Cuando más oscura esta la noche, es cuando comienza a amanecer Empezamos diciendo que es probable que la falencia mas grave de nuestro país no sea económica, pero en lo referente a la cuestión económica, hay dos indicadores que nos pueden acercar al optimismo. 1. La economía no es un juego de suma cero Tanto nosotros, como autores tales como: Porter, Sachs, Friedman, sostenemos que la economía no es un juego de suma cero. En una negociación, una parte puede ganar mientras las demás partes en ese acuerdo también ganan. Esta es la historia del crecimiento de la economía mundial, en especial desde la revolución industrial. Con lo mucho que se critica a la globalización, China tiene hoy 400 millones de pobres menos que cuando Den Xiao Ping emitió en 1978 su conocida frase. "No importa que el gato sea blanco o negro, solo importa que cace ratones", y dejando atrás las nefastas experiencias del "gran salto adelante" y "la revolución cultural " de Mao Zedong, abrió la economía china a la economía social de mercado (o la economía socialista de mercado, como allá la llaman) y a las inversiones extranjeras. El crecimiento de las economías de India y China son una oportunidad y no una amenaza para Latino América. 2. La falta de desarrollo económico ya no es un problema Latinoamericano Si uno observa el Cono Sur, Chile, Uruguay, Perú y Brasil ya se han encaminado con planteos estratégicos de largo plazo. Aun Paraguay (Lugo) y Bolivia (Morales) con sus tremendos problemas de marginación, racismo y pobreza, están bastante más cerca de la racionalidad económica que Argentina. Y lo que aquí sucede es que en Brasil, gran parte (aunque no todas) de las políticas económicas de Lula continúan las de Fernando Henrique Cardoso, y eso es uno de sus grandes méritos. Lo mismo sucede en Chile, donde siguen adelante muchas de las políticas establecidas por el Hernán Bucci, el ministro de Pinochet, aunque los partidos de la Coalición Chilena tengan otra orientación política. También en Perú, Toledo y Alan García mantuvieron muchas de las políticas de Fujimori (aunque éste se encuentre encarcelado en ese país) y Tabaré Vásquez en Uruguay mantuvo muchas de las decisiones de Sanguinetti, Lacalle y Battle Ordóñez. Eso implica tener una estrategia de desarrollo de largo plazo que es lo que acá nos falta. Acá cada nuevo presidente se cree un Mesías. (o es probable que el error sea nuestro, que esperamos un Mesías). Chile tiene un PBI per capita mayor que el nuestro, cuando en 1970 era la mitad. Sigue teniendo mas desigualdad que la Argentina, pero su porcentaje de población bajo la línea de la pobreza es mucho menor que la nuestra. En el caso de Brasil y con el plan Familia, Lula ha logrado disminuir en casi un 20 % la población bajo la línea de pobreza. Posiblemente Brasil se va a ganar un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU (aunque a nosotros no nos guste) y se perfila como una potencia mundial. Queda claro que cuando comparamos donde estamos, tenemos que tener en cuenta desde donde venimos. Viendo entonces el entorno que nos rodea, podemos argumentar que la falta de desarrollo ya no es un "problema Latinoamericano". Afortunadamente queda claro que es un problema argentino. Creemos que reconocer su existencia y definirlo claramente, es el primer paso para proceder a la solución de un problema. Y si nuestros vecinos ya están evolucionando, confiamos que será una cuestión de tiempo hasta que nosotros empecemos a hacer lo mismo (aunque no haya garantías). Para acelerar estos cambios, necesitamos una oposición que este a la altura de las circunstancias y políticos capaces y con vocación de servicio. Por eso estamos convencidos que debemos apoyar a la gente sana y capaz que esta entrando en política. Ya rezaba aquel viejo adagio. “Cuando más oscura esta la noche, es cuando comienza a amanecer”. Marcelo F. Simón