V liLAZQUEZ-> 4 o CENTENARIO LA VENUS, HERIDA La Venus del Espejo, tma de las obras emblemáticas de Velázquez, no sólo ha cambiado varias veces de manos sino que, en 1914, fue acuchillada por una sufragista En esta ocasión el c o m p r a d o r de la pintura velazqueña fue G. A. Wallis, quien la adquirió para W. Buchanan, de m o d o que La Venus del espejo se desI contemplar la serena belleza pertó en Inglaterra, en septiembre de de las pinturas colgadas en la 1813. Aquí fue de mano en mano y sutranquila sala de un museo, biendo de precio, de tal modo que en se olvida que ocultan compli- enero de 1 8 1 4 ya pertenecía a George cadas historias que derivan, no tanto Yates y, poco después, por consejo de de su correcta interpretación o de las sir Thomas Lawrence y según nos circunstancias que rodearon el encar- cuenta Justi, la adquiría J. B. S. Morritt go, sino de su mera existencia entre por 5 0 0 libras, enriqueciendo su colecnosotros. Es decir, desde el m o m e n t o ción de Rokeby Hall (Yorkshire), por lo en que el lienzo nace a la vida a través que también se conoció la obra c o m o de la pintura y, c o m o dice Alberti, "Ya iThe Rokeby Venus! La pintura volvió a no eres lino, plano humilde, t e l a . / Ya c a m b i a r de dueño al comenzar el siglo eres barco celeste, brisa, vela", la obra XX, pues H. E. Morritt vendió la Venus artística se encadena a la contingencia por 3 0 . 5 0 0 libras a la casa Thos, Aghumana, más allá de su dimensión es- new and Son, de Londres, y ésta, a su tética. Esta pertenencia al m u n d o real vez, la puso en venta en 1905, ofrehizo que el cuadro de La Venus del es- ciéndosela por 4 5 . 0 0 0 libras a la Napejo, pintado por Velázquez, no sólo tional Gallery. Una suscripción popular conociera diferentes dueños, c o m o su- abierta por la National Art-Collections cede a tantas obras repartidas por el Fund, cubrió rápidamente esta cantimundo, sino que fuera objeto de un dad, adquiriéndola en 1906 para la piatentado sufragista, en 1914, de cuya nacoteca londinense. desdichada acción salió malparada la obra. in embargo, aún le esperaban Sabemos que la célebre pintura finuevas peripecias a La Venus guraba en 1651 en un inventario de del espejo, pues en 1 9 1 0 w s e don Gaspar Méndez de Haro, marqués puso en cuestión la paternidel Carpió y de Heliche, muy probable- dad de la obra en beneficio de Mazo. mente su primer dueño, pasando luego Historiadores, críticos y pintores c o m o a su hija, Catalina Méndez de Haro y James Greig, William Richmond, Alma Guzmán. Esta casó con el décimo du- Tadema y Ernest Waterlow, negaban la que de Alba, en 1688, quedando la pin- m a n o de Velázquez, m i e n t r a s que tura en el palacio madrileño de los Al- otros c o m o Walter Armstrong, Leonce ba hasta que, en 1802, muerta la du- Benedite y León Bonnat, según nos requesa Cayetana, sus herederos vendie- cuerda Gaya Ñuño, defendieron lo que ron el cuadro a Godoy. En esta imporya nadie duda acerca de la indiscutible tante colección del Príncipe de la Paz autoría de Velázquez. La Venus del espejo se encontró con la Pero t a m p o c o cesaron aquí los Maja desnuda de Goya, si bien duraría p r o b l e m a s y cuando la pintura estaba poco esta compañía, pues coincidieninstalada c o n f o r t a b l e m e n t e en la que do con los avatares de la Guerra de Insería su definitiva y más segura m o r a dependencia, la obra fue vendida, entre da, en la mañana del 10 de abril de 1808 y 1813. 1914, una mujer entró decidida en la P E D R O NAVASCUÉS P A L A C I O Catedrático de Historia del Arte Escuela de Arquitectura, Madrid - %• vi' National Gallery y, con un cuchillo, le asestó varios cortes a La Venus del espejo. Este es un hecho conocido que reflejan cuantos han escrito sobre la pintura, a ñ a d i e n d o que se trataba de una sufragista, en la que algunos incluso han querido ver -equivocadam e n t e - un acto de pudorosa censura ante el bellísimo desnudo velazqueño. Sin embargo, cotejando las noticias de prensa de aquellos días, llegamos a conocer m á s detalles que explican lo que no fue un acto aislado, ni de enajenación mental, ni movido por uri afán de notoriedad, y menos una mojigata acción de protesta frente al sensual desnudo de la Venus. Basta con preguntarse por el n o m b r e de aquella mujer que hizo saltar en pedazos el cristal que protegía la pintura y dar le siete cuchilladas, para entender lo su c e d i d o en su contexto real. Esta mujer se llamaba Mary Richardson y no era una sufragista cualquiera, sino una c o m b a t i v a militante, c o m p a ñ e r a de cárcel y de huelga de hambre, en varias ocasiones, de E m m e l i n e Pankhurst, la f u n d a d o r a de la Unión Femenina Social y Política ( 1 9 0 3 ) . L as manifestaciones y a t e n t a d o s provocados por las sufragistas, desde la b o m b a puesta en el d o m i c i l i o de Lloyd George hasta la d i n a m i t a que estalló en la iglesia de San Juan Evangelista en Londres, crearon un c l i m a de crispación que se d e s b o r d ó por la nueva detención de Pankhurst d u r a n t e un m i t i n en Glasgow. Esto ocurría el 9 de abril y, al día siguiente, a las diez de la mañana, Mary Richardson, una m u j e r m e n u d a pero resuelta, atentaba contra la pint u r a de Velázquez. Una vez detenida, confesó en el Tribunal de Bow Street que lo había hecho para vengar a Pankhurst y " p u e s t o que se atenta contra la vida de las mujeres, es de rigor proceder a la d e s t r u c c i ó n de las obras que las representan", añadiendo que así c o m o se trataba de "acabar con uno de los más bellos caracteres de mujer conocidos [ P a n k h u r s t ] , ella quería acabar t a m b i é n con una de las obras que más a d m i r a c i ó n desp i e r t a n en el m u n d o , y que así seguirían haciendo ella y sus c o m p a ñ e r a s hasta que las mujeres o b t e n g a n el derecho al voto". El asunto suscitó una interpelación al Gobierno en la Cámara de los Comunes, desechándose entonces la idea de tomar medidas especiales de protec- ción. Sin embargo, la National Gallery y el British Museum, que ya habían cerrado algún t i e m p o por a n t e r i o r e s atentados sufragistas, volvieron a cerrar sus salas, c o m o lo hizo en parte el Palacio de Windsor. Las heridas de La Venus de! espejo habían sido limpias, afortunadamente, por lo que cicatrizaron bien en manos de sus restauradores, aunque se reconoció que faltaba "un pedazo del tamaño de una moneda de cinco chelines". Los daños quedaron subsanados y ya casi nadie recuerda lo sucedido, por lo que t e r m i n a r e m o s con otro verso de Alberti, dedicado Al desnudo, que parece pensado para la ocasión: "La gloria del pincel es modelarte, vestirte, y al vestirte desnudarte. A ti, Venus en flor de la Pintura". 85