gueto

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El gueto
En nuestro manual aparece en diferentes momentos. Es un término muy importante por su
relación con la desviación y el delito. Como además en algún momento ha caído en exámenes,
me parece interesante apuntar estas notas extraídas de un libro de Robert Ezra Park.
Parece ser un término originario de un lugar de Venecia, un barrio de la ciudad donde
estaba localizado el primer asentamiento judío. En el transcurso de los años el gueto se
convirtió en una institución reconocida en las costumbres y definida en derecho. Se
convirtió, en suma, no sólo en un lugar en el que residían los judíos sino en un lugar
donde estaban obligados a hacerlo.
(…)
Mientras tanto, otros extranjeros han venido entre nosotros buscando, o siéndoles
impuesto, ese mismo tipo de aislamiento. Nuestras grandes ciudades resultan al
examen un mosaico de pueblos segregados -diferentes en raza, cultura o
sencillamente en el culto- cada uno de los cuales trata de preservar sus peculiares
formas culturales así como mantener sus individuales y características concepciones de
la vida.
Cada uno de estos grupos segregados trata de imponer inevitablemente a sus
miembros algún tipo de aislamiento moral con el fin de mantener la integridad vital del
grupo. En la medida que la segregación se convierte para ellos en un medio para un
fin, puede afirmarse que cada pueblo y cada grupo cultural crean y mantienen su
propio gueto.
En este sentido, el gueto deviene símbolo físico para cierto tipo de aislamiento moral
que los llamados «asimilacionistas» están intentando vencer.
Gueto, tal como aquí se concibe, no es un término cuya aplicación se limite al pueblo
judío. Ha venido a usarse en tiempos recientes como un nombre común, un término
que se aplica a cualquier grupo segregado por motivos culturales o raciales.
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Tal como se concibe en esta obra, el gueto debe su existencia no a un decreto sino al
hecho de que satisface una necesidad y desempeña una función social. En pocas
palabras, el gueto constituye una de las llamadas «áreas naturales» de la ciudad.
[En nuestro manual una zona es un área natural en varios sentidos. En primer lugar, porque nace, existe
y se desarrolla sin planificación alguna (simplemente se van generando por inercia) y porque persigue
una función, constituyendo la respuesta en la versión urbana a la necesidad de asociacionismo. Las
“fuerzas” que provocan cierta inestabilidad en la población y la movilidad que ofrecen los medios de
transporte debilitan a la ciudad- comunidad, que pierde significación para el individuo. Al mismo tiempo
se refuerzan los vínculos de vecindad; un ejemplo patente lo ofrece el aislamiento de los inmigrados y
de las colectividades raciales, que se mantienen allí donde existe el prejuicio racial.
Este tipo de área urbana es natural porque tiene una historia “natural”, se convierte ella misma en
elemento biológico sometido a las leyes de la naturaleza. Es el producto, en términos históricos, de
quien ha vivido allí y de quien allí continúa viviendo. Con el paso del tiempo cada zona o cada barrio de
la ciudad asumen algo del carácter de sus habitantes; cada parte distinta de la ciudad se ‘colorea’
inevitablemente de los sentimientos particulares de su población. Dentro de esta vecindad se mantiene,
la continuidad de dos procesos históricos: pasado y presente se superponen y la vida de cada localidad
transcurre con un determinado impulso, más o menos independiente de la amplia esfera de vida e
intereses que la rodean. El carácter “natural” asimismo deriva del hecho de que la urbe no se concibe ya lo hemos visto- como mero producto artificial, sino que, dentro de ciertos límites, es también un
organismo que obedece sus leyes y cumple con determinadas funciones, diversas y típicas para cada
área. - Finalmente, estas áreas son naturales en el sentido de que pueden ser consideradas como
expresión del carácter lógico (“natural”) de las acciones humanas.]
El observador despreocupado, echando un vistazo sobre este amplio complejo, la
moderna ciudad metropolitana, probablemente la mira como una simple acumulación
de estructuras materiales, instituciones e individuos contiguos en el espacio,
vinculados estrechamente en una especie de forma mecánica, pero no en el sentido de
un conjunto compuesto de partes orgánicamente relacionadas. Esta impresión
encuentra una expresión indirecta en el dicho familiar: «Dios hace el país pero el
hombre la ciudad».
En ninguna otra parte, de hecho, el orden existente es de forma tan manifiesta
impuesto por la inteligencia y la voluntad del hombre; en ninguna otra parte el hombre
se ha mostrado de forma tan completa como señor del mundo en el que vive.
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La ciudad no es tan sólo un artefacto sino además un organismo. Su crecimiento es, en
lo esencial y como conjunto, natural; es decir, descontrolado y sin plan. Las formas que
tiende a asumir son aquellas que representan y corresponden a las funciones para las
que está llamada a desempeñar.
Lo que han sido llamadas «áreas naturales de la ciudad» son simplemente sectores
cuya localización, carácter y funciones han sido determinados por las mismas fuerzas
que han conformado el carácter y las funciones de la ciudad como conjunto. El gueto
es una de esas áreas naturales.
El gueto histórico, al que este estudio se refiere principalmente, es sólo uno de los más
llamativos ejemplos de un tipo. En la historia de los judíos, en la diáspora, tenemos
acceso a un cuerpo hechos que exhiben en detalles convincentes las consecuencias
culturales y morales de ese aislamiento impuesto por el gueto; consecuencias que
afectan por igual los que viven a uno y otro lado del muro. La historia del gueto es en
gran medida la historia del pueblo judío desde la diáspora.
El gueto ha sido el centro de todo lo que puede describirse como sectario provinciano
de la vida judía. Ha dejado su impronta no sólo en las maneras del judío, sino también
en su carácter.
La interacción de esta cultura del gueto y la comunidad gentil del exterior,
comprendiendo la más o menos completa participación de los judíos en ambos
mundos, constituye, hoy como ayer, la fuente de lo que es problemático y enigmático
en la situación del judío. Y esto ha provocado que este intento de investigar en sus
aspectos más fundamentales y permanentes una de las áreas locales típicas de la
comunidad urbana de Chicago haya conducido a la exploración de uno de los
problemas más fundamentales de la sociología, arrojando así una nueva luz sobre una
de las situaciones históricas más desconcertante y trágicas.
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www.criminologia.org.es
La ciudad y otros ensayos de la ecología urbana
1928 (Robert Ezra Park)
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