CUÁNDO UN NIÑO DEBE O NO ACUDIR A LA ESCUELA La mayoría de los padres de familia dudan sobre la conveniencia de que sus hijos asistan a la escuela cuando presentan síntomas o enfermedades como gripe, fiebre, diarrea o dolor de cabeza. A continuación una guía de los padecimientos más comunes por los cuales una niña o niño debe faltar a clases y durante cuánto tiempo. Al prepararse para el regreso a clases, padres e hijos han sido cuidadosos y precavidos en cuanto a la elección de útiles, calzado y uniformes, además de que probablemente han acudido al pediatra para una revisión general del estado de salud del pequeño y administrar vacunas, a fin de que el aprovechamiento escolar no sufra tropezón alguno. Sin embargo, y a pesar de los cuidados que se tengan, los pequeños siempre están expuestos a sufrir alguna enfermedad que puede afectar su aprendizaje durante algunos días e interrumpir su continuidad como alumnos. Por ello, es importante que los padres conozcan cuáles son estas patologías, así como el tiempo necesario de ausentismo para que el niño se recupere adecuadamente y para prevenir el contagio a sus compañeros. Cabe señalar que es muy conveniente que los padres consulten al pediatra cuando el niño no se sienta bien y presente síntomas que pongan en evidencia alguna enfermedad de consideración que afecte su concentración, capacidad de aprendizaje y movimiento, es decir, su rendimiento escolar; hablamos de fiebre, vómito, diarrea, salpullido o malestar general. Esto tampoco significa que toda enfermedad contraída por los infantes sea una emergencia médica, ya que es factible que los padres, en su afán de proteger, pueden alarmarse ante síntomas muy leves o incluso ser engañados por sus hijos, que en realidad no se sienten mal, pero que desean quedarse en casa. Guía de padecimientos Como regla general, se estima que un niño con dolor importante de cualquier origen, fiebre (38º o más de temperatura), dificultad respiratoria, decaimiento marcado, diarrea, vómito o crisis debido a una enfermedad crónica (asma o diabetes, entre ellas), no debe asistir a la escuela; en cambio, cuando presenta dolor de garganta y tos moderadas, o leve secreción nasal sin aumento de temperatura, puede asistir a clases sin mayor dificultad. Un infante no debe permanecer en casa por "parecer enfermo", "presentar mal color", "tener ojeras" o "estar fatigado", sobre todo si no hay otros síntomas evidentes ni diagnóstico certero del pediatra. A grandes rasgos, las infecciones ocasionadas por virus (virales) son la causa más común de ausentismo escolar en todo el mundo, debido a varios factores: se contagian con facilidad, están muy extendidas y, sobre todo, porque los pequeños todavía no cuentan con las defensas necesarias para hacerles frente. Por fortuna, la gran mayoría son relativamente fáciles de erradicar y sólo necesitan reposo y algunos medicamentos para disminuir los síntomas. Otras enfermedades son de origen bacterial, y llegan a exigir el aislamiento del niño no sólo para lograr su alivio, sino también para evitar su propagación entre los chicos de su salón o compañeros de recreo. En estos casos el tratamiento puede incluir descanso y administración de antibióticos, ya que estos fármacos son útiles para eliminar este tipo de microorganismos. Ahora sí, pasemos a enunciar los padecimientos más comunes que son causa de ausentismo escolar: Resfriado y gripe. Es una infección viral que afecta a nariz y garganta, la cual se caracteriza por estornudos, escalofríos, malestar general, dolor de cabeza y flujo nasal. El niño requiere descanso para recuperarse de este mal, y puede regresar a clases luego de 24 horas sin fiebre y con mejoría de los síntomas. El tiempo de aislamiento es entonces variable, de 2 a 4 días aproximadamente, pudiendo ser más prolongado en caso de no observar alivio. No administre ácido acetilsalicílico en menores de 14 años, ya que puede desencadenar un padecimiento conocido como síndrome de Reye, caracterizado por inflamación cerebral. Anginas bacterianas (amigdalitis). La inflamación de las amígdalas o tejido que se encuentra al interior de la garganta para protegerla suele tener su origen en infección ocasionada por bacterias. La zona afectada luce cubierta por una capa blanca grisácea o amarillenta, y se manifiesta con ardor, irritación en la garganta, tos, dificultad para tragar, fiebre, excesiva salivación e incluso vómito. El pediatra suele efectuar el diagnóstico con ayuda de estudios (cultivo bucofaríngeo) y si no hay complicaciones, bastan dos días de reposo bajo prescripción de antibióticos Conjuntivitis. La infección de la conjuntiva o tejido traslúcido que protege al ojo se identifica mediante enrojecimiento del globo ocular y lagrimeo constante; puede ser ocasionada por virus, de modo que sólo exige reposo, pero también por bacterias (se distingue por generar secreción amarillenta, más notoria al levantarse por la mañana), y puede requerir antibióticos en forma de gotas oftálmicas. No se considera un padecimiento peligroso y no hay acuerdo unánime de que sea causa que justifique ausentismo; sin embargo, considerable número de pediatras aconsejan aislar al pequeño durante 1 o 2 días, sobre todo cuando sus ojos luzcan muy rojos y con legañas, ya que le resulta difícil enfocar lo que se anota en el pizarrón y porque puede contagiar a sus compañeritos. Diarrea. La evacuación frecuente de heces líquidas puede ser causada por gérmenes como amebas, bacterias y virus mediante el consumo de agua y alimentos contaminados y por contacto con utensilios empleados para comer y beber sin lavar correctamente. Debido a que se debe vigilar que el niño cumpla su tratamiento, que consiste sobre todo en la adecuada administración de medicamentos y líquidos para reponer el perdido a través de las evacuaciones, se recomienda que vuelva a clases 24 horas después de haber desaparecido los síntomas. Vomito. Al igual que la diarrea, puede tener su origen en infección de bacterias y virus, pero también por inflamación del oído, ya que el centro del equilibrio se ve alterado y con ello se generan mareos y nauseas. El tratamiento dependerá del diagnóstico del pediatra, de modo que cuando éste radique en problemas estomacales se requerirá adecuada administración de líquidos (y antibióticos, de ser necesarios), y cuando se deba a problema en oídos se recomendarán analgésicos y tal vez antibióticos. En cualquier caso, lo mejor es que el niño vuelva a clases hasta 24 horas después de que no hayan síntomas. Reflexiones para el hogar. • Los padres debemos estar atentos a cualquier requerimiento de nuestros hijos. • Consultar al pediatra y cumplir el tratamiento indicado. • Entender que si enviamos a nuestros hijos enfermos a clases, no solo perjudicamos su aprendizaje, sino el de todos los demás. • Un niño contento es el reflejo del trato que recibe. • Siempre la calidez y bienestar comienza en nuestro hogar. “La vida se basa en el respeto hacia uno y el respeto hacia los demás”… Apoyando siempre a la familia… Les da las gracias: Agosto, 2010.