LA ADMINISTRACIÓN, UNA CONCEPCIÓN QUE DEBE DEFINIRSE EN

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LA ADMINISTRACIÓN, UNA CONCEPCIÓN QUE DEBE DEFINIRSE EN
FUNCIÓN DE LA ACEPTACIÓN DE LOS LÍMITES HUMANOS Y DEL
ENTORNO
MARÍA ISABEL VÉLEZ EVANS
RESUMEN
Los hombres, considerados una especie superior por su mayor capacidad de
adaptabilidad, complejidad, conciencia de evolución y facultad para desarrollar
estrategias alternativas de adaptación, han escrito una historia que bien podría
titularse “la toma de conciencia de las limitaciones del hombre y su entorno. En
este contexto, los límites humanos y del entorno son considerados factores
constitutivos del comportamiento social del hombre. Ha sido precisamente la
aceptación de la incapacidad humana la que ha llevado a los individuos a admitir
su necesidad de relacionarse socialmente dentro del marco de una estructura
jerárquica en la que prevalece el juego entre la cooperación, el egoísmo y la
competencia entre sus integrantes, y que se presenta como el marco integrador de
las conductas humanas.
PALABRAS CLAVE
Entorno, limitaciones humanas, organización social, práctica administrativa,
adaptabilidad, conducta social del hombre.
SUMMARY
Mankind has been always considered as a superior species due to its capability to
adapt, its evolution consciousness and the human faculty to develop adaptation
alternatives.
Nevertheless, we humans have built our history in terms of a
progressive conscience of own limitations and of those of the environment around
us.
In this context, human and environmental limitations are considered key
factors in the definition of the human social behavior. It has been precisely this
acceptance of our own incapability the element that has driven us humans to admit
our need to be a part of a social environment and to feel that we fit in an organized
structure that works as the integrative frame of the human behavior and on which
there is a permanent tension between the forces of cooperation, selfishness and
competition among its members
KEY WORDS
Social Environment, Human limitations, Social organization, Managerial practices,
Adaptation capabilities, Human social behavior.
LA ADMINISTRACIÓN, UNA CONCEPCIÓN QUE DEBE DEFINIRSE EN
FUNCIÓN DE LA ACEPTACIÓN DE LOS LÍMITES HUMANOS Y DEL
ENTORNO
Los hombres, aunque considerados una especie superior por su mayor capacidad
de adaptabilidad, complejidad, conciencia de evolución y facultad para desarrollar
estrategias alternativas de adaptación, han escrito una historia que bien podría
titularse “la toma de conciencia de las limitaciones del hombre y su entorno”.
El progreso de la humanidad siempre se ha visto restringido por “muros derechos”1
que le han impedido al hombre llegar hasta el límite de sus aspiraciones. El
hombre es un ser con límites innatos e impuestos; posee un cuerpo cuyas
facultades son limitadas pero que le impone necesidades imposibles de ignorar; su
capacidad de conocimiento y adquisición de información, aunque han sido su
mayor motor de progreso, le han designado una racionalidad limitada2; la
naturaleza humana, el manejo del tiempo y la imposibilidad de estar en varios
lugares a la vez, hacen de los hombres una especie “limitadamente evolucionada”,
y así como su misma condición humana le impone límites, el entorno también lo
hace.
El hombre se desenvuelve bajo unas leyes naturales en un ambiente que le ofrece
recursos limitados y diversos (los cuales han marcado las pautas para su
evolución e imperante necesidad de desarrollarse, al igual que el resto de
individuos de la naturaleza), habilidades de competencia y adaptación. La misma
naturaleza evidencia la constante lucha por sobrevivir en un ambiente que a
menudo se muestra hostil, tanto por los cambios inherentes a su evolución, como
1
GOULD Stephen J. la Grandeza de la Vida. Drakontos. Barcelona.1997.
Se habla de racionalidad limitada debido a que la mayoría de las acciones humanas consiste en
la toma de decisiones que muchas veces se alejan de la plena racionalidad debido a las
limitaciones de la persona y de la circunstancia, lo que obliga al hombre a buscar solamente lo
mejor en una situación concreta.
2
por la limitada disposición de recursos, generando un proceso de selección
provocado por la competencia en procura de los mismos y la mejor calidad de
éstos.
Paradójicamente, y pese al evidente reconocimiento de sus “muros derechos”, el
hombre es efectivamente un “ser de deseos”3 que siempre está tratando de colmar
sus aspiraciones de inteligencia y voluntad, de entender, querer y tener, y de
satisfacer sus necesidades relativamente ilimitadas,
de recursos materiales y
espirituales.
Así pues, la historia del hombre siempre se ha visto impregnada del conflicto entre
demandas casi ilimitadas y capacidad limitada para producir bienes y servicios que
satisfagan completamente dicha demanda; es entonces, “La historia del hombre
una historia de la modificación y transformación del medio”4, de un entorno que le
ha exigido asignar continuamente recursos escasos a fines alternativos en el corto
plazo.
El hombre es un ser potencialmente perfecto y realmente limitado; reflejo de la
directa y gran influencia que han tenido los “muros derechos” sobre su
comportamiento. Así pues, el hombre ha reconocido sus incapacidades y ha
aprendido a superarlas, o a adaptarse a ellas, gracias a su contradictoria destreza
para organizarse socialmente y comportarse de manera competitiva y egoísta.
Los límites humanos y del entorno son considerados entonces, factores
constitutivos del comportamiento social del hombre. Ha sido precisamente la
aceptación de la incapacidad humana la que ha llevado a los individuos a admitir
su necesidad de relacionarse socialmente; esa relación ha estado caracterizada
3
CAROL Antoni. Hombre, economía y ética. Editorial EUNSA. España. 1993.
HOPKINS Paul. Compétiton et cooperation: L´individu et le groupe. Tomado de: La Rupture entre
L´entreprise et les hommes. Le point de vue des sciences de la dufour. Maurice comp.. Les
Éditions D´organisation. Paris. 1985.
4
por una organización fundamentada generalmente en una estructura jerárquica en
la que prevalece el juego entre la cooperación, el egoísmo y la competencia entre
sus integrantes, y que se presenta como el marco integrador de las conductas
humanas.
Se constituyen así las instituciones organizadas, como conjuntos sociales por
medio de los cuales los individuos buscan alcanzar sus fines a través de la
estructuración de actividades con funciones diferenciadas, bajo normas explícitas.
Aparece entonces la práctica administrativa como instrumento mediador entre las
necesidades individuales y los fines de la sociedad; necesidades que para ser
satisfechas requieren de un proceso de definición, clasificación, interpretación,
almacenamiento y transmisión de conocimientos5, y fines que son considerados
estados deseables que varían con el tiempo, ya que son el resultado de un
proceso en el que intervienen los propósitos de los individuos, las relaciones de
poder y las demandas del medio ambiente.
La aparición de actos administrativos pareciera a primera impresión, ser
simplemente el lógico resultado de la capacidad del ser humano para desarrollar
habilidades y herramientas que le sirvan para minimizar el devastador efecto de
sus limitaciones; sin embargo, y quizá simplemente haciendo explícito lo obvio, la
“actividad administrativa” llevada a cabo por el hombre es el imperfecto resultado
de tratar de imitar el perfecto proceso de adaptación y selección de la naturaleza.
Vuelven a tomar su papel protagónico los “muros derechos” y el reconocimiento de
las incapacidades humanas: el hombre reconoce sus limitaciones, observa la
naturaleza y encuentra que en ella se presenta la perfecta organización para hacer
frente a las incapacidades propias y del entorno; trata de imitarla y desarrolla
estructuras sociales y actividades administrativas que requieren desarrollar
procesos de planeación, dirección y control, para asegurar coherencia entre las
metas y la aplicación racional de los recursos.
La naturaleza, en su afán por la supervivencia, desarrolla procesos de adaptación,
selección natural, supervivencia del más apto, control poblacional y altruismo de
grupo, comportamientos aprendidos, mutación, reciprocidad social, cooperación
competitiva, especialización y diferenciación, entre otros. Por su parte, el hombre,
bajo el sentimiento de angustia provocado por el conflicto entre su inherente
pulsión hacia la mejora y sus innegables incapacidades, encuentra en la
naturaleza tanto la principal fuente de limitaciones como el mejor y más perfecto
de los ejemplos de lucha por la existencia en un “mundo de límites” 6 que presiona
pasivamente hacia un grado mayor de complejidad7.
Así pues, el hombre
incorpora en sus prácticas administrativas actividades de organización propias de
la naturaleza que están en función de los cambios del medio, pero que terminan
siendo el reflejo de los cambios en el comportamiento individual y de las
relaciones de dependencia y competencia.
Uno de los elementos que desde la biología ha sido incorporado al pensamiento y
práctica administrativa es la organización por estructuras jerárquicas como
expresión de la Ley natural de búsqueda de la supervivencia; estructuras que en la
naturaleza se encuentran ligadas a conceptos como la repartición del territorio,
explotación equitativa de los recursos y aprovisionamiento, y que se han adaptado
a la organización de la vida social y productiva de la humanidad, cuando las
vincula a la aceptación del hombre como ser evolucionado, social y racional, con
lenguaje y capacidad de trabajo, que reconoce sus incapacidades y acepta su
5
HOPKINS Paul. Compétiton et cooperation: L´individu et le groupe. Tomado de: La Rupture entre
L´entreprise et les hommes. Le point de vue des sciences de la dufour. Maurice comp.. Les
Éditions D´organisation. Paris. 1985.
6 Goethe: “vivimos en un mundo de límites” .
7 Para Darwin, la evolución es la tendencia pasiva hacia un grado mayor de complejidad.
necesidad de relacionarse socialmente y de contar con un orden exterior que le
provea de las estrategias necesarias para mejorar su adaptación relativa al
entorno.
Así pues, las actividades administrativas han desarrollado organizaciones en
donde las decisiones individuales se han asociado (por razones de adhesión
moral, conveniencia material o imposición de poder8) en posiciones jerárquicas en
las que surge una estructura de autoridad legitimada por el derecho (que se
reconoce a través de los roles), la aceptación de terceros, el consenso, la
identificación con el líder o la imposición.
Es el mismo motor entonces el que mueve entonces a este tipo de conducta:
admitir las incapacidades humanas y validar la aparición de un líder que
condicione la conducta del grupo y desarrolle estrategias para alcanzar un estado
deseable, un mayor grado de estabilidad y regularidad y mayor racionalidad en
cuanto a la aplicación de los recursos disponibles. Más , como es un tipo de
conducta imitada de la naturaleza, la visión sistemática que rige a las
organizaciones jerárquicas se instaura dentro de la administración con un carácter
dinámico que implica la capacidad para modificar las relaciones sociales y de
trabajo existentes a partir de la necesidad de responder a los cambios que se
presentan en el entorno.
Cuando se hace alusión a los conceptos de relaciones de trabajo y organización
social fundamentada en la determinación de funciones y roles, se toca otro tema
de gran importancia dentro del desarrollo de las bases del pensamiento
administrativo: la división del trabajo como reflejo de la especialización humana en
tareas específicas organizadas a través de relaciones sociales y laborales,
concepto que está directamente relacionado con el concepto darwiniano de
especialización.
Y así como éstos, las prácticas administrativas recogen de la biología y del
comportamiento adaptativo de la naturaleza una infinidad de elementos que hoy
son considerados parte esencial de la función administrativa y que, en muchos
casos, se encuentran tan arraigados al pensamiento administrativo que se
reconocen más como parte éste que de la biología. Sin embargo, y pese al gran
aporte hecho por estos elementos, no puede perderse su verdadera dimensión y
real escala como metáforas utilizadas por el hombre a partir del reconocimiento de
sus incapacidades y de su afán por estructurar prácticas administrativas tan
perfectas como las que se llevan a cabo en la naturaleza (si es que pueden
denotarse prácticas administrativas a las acciones llevadas a cabo en la
naturaleza).
Así pues, no es en ningún momento reprochable tratar de imitar lo perfecto a
partir de los deseos de hacer frente a las incapacidades humanas; lo que sí debe
llevarse con gran cuidado es el manejo del contexto en que se hace tal símil y las
grandes diferencias existentes entre la evolución del mundo natural y el cambio
cultural lámarckiano que rige el progreso de la humanidad.
Los hombres, como seres superiores, dotados de razón, emotividad, sentimientos,
espiritualidad, etc, tienen implícita una responsabilidad que va más allá de la
“simple” satisfacción de necesidades; ninguna de sus decisiones debe ser ajena a
sus dimensiones humanas, a una serie de fines últimos acordes con su verdadero
destino y con la consecución de un desarrollo a la medida de su dignidad, que
permita llevar al hombre a una “feliz condición de vida”.
El hombre es responsable de la consecución de un desarrollo que considere
incentivar una actitud de mayor responsabilidad intergeneracional en relación con
la explotación de recursos naturales.
8
ETKIN Jorge. Sistemas y estructuras de organización. Ediciones Macchi. Buenos Aires. 1978
Igualmente, la humanidad “siempre se encontrará en el dilema de elegir, tanto en
la abundancia como en la escasez”9, lo que obliga al hombre a mantener siempre
su estrecha y
casi inherente relación con las prácticas económicas y
administrativas, lo que marcará la diferencia serán los fines que tenga como
objetivo final de dichas prácticas y la capacidad que tenga de vislumbrar aquello
que le asegure un progreso integral (entendiendo como progreso integral el
progreso de “todo el hombre y de todos los hombres”10).
Es así como el desarrollo del hombre será verdaderamente humano si va más allá
de lo económico y administrativo; objetivo que no parece inalcanzable ya que si el
hombre ha sido capaz de reconocer sus “muros derechos” y a partir de allí
construír herramientas de adaptación, también se encuentra en capacidad de
darle primacía a su voluntad y preferencias compatibles con su dignidad humana y
altruismo.
Lo verdaderamente importante sería entonces que el hombre aprendiera a
encontrar en aspectos éticos y altruistas, de bienestar de grupo, las cualidades
inherentes y necesarias para un ser humano “apto” para la supervivencia.
9
10
CAROL Antoni. Hombre, economía y ética. Editorial EUNSA. España. 1993.
HÓFFNER J. Manual de doctrina cristiana. Editorial RIALP. Madrid. 1974
BIBLIOGRAFÍA
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