©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. dIÁLOGO DE POETAS La poesía de Luis Mireles Flores tiene ese impulso a la vez muy contemporáneo y propio de los escritores latinoamericanos, de hacer del verso una forma de la fundación tanto histórica como ontológica. La impronta de Pablo Neruda en esa vocación en el siglo xx es indudable, pero viene de más atrás, incluso de la prosa –Bernal Díaz del castillo– y no sólo de la poesía –La Araucana. Pero esa fundación metafísica de un nuevo continente es también la de un nuevo sentido para la persona, una afirmación del yo, deudora del Renacimiento, pero un paso más allá. El turno de la sombra, del cual aquí se publican fragmentos, es una buena muestra: los niveles del poema se entremezclan y se multiplican: la persona y su yo biográfico, la historia y su yo colectivo, el mito y su yo más allá del tiempo. En la escritura de este tipo, lo que importa en primera instancia, antes que el significado literal de las palabras y su condición conceptual, es el ritmo. Tiene que tener un aliento épico, o mejor dicho, narrativo: eco de la épica que aún se permite la modernidad. Por eso, no es extraño que la formación profesional de Mireles –filósofo, y filósofo de la economía, esa disciplina que nos parece hoy tan poco filosófica– se muestre en su texto; pero también es cierto que se muestra esfumada –utilizo el térmi­ no en su sentido pictórico–, casi como un aliento o una atmósfera de quien habla con un yo colectivo sin dejar de ser personal. A lo largo de los frag­ mentos aquí publicados, el lector podrá sentir esa condición de quiebre que el poema expresa: “Ha llegado la hora del quebranto colosal”, como fractura de un mundo que vive a través de la sombra que proyecta, de la sombra en la que encarna con claros ecos platónicos. Estudios 101, vol. x, verano 2012. 135 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. Luis Mireles Flores Es inevitable, aunque Mireles se resiste con inteligencia, que esa con­ dición de sombra –o sombreada– tome un acento apocalíptico. Trata, sin embargo, de desplazar esa condición del pesimismo telúrico propio de Hispanoamérica hacia los timbres pesimistas interiorizados de Eliot en La Tierra Baldía. Y consigue a veces, en ese juego entre la sombra y la luz, entre la ceguera y el deslumbramiento, sintetizar el misterio: “Tu silueta oscura,/ corona del fervor inmaculado.” Si en el léxico uti­ lizado queremos percibir un eco religioso, un tono de lamento, estare­ mos en lo cierto. En lo alto de la palabra, el poeta habla al mundo que lo rodea, a su tiempo, a su condición de duración y flujo. Si el título sugiere que antes hubo un turno de la luz, esa época está antes de la palabra. José María Espinasa 136 Estudios 101, vol. x, verano 2012.