Unidad 5 La Expansión de los reinos cristianos (siglos XII y XIII) 1. Los reinos de León y Castilla ■ El reino de León A principios del siglo X, el rey asturiano García I fijó la corte en la ciudad de León, por lo que el reino pasó a llamarse desde entonces reino de León. Entre los siglos XI y XII, la monarquía leonesa, con frecuencia formando una unidad con la castellana, extendió sus territorios hasta el Sistema Central y el valle del Tajo. En el 1037, Fernando I de Castilla se convirtió también en rey de León al suceder en el trono leonés a Vermudo III. Este monarca logró una clara hegemonía sobre los demás reinos cristianos y arrebató territorios a los reinos de taifas musulmanes. A su muerte, los territorios fueron repartidos entre sus hijos, lo que provocó nuevos enfrentamientos que concluyeron con la nueva unión de ambos reinos bajo Alfonso VI. Bajo el reinado de su hija Urraca, el condado de Portugal se proclamó independiente, convirtiéndose en reino con Alfonso I Enríquez a mediados del siglo XII. La unión castellanoleonesa se mantuvo hasta 1157, cuando Alfonso VII entregó León a Fernando II y Castilla a Sancho II. Finalmente, León se unió de manera definitiva a Castilla en 1230 con Fernando III. En esta época, tuvo lugar el nacimiento de las Cortes medievales, asamblea consultiva formada por representantes de los nobles, de los clérigos y de las principales ciudades. Las primeras Cortes tuvieron lugar en 1188, y a lo largo del siglo XIII surgieron también las Cortes en los demás reinos peninsulares. ■ El reino de Castilla El condado de Castilla se había convertido en reino en el siglo XI tras la división de la herencia de Sancho III de Pamplona. El carácter de frontera de Castilla frente a los musulmanes convirtió a este reino en el protagonista principal de la labor conquistadora. Destacó la labor de tres reyes castellanos: - Alfonso VI. Incorporó León al reino de Castilla y conquistó el reino musulmán de Toledo, lo que dotó a la monarquía castellanoleonesa de un notable prestigio. Su vasallo, Rodrigo Díaz de Vivar, llamado Cid Campeador, conquisto el reino de Valencia. - Alfonso VII. También rey de León, en el 1135 se hizo coronar emperador, pero no pudo evitar la constitución de la Corona de Aragón y la consolidación del reino portugués. Con Aragón firmó el Tratado de Tudilén (1151), que reconocía a los aragoneses el derecho de conquista sobre los reinos musulmanes de Valencia, Dénia y Murcia. - Alfonso VIII. Su reinado destaca por la alianza con Alfonso II de Aragón. Gracias a ella, pudo recuperar para Castilla los territorios de La Rioja, poco antes conquistados por Navarra. En el 1179 firmó con Aragón el Tratado de Cazola, por el que Murcia fue reconocido como territorio de expansión castellana. ■ La conquista del Tajo y el Guadiana En la submeseta sur, la labor de reconquista y repoblación contó con la colaboración de las órdenes militares, formadas por monjes guerreros. Su papel fue muy importante en la conquista de los valles del Tajo y del Guadiana, y los reyes las recompensaron con amplios territorios que quedaron bajo su administración. En Castilla, las más poderosas fueron las de Santiago, Alcántara y Calatrava, mientras en Aragón lo fue la de Montesa. Muchos nobles también recibieron tierras como recompensa por su participación en las campañas de conquista. Ello les permitió ir acumulando extensos dominios señoriales, explotados por campesinos bajo su autoridad, e incrementar su poder e influencia. 2. La formación de la Corona de Aragón ■ Evolución del reino de Aragón Ramiro I había recibido de su padre, Sancho III de Navarra, el condado de Aragón y se había proclamado rey. Sus sucesores se extendieron hacia el valle del Ebro. Alfonso I el Batallador logró la mayor expansión conquistando la zona central del valle del Ebro y situó la capital en Zaragoza. Aragón se convirtió en el principal reino cristiano, pues además unificó los reinos de Aragón y Pamplona. Al morir y no herederos, los navarros designaron rey de Pamplona al noble García Ramírez, y Navarra quedó definitivamente separada de Aragón. Por su parte, los aragoneses designaron rey a Ramiro II. ■ La unión de Aragón y Cataluña Borrell II (927-992) había consolidado la independencia del condado de Barcelona y extendido su dominio al resto de condados catalanes. Más tarde, en el 1137, Petronila, hija de Ramiro II de Aragón, se casó con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Por esta boda Cataluña y Aragón quedaron unidos. Su hijo, Alfonso II de Aragón, heredó ambos territorios en el 1174, por lo que se convirtió en el primer rey de la Corona de Aragón. Desde entonces, ambos territorios tuvieron un mismo rey, aunque conservaron sus propias Cortes e instituciones. ■ La conquista del valle del Ebro Desde el siglo X, la debilidad del califato y de los reinos de taifas hizo posible la expansión hacia el sur de los reinos cristianos orientales: - Aragón. Tras la conquista de Zaragoza, Alfonso I ocupó Tudela, Calatayud y Daroca, e incluso llegó hasta cerca de Teruel. - Cataluña. Los condes de Barcelona cruzaron el río Llobregat en dirección al delta del Ebro y, principios del siglo XII ocuparon las tierras de Tarragona, con lo que comenzó el dominio efectivo de la llamada Cataluña Nueva. - Corona de Aragón. La unión de Aragón y Cataluña supuso un impulso para la conquista de territorios. Ramón Berenguer IV completó el dominio de la Cataluña Nueva tomando el delta del Ebro y Tortosa (1148) y Lleida (1149). Su hijo y sucesor, Alfonso II, conquistó los territorios situados al sur de Aragón y fundó la ciudad de Teruel. El avance de la Corona de Aragón obligó a repartir con Castilla los territorios que se iban conquistando al islam, lo que provocó la firma del Tratado de Cazola. - Sur de Francia. Los reyes aragoneses extendieron también su influencia al norte de los Pirineos, al lograr el vasallaje de señores feudales del sur de Francia (Occitania). La influencia aragonesa sobre este territorio se mantuvo hasta el 1213, cuando el monarca aragonés Pedro II fue derrotado por los franceses en la batalla de Muret. 3. La cultura y el arte cristianos ■ Formación de las lenguas romances Durante la Edad Media, el latín había perdurado en los textos oficiales y eclesiásticos. Sin embargo, el habla popular había evolucionado hasta formar las lenguas romances, como castellano, leonés, asturiano, gallego, catalán, aragonés o mozárabe. Desde el siglo X, estas lenguas se convirtieron en la base de las lenguas peninsulares actuales. Solo el euskera, de origen incierto, procede de una lengua distinta del latín. - El castellano surgió en la zona oriental del reino asturleonés. En el siglo X aparecieron las glosas silenses y emilianenses, anotaciones de un libro escrito en latín, que se consideran los primeros testimonios escritos en castellano. - El catalán tuvo su origen en la zona pirenaica. Los primeros textos conservados datan del siglo XII, cuando ya la poesía popular lo había adoptado como medio de expresión. - El gallego constituyó junto con el portugués una unidad lingüística, el galaico-portugués, que mantuvo apego a sus raíces latinas. Durante algún tiempo, fue la lengua que usaron los reyes portugueses y los castellanos. ■ El intercambio cultural En los reinos cristianos coexistieron tres culturas y religiones diferentes: cristiana, musulmana y judía. Los intercambios culturales entre las tres fueron frecuentes, quedando de manifiesto en las escuelas de traductores, donde se copiaban obras filosóficas y científicas del árabe y del hebreo; en las sinagogas como Santa María la Blanca de Toledo; y en el arte mudéjar, que incorporó formas artísticas islámicas en edificios cristianos. ■ El arte mudéjar En el siglo XII, surgió en la ciudad leonesa de Sahagún el estilo mudéjar. Su origen se halla en la importación de formas artísticas islámicas por parte de los trabajadores musulmanes contratados para la construcción de las iglesias. La influencia musulmana se aprecia en el uso del ladrillo como material de construcción, en la aplicación de elementos ornamentales islámicos (arcos de herradura y polilobulados, celosías, etc.). Los núcleos principales se hallan en la provincia de León y en las ciudades de Toledo y Teruel. ■ El arte románico español Llegó a la Península desde el norte de los Pirineos, primero a Cataluña, y a través del Camino de Santiago al resto del territorio. - En Cataluña sobresalen los monasterios de San Pedro de Roda o Santa María de Ripoll (Girona). Además, en el Pirineo leridano aparece un tipo de iglesia con torres elevadas Destacan las de San Clemente y Santa María de Taüll, con magníficas muestras de pintura mural. - En Aragón y Navarra, los edificios más significativos son la catedral de Jaca y el monasterio de Leyre. - En la zona castellanoleonesa, el Camino de Santiago contribuyó a la difusión y uniformidad del estilo. Sobresalen la iglesia de San Martín de Frómista (Palencia), la colegiata de San Isidoro de León y, sobre todo, la catedral de Santiago. Del siglo XII son la catedral de Zamora y la catedral vieja de Salamanca. ■ El Camino de Santiago A comienzos del siglo XI se difundió la leyenda de que los restos del apóstol Santiago estaban enterrados en Santiago de Compostela. Desde entonces, la ciudad fue uno de los principales puntos de peregrinación para los cristianos. El Camino de Santiago se convirtió en una fuente de riqueza económica como consecuencia de la proliferación de negocios que satisficieran las necesidades de los peregrinos. Además, al encontrarse peregrinos de toda Europa, la ruta se transformó en vía de intercambio cultural y artístico. Hoy, el Camino de Santiago sigue siendo frecuentado por multitudes de peregrinos, aunque también es una ruta turística de importancia para las comarcas que atraviesa. 4. Al-Ándalus entre los siglos XI y XV ■ Los almorávides Para frenar a los cristianos, tras conquistar Toledo Alfonso VI, los reinos de taifas llamaron a los almorávides, imperio musulmán del noroeste de África. Estos derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas (1086). En el 1102, reconquistaron Valencia y dominaron a los reinos de taifas. A mediados del siglo XII, acosados por los cristianos y atacados en África por los almohades, su poder se debilitó y los andalusíes establecieron los segundos reinos de taifas. ■ Los almohades Eran otro pueblo norteafricano, con mayor fanatismo religioso. Tras doblegar a los almorávides cruzaron a la Península derrotando a Alfonso VIII en Alarcos (1195). Al-Ándalus gozó de prosperidad por el desarrollo del comercio, y Sevilla fue capital almohade en la Península. Son de esta época la Giralda y la Torre del Oro. La amenaza almohade unió a los reinos cristianos en torno a Alfonso VIII de Castilla para derrotarlos en las Navas de Tolosa (1212). Luego fueron expulsados y se abrió el período de los terceros reinos de taifas. ■ El reino nazarí de Granada Tras la salida de los almohades, los reinos cristianos ocuparon el valle del Guadalquivir. El reino de Granada fue el único que subsistió hasta finales del siglo XV. Ocupaba las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería, aunque fue perdiendo territorios hasta desaparecer. Además, tuvo que pagar parias a los reyes cristianos. El reino nazarí logró gran desarrollo económico, gracias a su agricultura y al comercio que mantenía con Italia y el norte de África. También destacó por la riqueza de su cultura y su arte, apreciable en la Alhambra de Granada de los siglos XIV y XV. ■ La Alhambra de Granada Entre 1333 y 1391, los reyes nazaríes Yusuf I y Mohamed V edificaron el palacio de la Alhambra sobre una colina de Granada. El significado del nombre Alhambra, “la roja”, hace referencia al tono rojizo del ladrillo. La Alhambra fue concebida como una ciudadela real; de ahí que dispusiera de muralla, castillo militar, palacio, mezquitas, cementerio, viviendas para los trabajadores del palacio, etc.