Hojas de Estilo en Cascada Presentación para las IV Jornadas del Sidar Autor: Carlos Benavidez Soy un diseñador gráfico enamorado de su trabajo y, por todos mis años dedicados a esta profesión, podría definirme como un viejo artesano del oficio gráfico. Tanta dedicación no ha impedido que mi natural infidelidad me lleve a comprometerme con la edición digital atraído por su enorme poder de comunicación, en especial -por supuesto- desde la popularización de Internet. A diferencia de mi hijo que, como todo crío de 14 años simplemente usa y disfruta esta nueva tecnología, yo me siento en la necesidad de entenderla y estudiarla, convencido de que del mismo modo que debí cambiar lápices y escuadras por un ratón y un teclado, mis destrezas con los papeles y las tintas van a volverse obsoletas y si quiero participar del futuro debo adquirir nuevos conocimientos y desarrollar otras habilidades. Este afán me ha llevado a convertirme casi en un especialista en las Hojas de Estilo, un mecanismo mediante el cual es posible definir formatos de composición para los documentos publicadas en la Web de un modo y con una terminología bastante familiares para las artes gráficas. Estas similitudes no son casuales sino que marcan el hecho de que la pantalla se ha convertido en el nuevo soporte gráfico que intenta desplazar al papel como vehículo de conocimiento. Cualquiera sea el sentimiento que nos despierte esta posibilidad, lo cierto es que el avance tecnológico es ineludible y, por lo pronto, no estaría nada mal darle un respiro a los árboles que cada vez se nos van haciendo más escasos. Me gustaría explicar brevemente de qué se tratan estas Hojas de Estilo y cuáles son los cambios que introducen en los modos de organización y de consulta de la información. El código HTML (lenguaje de marcas de hipertexto o lenguaje de etiquetado de hipertexto) ha sido, desde el nacimiento de la Web, su lenguaje de publicación estándar, originalmente concebido por científicos para cubrir sus propias necesidades en el intercambio de documentos técnicos. Al estar destinado a personas no especializadas en el tema del armado de páginas y a pesar de las sucesivas actualizaciones que recibió y de la incorporación de elementos multimedia no es especialmente apto para resolver problemas de composición complejos. El sorpresivo desarrollo de la Red y los cambios tecnológicos provocaron que HTML se viera superado rápidamente en sus posibilidades y se encuentre en la actualidad camino a ser reemplazado por otros códigos más eficientes y flexibles. Paralelamente se desarrollan nuevos lenguajes y estándares que intentan resolver más adecuadamente la tarea de publicar documentos a través de la Red, uno de los cuales son las Hojas de Estilo. Estas Hojas de Estilo son aplicables tanto al código HTML como a cualquier otro formato de documento estructurado y se basan en el concepto de que el contenido de un documento debe quedar separado de su forma de presentación. Es decir, la página se estructura mediante un sistema de etiquetas que indican la función de cada elemento dentro de esa estructura (párrafos, titulares, secciones, etc.) y una hoja de estilo vinculada a la página define el aspecto que tendrán los elementos. La gramática del lenguaje está definida en dos Recomendaciones del Consorcio W3, la institución que elabora de facto los estándares a ser utilizados en la Red. Su denominación formal es Hojas de Estilo en Cascada (o CSS) y consisten básicamente en un conjunto de propiedades y valores que pueden ser aplicados a los elementos de la página con el fin de determinar su presentación, sea ésta visual, impresa, sonora o táctil. Aquí es posible advertir la primer diferencia con los métodos de edición tradicionales: las Hojas de Estilo son una herramienta destinada a elaborar múltiples presentaciones de la misma información. Esta ya no se organiza en relación a un único medio sino que debe adecuarse a los distintos dispositivos de consulta que hoy es posible utilizar. La tecnología nos está proveyendo de productos y servicios cada vez más numerosos para acceder a la información y resulta necesario que estemos en condiciones de satisfacer los requerimientos de los usuarios de esos productos y servicios. Las limitaciones de HTML como herramienta de edición han conducido a que el sistema de etiquetas sea utilizado frecuentemente de modo incorrecto para conseguir determinados efectos visuales -con imágenes invisibles para manipular los espacios o con tablas para ubicar y alinear cada elemento- provocando confusión en los dispositivos especializados, como los programas de voz. Las Hojas de Estilo, al otorgar un control preciso sobre la composición visual, con posibilidades para definir el formato de los textos, administrar los espacios y ubicar con precisión cada elemento dentro de la página, evitan el uso inadecuado del sistema de etiquetas y simplifican la tarea de producir documentos correctamente estructurados, es decir, con un ordenamiento lógico y predecible de sus elementos. Y hay que destacar que un documento bien estructurado se torna independiente de su Hoja de Estilo y accesible por cualquiera medio o dispositivo utilizado para su consulta. De un modo más específico, en la segunda versión de este lenguaje existe una sección destinada a los dispositivos sonoros que transforman la información escrita en voz sintetizada, con una serie de propiedades que permiten, por ejemplo, controlar el volumen del texto hablado, administrar las pausas, definir sonidos a manera de íconos auditivos, personalizar las voces y ubicarlas espacialmente si es que el usuario dispone de un sistema de sonido en 3 dimensiones. Con estas características estamos en condiciones de diseñar una presentación sonora de igual modo en que se diseña una presentación visual, a partir -insisto- de la misma información de base. Pero no es este polimorfismo que adquieren los mensajes el único aspecto en que la edición digital nos ha cambiado las reglas del juego a los diseñadores gráficos: también deberemos habituarnos a que nuestro poder de decisión no es el mismo que aquel que nos permite el soporte impreso, donde plasmamos nuestro aciertos y también todos nuestros errores. Si hay un rasgo que caracteriza a la información distribuida por medios electrónicos es su posibilidad de adecuación a las necesidades perceptivas del usuario. Esta posibilidad, que está prevista en las Hojas de Estilo en Cascada, es la que explica el complemento “en cascada” en su designación. Esta cascada -una expresión felizmente poética podríamos decir- designa la posibilidad de que un documento se vea afectado por los formatos de presentación de diversas fuentes: las del autor, las del dispositivo o navegador -mediante sus opciones predeterminadas- y las del propio usuario. Los estilos así definidos se combinan y afectan mutuamente en un orden establecido de jerarquías y precedencias donde el privilegio de la última palabra pertenece definitivamente al receptor. La posibilidad de que el usuario determine la presentación del mensaje en base a sus requerimientos específicos o simplemente por preferencias personales significa que nuestro trabajo deberá estar orientado a sugerir un estilo de composición -poniendo a prueba más que nunca nuestro poder de persuasión- y a ofrecer alternativas que le permitan a ese usuario seleccionar la que más se ajuste a sus necesidades. Los medios electrónicos parecen estar sujetos hoy a una especie de ley de aceleración continua y muchas veces quienes nos interesamos en su funcionamiento acabamos comprometidos exclusivamente con las características del modelo ignorando al destinatario, ajeno a los mecanismos en los que se basa el sistema. Debemos comprender que la tecnología de las comunicaciones no es más importante que las personas que la usan y los diseñadores -excesivamente preocupados por resolver problemas técnicos y estéticos- deberíamos orientarnos más a ordenar el caos de informaciones, aportando nuestro granito de arena para que todo este despliegue tecnológico comience a tener más sentido. Hoy la Red es territorio de los jóvenes, como mi hijo, para quienes el mundo está representado y contenido por la pantalla del monitor y no por las personas que habitan ese mundo. Con la soberbia de una viejo artesano del oficio gráfico, estoy convencido de que aquellos que tenemos la práctica de ejercer cierta reflexión acerca de los destinatarios de nuestra labor deberemos explicar a los más jóvenes que los maravillosos medios a nuestro alcance no significan demasiado si no son puestos al servicio de las personas y machacar con esa frase que dice: “somos como dioses, mejor que lo hagamos bien”.