Conceptos sobre Autoría Aníbal J. Morillo, MD Médico Radiólogo Institucional, Departamento de Imágenes Diagnósticas, Fundación Santa Fe de Bogotá. Reproducido, con autorización, de la Revista Colombiana de Radiología (Morillo, A.J.: Rev Col Radiología: 2001; 12(3): 944-948.) Están claramente establecidas las normas internacionales de autoría para publicaciones biomédicas. Sin embargo, el tema de la autoría es complejo, con un evidente desconocimiento de estas normas por la comunidad académica, que es precisamente la que debería ceñirse a dichas reglas. El Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE), conocido también como Grupo de Vancouver, ha establecido unas normas de publicación, a las cuales se acogen las principales publicaciones periódicas en el área biomédica (1). La Revista Colombiana de Radiología sigue dicha reglamentación, como está explícito en la Información Para Autores, que aparece en cada uno de sus números (2). Como regla general, se ha sugerido que cualquiera de los autores de un trabajo debe ser capaz de responder plenamente ante el público por todos los aspectos de una investigación determinada (3). Las normas del ICMJE (1) incluyen unos criterios de autoría, en los que se indica que aquellos que aparecen como autores de trabajos científicos deben haber contribuido substancialmente en los siguientes tres aspectos o categorías dentro de una investigación: a) La concepción y diseño del estudio o el análisis e interpretación de datos. 2 b) La elaboración del borrador del artículo o su revisión crítica, con aportes importantes a su contenido intelectual. c) La aprobación de la versión final a ser publicada. Según el Grupo de Vancouver, para ser considerado autor de un trabajo de investigación, y especialmente de la versión final de un artículo a ser publicado, se debe cumplir con todas las categorías mencionadas. Varios editores de revistas han sugerido que se haga explícita la participación de cada contribuyente a un trabajo de investigación, con el fin de ayudar a determinar si califica como autor. Por ejemplo, la revista Radiology exige que en todos los artículos que le son remitidos para considerar su publicación, se haga una anotación del papel específico de cada autor en un trabajo dado. Todos los autores deben cumplir con las tres categorías generales del ICMJE arriba mencionadas, y cada autor puede haber participado en una o varias de las siguientes categorías (4,5): Garante de la integridad de todo el estudio Concepción del estudio Diseño del estudio Búsqueda de la literatura Ejecución de estudios clínicos Ejecución de estudios experimentales Adquisición de datos Análisis / interpretación de datos 3 Análisis estadístico Preparación del manuscrito Definición del contenido intelectual del manuscrito Edición del manuscrito Revisión del manuscrito Aprobación de la versión final del manuscrito Debido al gran desarrollo de especialidades y subespecialidades, se ha vuelto común que un mismo trabajo incluya dentro de sus participantes a personas con entrenamiento muy disímil, cuyos aportes a los proyectos de investigación en los que participan sean “substanciales”, pero que, por las características de su trabajo, pueda ser posible que algunos de los “autores” no tengan la capacidad de responder por aspectos especializados de una investigación. Como recomendación, después de analizar la lista de categorías, todos los potenciales autores de un artículo deberían hacer el ejercicio de reconocer su participación en el mismo, tratando de contestar a la siguiente pregunta: ¿Puede usted identificarse en alguna de estas categorías ? Si la respuesta es afirmativa, el paso siguiente es evaluar si dicha participación es suficiente para ser considerado como autor de un trabajo de investigación. La definición de suficiente o substancial puede basarse en parámetros que permiten especificar el tipo de participación de cada autor en un mismo proyecto. Es el caso de la sugerencia de un comité ad hoc, establecido por un grupo académico norteamericano (la Asociación de 4 Radiólogos Universitarios -AUR), para la creación de estándares para la conducción responsable de la investigación. Para este grupo, los criterios establecidos para ser considerado como autor son similares, pero no exigen la participación en cada uno de los puntos, sino que permiten combinaciones de las categorías de participación (6): a) Concepción y diseño de la investigación. b) Ejecución de experimentos y recolección de datos. c) Análisis e interpretación de datos. d) Elaboración del borrador del artículo e) Revisión crítica del contenido intelectual del artículo. f) Aprobación final de la versión para publicación. Según este comité, para ser considerado autor, se deben hacer hecho contribuciones substanciales en por lo menos dos de las primeras cinco categorías. Además, todos los autores deben participar en la última categoría, es decir, la aprobación de la versión final del documento. Esta última aproximación parece sensata. La mala noticia es que, a pesar de la existencia de normas claras, se siguen presentando casos de dificultades en el tema de la autoría (7,8). Algunas de estas situaciones anómalas salen a flote en ocasiones en las que los trabajos publicados resultan galardonados con algún premio o mención académica, (ya sea que esté o no acompañada de algún estímulo financiero para los autores) o en los casos en los que el artículo 5 se ve involucrado en acusaciones de fraude o de otras situaciones que impliquen sanciones para los autores. Entre los problemas reportados, el más común es la insatisfacción de algunos potenciales autores, que perciben que no se les ha dado un merecido reconocimiento como tales, o que encuentran que algunos de sus compañeros de autoría no deberían estar en la lista definitiva de autores (7-11). En principio, los premios que reciben los trabajos deben ser repartidos entre todos los autores. Lo mismo debería suceder con las sanciones académicas: tendrían que ser impuestas a todos los autores del trabajo que se considere merecedor de una sanción. Los coautores que prestan sus nombres en forma irresponsable para un trabajo que resulta fraudulento se convierten en cómplices del fraude y deberían ser tratados como tales. La autoría es un asunto serio, que no se debe tratar como una imposición, ni como un obsequio (12). No es aceptable la política de que todos los miembros de un Departamento o un laboratorio se conviertan automáticamente en coautores de los trabajos realizados con algunos de sus recursos, sean estos técnicos o humanos. Asumir que la autoría es una cuestión de cortesía o de camaradería, en la que “yo te incluyo como autor de mi trabajo si tú me incluyes como autor del tuyo” (13) es inaceptable. A los aportes no substanciales se les puede dar un reconocimiento por escrito, pero no necesariamente son merecedores de coautoría. El realizar todos los experimentos o mediciones de un trabajo no es suficiente justificación para ser 6 considerado como autor, como tampoco lo es el haber interpretado todas las radiografías de un estudio, si ésa es la única participación dentro de una investigación (3). Por supuesto, tampoco debe ser coautor quien cumple únicamente con funciones administrativas dentro de un grupo; el hecho de pertenecer a la nómina de un servicio, aún si se es Jefe, Director, o Coordinador, no se contempla como una de las condiciones requeridas para ser coautor. Para los casos de asesoría en estadística, existen parámetros que pueden utilizarse para determinar si este tipo de ayuda justifica una coautoría. Aunque no debe resultar una sorpresa que los estadísticos hayan desarrollado modelos matemáticos para asignar ponderaciones numéricas a la participación dentro de un trabajo de investigación, probablemente resulta más práctico identificar en este tipo de asesoría tres áreas posibles de participación: Diseño, Implementación y Análisis (14) En lo referente a Diseño, puede considerarse coautor de un trabajo de investigación a un asesor estadístico que haya hecho aportes fundamentales en el desarrollo de un protocolo, precisamente debido a los requerimientos estadísticos del mismo. La revisión crítica de un protocolo al que no se le han hecho aportes importantes no se debe considerar merecedora de coautoría. La Implementación se refiere a una participación importante en las diferentes fases de desarrollo del protocolo, así como en la recolección y administración de los datos. Según el grado de participación, se puede sugerir coautoría, 7 especialmente cuando se trata de algo más que una ocasional consulta metodológica. Para considerar coautoría por la realización de un análisis estadístico, idealmente se deben incluir actividades como la planeación de las estrategias de recolección y presentación de los datos, y la descripción de los resultados, más que la simple aplicación de fórmulas o programas estadísticos para la generación de tablas de resultados. En todos los casos, sigue siendo recomendable que se estimule la participación interdisciplinaria mediante la formación de grupos heterogéneos de investigadores, y que se permita la coautoría de asesores estadísticos cuando su contribución sea definitiva para el proyecto. El orden de aparición de los autores es otra fuente potencial de conflictos. Una de las dificultades radica en que no hay una norma universal para determinar cuál autor debe ir primero (15,16). El listado presentado arriba, que establece las categorías de participación en los artículos a ser publicados, puede ser una buena forma de guiar el orden de aparición de los autores en una publicación. Se recomienda que este orden se establezca de común acuerdo entre todos los participantes. Es importante anotar que, aunque en muchas publicaciones el autor principal de un artículo es el que aparece primero, hay otras en las que el autor de más prestigio académico o de mayor reconocimiento dentro de la comunidad científica es el último de la lista, al que se le conoce como autor “senior”. Así, la manera de establecer el orden de aparición de los autores 8 puede estar determinada por la revista a la que se envía el artículo para su publicación. A manera de ejemplo, un artículo hipotético: Revelo, A. P., Sombras, P. A., Gris, P. A., Espiral, T. C., Imán, R. M. N., Silueta, K. V. P.: La importancia del orden de los autores en las referencias bibliográficas. Rev Edit 2001; 213: 3 - 23. De acuerdo a las normas internas de la revista en la que se publica este artículo, coloquialmente, se podría hacer referencia al mismo como “el artículo del grupo dirigido por Revelo y Sombras”, o “el trabajo de la Dra. Silueta y colaboradores”, dependiendo de la ponderación que cada autor merezca por su orden de aparición en un listado. Es más común que el primer autor sea el más importante, pero, por no ser ésta una norma universal, para tomar decisiones acerca del orden de los autores, es necesario revisar la información para autores que todas las revistas serias incluyen en sus números. A propósito, aunque las normas para escribir las referencias bibliográficas son tan extensas que se salen del objeto de esta revisión, el mismo ejemplo nos ilustra la manera formal (en contraste con la coloquial) de anotar la referencia para citar este artículo hipotético: si los autores son seis o menos, se deben listar todos. Si son más de seis, se enumeran los primeros tres y se agrega una de las dos siglas correspondientes a “y colaboradores”: y cols o et al (17). De acuerdo a las recomendaciones del American National Standard for 9 Bibliographic References, las iniciales de los nombres deben llevar punto, aunque el Council of Biology Editors ha indicado que su uso puede dejarse a la preferencia de los editores de las revistas (18). La usanza a la que estamos acostumbrados en cuanto a la puntuación y gramática de las referencias bibliográficas es la de las publicaciones internacionales de mayor difusión. Las revistas serias describen las reglas a las que se acogen para sus referencias bibliográficas y otros conceptos relacionados con el tema de la autoría. Los autores serios se rigen por las exigencias de las revistas a las que presentan sus artículos. La norma que más comúnmente se sugiere para evitar los conflictos de autoría, es la de concertar una participación substancial de todos los colaboradores, desde la génesis del proyecto. Si se establece un compromiso de todos en el desarrollo de las diferentes fases de un trabajo, y se facilita la participación de todos los potenciales investigadores en varias de las actividades relacionadas con un proyecto de investigación, es muy posible que al final no haya diferencias importantes en la percepción de la importancia del trabajo de cada uno. Se debe establecer, desde un comienzo, quiénes serán los autores de un trabajo, y el orden en que aparecerán (3, 15, 16, 20). Idealmente, esto debe plantearse desde antes de completar el protocolo que debe ser sometido a consideración para su aprobación por un ente administrativo o académico encargado de coordinar los proyectos de investigación en cada institución. Los autores de un proyecto deben estar 10 todos de acuerdo en la versión final del mismo, así como en la escogencia del evento científico o de la publicación periódica en la que se presentarán los resultados originales de cada estudio. En cuanto al número de autores por trabajo, no hay claridad en las recomendaciones internacionales al respecto. Si bien es cierto que puede ser provechoso el invitar a miembros de otros departamentos a participar en proyectos multidisciplinarios, esto puede traer como consecuencia la “poliautoritis”, en la que parece haber un número exagerado de participantes en un mismo proyecto, con el potencial de que algunos de los coautores no merezcan este reconocimiento.(12,20,21) Como guía general, se considera que un reporte de un caso no debe tener más de seis autores; los trabajos originales no deberían tener más de diez autores (21). Evidentemente, la complejidad de un caso o la participación de varias disciplinas muy especializadas en un mismo proyecto puede permitir cierta laxitud de esta regla. Se acude al sentido común y al juicio crítico de los autores de un trabajo para la inclusión de un número suficiente y sensato de coautores en los trabajos. Lo cierto es que, con la tendencia a incluir en los listados de referencias únicamente a los seis primeros autores, es factible que los autores múltiples prefieran escribir artículos en grupos de seis o menos personas (22), para evitar ser relegados a la categoría de “et al”, que para algunos es equivalente al anonimato. Anotar explícitamente el alcance de la 11 participación de cada autor, como se describió arriba, puede ser una buena manera de determinar si se encuentran situaciones de autoría inmerecida. Otra situación que suele presentarse por desconocimiento de las normas de autoría es la duplicación de información. Los eventos científicos y las publicaciones periódicas serias exigen que el material que se envía para su difusión en estos medios sea original e inédito. De hecho, en la mayoría de los casos, la aprobación de artículos o trabajos para presentación o publicación requiere de un formato en el que los autores ceden los derechos de autor al evento o publicación que los va a presentar. Esto significa que no es correcto presentar un mismo trabajo en varios eventos, ni publicar varias versiones de un mismo trabajo en diferentes revistas o libros (23-26). Una variante de esta modalidad es la realización de trabajos “nuevos”, mediante la inclusión de unos pocos casos a una serie previamente publicada. La norma condena la duplicación de información y sus variantes. Algunas instituciones académicas han establecido sanciones para evitar esta modalidad de producción intelectual, en la que se “infla” la bibliografía de un investigador, participando en trabajos duplicados, recibiendo autorías inmerecidas, o falsificando información, pues todas estas son consideradas modalidades de fraude (27,28). Cuando se encuentren trabajos cuya publicación se considere duplicada, los autores de estos trabajos no deberían recibir reconocimiento académico alguno por ellos. De nuevo, estas medidas deberían aplicarse a todos los autores de un trabajo, pues al inscribir sus 12 nombres como tales, deben asumir responsabilidad completa por los resultados presentados. Está claro que dichas normas deben ser universales; por lo menos en teoría, no deben variar mucho de una publicación o evento científico a otro. En caso de existir conflictos o desacuerdos, son los editores de la revista en la que se publican los estudios o los coordinadores académicos del evento científico donde se presentan, quienes deberán emitir un concepto oficial, que puede ir desde la publicación de una nota que denuncia y condena la duplicación de información u otras situaciones anómalas (29), hasta la remoción de un trabajo de la publicación o evento. La costumbre ha distorsionado los conceptos de autoría; muchos investigadores en el mundo los hacen aparecer superfluos. Para algunos, esto podría estar favorecido por la creciente tendencia a dar reconocimiento académico a los investigadores, incluso a veces con estímulos financieros, reconocimiento que hace énfasis en la cantidad de publicaciones y no en su calidad o contenido. Esta política, conocida en el medio académico como “publicar o perecer”, debe ser revisada para que no fomente la autoría inmerecida (19,26) o la proliferación de investigadores cuyas bibliografías sugieren una masiva producción intelectual, cuando en realidad pueden representar una evidencia de que no se están siguiendo responsablemente los parámetros de autoría (30). 13 Quizás el primer paso para llegar a una política en la que la norma sea publicar con calidad, más que publicar por publicar, sea la difusión de estas normas, tanto entre los grupos de investigadores ya formados, como entre los jóvenes que serán los investigadores del futuro. 14 Referencias: 1. International Committee of Medical Journal Editors: Uniform requirements for manuscripts submitted to biomedical journals. N Eng J Med 1997; 336(4): 304-315. 2. Revista Colombiana de Radiología: Información para los autores. Rev Colom Radiol 2000; 11(4): 788-791. 3. 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