©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS Edén Ferrer SUEÑO DE VUELO A mi pequeña Edurne I MIRO UNA FORMA DÚCTIL Y REMOTA abierto desafío de lo terreno, espacio del etéreo, creo que la sueño suspendida en danza cuando refuta el paradigma ciego, esa verdad incontestable –incierta– que nos habla del peso de los hombres, del insondable peso de las horas. 116 En el baile, en la embriaguez del baile, el torbellino de tan frágil forma se delimita: encarna; se hace mujer, mujer que habita el molde velamen de los sueños, de las profundas fosas del insomnio pozo mefítico, agraz, salobre, brota la luz de una burbuja presa para estallar en danza golondrina. Botón que abre y alumbra –revienta en clavel blanco– súbita luz que niega, da color a la sombra, dolor al alma. ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS II La noche aterrada de sí misma, sobrecogida de pavor espanto, nos vigila, desde el interno espacio de esa piedra sonora: el corazón, y en la espesura, rumor sordo, febril que retumba en sienes las venas, un ala, los vuelos de una falda, el tacto terciopelo, fruto nuevo, resplandor en las selvas del delirio, es un viento, un solar, el origen, el ritmo. NOSTALGIA DE ARRECIFES (Hay una luz de agave para los siglos y eterna vigilia marina: Saint-John Perse) No hay piélago que lime caracolas ni oleaje que fatigue persistente la estéril quilla de un galeón fantasma, ni violencia de vendaval marino que carcoma un bauprés o decapite un mascarón de proa, derrumbe en resabios salinos el duro maderamen (vientos del Sur-barreno impostergable). No hay humedad alada amasando, en pátina y orín, el metal inútilmente trabajado en la fragua. No hay río ni lengua vegetal que someta el rencor de viva roca, 117 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS 118 ni ritmo ni creciente en la caricia al filo de la grieta al otorgar su carga de misterio y sombra en tierra herida, no hay soplido terco que sorprenda la forma oculta en mármol (vientos alisios escalpelo tenaz). No hay sol que incendie las arenas e invente galerías-brazos-raíces dedos crispados en el latido nuevo de renovada greda. No hay intervalos de luz entre cortezas blanquecinas; no hay nido ni panal ni comisura donde sucumba la simiente, élitro arcilla que abra, alumbre el pan, como tampoco hay corazón de miel en el agave, ni poderosa flor que lo embellezca en su aniquilamiento, ni punta en hoja azul por alojarse en el pecho del ciervo o bien que sirva en el telar arcaico (Noto: dios del viento del sur). * Se acabó el espanto, amigo; desvaneciose la saudade justo al umbral de condenada puerta, terminaron los días de la Quimera, zozobró la nave cargada de estulticia que surcaba las sirtes imposibles. Escila, Caribdis devoráronse mutuamente el pétreo corazón. ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS Y Polvo es ya la flor marchita agobiada cabe la amarillenta, indescifrable tipografía del libro aquél: apolillado, sacro, deslomado, viejo el acto labrado declinó su antigua majestad y su prestigio (la inmundicia corroe –dueña absoluta– sillares, corredores-adoquín mancillado). * Hoy, ya la luna no desvela a la bestia, duermen en santa paz la hetaira, la sibila, el enamorado, el ladrón y la bruja. Al callejón no cobija el embozo, no existe más el abrazo al abrigo de la sombra el Árbol. El camastro sudario de ramera casta-hermosa-moza-púber también es ido. Ha sido roto el maleficio, expulsado el Minotauro del sueño, de la vigilia el numen, del fuego fatuo el vacilante espíritu. * No hay nadie que se llame Nadie que inquiera a Andrómeda y busque en Tauro el rumbo de la noche. No hay puñal ni alfanje en cinto de corsario, no hay escudo, montura, herida espada, no hay hugonotes, ...amigo (olor agrio) sin rastro de sangre coagulada ni furtivas lecturas 119 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS de surcos en la mano, ni lascivas... sonrisas ni aún, lance de dados, ni lucha cuerpo a cuerpo ni alabarda torre de asalto aceite hirviente honda catapulta y espingarda ni pies alados sucumbiendo ni talones vulnerables, amigo venerable. No hay humo, hermano, no hay humo de cadáveres robados, despojados en el amanecer de la batalla, ni lenguajes inversos, torres ennegrecidas bajo el asedio innoble de las aves de presa, decapitados a galope hundidos en la noche laberíntica del Tiempo, hendiendo la negrura de la Nada. 120 * ¿Qué nos queda oh Señor de la Abyección y la Molicie? ¿Qué residuo yace al fondo de la criba en los pozos del alma? ¿Qué suerte de vegetación nos nace? ¿Qué musgo en los muros ruinosos de incierta historia? ¿Y cuál humos en los infames pantanos de nuestra eyección aciaga? Os queda la Ciudad, el coliseo, tal vez, el columbario roto, la orgía inacabada, alguna notación convencional, la paz del camposanto, un tímido aguafuerte de fin de siglo, un pianoforte, el hastío, el diván, un licor áureo, generoso, suave al paladar. ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS ANTÍFONA (ASKESIS) A Carlos Jiménez Como este mar fantasma / en que respiran Peces del aire altísimo / los hombres... José Gorostiza SUBÍAMOS POR LOS CRUJIENTES Y DOBLEGADOS PELDAÑOS. Era la escalera aquella, de caracol, como depositaria de materias marinas: subsistía su hechura de olores guanificados, dolía el olor, viejo olor, a heridas cicatrizadas de ramificaciones, estalagmitas coralinas, subía la sal, discurría la sal por los entramados de la madera memoriosa, proclamábase el yodo dueño de todo privilegio. Amábamos el ascenso que, con la sabiduría de alguna aviesa celestina, que ofrecía esa valetudinaria escalera: un caracol hundido hiriendo un costado de la Catedral, iluminados por una claridad sulfúrea. Íbamos a ese sitio, a la hora oficinesca de los alimentos, a colmar los pulmones con el aroma innoble del gusano fosilizado, depositado por innúmeras colonias de murciélagos; a recibir el quemante trasiego del viento alto, en los pómulos descoloridos del empleado, encarnado en nosotros. Solíamos subir esa escalera y llegarnos hasta la sonoridad estocástica de las campanas de la Catedral: oro y bronce fundidos de alamares y cañones vibrando al son de la risa nerviosa, la risa nuestra de escribientes, tramposos y entrampados y, Bouvard y Pécuchet alucinados, muertos de miedo, de melancolía, desasosegados en la hora previa, hora sagrada del francés y del abate. 121 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS ESA ESCALERA, PLEGADA, COMIDA POR EL COMEJÉN DE SIGLOS, convocaba el paso de decrépitos hijos de Isleño, el Viejo. (Hago una pertinente aclaración: nos impulsaba el impulso mismo, no los dioses más o menos imperecederos. Subíamos sin intención de subir. Quiero decir, como quien sube poniendo su empeño en otra parte. Era, como he dicho, ardiente el viento, y apunto: los turbiones que suele se agitaban y golpeaban la corteza débil del muy gastado recubrimiento de nuestra alma, ay, tan joven.) ERA COMO UN LLEGARSE, CASI UN PRESAGIO, UN IR Y VENIR 122 pasando y pisando proustianamente a paso de lobo, con tal de evadir (debe leerse soslayar) un infamante retén militar enclavado en la mitad justa de la torre. Dimanaba alcanfor propio de las algas marinas, manaba (ya que la piedra se obstinara en transpirar), manaba –lo digo como al paso, con impertienencia– hedor a océano, maloliente regusto tropical en el interior de una torre –nada menos–, señorial torre plateresca madrileña y aposentada (no sé si malnacida) en una cuenca acuosa. Salvar el hito de la soldadesca adventisca, saltar por encima de los travesaños, peligrosísimas astillas que daban la sensación de hojarasca bajo la suela del zapato, y alcanzar, apercibirse en lo más elevado de aquella promoción de la [piedra, conjeturaba un placer sólo comparable a la inestabilidad que precipita en nosotros un perfume. Entonces era Eolo, los ojos capturados por él, los lagrimales inservibles, fracturado el precario escudo de los espejuelos y... el advenimiento de la Plaza, aquella congestión granítica, el temido sitio cortado a ras, el bronco espacio plano y pleno que se nos echa encima, ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS el arduo tobogán crecido hasta el límite del horizonte, mas circundado, de alguna manera detenido, contenido por el tezontle y el grano de una sillería que me es ahora escasamente familiar. Ahí, en ese lugar ínsito fijo del espacio, nos sentábamos a simplemente Devorar un mendrugo, apurar un tosco licor de graduación temible ...y conversar. HABLEMOS CON FRANQUEZA: ESTA TORRE POSEE (COMO TODO en el universo de lo real) un doble, el doppldängar de Teofastro, de Occam, Averroes. De su naturaleza –del mismo modo que me sucede con el Otro– no podría más que evocar un parecido de familia. Este adelgazamiento del espacio está, además, adosado a un edificio, el [cual, A no ser por una situación protocolaria, pudo muy bien no haber nacido, o haber sido de una índole muy otra: digamos que una especie de bastarda floración hispanohablante. (Si nos fuera dado despojar a la forma de volumen, aquí, donde la conjunción de la materia se aglutina y pliega desafiando a la bóveda celeste, operaría un insólito bosquejo extraño a cualquier posible geometría: de algún modo podríamos circunscribir el arco de medio punto de la balconería, la balaustrada y la voluta inmensa, en el esgrafiado de una imposible, inverosímil partitura musical de dimensión divina.) Aquí, paralelogramo por el que el viento cuela sus cuchillos y acribilla los carcomidos muros interiores, la sección áurea todo lo devora y domina imperativamente el canon musical. Aquí, el Ojo asiste a su propio nacimiento, revelación de su esencia primordial: puede decirse que hasta ahora el complejo mecanismo retiniano 123 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS 124 ha carecido de función o se ha limitado a envejecer inútilmente, como un trasto agobiado. Sobre la basáltica laja que se rinde a los pies de este poliedro pulula la preocupación sin rostro, activada por los resortes del Deseo (la necesidad o el placer insatisfechos), el áspero dinero. El prodigio brutal que imprime el ritmo, donde se teje (por az-sahar) lo cotidiano, insospechada capilaridad biológica errabunda, parece estar dispuesta por la mano –como aseguran místicos, estetas– del Arquetipo intangible: ahí, el abismo. Cuando la lluvia crepuscular se apodera del espacio las oleadas que acometen a este descampado castigan con una furia oceánica el colosal obelisco, en cuyo interior se desarrolla un majestuoso réquiem ignorado por el oído humano. Es la escalera entonces un caracol auricular; el carillón, los tímpanos –las hijas percutientes de este campanario– forman el diapasón del coro, de las cuerdas que pulsa un vesánico dios, trasplantado del panteón mediterráneo. Se teme, con razón, al vértigo, hechizo del acantilado, pero se desconoce (o se reniega dello) la noble estirpe de este instinto: es un jalonamiento, una lucha que se libra en el interior del alma y que la tensa, la pone en armonía con el concierto cósmico y la coloca en trance de agonía: el Orco reclama lo que le pertenece en cuanto vaso: “la naturaleza tiene horror al vacío”. DESDE EL TABERNÁCULO SE MIRA AL ESCAMPAR, EN EL OCASO, el horizonte como si fuera obra de recamador, azul, púrpura, y lino retorcido... Entonces cabalga sobre los jirones debilitados de las nubes ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. DIÁLOGO DE POETAS una tristeza sideral, compacta, floreciendo desde un alvéolo del planeta. El ojo, de tal manera vuelto sobre sí, asoma a las interioridades [nocturnas de la larva y consiente en leer (en arabescos caracteres) las antiquísimas hojas quebradas, rotas del espíritu: un puro ir y venir del mismo río del cual no se cura la memoria; el choque brutal intermitente de aceros mellados y los mismos en su enervante sucesión; el inútil desciframiento oracular tejido a lo largo de la generación; el martirologio sobrecogedor de las razas; el lamentable devenir de las horas como en un palco de la Ópera; la inefable terquedad del musgo, y el estéril recuerdo de la infancia y sus prodigios de cinematógrafo dominical. Es este el momento en el cual el Dolor confiesa su parasitaria, dormida existencia inquilinaria, morosa, por qué no decirlo, cruel (la pesadilla es una vieja agazapada en la cuna). Se reconoce entonces que no existe salvación posible en la disposición fortuita de una mesa de disección, una máquina de coser, [etcétera. Se sabe (sabiamente) que el hábito no puede ser el del señor Balssa, sino la intolerable camisa en llamas del poeta; y se infiere, desde luego, que la vestimenta habrá de diluirse o (si la bioquímica dispone) petrificarse. Así, si se quiere, uno desnudo desciende una escalera. 125 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito.