Paleomagnetismo Los paleomagnetólogos ingleses fueron los que empezaron a ver los estudios magnéticos desde una nueva perspectiva. Con ayuda del magnetómetro astático de Blackett pudieron medir magnetismos remanentes débiles como el de las rocas sedimentarias y metamórficas, y vieron que la dirección de la magnetización no era la misma para todas las rocas, sino que existían dos direcciones principales en las rocas de Inglaterra. Al interpretar este cambio, ellos propusieron que Inglaterra misma se había movido un poco hacia el norte y había girado unos 30 grados al E. La hipótesis de los ingleses del movimiento de la Gran Bretaña implicaba aceptar la deriva continental. Las objeciones desde luego no se hicieron esperar, los del grupo de Newcastle propusieron que fué el polo el que se movió y no los continentes. Esta controversia llevó a la realización de muchas investigaciones en el campo del paleomagnetismo, se trazaron varias trayectorias de migración polar con base en datos de uno y otro país, las cuales no coincidían. De hecho, parecía casi imposible encontrar la forma de agrupar todos los datos de migración polar de forma coherente, hasta que se tuvo que aceptar que no solo el polo se ha movido, sino que los continentes también se han movido. Los datos paleomagnéticos ayudaron mucho a entender como había sido el movimiento de los continentes, por ejemplo: se calculó la posición que tuvo Australia a lo largo de la historia de la Tierra y como se fué moviendo hasta la posición que tiene ahora; y en Japón las mediciones de magnetismo remanente condujeron a pensar que la isla se había doblado por la mitad en un ángulo de unos 40 grados en el terciario. Con los datos paleomagnéticos se puede conocer el movimiento de los continentes al cambiar de latitud pero no se puede saber si se movieron longitudinalmente sobre una misma línea de latitud, para resolver el cambio longitudinal se tiene que hacer uso de otros factores. Aunque surgieron algunas teorías para explicar el cambio en la dirección de magnetización en las rocas como la del "flujo continental" de F.F. Evison, finalmente se aceptó por la mayoría de los hombres de ciencia la idea de que la deriva de los continentes y la migración polar eran conjuntamente la explicación de las diferentes direcciones de magnetización que se habían observado por todo el mundo. Sugerencias del fondo oceánico Cuando se comenzó a estudiar el fondo de los océanos después de la segunda guerra mundial cambiaron muchas de las ideas de los geólogos sobre la corteza oceánica. Se descubrieron en el fondo marino largas cordilleras que dividen los grandes océanos y varias fallas de desplazamiento lateral que cortaban a estas cordilleras. Además se dieron cuenta que en las cordilleras oceánicas, en las fallas laterales y en las trincheras era donde ocurría la gran mayoría de los eventos sísmicos. El científico A. Holmes y posteriormente J.Y. Wilson, basados en la hipótesis de la expanción del fondo oceánico de H. Hess, aportaron una idea que revolucionó las ciencias de la Tierra. Que el suelo oceánico no es una formación inmutable, sino que se crea nuevo suelo oceánico constantemente en las cordilleran submarinas y termina por hundirse en el manto en las trincheras movido por las corrientes de convección en el manto. Esto explica de modo claro la deriva continental y las cadenas de islas que se forman al avanzar la corteza oceánica sobre un manantial de lava. Esto hace que las islas más alejadas de la cordillera oceánica tengan mayor antigüedad. La expansión del fondo oceánico y la nueva tectónica del globo. Las mediciones magnéticas de la corteza oceánica arrojaron una distribución en bandas de anomalías positivas y negativas. La explicación a esta distribución se buscó en la diferente composición de las rocas, hasta que F. Vine y D. Matthews por un lado y L.Morley y A.Larochelle por otro, atribuyeron el bandeamiento a la inversión del campo magnético y la expansión del fondo oceánico. También se observó que las anomalías son simétricas a uno y otro lado de las dorsales, confirmando dicha expansión. Con estos bandeamientos se pudo conocer la historia del campo magnético terrestre, sus inversiones y la duración de cada episodio en el que el campo fué positivo o negativo. Vine y Wilson calcularon los perfiles teóricos de las anomalías magnéticas en el fondo aceánico con valores razonables para la expansión del fondo oceánico y la cronología de las inversiones, obteniendo un ajuste casi perfecto con su perfil calculado y el observado. Otra confirmación se obtuvo de los sedimentos del fondo marino, cuya megnetización también presentaba bandas, pero ahora verticales, con inversiones en la polaridad, respetando los intervalos de tiempo observados en otras anomalías. El estudio de las fallas laterales en el suelo marino llevó a la conclusión de que no son fallas transcurrentes ordinarias, y se les llamó "fallas de transformación" porque solo actúan como fallas de movimiento lateral en la zona comprendida entre dos crestas de cordillera oceánica.