EL TEATRO MEDIEVAL Durante casi dos siglos el teatro europeo yació muerto. Entre el año 400 a.C. y aproximadamente el 1600 no hubo un solo dramaturgo que escribiera una gran obra teatral. A lo largo de cuatro o cinco siglos, el teatro griego repuso los clásicos del siglo V y produjo insignificantes obras nuevas. En cuatrocientos o quinientos años más el teatro romano decayó como un fruto pasado de madurez. Desde cien años después de la caída de Roma –entre los siglos XI y XIII- no hubo teatros. El teatro romano, "iglesia del Diablo" Una de las causas que conspiraron contra el teatro romano, fue la hostilidad de la iglesia cristiana. La decadencia del teatro correspondió al surgimiento del cristianismo. Ya en el año doscientos de esta era se lo llamaba "iglesia del Diablo". Los cristianos eludían los teatros y, desde el siglo IV los concilios de la iglesia exigían que los sacerdotes se fueran de las bodas no bien aparecieran los actores para tomar parte en las obrillas y farsas que se representaban en esas ocasiones. En el siglo V no se permitió a los actores tomar la comunión, concilios posteriores prosiguieron sus ataques a los histriones, como se llamaba a los actores. El drama de la misa El drama que la iglesia católica generó en la última mitad de la Edad Media tuvo sus raíces en la misa de comunión instituida en el siglo IV. La misa fue la ceremonia que con mayor facilidad podía evolucionar hacia el teatro. El núcleo de la misa era fijo y constante, pero a veces se incorporaban "tropos", o sea, palabras o cantos breves. Uno de estos tropos, anotado por primera vez en un manuscrito del siglo IX consistía en cuatro versos en latín que representaban el diálogo entre el ángel y las tres Marías en el sepulcro de Cristo. El obispo escribió el desarrollo de la acción y hasta aconsejó a los sacerdotes acerca del modo de moverse. Un sacerdote personificaba al ángel, y otros tres a las mujeres que acudían a ungir el cadáver. El ángel cantaba en latín y las mujeres replicaban. Esta sencilla escena resultó tan popular entre quienes la vieron y oyeron que los sacerdotes incorporaron otras más. Del latín al lenguaje popular Aunque esta primera referencia a una representación eclesiástica proviene de Inglaterra, es probable que el drama litúrgico, como se lo llama, comenzara en Francia en el siglo IX y se extendiera rápidamente a otros países del continente. En un principio se representó en latín; pasado un tiempo, se repitió cada línea en el idioma vernáculo. Al aumentar el número de las obras litúrgicas, otros decorados, además del sepulcro de Cristo, invadieron el edificio de la iglesia, como por ejemplo el Cielo, el Infierno y el Limbo, y lugares como casas. El primer texto, que ha sido representado al exterior, es Adán. Es obvio que parte de su decorado estaba en el frente de una iglesia, pues una indicación escénica señala que Dios entra y sale por una de sus puertas. El tema de los dramas eclesiásticos recitados al aire libre muestra la confusión que hay a veces acerca del teatro medieval. Se dice a menudo que se dieron las obras en las iglesias hasta que se hicieron tan complicadas en decorados y tan cómicas en su representación del Infierno y del Diablo que las autoridades de la iglesia se lavaron las manos en todo ese asunto y se dieron las obras teatrales a las corporaciones o gremios de artesanos, para que se las representara en la plaza del mercado. La verdad es que Adán fue presentado al exterior por la clerecía en el siglo XII, mientras algunas obras siguieron siendo representadas en el interior de las iglesias y catedrales hasta el siglo XVI. La plaza del mercado no era el único escenario aparte de la iglesia. Los franceses utilizaron a veces teatros antiguos. Las corporaciones inglesas dieron en ocasiones sus obras en los propios salones, pero habitualmente las montaban sobre carromatos y así las transportaban a todas las ciudades. Producciones costosas y espectaculares Hay datos de diversas representaciones que son demostrativos de lo costosas que eran y de la intrincada maquinaria escénica que empleaban. Por ejemplo, hacían moldes de cabezas de diablos o dragones con madera de troncos, diluvios artificiales, animales mecánicos, y utlizaban mucha luz. Los actores, en un principio sólo hombres y más tarde mujeres y niños, recibían, como es natural, una paga por su trabajo. Dramas sobre ruedas en Inglaterra Inglaterra contribuyó con un tipo de representación original y complejo: sus "carros para espectáculos". En los siglos XI y XII se representaban los dramas bíblicos en las iglesias, pero cuando fue necesario llevar las representaciones al exterior, los ingleses –que no tenían plazas de mercado amplias, o éstas eran pocas- crearon una especie de espectáculo ambulante que dividía a la obra en porciones pequeñas. Una corporación distinta producía y representaba cada episodio separado del largo texto. Éstos eran interpretados en forma sucesiva en las diversas "estaciones" de la ciudad. De ese modo, en cientos de ciudades y pueblos, unos cuarenta o cincuenta episodios avanzaban por las viejas y sinuosas calles para hallar un nuevo auditorio que aguardaba en cada "estación". Un relato de la época describe el carro para espectáculos como un "teatro...muy grande y alto, ubicado sobre ruedas", y otro lo describe como "un lugar alto construido como una casa con dos habitaciones, abierta la de arriba, para la representación". Los decorados deben de haber sido mucho más sencillos que las "mansiones" en Francia, pero las vestimentas eran tan extravagantes casi como aquellas. Confusión de tiempos y términos El tema de los dramas eclesiásticos recitados al aire libre muestra la confusión que hay a veces acerca del teatro medieval. Se dice a menudo que se dieron las obras en las iglesias hasta que se hicieron tan complicadas en decorados y tan cómicas en su representación del infierno y del diablo que las autoridades de la iglesia se lavaron las manos en todo ese asunto y cedieron las obras teatrales a las corporaciones o gremios de artesanos, para que se las representara en la plaza del mercado. La verdad es que Adán fue presentada al exterior por la clerecía en el siglo XII, mientras algunas obras siguieron siendo representadas en el interior de las iglesias y catedrales hasta el siglo XVI. La plaza del mercado no era el único escenario aparte de la iglesia. Los franceses utilizaron a veces teatros antiguos. Los italianos dieron algunas de sus sacre rappresentazioni en el Coliseo romano. Los españoles las representaron en los corrales de sus ciudades más importantes. Las corporaciones inglesas dieron en ocasiones sus obras en los propios salones, pero habitualmente las montaban sobre carromatos y así las transportaban a todas las ciudades. Las representaciones eran muy costosas y en ellas se empleaba una intrincada maquinaria escénica; por ejemplo utilizaban troncos para hacer moldes de cabezas, elaboraban también animales mecánicos y diluvios artificiales entre otras cosas. Los actores, en un principio solo hombres y más tarde mujeres y niños recibían, como es natural, una paga por su trabajo. Inglaterra contribuyó con un tipo de representación original y compleja: los "carros para espectáculos". En los siglos XI y XII se representaban los dramas bíblicos en las iglesias, pero cuando fue necesario llevar las representaciones al exterior, los ingleses –que no tenían plazas de mercado amplias, o éstas eran pocas- crearon una especie de espectáculo ambulante que dividía la obra en porciones pequeñas. Una corporación distinta producía y representaba cada episodio separado del largo texto. Estos eran interpretados en forma sucesiva en las diversas "estaciones" de la ciudad. De ese modo, en cientos de ciudades y pueblos, unos cuarenta o cincuenta episodios avanzaban por las viejas y sinuosas calles para hallar un nuevo auditorio que aguardaba en cada "estación". Un relato de la época describe el carro para espectáculos como un "teatro... muy grande y alto, ubicado sobre ruedas", y otro lo describe como "un lugar alto construido como una casa con dos habitaciones, abierta la de arriba: la habitación inferior, para arreglarse y vestirse; la de arriba, para la representación". Los decorados deben de haber sido mucho más sencillos que las "mansiones" en Francia, pero las vestimentas eran tan extravagantes casi como aquellas Por qué se retrajo la iglesia Hay muchas razones por las cuales la mayor parte de los misterios (obras eclesiásticas) fueron eliminadas de las iglesias. El motivo que se suele dar es puramente material. Tanto aumentaron el número de las mansiones y su complejidad, que dejaban poco espacio en las iglesias, y hasta en las catedrales, para la muchedumbre de espectadores que deseaban verlos. Sin embargo, podemos hallar una razón más poderosa que explique el éxodo del drama de las iglesias. No sólo se removieron las representaciones a las plazas de la mayor parte de las ciudades y poblaciones, sino que, la clerecía pronto traspasó a los legos de las corporaciones la responsabilidad de escribir, producir y representar los misterios. Sin duda alguna, las cuestiones sobre el teatro en las iglesias se estaban volviendo molestas. La iglesia católica se había esforzado siempre por extender su influencia haciéndose cargo de las ceremonias y festivales populares, o tolerándolos. Pero algunas festividades que la iglesia adoptó o toleró causaron serios trastornos. Había ciertos ritos paganos agrícolas que nos retrotraen a los ritos de Dionisos. Naturalmente, algunas de esas ceremonias paganas cayeron bajo la prohibición eclesiástica. Fiesta de los tontos Las autoridades eclesiásticas se vieron turbadas por otro festejo popular: la fiesta de los tontos. Ésta comenzó con bastante inocencia, como una fiesta para el clero menor. Pero durante el siglo XII la fiesta de los tontos se puso sumamente ofensiva. Entonces, en vez de elegir al rey de los tontos o borracho de la parroquia, los clérigos jóvenes comenzaron a llamarlo obispo o papa de los tontos. Comenzaron a permitirse canciones y danzas indecorosas en la iglesia, jugaron a las cartas y dados delante del altar y, finalmente, hicieron burla de la propia misa. Del siglo XII al XIV, muchos eclesiásticos y concilios trataron, con poco éxito, de desarraigar este sacrilegio tan disfrutado por el populacho y el clero menor. Los papas contra las obras teatrales Los papas estaban contra las obras teatrales, un ejemplo es el papa Inocencio III quien emitió una bula en 1210, por la que ordenaba la exclusión de los misterios en todas las iglesias. El obispo de Lincoln identificó los misterios con libaciones, y otros obispos censuraron los ludi o comedias populares, y muchos espectáculos representados a veces en terreno sacro o dirigidos por clérigos menores. Además había problemas con las escenas de los misterios que incluían diablos y el infierno. Estos episodios se habían alargado cada vez más cuando los clérigos que tenían a su cargo las obras descubrieron cuán populares eran entre sus feligreses esas demonologías jocosas. Al sacar el drama del interior de las iglesias y ponerlo en manos de las corporaciones no se hizo nada por reformar la cuestión. El diablo y sus esbirros se convirtieron en la característica más notoria y apreciada de los misterios. El auditorio sin educación de la época obtenía sin duda igual placer de los tormentos realistas del infierno como de las cómicas malandanzas de los demonios. El actor profesional La clase de hombre que se había dedicado mil años antes a interpretar teatro dejaba en la Edad Media su banco de zapatero o su taller de carpintero para interpretar personajes. Muchos creen que los autores aficionados de farsas en París pronto se hicieron profesionales y presentaron sus comedias en lugares cerrados, cobrando precios reducidos.