Eran mercenarios procedentes en su mayoría de los más profundos valles del Pirineo catalano-aragonés y que fueron contratados como guerreros a sueldo por la Corona de Aragón escribieron grandes páginas de una historia que les ha dado la espalda, pues en la actualidad pocos tienen conocimiento de sus hazañas. El término almogávar, hombres que realizan incursiones en territorio enemigo, ya nos acerca al carácter de estos hombres a los que se les relaciona con un posible origen visigodo. Esta asociación con los antiguos pobladores de la península Ibérica se debe principalmente a sus vestimentas, pues vestían a la antigua usanza visigoda, con ropas muy toscas hechas con pieles de animales; cinturones rudos de cueros, a los que ceñían sus largos cuchillos llamados coltell, y remataba la indumentaria un peculiar casco en forma de redecilla, hecha de hierro, convertido en un signo distintivo de estos guerreros. Las Compañías de Almogávares fueron reclutadas para luchar contra los musulmanes en el siglo XIII, en los años de más actividad de la reconquista aragonesa. Lucharon en los ejércitos de Jaime I el Conquistador durante la toma de Valencia y en los de Pedro el Grande, que llevó la expansión del Reino de Aragón hasta Sicilia. Tras las campañas sicilianas, aparece la figura de Roger de Flor, un antiguo templario que acaudilla a los almogávares de Sicilia, los cuales se agrupan en la denominada Compañía Catalana. Ésta pone rumbo hacía el otro extremo del Mediterráneo para luchar como soldados de fortuna bajo las insignias imperiales de Bizancio. A mediados del año 1303, aproximadamente unos 7.000 hombres desembarcaron en Constantinopla. En tierras orientales los almogávares obtuvieron triunfo tras triunfo sobre las tropas turcas, siendo no pocas las ciudades que requerían sus servicios para librarse del acecho otomano. Los almogávares consiguieron dar un respiro de varios años al Imperio Romano de Oriente, hasta su definitivo derrumbe culminado con la caída de su capital, Constantinopla, a mediados del siglo XV. Pero a los éxitos, se unió la desconfianza por parte del cobasileo Miguel, lo que no ayudaba al buen entendimiento entre las autoridades imperiales y la Compañía Catalana. La tensión fue in crecendo hasta desembocar en el asesinato del jefe de la Compañía, Roger de Flor, junto con gran parte de los oficiales, ordenado por Miguel, y que trajo consigo una declaración de guerra al Imperio Bizantino por parte de los almogávares. Esta traición es el origen de la llamada “Venganza Catalana, arrasando, en tierras de Bizancio, con todo lo que encontraban a su paso. Los almogávares tuvieron durante varios años en jaque a todo un Imperio que veía como sus ejércitos eran destrozados una y otra vez, y las ciudades eran saqueadas una tras otra, hasta que, arrebataron el Ducado de Atenas al franco Gautier de Brienne, y más tarde, crearon el Ducado de Neopatría, también en tierras griegas. Durante setenta y siete años en estos territorios ondeó los colores del Reino de Aragón hasta 1388. (Trabajo realizado por el alumno Rodrigo Díaz)