ya reunidos y estaban además en plena efervescencia determinada por la noticia de la independencia de los Estados Unidos”. Tomando un apasionado partido por la causa positivista, Gabino Barreda da una visión de la lucha de su grupo contra las fuerzas oscuras que impiden su realización como doctrina que tiene la verdad. “Porque al separar enteramente la Iglesia del Estado; al emancipar el poder espiritual de la presión degradante del poder temporal, México dio el paso más avanzado que nación alguna ha sabido dar, en el camino de la verdadera civilización y del progreso moral y ennobleció, cuanto es posible en la época actual”. Gabino Barreda ve en México al paladín de la justicia que llevará el bien al mundo entero, la lucha del país contra la intervención francesa será la lucha del bien contra el mal, de las fuerzas del orden y del progreso contra las fuerzas del retroceso. El siguiente párrafo es claro en ese aspecto: “En este conflicto entre el retroceso europeo y la civilización americana; en esta lucha del principio monárquico contra el principio republicano, en este último esfuerzo del fanatismo contra la emancipación, los republicanos de México se encontraban solos contra el orbe entero. Los que no tomaron abiertamente cartas en su contra, simpatizaron con el invasor y secundaron sus torpes miras, reconociendo y acatando el simulacro de imperio que quiso constituir”. La salida del ejército francés de México y el fusilamiento de Maximiliano sería el triunfo del progreso contra el retroceso, por eso añade más adelante: “… aquí asistimos a este último combate, en que nuestra patria obtendrá por fin el complemento indispensable de su independencia, la emancipación, de la tutela de todo gobierno extraño […] Ahora bien ¿Sería posible vacilar un momento, entre el perdón de un delincuente y la pacificación de un pueblo? Dejemos a la Francia y a la Europa entera […]dejemos que, en la rabia de su impotencia y en la impotencia de su rabia, se desaten en improperios y calumnias contra una nación que, si ha sabido ser superior en la guerra que le obligaron a sostener, lo sabrá también ser en la paz que ha sabido conquistar”. La oración cívica termina, en palabras de Gabino Barreda, haciendo un balance de las crisis por las que ha pasado el país, declarando que siendo inevitables eran necesarias para poder llegar a la etapa del progreso actual: “…ha resultado también, como por un programa que se desarrolla, el conjunto de nuestra plena emancipación y que es una aserción tan malévola como irracional, la de aquellos políticos de mala ley, que demasiado miopes o demasiado perversos, no quieren ver en esas guerras de progreso y de incesante evolución, otra cosa que aberraciones criminales o delirios inexplicables”. Barreda lanza un llamado de respaldo total hacia la política positivista, de la cual es portavoz, diciendo: 7 “Hoy la paz y el orden, conservados por algún tiempo, harán por sí solos todo lo que resta […] Conciudadanos: que en lo de adelante sea nuestra divisa libertad, orden y progreso; la libertad como medio; el orden como base y el progreso como fin; triple lema simbolizado en el triple colorido de nuestro hermoso pabellón nacional […] Que el orden material, conservado a todo trance por los gobernantes y respetado por los gobernados, sea el garante cierto y el modo seguro de caminar siempre por el sendero florido del progreso y de la civilización”. La Oración Cívica sería con mucho, uno de los documentos doctrinarios del grupo positivista en el Porfiriato. Y de igual manera sería la explicación histórica de México bajo los conceptos del Orden y el Progreso. EL POSITIVISMO DE FRANCISCO G. COSMES Para este teórico positivista, el problema de México se basa sobre todo en la cuestión social y argumenta que es una cuestión de raza, tanto en lo aspectos internos como externos. Para lo interno dice que son los 2 tipos de raza que se presentan: por un lado, uno apto para la civilización y creador de elementos para el progreso; por el otro lado, un ser que no sirve para el progreso, incapaz para el desarrollo: el indígena. Cosmes dice que es un lastre que dificulta no sólo el desarrollo interior, sino que en el aspecto interior no compite con el “sajonismo desbordante” que representan los Estados Unidos. La inferioridad organizada del indígena se convierte en un conflicto para la evolución. Cosmes es de los positivistas más racistas de la época. Piensa que el indígena se convierte en un conflicto para la evolución. Con su peculiar visión del mundo, Cosmes crea una visión racista y destructiva del indígena. EL POSITIVISMO DE PORFIRIO PARRA Porfirio Parra aporta otros conceptos a la visión positivista aplicada a México. Decía que la evolución se interpreta como la restauración de la República a la apertura de una nueva fase en la historia nacional. Interpreta el concepto positivo de Comte, aclarando que se trata de una actitud opuesta a lo negativo, pero que construye. Decía que el saber positivo tenía que entenderse como una manera de acceder al conocimiento, que construya afirmaciones y que concluya convencimientos que son el motor para la acción. Afirma que el conocimiento se basa en ideas que no serán desechadas porque no sirvieron. Sino que retomando el modelo del método positivo o negativo o científico, que sigue siendo cauteloso, certero y eficaz, muestra y garantiza un verdadero progreso, condenando la revolución, sustituyéndola por la evolución, como lo hace la naturaleza. Así, el campo de la ciencia propiciará el progreso. 8