¿Qué es el “trading” de energía? El mercado energético se constituye sobre el modelo de la bolsa (mercado de valores) y de los mercados de derivados financieros. Como la bolsa, es un sistema en el que las operaciones se cierran en un mercado organizado, se confirman, se compensan y liquidan, y finalmente se ejecutan. Pero es más complicado que la bolsa en que, como en el mercado financiero, existen en realidad dos mercados: el de los valores que representan un intercambio inmediato del bien representado por ese valor (mercado “spot”), y el de opciones y futuros, en el que el valor representa expectativas. El gas, el petróleo y la electricidad son bienes físicos. Como tales, han dado origen a unos mercados “spot”, en los que se casa oferta y demanda y se cierran operaciones a precio real. Estos mercados se localizan en los nudos de las grandes redes de transporte de gas. De momento, sólo hay dos tales “lonjas” de gas en Europa: el National Balancing Point en Inglaterra y el de Zeebrugge en Bélgica. Hay proyectos para desarrollar nuevos “hubs” en la frontera germano-holandesa, cruce de gas noruego e inglés y en Baumgarten, en el sur de Austria, zona de tránsito para el gas ruso. Los “hubs” permiten el “trading” o negociación secundaria de unidades de energía, y permiten compensar operaciones para que el comprador sólo pague la diferencia. Evitan también el transporte físico del gas, pues permiten fijar precios y cerrar operaciones para que la entrega del gas se haga desde el almacén más cercano al comprador. Los “hubs” existentes distan mucho de los niveles de actividad del principal “hub” estadounidense: mientras en el “henry Hub una unidad de gas puede negociarse hasta cien veces antes de que el gas se entregue a su consumidor final, en el NBP y en Zeebruge no pasan de 10 ó 15. Junto a los mercados “spot”, se están desarrollando mercados puramente financieros de derivados energéticos. Así, el International Petroleum Exchange (IPE) de Londres, y el recientemente creado European Energy Exchange, a iniciativa de Alemania y Suiza. Los derivados financieros son la respuesta del mercado a las variables que afectan a las operaciones de suministro de energía. No hace falta insistir en la importancia que la fiabilidad de un suministro eléctrico suficiente para cubrir la demanda tiene par ala economía de un país. Por ello los mercados de electricidad suelen ser mercados organizados y controlados por un organismo estatal o semi-estatal. El reto es cubrir la demanda en períodos muy cortos: en el mercado español y el americano, los períodos son de una hora; en el inglés, de media hora; en Alemania, de 15 minutos. Se deben fijar volúmenes y precios para cada uno de estos tramos horarios. Por otro lado, los mercados de petróleo y gas se centralizan en los lugares en los que el bien físico se localiza y distribuye, y tienen una mayor sensibilidad a las fuerzas de la globalización. Al tratarse de mercados distintos, y debido a la gran volatilidad del precio de y a los distintos grados de inelasticidad de la electricidad y el gas o el petróleo, los precios de unos y otros pueden, en el muy corto plazo, comportarse de manera muy diversa. Estros mercados son jóvenes y, a nivel mundial, están aún en proceso de liberalización, lo cual crea una incertidumbre técnica, política y comercial añadida (véase los apagones en California en el 2001). Además, en la composición del precio entran variables de estacionalidad, capacidad de almacenamiento y transporte, seguridad del suministro, diversidad de lugares y fechas de entrega, y otras. Para cubrirse contra todas estas variables se recurre a productos derivados, como opciones, “forwards” y futuros. Al desvincularse la negociación del valor de la operación subyacente, del intercambio real de bienes, se abre un mundo de posibilidades de ingeniería financiera, con productos derivados cada vez más complicados y separados de la realidad económica, que buscan sacar rentabilidad al elemento psicológico del mercado. Se trata de un mundo complicado y difícil de regular y controlar, que mueve intereses multimillonarios sin una base tangible, y con escasa documentación. Por lo mismo, es vulnerable, como se ha visto en el sonado caso del colapso de la mayor empresa de trading de energía del mundo, Enron. La mayor parte de las operaciones se realizan informáticamente, por internet (lo que se llama la “front office”). Sin embargo, para confirmarlas es necesario, por el momento, fijarlas en papel, comprobando las firmas (un proceso que se conoce como “confirmación”, y se realiza en la “back office”). Los brokers o traders jóvenes suelen trabajar en esta labor de confirmación, constituyendo la “oficina trasera” de la empresa de negociación de valores energéticos. Lo habitual no es la confirmación positiva, en la que ambas partes confirman por escrito la operación, sino la confirmación negativa, en que la empresa negociadora, al cerrar la operación, envía automáticamente a las partes un fax de confirmación a las partes, dándoles un plazo perentorio para que contesten si no están de acuerdo. El problema es que, si una parte descubre un error en la operación, puede dejar pasar el plazo, haciendo creer a todos que la operación es firme, y oponerse a la misma con posterioridad. Y se debe hacer bien, porque los apagones tienen muy alto coste político, y los operadores del sistema, responsables de la fiabilidad del suministro, imponen sanciones muy fuertes por errores que desequilibren el sistema. La posibilidad de error es directamente proporcional al volumen de operaciones y a la volatilidad del mercado, En períodos de en que se perciba una escasez de oferta energética, las dificultades objetivas se ven multiplicadas por la percepción sicológica del mercado, creando situaciones de pánico, en las que crecen exponencialmente las operaciones y las posibilidades de error. Además, a diferencia del riesgo precio, para el que existen instrumentos de cobertura, el riesgo operativo o riesgo error no puede cubrirse más que con una gestión eficiente por parte de la empresa negociadora. Algunas empresas americanas recurren a auditores externos para que practiquen controles independientes que midan su nivel de exposición al riesgo. Pero aún no se dispone de seguros para este tipo de riesgos. Con el desarrollo de la firma electrónica, es de esperar que la fase de confirmación se produzca casi simultáneamente con el cierre de la operación en sí. Además, las casas de compensación (clearinghouse) utilizarán e impondrán a los operadores el uso de sistemas informáticos de compensación. Con ello se aumentará la liquidez del mercado, reduciéndose además el riesgo de error humano. Pero, hoy por hoy, la mayor parte de las confirmaciones se hacen por fax. Incluso el correo electrónico se considera poco seguro. En un mercado tan sensible al factor tiempo como el de la electricidad, la posibilidad de cerrar y compensar gran cantidad de operaciones complejas de forma segura y rápida supondrá un gran avance. Mario de Echevarría Baker & McKenzie Briones, Alonso y Martín abril de 2002