TEMPLOS del Primer Siglo

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TEMPLOS del primer siglo
Por Don H. Stewart
La base para el concepto de templo en el Nuevo Testamento viene del templo de Salomón
en el Antiguo Testamento. El primer templo fue precedido por el tabernáculo, y en el
tabernáculo encontramos los fundamentos bíblicos para comprender la función y el
propósito del templo para los judíos. Desde el tiempo del éxodo, el tabernáculo hospedó el
propiciatorio “vacío” sobre el arca del pacto en el lugar santísimo, en lugar de un ídolo. El
propiciatorio simbolizaba la presencia de Dios. También proveyó la base para la teología de
Dios que se presentaba en el Antiguo Testamento. A través de los siglos, el judaísmo, con
su ritual levítico, estaría anclado al tabernáculo y al templo. Estos lugares de adoración
fueron recordatorios tangibles de que Dios está siempre con su pueblo.
El templo de los judíos
Cuando Dios autorizó la construcción del templo, lo hizo en respuesta a los deseos del rey
David. Salomón construyó ese templo en el lugar sagrado en el corazón de Jerusalén, la
ciudad capital de Israel. El lugar había sido la era de Arauna (2 Samuel 24.18-25) en la
cima del Monte Moriah (la montaña a la cual Dios había guiado a Abraham para que
ofreciera a Isaac, Génesis 22.2). Jerusalén era la ciudad que David había tomado de los
jebuseos, y fue originalmente la ciudad de Salem, la ciudad de “paz” (ver 2 Samuel 5.6-9;
Salmo 76.2).
REFERENCIA BÍBLICA
1 Corintios 3; 6; Efesios 2.
En Hechos 17.22-31, el apóstol Pablo explicó la teología detrás del uso de los judíos del
templo de Jerusalén y mostró cómo el uso de los judíos del templo de Jerusalén difería del
uso grecorromano de los templos paganos a través del imperio. En aquel tiempo, la
estructura sagrada en Jerusalén era el templo agrandado y embellecido por Herodes, cuya
remodelación había tomado 46 años ( ver Juan 2.20). Ni el de Herodes, ni el templo que
Salomón construyó originalmente, ni el segundo templo de Zorobabel (ver Esdras,
Nehemías, Hageo y Zacarías) funcionaron como otra cosa que un lugar dedicado a los
sacrificios rituales. El templo y sus rituales santos fueron designados para recordar al
pueblo la presencia de Dios, sus promesas y su paz. El propiciatorio vacío en el lugar
santísimo en el corazón del templo de Israel hizo más concreta esta afirmación.
Los templos de los griegos y los romanos
Los ídolos de madera, metal o piedra para los que cada templo pagano fue edificado eran el
centro de atención en su templo. El dios o la diosa eran accesibles principalmente cuando
sus adoradores estaban en la presencia del ídolo en su templo. Los adoradores en Corinto se
reunían en el templo de Apolo, el dios más popular de la medicina, la ley y los pastores, 1 y
en el templo de Afrodita, la diosa del amor. Durante su segundo viaje misionero, Pablo, no
obstante, estableció la iglesia en Corinto, y desafió el concepto limitado de Dios que tenían
sus ciudadanos.
Interior del Panteón en Roma. La estructura fue originalmente construida para
honrar a los siete dioses de los siete planetas reconocidos por la religión estatal de
Roma. Aunque los edificios han sido modificados varias veces a través de los siglos, ha
estado en uso continuo desde su construcciónIzquierda: En la cima de la acrópolis está lo que queda del Partenón , que sirvió como
el templo de Atenea la diosa patrona de Atenas. El Partenón fue terminado en 438 a.
C., y permaneció como el templo griego más importante durante mil años.
Aproximadamente 60 millas al este, uno puede visitar el templo de Atenea en la acrópolis
en Atenas. La palabra acrópolis significa la “ciudad alta”; y el lugar alto en la mayoría de
las ciudades griegas y romanas fue reservado para el dios o la diosa patrón de la
comunidad. El Areópago, Campo de Marte, en el cual Pablo predicó a los filósofos según
se nos relata en Hechos 17.22-31, estaba al lado de la acrópolis. La situación dio a Pablo la
oportunidad de contrastar los ídolos de los griegos y los romanos con el Dios de los judíos
y los cristianos. Él usó la imagen del templo para hacer la comparación.
Cuando el helenismo estaba en su apogeo, el concepto de interacción entre los hombres y
los dioses prevalecía entre los intelectuales. Los griegos pensaban de los dioses como seres
sobrehumanos, y la arquitectura del templo reflejaba los sistemas religiosos que
estimulaban a los hombres a negociar directamente con los dioses en un esfuerzo por
comprar el favor divino. El tener acceso a los ídolos era importante. Esto se lograba al
proveer diseños arquitectónicos para los templos y al erigir múltiples templos al mismo
dios o diosa. Esos templos estaban localizados en centros populosos esparcidos por todo el
imperio para proveer el máximo de accesibilidad.
A veces, un solo templo podía albergar a múltiples dioses. Por ejemplo, el Partenón
albergaba al ídolo de la diosa Atenea y a varios otros ídolos. En Roma, el Panteón era el
templo en el que se honraban todos los dioses, aunque en realidad albergaba las estatuas de
las siete “divinidades que los romanos asociaban con los cielos, incluyendo (aunque no
limitándose) a Marte, Mercurio, Venus y Júpiter”. 2 Una estatua de cada deidad estaba
situada en su propio nicho a lo largo de las paredes interiores del Panteón circular.
En el ambiente del mundo grecorromano, un número creciente de bellamente escogidos
templos servían como casas de adoración para un incontable número de dioses y diosas. Al
menos uno de esos templos fue construido en la acrópolis (el lugar alto) de casi cada ciudad
principal y muchas de las pequeñas. La mayor parte de las comunidades tenían un dios o
diosa que era su patrón o patrona. Los griegos y los romanos del primer siglo d. C. eran,
según observó Pablo, “muy religiosos”, refiriéndose particularmente a los atenienses
(Hechos 17.22). Los romanos seguían la dirección de los griegos. Ellos extendieron la
pasión de los griegos por la construcción de templos y lo hicieron en cualquier lugar en el
cual los dioses o diosas no habían sido honrados antes.
Ruinas del templo de Apolo en Chipre.
Debajo: Una estatua de mármol de Apolo, que data del periodo helenista; siglo II a.
C. Apolo, el dios griego del sol, fue también el dios patrón de la música y la poesía.
Derecha: Columnas del Templo de Corinto. La identidad de la divinidad que se
adoraba en este templo es desconocida. Las dos principales posibilidades que se han
sugerido descansan parcialmente en la descripción de Pausanias. La primera
posibilidad es que el templo honraba a Octavia, la hermana de Augusto. La otra
posibilidad, sin embargo, es que este fuera un templo tipo Capitolio que servía como el
centro para el culto imperial.
El templo del cuerpo
Jesús inició el uso de la imagen del templo como una metáfora para que se comprendiera
que el cuerpo de cada creyente sirve como un templo para Dios (ver Juan 2.19-21). Cuando
estaba en Jerusalén, Jesús se refirió al templo de Herodes como temporal y limitado y
predijo la destrucción que se le aproximaba. Cuando esa destrucción se convirtió en
realidad bajo el general romano Tito en el año 70 d. C., unos pocos años después de haberse
completado, 3 los judíos comenzaron a enfatizar el conocimiento de la Ley de Dios en lugar
de enfatizar la adoración en el templo en Jerusalén. 4 Jesús usó su predicción de la
destrucción del templo de Herodes como un vehículo para enseñar la crucifixión de su
cuerpo terrenal y de su resurrección tres días más tarde (ver Marcos 14.58; 15.29 y Mateo
26,61).
Edificando sobre la imagen del templo, Pablo y otros expandieron ese concepto. De hecho,
la imagen del templo vino a ser un medio para la comunicación de algunos aspectos
cruciales del pensamiento cristiano y de la vida en el Nuevo Testamento. 5 Por ejemplo,
Pablo escribió a los creyentes de Corinto y los desafió a ser maduros en la fe, a rechazar la
inmoralidad sexual, a vivir vidas santificadas (vidas separadas para el servicio), a glorificar
a Dios en sus cuerpos, a dedicar sus cuerpos como templos del Espíritu Santo. Al hacer
estos desafíos Pablo usó las imágenes prácticas del templo.
Pablo usó algunas metáforas de las prácticas de la adoración del templo con las cuales tanto
los paganos como los judíos estaban familiarizados. El las usó para ilustrar verdades acerca
de la iglesia cristiana y de la relación de los creyentes individualmente con el Padre a través
del Hijo. Como un fariseo, participante fiel de los ritos de la adoración del templo, Pablo
comprendía la teología del templo judío y las limitaciones asociadas con su función. Cómo
él nació y se crió en Tarso, una colonia romana gentil, el estaba familiarizado también con
los paralelos obvios y las diferencias teológicas encontradas en las prácticas de los templos
paganos.
Por ejemplo, el mantenimiento cuidadoso de los templos del primer siglo, paganos y judíos,
y la necesidad del orden y la limpieza en la adoración por ambos, proveyó una metáfora
adecuada para enfatizar la necesidad de orden y pureza en la vida de los creyentes
individuales (2 Corintios 6.18-20).
El templo de Salomón sirvió como la base teológica para la adoración de los hebreos
en el Antiguo Testamento. Aunque para el tiempo del Nuevo Testamento la sinagoga
había llegado a aceptarse como lugar de adoración, el templo de Jerusalén seguía
sirviendo como el centro para la práctica de la adoración y el sacrificio y las
festividades anuales.
De acuerdo con Pablo, la necesidad de la limpieza y del orden en la adoración en la iglesia
como un todo se lograba por medio de la purificación de los individuos (ver 3.l6-l7). En
estos dos pasajes Pablo llamó a la iglesia el templo de Dios (“santuario” en otra versión), y
reconoció que los creyentes eran el templo, no las casas en las cuales ellos adoraban.
El templo de la iglesia
Escribiendo a la iglesia en Éfeso desde la casa de su arresto en Roma, Pablo parece haber
estado recordando su confrontación con el judaísmo en el templo de Jerusalén.(Hechos
21.29). Él fue falsamente acusado ante la corte de los judíos de llevar al templo a un gentil,
Trófimo, quien era de Éfeso. Él dijo a la Iglesia de Éfeso que la “pared de separación”
(Efesios 2.14) que había dividido el templo de Jerusalén y separado a los judíos de los
gentiles, no existía en la iglesia. El cuerpo de Cristo, el equivalente cristiano al templo, no
estaba dividido (1 Corintios 12.25, 27). Más bien, escribió Pablo, la iglesia es “un templo
santo en el Señor” (Efesios 2.21). Sus palabras trajeron a juicio la corrupción que existía en
el judaísmo en el primer siglo, en el manejo del templo. Los abusos que Pablo tenía en
mente fueron aquellos que habían causado que Jesús limpiase el templo (ver Juan2.13-17).
Resulta interesante el uso de la palabra “templo” al final del Nuevo Testamento en
Apocalipsis 21.22. En el libro de Apocalipsis, Jesús, a través de Juan, se declara a sí mismo
como el templo en los cielos, después del establecimiento del cielo nuevo, la nueva tierra y
la nueva Jerusalén. Ningún otro templo será necesario. Será un encuentro ilimitado con el
Padre en el cielo a través de la persona del Hijo. Recuerde las palabras de Cristo a Felipe en
Juan 14.9: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14.9). En el análisis final,
Jesús es el que tiene la presencia perfecta del Padre y le hace disponible a todos los que
escojan creer en Jesús. Jesús es el templo en el que el Padre reside. El Padre reside en el
creyente porque Jesús escoge a cada uno para que sean su templo.
1. Daniel C. Browning, Jr. “Gods, Pagan” en Holman Bible Dictionary, gen. ed. Trent
C. Butler (Nashville: Holman Bible Publishers, 1991), 565. Algunos vestigios de los
tempos de Apolo y Afrodita están todavía están en pie en la ciudad de Corinto.
2. Imperios Ascendentes: Marco de Tiempo 400 A. C.-200 D. C., ed. Jasón
McManus (Alexandria, VA: Time-Life Books, 1987), 93.
3. Ver “Jewish Institutions, Groups, Movements” en Holman Bible Handbook. gen.
ed. David S. Dockery (Nashsville: Holman Bible Publishers, 1992), 524.
4. W. Shaw Caldecott y James Orr, “Temple” en International Standard Bible
Encyclopedia, gen. ed. James Orr, vol. 5 (Grand Rapids: William B. Eerdmands
Publishing Company 1939), 2939.
5. Ibid.
Don H. Stewart es profesor emérito de Nuevo Testamento y griego en el New Orleans
Baptist Theological Seminary, en New Orleans, Louisiana.
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