Seguridad y Defensa Fernando Soteras Escartín. Teniente Coronel. Infantería. DEM. L a finalidad del presente ensayo es profundizar en el concepto de militarismo y sus diferentes interpretaciones y analizar sus relaciones con la sociedad. Se trata, en último término, de dilucidar si ambos conceptos puedan interrelacionarse de una manera positiva, de tal modo que esta interrelación pueda aportar resultados favorables que ayuden a gestionar adecuadamente la salida a la situación de crisis actual. Es cierto que el concepto ligado al término militarismo1 ha sido entendido, tradicionalmente y sobre todo en los círculos estrictamente intelectuales, como el de una situación de preponderancia del espíritu militar en el normal desarrollo de la vida de un país. Lo anterior, por extrañas razones, ha derivado muchas veces hacia la tendencia equívoca y el error de aplicar, de forma un tanto extensiva, este concepto a las políticas y a los actores designados inicialmente para materializarla, es decir, a los militares y a la política por la que los mismos se suelen regir. Para lo cual, los anteriores protagonistas han contado con tres aspectos que convergen a la hora de abordar inicialmente y desarrollar posteriormente el militarismo, a saber: el espíritu militar, la política militar y la dirección militar. ¿TODA UNA IDEOLOGÍA O SÓLO UNA TENDENCIA? El evolucionismo conceptual Todos los estudios que han abordado en un sentido u otro el militarismo han comenzado por destacar su carácter difuso, variado, multidimensional, lo que siempre ha dificultado una definición genérica, reductora, y por tanto, su posible conformación como ideología. Y es que se trata de un concepto considerado como de largo aliento, pues está, de alguna manera, «atravesado» por la Historia. Es realmente a partir del siglo XIX cuando, sobre todo en Europa, se empieza a estructurar 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( 63 el militarismo como una ideología propiamente dicha, y ello va a ser debido a las especiales circunstancias por las que atraviesa la política europea, y por ende internacional. El escenario político conformado por el imperialismo colonial de finales del siglo XVIII va a facilitar inicialmente esta posterior estructuración ideológica, en donde la fuerza militar, en sentido estricto, va a ser la base de toda la seguridad en la arquitectura política imperial. Esta ideología es aplicada, de forma secuenciada y en similitud conceptual, durante todo el siglo XIX y principios del XX, por los principales imperios europeos. La militarización, al contrario de lo que llevamos visto del primer término, lleva consigo dos ideas conceptuales claves: la de organizar y dar carácter militar a una colectividad o sociedad; y la de someter o imponer la disciplina y el espíritu militar. La militarización, además, se basa en dos ideas muy simples: la primera, que la concepción del mundo se reduce a «Nosotros» y «Ellos», y que estos últimos son considerados una amenaza; la segunda, pensar que la única forma de resolver los problemas es a través de la fuerza física. COMPARATIVA DE CONCEPTOS ENTRE EL MILITARISMO SIMBÓLICO Y LA MILITARIZACIÓN Militarismo Militarización MITOS UNIFICADORES LA GUERRA RITOS DEL PASADO EL CUARTEL IDENTIDAD CONSTRUCCIÓN COLECTIVA INSTRUMENTO EDUCACIÓN FORMAL Cabe entonces preguntarse si el imperialismo es sinónimo de militarismo. En el periodo histórico mencionado, podemos dar una respuesta afirmativa a la cuestión planteada, pues el factor determinante de poder será la fuerza militar, circunstancia que evolucionará posteriormente, ya desde mediados del siglo XX y hasta principios del siglo XXI, hacia el poder económico y tecnológico, respectivamente. Militarismo y Militarización Estos dos términos suelen ser confundidos por la ciudadanía, y ello, sin lugar a dudas, siempre ha sido una labor interesada por parte de los detractores del militarismo, pues las acepciones conceptuales negativas de la «militarización» suelen anular, casi siempre por confusión lingüística, las positivas del militarismo. Un ejemplo de ello lo encontramos en la siguiente definición: O El militarismo es un sistema de dominación político, económico, social y cultural que forma parte de la cotidianeidad de nuestras vidas, representado y sustentado en lógicas y valores como el autoritarismo, la violencia, la obediencia ciega, la exclusión del otro/a, la sumisión, el control opresor de la sociedad, y la depredación de la naturaleza2. 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( Está claro que organizar no implica dar carácter y viceversa, sin embargo, los roles, las estructuras de relación y comportamiento, y la estructuración procedimental son comunes a ambos conceptos. Vemos pues que someter e imponer los anteriores aspectos, con el convencimiento de ser los más adecuados para la nueva situación, determinan y definen el escenario social y político resultante, siendo esa realidad, a la larga, una extensión del ámbito de vida propiamente militar. REALIDAD Y NECESIDAD SOCIAL De lo expuesto hasta ahora, y ya lo hemos adelantado en los hechos históricos mencionados, se puede concluir que las sociedades tienden naturalmente hacia el militarismo, que no hacia la militarización, debido en parte a su relación directa con el rol político internacional que quieren desempeñar. La militarización, por su parte, estaría más ligada al equilibrio entre fuerzas políticas y a la propia seguridad interna del sistema político en vigor. En los acontecimientos recientes resulta, sin embargo, mucho más complejo identificar adecuadamente el grado de militarismo aplicado en cada sociedad. Por poner un ejemplo, decir Seguridad y Defensa que cada vez tiene más peso el concepto anglosajón restringido del mismo, que está referido al peso específico del estamento militar en el sistema político del Estado; según esta visión, un Estado donde el poder militar estuviera plenamente subordinado al civil, aun cuando llevara a cabo una política internacional agresiva, o de rearme, no sería militarista. Y sí lo sería cuando el brazo militar se volviera levantisco, cuando se impusiera sobre el civil y lograra influir en sus decisiones. Por ello, precisamos analizar en detalle ciertos aspectos, tanto directa como indirectamente, relacionados con el concepto, como son las prioridades marcadas en las respectivas Estrategias Nacionales de Seguridad, y en su caso de Defensa, y las inversiones en gastos militares, respectivamente. Militarismo ha sido entendido, tradicionalmente y sobre todo en los círculos estrictamente intelectuales, como el de una situación de preponderancia del espíritu militar en el normal desarrollo de la vida de un país EL FALSO MILITARISMO Autoasignación Se habla del militarismo como corrupción del modo militar de actuar, cuando el vasto conjunto de fenómenos asociados con las armas y la guerra —normativamente orientados—, trasciende los objetivos puramente definidos en las políticas de defensa y militar hacia otros ámbitos, Sin embargo, la clave para abordar adecuadamente en nuestro país el estudio de este aspecto pasa por la precisa clarificación inicial del momento en que nuestras Fuerzas Armadas empiezan a ser consideradas corporativistas. Por ello, el momento de la imposición del servicio militar obligatorio y de la profesionalización son aspectos claves para entender este concepto. El punto de inflexión en ese cambio y aptitud lo marca el hecho histórico de la pérdida de Cuba y Filipinas a finales del siglo XIX, y la responsabilidad que de ello se achaca a los ejércitos españoles durante la primera década del siglo XX. Por ello, y a diferencia de nuestro entorno europeo, la militarización y el militarismo están más presentes en el siglo XX que en el anterior. Del siglo XIX solo cabe reseñar la reiteración de un aspecto considerado como de falso militarismo; nos referimos a los golpes de Estado. llegando a impedir y obstaculizar los anteriores. Esto suele traducirse en una situación real de preeminencia constante de los actores militares sobre los civiles, con una penetración final de los intereses de los primeros y del estilo militar en toda la sociedad. La situación final suele ser la de autoasignación de fines ilimitados y la de adquisición de unas características propias de casta, de autoridad, y hasta de culto y credo. Pero es necesario no olvidar que todo lo anterior necesita de un ejercicio controlado de la violencia para conseguirlo. Golpes de Estado versus Militaradas El ejercicio autorizado y controlado de la violencia, característico del ámbito militar, cuando es exportado a ámbitos fuera de su competencia, adquiere una simbología y unas consecuencias determinadas. 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( 65 El primero de ellos, y más tenue o de aplicación indirecta, es el uso fraudulento de la fuerza dentro del juego político, favoreciendo o tomando partido por alguna de sus facciones, lo que desequilibra el normal y ecuánime funcionamiento del juego político. Esto se denomina «golpe de Estado». El segundo, más directo e intenso, es el uso fraudulento de la fuerza dentro del juego político, aunque esta vez tomando partido por el propio ámbito militar con la intencionalidad última de hacerse con el poder civil. Esto se conoce como «militarada»3. Aun cuando ambos fenómenos suelen producirse en casos de caos generalizado o anarquía, con sociedades polarizadas con dos grupos equipolentes en conflicto frontal (insuficiencia hegemónica), en sociedades con varios grupos en conflicto frontal por el poder, y sobre temas que interesan a las Fuerzas Armadas, los mismos están fuera de las competencias que generalmente se les asignan a las Fuerzas Armadas en los países de la órbita democrática del denominado mundo occidental. REALIDADES Y PERCEPCIONES A PRINCIPIOS DEL SIGLO XXI Cultura de la defensa y militarismo El origen del concepto de Cultura de la Defensa proviene del término alemán Verteidigungskultur, creado y aplicado en plena Guerra Fría —a mediados del siglo pasado—, con el propósito de convencer a la población de la antigua República El ejército como parte intrínseca de la sociedad 66 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( Federal Alemana de la necesidad de contar con un ejército propio (además de las fuerzas de ocupación occidentales) en defensa de su existencia, campaña que resultó muy complicada pues la sociedad era, en aquellos momentos, claramente antimilitarista, sobre todo después del desastre sufrido tras las dos guerras mundiales. Ese concepto ha sido exportado, posteriormente y con cierto grado de éxito, a diferentes entornos nacionales, consiguiendo, en definitiva, un reforzamiento del militarismo en sí mismo. El problema del anterior, en su aplicación a nuestro ámbito nacional, viene cuando se intenta copiar este concepto, aun teniendo en cuenta inicialmente nuestras propias peculiaridades e idiosincrasia, e imponerlo a nuestra sociedad sin haber realizado un exhaustivo análisis de los receptores del mismo (con sus prejuicios y susceptibilidades) y de sus posibles derivaciones (situaciones de involucionismo y de competencia sectorial). El voluntarismo de la sociedad española ha llegado a provocar que el militarismo intencionado, a través de los programas diseñados específicamente para su justificación, como los existentes bajo el concepto de Cultura de la Defensa, se haya convertido finalmente en un «civilismo» de la propia razón de existencia y empleo de las Fuerzas Armadas (es decir, de refuerzo del papel de su empleo en labores de ayuda humanitaria, de tareas de protección civil, y de misiones de paz y, en definitiva, sobre las propias de preparación y empleo en conflictos armados). Seguridad y Defensa Las sociedades tienden naturalmente hacia el militarismo, que no hacia la militarización, debido en parte a su relación directa con el rol político internacional que quieren desempeñar Tiempos de análisis y de reflexión Actualmente, centrar el tema del militarismo en su adecuada y equilibrada identificación, dentro de la política exterior o de la política interior de cada Estado, debe dar lugar a una profunda reflexión. En el ámbito internacional, las posiciones de fuerza suelen ser implementadas a través de una política de agresión o de disuasión basada en el poderío militar de cada país. Las alianzas militares y el actual juego político basado en el multilateralismo eficaz, sobre todo el realizado a través de las organizaciones internacionales y regionales que abordan aspectos relacionados con la paz y la seguridad, diluyen en sí mismo este papel salvo para las que denominamos como «primeras potencias mundiales». En cuanto al ámbito nacional, todo parece reducirse al análisis parcial del porcentaje de inversión en el Producto Interior Bruto (PIB), realizando un paralelismo equívoco entre esfuerzo militar e inversión en defensa. Esta es la forma más palpable y nítida para medir actualmente el militarismo de cada Estado, y va desde el porcentaje en inversión del PIB nacional en gastos militares hasta su relación porcentual con el total de gastos a nivel mundial en este campo. Ambos análisis, desgraciadamente, sólo sirven para identificar el pragmatismo nacional a la hora Michael Klare de elegir entre los conceptos de poder nacional comprensivo, poder duro y poder blando, que finalmente tiene su último reflejo más conocido y publicitado en las Estrategias Nacionales de Seguridad y en los Conceptos Estratégicos de las organizaciones regionales. Visto todo lo anterior, y tomando como punto de partida la definición de Michael Klare4 sobre militarismo, podríamos aventurarnos a realizar una actualización del concepto, que tomaría la forma siguiente: Es la tendencia del aparato relacionado con la seguridad de una nación (que incluye a las fuerzas armadas, las fuerzas paramilitares, las burocráticas, las policiales y las de los servicios secretos) para asumir un mayor protagonismo O COMPARATIVA ACTUAL ENTRE EL MILITARISMO Y EL CIVILISMO CULTURAL Militarismo Civilismo OBEDIENCIA CIEGA DESOBEDIENCIA CIVIL HOMOGENEIZACIÓN PLURALISMO AUTORITARISMO AUTORIDAD SUMISIÓN LIBERTAD VERTICALISMO HORIZONTALIDAD PATRIARCADO RESPETO ENTRE GÉNEROS 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( sobre la vida y el comportamiento de los ciudadanos, sea por medios unilaterales (como la preparación para la guerra, la adquisición de armamento y sistemas de seguridad, como el desarrollo de la industria tecnológica relacionada directamente con la información y las telecomunicaciones) o a través de los valores implícitos en las organizaciones uniformadas (centralización de la autoridad, jerarquización, disciplina y conformismo, combatividad), con la finalidad última de controlar y llegar a dominar, cada vez más, los aspectos culturales, de educación, de los medios de comunicación, de la religión, de la política y de la economía nacional, a expensas de las propias instituciones exclusivamente civiles. En definitiva, ampliar el campo conceptual, no exclusivamente al militar, sino al de la seguridad en un sentido más amplio del término. El militarismo en tiempos de crisis En la actualidad, el militarismo tiende a ser definido como una corriente opuesta a los movimientos por la paz. Su encastre, pérfidamente gestionado, tiende también a asimilarlo con un régimen dictatorial o autoritario, con tendencia a ser sinónimos, olvidando que, como hemos visto en sus orígenes, la democracia liberal y el militarismo no son términos mutuamente excluyentes Convivencia entre el poder político y el ejército 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( Algunos podrían llegar a pensar que nuestras Fuerzas Armadas están o deben ir indefectiblemente ligadas al militarismo, tanto porque su esencia reconoce las bases conceptuales del mismo como porque el ejercicio diario de sus actuaciones precisa de esa justificación (sintetizado bajo el aforismo latino Si vis pacem, para bellum). Nuestro actual sistema político evita la aplicación literal del militarismo como ideología, aunque no evita la aplicación de gran parte de sus bases conceptuales. La gestión de este concepto, en definitiva, se lleva a cabo mediante el control del equilibrio de poder a través de las relaciones cívico-militares, sobre todo en el ámbito del Ministerio de Defensa, y controlando, por otro lado y esta vez ya en el nivel más bajo de la estructura de gestión, los aspectos de formación de los nuevos miembros del gremio. A pesar de todo, aunque en franco retroceso, siguen estando presentes los conceptos ligados al militarismo en todas las fases de nuestro ciclo de enseñanza En la actualidad, el militarismo tiende a ser definido como una corriente opuesta a los movimientos por la paz Seguridad y Defensa El ejército como aglutinador en tiempos de crisis militar; tanto en la de formación, como en la de perfeccionamiento y de altos estudios militares. A día de hoy, nos enfrentamos a tiempos de crisis confusos, difíciles, de crisis, en los que es preciso reclamar todas las sinergias y capacidades con las que podamos contar. Este ejercicio no sólo incluye identificar y analizar la vigencia de los principios y valores civiles que nos conforman, sino también los militares. La situación de crisis, tanto económica como política y social, por la que atravesamos hay que entenderla como una oportunidad para transformar y corregir estas percepciones. En primer lugar, reforzando su identificación correcta con unos valores determinados y necesarios (como pueden ser los del honor y el deber) y sus beneficios a la hora de aplicarlos convenientemente (caso de la credibilidad y fe en el proyecto conjunto de sociedad). En segundo lugar, a través de su identificación con un necesario factor de cohesión (la unificación de esfuerzos) y de fortalecimiento social (la identificación de finalidad y de objetivos) para hacer frente a situaciones difíciles como la actual. CONCLUSIONES Podemos concluir que tanto la definición de las políticas exteriores —a través de las Estrategias Nacionales de Seguridad—, como del gasto militar —reflejado en los respectivos PIB nacionales—, son, en definitiva, buenos indicadores para evaluar el actual militarismo en cada Estado, pero no son los únicos. Debemos también centrarnos en otras políticas específicas para evaluarlos adecuadamente, como son las relacionadas con la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada. Estas son, por otro lado, un señuelo eficaz para conseguir repuntes significativos del gasto mundial en armamento. Otro campo de análisis lo constituyen las relaciones de poder entre civiles y militares —generalmente estudiado en los propios ámbitos de los respectivos Ministerios de Defensa—, y el papel asignado a las Fuerzas Armadas en el ordenamiento constitucional. En general, hay que considerar al militarismo, bien entendido, como un valor de fortalecimiento de la estructura política y estatal 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( 69 Toma de decisiones civico-militares a nivel internacional Nuestro actual sistema político evita la aplicación literal del militarismo como ideología, aunque no evita la aplicación de gran parte de sus bases conceptuales de un país en cuanto que refuerza principios y valores de identificación y de fortaleza de cohesión de la sociedad. Pero también hay que huir del militarismo, en este caso mal entendido, como una tendencia de intromisión y de presión sobre el propio juego político y de relaciones de la ciudadanía. De manera específica nos podemos plantear qué pueden aportar las Fuerzas Armadas, bajo su aspecto de militarismo, a la resolución de la situación de crisis actual. Entre otros aspectos podríamos determinar que, conceptualmente, aportando su experiencia en las siguientes capacidades; el trabajo en equipo, la optimización del tiempo y la inteligencia disciplinada. Con todo ello se conseguiría «tener tiempo para pensar», aspecto este clave para reducir la tensión y la falta de tiempo —características en estas situaciones—, pero también el facilitar la suficiente calidad al proceso y a la toma de decisiones, tanto en el ámbito político, como empresarial y social. En definitiva, más allá de la mayor o menor influencia de la esfera militar sobre la civil en una sociedad, se trataría, al fin y al cabo, de un proceso de interiorización de una determinada visión del mundo y de las relaciones humanas. El necesario equilibrio de todas estas percepciones y de las sensaciones resultantes será lo que finalmente impulse a un Estado a considerar el concepto de militarismo de forma positiva o negativa. 5(9,67$(-e5&,7212&78%5( NOTAS 1 Término inicialmente acuñado, en el siglo XIX, por dos políticos franceses; el socialista Louis Blanc y el anarquista Pierre Joseph Proudhon. 2 Definición de la Organización No Gubernamental «Servicio, Paz y Justicia en América Latina». 3 A veces denominado también «Golpe militar» o «Pronunciamiento militar». 4 LLEIXÁ, Joaquín: Cien años de militarismo en España, Anagrama, 1986, p. 22. BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES − LLEIXÁ, Joaquín: Cien años de militarismo en España, Ediciones Anagrama, España, 1986. − MAAG, Peter: Atlas del militarismo en España 2009, Eds. ICARIA, Barcelona, 2009. − OLIVERES, Arcadi: Militarismo en España, Eds. 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