Florecimiento humano. Capítulo 11. Julio Boltvinik **** De acuerdo con Sen “el concepto de necesidad no obtiene cobertura adecuada a través de la información de bienes primarios y de la utilidad”. Señala que, por ejemplo, una persona lisiada tiene necesidades especiales que deben ser atendidas, pero que tanto el utilitarismo como la teoría de los bienes primarios carecen de una noción de capabilities básicas: la persona que es capaz de hacer ciertas cosas: la “habilidad de trasladarse” es la relevante en el caso del lisiado. Sen considera otras habilidades: “satisfacer los requerimientos nutricionales propios, los medios para (wherewithal) vestirse y alojarse, el poder de participar en la vida social de la comunidad”. La noción de urgencia relacionada con esto no es captada plenamente ni por la utilidad ni por los bienes primarios o por cualquier combinación de ambos, añade Sen. **** A partir del análisis sobre las distintas concepciones de las necesidades y la esencia humana, desarrolladas desde la economía, la filosofía, la antropologíamarxista, la sociología y la psicología, el autor nos invita a ampliar la mirada en el enfoque sobre la pobreza mediante la incorporación del concepto de florecimiento humano. Partiendo de un análisis comparativo entre diversos autores y enfoques, Boltvinik (2005) plantea la existencia de necesidades humanas objetivas.1 En primer término señala que entre los autores existe una gran coincidencia entre la existencia de las necesidades fisiológicas o de la supervivencia física. La esencia humana y las necesidades objetivas El concepto de florecimiento humano de Boltvinik está basado en el de la esencia humana desarrollado por Giörgy Markus (1973), desde la antropología física 1 Los autores que Boltvinik analiza son Abraham Maslow, Erich Fromm, Michael Maccoby, Max Neef, et al., Doyal y Gaugh y Martha Nussbaum. Como puede apreciarse los enfoque son muy diversos, y provienen de la psicología, la filosofía, la medicina y la sociología. marxista. De acuerdo con Markus el ser humano se distingue del animal porque su actividad vital, el trabajo, se orienta de manera mediada a la satisfacción de necesidades (es un constructor de herramientas). El hombre se convierte en un ser universal dado que es capaz de transformar en objeto de sus necesidades y de su actividad, toda la naturaleza. En la medida en que se amplía la transformación de la naturaleza en sus objetos de trabajo, el ser humano desarrolla sus fuerzas esenciales humanas. Desde esta concepción, la ruptura de la fusión animal de sujeto (necesidades) y objeto da lugar a la conciencia y la autoconciencia humana. Asimismo, en el trabajo están dadas las condiciones del hombre como ser social (no puede llevar una vida humana más que en su relación con los demás). De estas reflexiones se deriva que las necesidades son tan producidas como los productos y las capacidades (salvo las biológicas) y que la producción crea tanto el objeto de consumo, como su modo e impulso de consumo. Como resultado, se produce la humanización de las necesidades biológicas (comer carne cocida con tenedor y cuchillo en lugar de la carne cruda con las manos), y se crean nuevas necesidades (como las estéticas, o las científicas). Las necesidades humanas y su jerarquía Para reforzar la importancia que tiene en la identificación de las necesidades humanas el rompimiento del sujeto con su estado animal, Boltvinik analiza también la concurrencia que existe entre Marx (a través del análisis que Markus hace de éste), el psicólogo Abraham Maslow y el sicoanalista social Erich Fromm. Para Maslow las necesidades humanas son instintoides, ya que de los tres elementos del instinto (impulso, actividad y objeto), el hombre sólo hereda el primero y debe aprender los otros dos. De esta forma, el ser humano ante el impulso de alimentarse, construyó herramientas (objetos) que le permitieron cazar a su presa (actividad). Para Fromm en cierto punto de la evolución la vida adquirió conciencia de sí misma y la acción dejó de estar determinada por los instintos. En esta parte, Boltvinik concluye que esta ruptura del dominio por el instinto coincide con la ruptura que supone el trabajo (actividad mediada), ya que la fabricación de herramientas es una actividad no instintiva. Son los dos lados de la misma ruptura que supone un gran salto en términos de libertad y resulta clave para entender la esencia humana. Hasta aquí una apretada síntesis de los fundamentos filosóficos que han dado lugar al enfoque de la pobreza y el florecimiento humano. En su nuevo enfoque Boltvinik se apoya también en autores tan importantes como Max Neef et al.,2 Doyal y Gough, Putnam, Nussbaum y Wiggins para sostener con solidez la existencia objetiva de las necesidades. Mantiene, en coincidencia con Doyal y Gough que evitar el serio daño (satisfaciendo las necesidades básicas) es una precondición del florecimiento humano. Apoyado en Wigigins 3 nos dice que las necesidades no son deseos o preferencias (como pretenden argumentar los economistas estándar o de la corriente principal) y que necesitar no es un verbo intencional. David Wiggins, quien afirma que el carácter insustituible del término “necesidad” en el proceso político-administrativo obliga a captar el contenido especial del que deriva su fuerza especial. Si en las frases que formulan estas reivindicaciones de necesidad intentamos sustituir “necesitar” por “querer”, “desear”, “preferir”, el resultado carecería no sólo de la fuerza retórica del original, sino incluso de su significado particular, de su coherencia y de su lógica argumental. La existencia de las necesidades queda planteada de la siguiente manera: una persona necesita X [absolutamente,] si y sólo si, cualquiera que sean las variaciones moral y socialmente aceptables que se pueden visualizar (económica, tecnológica, política, históricamente…) que ocurran en el periodo relevante, ella 2 Estos autores sostienen que la creencia tradicional que las necesidades humanas tienden a ser infinitas; que están constantemente cambiando; que varían de una cultura a otra, y que son diferentes en cada período histórico, son incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual que consiste en no explicitar la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y lo que son satisfactores de esas necesidades. Para estos autores, las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables y son las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos. Lo que varía son los satisfactores. De esta forma, todos necesitamos protegernos del clima, sin embargo, tiempo atrás el ser humano usaba pieles de los animales que cazaba para protegerse del frío y en la actualidad fabrica abrigos de diversos materiales. 3 pero continuando una línea argumental contenida ya en su libro Pobreza y necesidades básicas de 1990 publicado por el PNUD resultará dañada si carece de X. Evitar el daño a los seres humanos es lo que da fuerza a las reivindicaciones sobre necesidades. Boltvinik presenta al ser humano (tanto en el plano individual como societal) en sus múltiples facetas y nos muestra cómo éste va ampliando el espectro de sus necesidades y capacidades mediante el trabajo. Nos permite entender que el ser humano humaniza sus necesidades biológicas (o instintoides) y que su conciencia y autoconciencia lo llevan a la búsqueda de la autorrealización o florecimiento humano. Boltvinik muestra las coincidencias entre diversos autores que acertadamente señalan que la insatisfacción de necesidades básicas como seguridad, pertenencia, autoestima y amor, es fuente de destrucción humana (locura, improductividad, depresión), aspectos estos usualmente ignorados en los estudios de pobreza. Abaham Maslow (1908-1970) quien propuso una importante teoría psicológica sobre la motivación humana, basada en la jerarquía de las necesidades humanas, expone de manera reveladora que en la medida que las necesidades más básicas, la fisiológica, como por ejemplo el hambre, no estén satisfechas, no emergerán otras necesidades superiores del ser (le siguen en jerarquía la seguridad; pertenencia-afecto-amor; la autoestima-reconocimiento y por último la autorrealización). Este autor sostiene que una buena sociedad es aquella que proporciona a sus individuos la posibilidad de sentirse seguros (segunda necesidad en la jerarquía de Maslow), incluyendo la seguridad económica. *** Lord Meghnad Desai, este último economista británico reconocido mundialmente por sus análisis de, entre otros temas, la pobreza y el bienestar (ver su artículo “Well being or wel fare?” en Neil Fraser y John Mills, eds. Public Policy for the 21st Century, Policy Press, Bristol, 2000). Desai nos invita a repensar el concepto de bienestar basándonos en el tiempo dedicado a actividades sociales (comer con amigos o familia, por ejemplo). Desai asegura que aun cuando la mayoría de los habitantes de los países desarrollados no son pobres en términos materiales, su nivel de bienestar es bajo. Este autor pone en duda que el bienestar crezca con el incremento del ingreso real, ya que nunca se toma en cuenta el costo social que implica que los individuos lleven a cabo una actividad productiva para generar ingreso. Por ejemplo, se pasa por alto que hoy en día ha aumentado el número de horas de traslado al trabajo, perdiendo tiempo valioso en el que los individuos podrían desarrollar actividades que satisfacen necesidades básicas que aumentan su bienestar, como la interacción social. Nos dice que en el pensamiento económico tradicional no importa si la necesidad de alimentarse se realiza de manera individual, social o familiar. No obstante, Desai sostiene que comer acompañado, disfrutar de la compañía de otros, es para el ser humano más importante que el hecho de comer en sí mismo (dada una satisfacción mínima de la necesidad). Por lo tanto, el bienestar debería ser medido en función del tiempo destinado a las actividades sociales que los individuos pueden realizar.