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“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional "
REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN PLENARIA DE LAS COMISIONES DE PRESUPUESTO Y HACIENDA
Y DE ECONOMÍA NACIONAL E INVERSIÓN
Salón Azul – H. Senado de la Nación
22 de marzo de 2016
Presidencia de los señores senadores Juan Manuel Abal Medina
y Eduardo Alberto Aguilar
PUBLICACIÓN DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE TAQUÍGRAFOS
“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional"
22.3.2016
Reunión de las comisiones de Presupuesto y Hacienda
y de Economía Nacional e Inversión
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- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón Azul del H.
Senado de la Nación, a las 10 y 36 del martes 22 de marzo de 2016:
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muy buenos días a todos y a todas.
Antes de continuar con la discusión que venimos llevando adelante desde hace varios
días y conociendo los terribles hechos que han ocurrido en Bruselas –conocidos por todos–
quería pedirle a todos y a todas que hagamos un minuto de silencio en recuerdo y solidaridad
con las víctimas.
- Así se hace.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchísimas gracias.
Creo que como un país que ha vivido en carne propia los hechos salvajes del
terrorismo internacional, correspondía reafirmar nuestro permanente compromiso y
solidarizarnos con las víctimas.
Vamos a continuar con la última de nuestras reuniones. Quiero recordarle a los
expositores que han sido invitados hoy que, por una cuestión de tiempo y funcionamiento,
seremos muy estrictos con el tiempo: un máximo de diez minutos para cada uno. Haremos
una ronda general y, después, se harán las preguntas cuando hayan sido terminadas todas las
exposiciones.
En primer lugar, le vamos a dar la palabra a Juan José Cruces. Es economista por la
Universidad de Buenos Aires, magíster en Economía Internacional y Desarrollo por la
Universidad de Yale y doctor en Economía por la Universidad de Washington. Actualmente,
dirige el Centro de Investigaciones y Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella. Es
especialista en Economía Financiera. Ha realizado trabajos sobre el costo de defaults
soberanos, sobre propiedades estadísticas de medidas de riesgo país y sobre el uso de la
información privilegiada en la negociación de títulos valores.
Licenciado: está en uso de la palabra.
Sr. Cruces.- Muchísimas gracias.
Es un enorme honor para mí como académico poder venir a un foro tan importante a
contribuir mi granito para las decisiones tan relevantes que ustedes tienen que tomar.
Voy a seguir una presentación, de la que hay copia para todos los senadores y,
entiendo, para el resto de la gente también. Los funcionarios de la comisión tienen más, si
alguien no tiene.
El principio rector que anima la presentación que voy a hacer es el que nos enseñó el
general Perón: “En nuestro tiempo, gobernar es crear trabajo”. El expresidente Alfonsín
también solía aludir a la ética de la responsabilidad, concepto weberiano de que cuando uno
tiene decisiones difíciles que tomar, a veces no es la que a uno más le gusta, pero es la más
conveniente para el largo plazo para nuestros conciudadanos.
¿Cómo empezó esto? Básicamente, ahí tienen una copia de lo que es un contrato
típico de bonos. Eso es lo que está en el prospecto del bono que se vende; lo tienen en inglés
y traducido al castellano. Fue una promesa hecha por un gobierno democrático. El bono que
tienen ahí fue emitido en 1998. Se emite un bono porque el presupuesto votado por este
Congreso contenía un déficit. Cuando el presupuesto contiene un déficit siempre se emite
deuda. Esa deuda puede ir al Banco Central, se le da un papelito al Banco Central y se le pide
que imprima billetes a cambio, o esa deuda puede flotar en el mercado internacional y uno
consigue dólares a cambio. Pero siempre que ustedes, señoras y señores senadores, votan un
presupuesto con déficit sube el endeudamiento de la República. Nosotros elegimos ley Nueva
York. O sea, las autoridades legítimamente constituidas y la Argentina eligieron ley Nueva
York, porque era más barato simplemente.
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Quiero leer una oración del contrato que dice: Estás obligaciones son directas,
incondicionales, no garantizadas e insubordinadas de la República y tendrán una posición de
pari passu y sin preferencia entre ellas. La República –esta es la parte que más me importa–
ha comprometido su plena buena fe y crédito a realizar todos los pagos de capital e intereses
sobre los títulos de deuda a su vencimiento y a cumplir con todos los compromisos asumidos
en los títulos de deuda. Estas cláusulas son totalmente estándar. Estaban en todos nuestros
títulos emitidos en los 90 y la misma cláusula está en los títulos emitidos en el año 2005 con
motivo de la reestructuración de la deuda. Abajo dice: La ley aplicable es ley Nueva York.
Entonces, ¿por qué tanto juicio? Junto con un coautor alemán Christoph Trebesch, de
la Universidad de Munich, computamos las quitas en todos los defaults soberanos que hubo
desde 1978 hasta la actualidad: un total de 180 eventos de defaults soberanos. Para cada uno
computamos la quita en valor presente al momento de la reestructuración. Ahí tienen la lista
de las 21 quitas… 20 quitas comparables a la nuestra, con la nuestra son 21. Son desde 1998
para aquí y el motivo es porque es después del Plan Brady. O sea, en el Plan Brady, el
gobierno estadounidense intervenía tratando de domesticar a los buitres. Desgraciadamente,
después del Plan Brady, el gobierno estadounidense se corre y es una negociación bilateral
entre gobiernos deudores y una masa bastante anárquica de acreedores.
Ahí tienen lo que fueron las quitas de todos estos países. Miren los nombres nomás.
Con los nombres, ustedes se van a dar cuenta. Nuestra quita, valuada al momento del canje,
fue del 73 por ciento. O sea, el acreedor que tenía un título y elegía participar del canje, tenía
una pérdida patrimonial del 73 por ciento de su riqueza, algo que nuestro conciudadano y
exfutbolista de la selección, “Perico” Pérez, ha comunicado de manera muy convincente por
la televisión: “Yo creí en la Argentina e invertí y, en un momento, me sacaron dos tercios de
mi plata, aproximadamente.”
Como ven ahí, nuestra quita fue de las más altas de la muestra de comparación. Sólo
Irak, que venía de una guerra civil, que tenía un invasor extranjero y que tenía una protección
muy especial de las Naciones Unidas hizo una quita mayor que nosotros. El caso más
comparable a nosotros es Uruguay, que tuvo una quita del 9 por ciento.
No lo voy a detallar ahora, pero básicamente nuestra quita fue muy alta para
estándares internacionales. Fue muy alta para nuestro nivel de endeudamiento, para nuestro
nivel de riqueza, para la intensidad de nuestra recesión y para nuestros términos de
intercambio. Tardamos mucho en hacerla y fue muy conveniente para nosotros en el corto
plazo.
Ahora bien, como en ese momento la quita era tan grande, tuvimos que ponerle la
cláusula RUFO y la ley “cerrojo”. Estos eran dos suplementos legales que protegían a la gente
que entraba al canje. La RUFO fue pedida por los administradores de las AFJP que dijeron:
“Yo temo que me hagan un juicio por mal administrar la riqueza de mis cuentahabientes.
Entonces, pidieron la RUFO como protección.
En la negociación, grupos de acreedores pidieron una protección adicional, que fue la
ley “cerrojo”, que fue: prometeme con la máxima decisión política de tu Estado –o sea, una
ley– que nunca vas a hacer una mejor oferta y que no vas a reabrir el canje. Eso fue la ley
“cerrojo”. Hoy esa ley ya no se necesita, porque la gente ya entró. Tenemos 93 por ciento
adentro y nos queda el 7 por ciento.
Para entender el problema que tenemos de la manera más fácil –veo ahí que está la
televisión– piensen en los álbumes de figuritas que usábamos cuando éramos chicos.
Imaginate un álbum de cien figuritas. Cuando lo llenaba, iba al quiosco y lo cambiaba por la
pelota. Nosotros tenemos 93 figuritas y nos faltan 7. Y los tipos que tienen las 7 figuritas no
nos las quieren vender al precio promedio que compramos las otras 93. No, quieren más.
Desgraciadamente, los contratos que firmamos les dan la razón. Todo el sistema judicial que
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elegimos para dirimir estos conflictos le han dado la razón. Entonces, básicamente, lo que
tenemos que hacer el comparar el costo de las 7 figuritas con el valor de la pelota y el placer
de jugar el partido. Tenemos la economía muy estancada hace cuatro años. Un determinante
importante de por qué pasa eso es que no tenemos este problema resuelto. Creo que
resolviendo este problema, vamos a poder ir adelante.
Entonces, es difícil convencer al mundo de que la realidad de nuestra crisis justificaba
tamaña quita, especialmente cuando, por otro lado, le estamos diciendo que tuvimos la mejor
década desde 1819. Por un lado, le decimos: “tenemos una situación de gravedad tal que te
tenés que aguantar una quita del 73 por ciento”. Y, por otro lado, le decimos: “tenemos la
década de mayor crecimiento desde 1810”. Desde el punto de vista de alguien que creyó en la
promesa que les mostré recién, es difícil reconciliar esos dos conceptos. Especialmente,
porque los argentinos cuando nos toca ahorrar elegimos ahorrar en dólares y en inmuebles
porque son activos de bajo riesgo de confiscación. Ahora bien, cuando el resto del mundo nos
presta decimos: “tenés que aguantarte esta quita. Si no te gusta, aguántatela igual”. Es difícil
convencer a la comunidad internacional de que somos un miembro razonable de esta
comunidad.
No puedo hacerlo por las limitaciones del tiempo… Escribí un libro que se llama Una
República sin buitres, que va a publicar el Fondo de Cultura Económica, en el cual, por
ejemplo, está documentado todo este benchmarking contra todos los otros deudores que
hicieron restructuraciones; y nuestra quita ahí luce como muy grande. ¿Cuáles fueron las
consecuencias de esto? En la Argentina suele decirse que la tasa de aceptación de nuestro
canje fue muy alta. Comparado con quiebras comparativas, eso es correcto. El problema es
que esto no es una quiebra corporativa. Ayer el doctor Roberto Cortés Conde lo explicó muy
bien: esto es tomado en las cortes de los Estados Unidos como un pagaré comercial común.
Por eso, necesitamos las siete figuritas.
Ahora bien, lo que tenés en el gráfico, en la página 10, en el eje horizontal de la
página 10es la quita de todos los canjes para los cuales tenemos tasa de aceptación; cuánta
gente aceptó el canje. Y en el eje vertical tenés la tasa de aceptación. Lo que vemos ahí es que
nuestro canje de 2005 con una quita del 76 por ciento, en realidad, fue un canje muy resistido;
fue el segundo canje más rechazado de todos los canjes comparables. Cuando le sumás el
canje de 2010, se llega una tasa de aceptación del 92,7 por ciento, que de nuevo en el discurso
político argentino parece una tasa muy alta. Cuando uno lo compara con el universo de los
otros canjes, lo que tenemos es que es el cuarto canje más rechazado de todos los canjes de
deudores soberanos, que son países en realidad más pobres que nosotros y que tuvieron crisis
menos agudas que nosotros, en general. De modo que para estándares internacionales nuestro
canje fue muy rechazado.
La próxima página muestra la cantidad de juicios que tuvieron estos canjes. En el eje
equis tenés las quitas, en el eje horizontal tenés la magnitud de la quita de todos estos canjes y
en el eje vertical la cantidad de juicios. La mitad de los canjes no generaron ningún juicio.
Algunos canjes generaron un par de juicios. Irak que fue un canje muy agresivo generó diez
juicios, nosotros generamos 41 juicios; o sea, nuestro canje fue muy litigado.
Este gráfico, el gráfico de la página12, muestra el total de juicios de buitres en
tribunales de Nueva York, Londres, y el CIADI del Banco Mundial a fin de cada año desde
1980 hasta 2010. Lo que ves ahí es un crecimiento tendencial, un crecimiento secular, de la
cantidad de juicios. Y esto puede interpretarse como que hay un problema severo en la
arquitectura financiera internacional que requiere un remedio que es una reestructuración de
la arquitectura financiera internacional. Estos son todos los deudores del mundo.
El próximo gráfico descompone a la Argentina del resto de los deudores. Y lo que ves
es que a finales de 2010 de 43 juicios pendientes en tribunales de Londres, Nueva York y El
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Reino Unido 40juicios eran contra la Argentina; el 96 por ciento del volumen monetario total
litigado en estas cortes es contra nosotros. Yo interpreto este gráfico como si no hubiera un
problema estructural de la arquitectura financiera internacional sino que nosotros tenemos un
problema y cuanto antes lo resolvamos como lo propone la ley bajo su consideración tanto
mejor para los argentinos más vulnerables.
Ahora bien, imagínese el gerente de una multinacional, el gerente de la filial local, que
va a su casa matriz argumentando que hay que hacer un plan de inversión, una planta en
Mendoza, en Buenos Aires, en Rosario, en San Juan y trata de convencer a sus accionistas.
Dice: “sí, sí. Hay que traer plata fresca para hundirla en la Argentina –“hundir” se dice en
economía cuando uno “clava” capital en la tierra–, para ponerla en la Argentina y hacer un
proyecto de inversión”. Y los accionistas le van a decir: “este país cuando tiene diferendos
con sus inversores elige cortes que no respeta. ¿En qué planeta vivís que querés que
invirtamos más en la Argentina?” Resolver este conflicto –volviendo a la frase del general
Perón– creo yo es un requisito sine qua non para volver a tener relaciones normales con el
sistema financiero internacional y para que los gerentes de empresas que operan en la
Argentina y para los propios argentinos que eligen fugarse de la moneda, ahorrar en dólares y
en inmuebles, vuelvan a considerar invertir en nuestro sistema productivo creando puestos de
inversión en blanco. La pregunta que uno se hace es:¿conviene arreglar o no conviene
arreglar? Las principales consideraciones para eso son cuánto nos cuesta arreglar y el
beneficio de arreglar.
Un comentario sobre el último gráfico: el gobierno que acaba de terminar reconoció
esta realidad de inversiones. Fíjense ustedes el pacto de YPF con Chevrón. Cuando
necesitábamos que alguien venga y ponga nueva plata en la Argentina, le dimos concesiones
que esencialmente lo eximían de la justicia argentina. De modo que hay que reconocer con
realismo bajo qué condiciones en un escenario de tal antagonismo con el sistema financiero
internacional la gente está dispuesta a invertir en la Argentina. El gobierno anterior dio
concesiones muy graciosas –según ha revelado la prensa y no ha desmentido YPF– para que
venga capital a YPF. El principal argumento, entonces, ahora es si conviene o no arreglar;
¿cuánto me cuestan las siete figuritas?, ¿cuánto es el valor de la pelota? Diversos economistas
que han pasado por acá han hecho esta cuenta y dicen que es realmente conveniente arreglar.
Sin embargo, en el discurso político argentino hay una consideración que normalmente se
hace; se dice: “esta oferta es mucho más generosa que la que hizo Néstor Kirchner en el año
2005”.
Entonces, quisiera focalizarme en eso porque he hecho un trabajo con otra persona
que estudia esa cuestión. La manera más fácil de pensar el problema: imagínense cuando
ustedes van a la farmacia porque su hija está enferma, tiene fiebre, y ustedes necesitan
comprar una medicación. Uno cuando llega a la farmacia puede hacerse dos preguntas: ¿la
medicación va a curar la fiebre de mi hija? o ¿el laboratorio farmacéutico está ganando mucha
plata? En el discurso argentino prevaleciente de los últimos años creo que nos hemos quedado
tildados pensando que el farmacéutico –que viene a ser los buitres–está ganando mucha plata
y nos olvidamos de la consideración más importante que es cuánto nos conviene esto a
nosotros; es decir, la medicación va a curar o no va a curar a mi hija. Y creo que esa es la
consideración importante.
Pero dado que esa pregunta es tan recurrente en la Argentina, les voy a compartir
algunos números de una investigación que hice con un abogado estadounidense, que es un
paper que está dando vuelta en el circuito internacional. La oferta base que está haciendo el
gobierno es parecida a lo que le costó a la Argentina la oferta de 2005 traída a hoy;o sea, en
2005 había un acreedor que tenía un pagaré que decía: “la Argentina te va a pagar cien
dólares más intereses”. A esa persona le dimos un paquete de bonos que valía 37 dólares.
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Imagínense lo siguiente: si en 2005 hubiéramos sido tan visionarios para crear un fideicomiso
a favor de este 7 por ciento de acreedores recalcitrantes que nos iban a “buitrear”, que nos
iban a pelear hasta la máxima instancia judicial. Para ese 7 por ciento creamos un fideicomiso
al cual le dimos los mismos bonos que le dimos al otro 93, y cada vez que la Argentina le
pagó un dólar a la gente que entró al canje le pagó un dólar también a este fideicomiso y el
fideicomiso reinvertía en el mismo bono que lo pagaba. Entonces, uno se pregunta: ¿cuánta
plata habría hoy ahí? Dicho más sencillo: en 2005 entregamos un conjunto de vacas con un
toro, un conjunto de gallinas con un gallo, y esos animales se reprodujeron en un corral.
¿Cuántos animales hay hoy en ese corral?
Entonces, por cada cien dólares que debíamos originalmente le dimos un paquete que
a 2005 valía 37 dólares, a hoy ese paquete –según mis cómputos–a noviembre del año pasado
valía 133 dólares, según el diputado Kicillof vale 140 dólares, según el Ministerio de
Economía vale 160 dólares. Mi número está en noviembre cuando los precios de los bonos
eran más bajos; a hoy es un poco más alto. Básicamente, la oferta base que está haciendo el
gobierno es la oferta de Néstor más una propina. La oferta pari passu tiene descuentos entre
el 22 por ciento y el 30 por ciento del valor de la creencia. Lo que pasa es que la creencia ha
ido creciendo por los intereses moratorios que tenemos que pagar y porque siguieron
devengando el viejo interés que es el mayor costo de financiamiento.
Las renegociaciones que les mostré en la primera página tienen una quita promedio
del 42 por ciento. En esas renegociaciones el deudor tiene mucho más poder porque el
acreedor no tiene sentencias judiciales a su favor. En nuestro caso, tenemos a un acreedor que
tiene un arma nuclear bajo el brazo, porque tiene estas sentencias judiciales que son el
extremo, que nos han bloqueado los pagos sobre los bonos que estaban siendo servidos. El
gobierno ha conseguido una quita entre el 22 y el 30 por ciento según la negociación con
distintos acreedores. Comparado con el estándar internacional de negociaciones en las cuales
los acreedores tenían mucho menos poder, y ahí el promedio es el 42 por ciento; a mis ojos,
números entre el 22 y el 30 por ciento son números razonables.
Mario Blejer ha dicho una cuestión parecida, Gustavo Marangoni ha dicho una
cuestión parecida, Miguel Bein ha dicho una cuestión parecida; es decir, son las personas que
entiendo hoy estarían manejando la economía si hubiese ganado el Frente para la Victoria.
Para concluir, hago una recomendación final. El problema de los holdouts pone un
cepo a nuestra capacidad de conseguir inversiones y crecer. Se ha prolongado demasiado en el
tiempo y nos margina del funcionamiento normal de la comunidad económica internacional.
El arreglo se paga, asimismo, con el ahorro de intereses y el crecimiento incremental que va a
permitir. La oferta base es apenas mejor que la oferta de 2005. La oferta pari passu reconoce
una situación judicial enormemente comprometida.
Un tema importante es que si volvemos a tener la tarjeta de crédito –como dice Mario
Blejer–, tenemos que ser muy prudentes una vez que recuperemos el acceso al crédito, y eso
vuelve la pelota a este Congreso, que es el que aprueba el presupuesto y el nivel de déficit; o
sea, de nueva deuda que se emite cada año.
Muchísimas gracias, señor presidente. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchísimas gracias.
Ahora le vamos a dar la palabra a Ramiro Castiñeira. Ramiro Castiñeira es licenciado
y magister en Economía por la Universidad de Buenos Aires, se desempeña como economista
jefe de la consultora Econométrica, fue asesor externo del Mercosur colaborando en el
armado de informes para la armonización de las estadísticas públicas.
Les recuerdo, para los invitados que participan por primera vez de una audiencia en el
Senado, que en esta casa por tradición ni se aplaude, ni se abuchea y menos aún se chifla para
facilitar el debate.
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Adelante, Ramiro Castiñeira.
Sr. Castiñeira.- Muchas gracias. Gracias por invitarme.
Voy a hablar diez minutos, no voy a extenderme, pero quiero que se lleven un número
nada más. El número es la tasa de interés a la cual en este momento se está actualizando el
monto adeudado en magnitud de los que ya aceptaron la oferta. Y el número que surge en el
marco de pagar una sentencia incluso es más bajo que si hoy el gobierno sale al mercado a
buscar deuda. Ese número es 6,9 en este momento y va bajando a medida que va entrando a la
oferta base el resto de los acreedores que tienen bonos en default.
- Durante la exposición del señor Ramiro Castiñeira se proyectan
imágenes en Powerpoint.
Sr. Castiñeira.- Para poder comparar la oferta que está haciendo la Argentina, voy a hacer
una pequeña explicación.
Este cuadro permite hacer una pequeña comparación. Por ejemplo, los que entraron en
el canje 2005 y 2010, si en 2001 tenían 1 dólar de bonos en default, en este momento tendrían
1,33 dólares; el Club de París en este momento tendría 2 dólares. La oferta base es 1,5 dólar y
el fallo más los me too son casi 3 dólares.
Ahora, si ese inversor en vez de tener títulos en la Argentina hubiese invertido a una
tasa del 6 por ciento, hoy tendría 2,26 dólares. O sea, ese es el parámetro para poder comparar
si ganó o perdió, quién asumió quitas y quién no las obtuvo.
Obviamente, los que entraron en canje de 2005 y 2010 son los que mayor quita
obtuvieron. Si invertían al 6, tendrían 2,26 dólares; actualmente, tienen 1,33 dólares. El Club
de París estuvo bastante cerca, porque hoy tiene 2 dólares y si invertía al 6 por ciento, tendría
2,26. La oferta base es un poquito mejor –como se está marcando– para los que ingresaron al
canje de 2005 y 2010, porque tendrían 1,5 dólares –esa es la oferta argentina– y el fallo y los
me too –como ya recordamos– en promedio es de 2,9 dólares, casi 3 dólares. Adentro hay
algunos que ganan mucho más, otros que ganan mucho menos, pero me parece que lo
importante acá es el promedio. Por eso lo importante es que el fallo multiplica casi por tres.
Ahora lo voy a expresar en tasas de interés. Si durante catorce años recién tengo 1,33
dólar implica que la tasa de interés implícita que tiene adentro los que entraron al canje de
2005 y 2010 es del 1,2 por ciento. El Club de París, por ejemplo, si duplicó el monto, pasó de
5.000 a 10.000 millones en un lapso de doce años, tiene una tasa de interés implícita del 5,7.
Después, tenemos la oferta de los holdouts, que son dos grandes grupos: el pago con
sentencia o con quita, que es la propuesta; y la oferta base. En cuanto al pago de la sentencia
con quita, la Argentina ofrece pagar una tasa implícita del 7,8, ya con la quita adentro. Este
punto ya lo aceptó más de 90 por ciento de los acreedores que están favorecidos por la
sentencia. Y respecto de la oferta base, principalmente lo aceptó el 33 por ciento, que son los
bonistas Italianos.
En el promedio, tomando en cuenta que casi todos los favorecidos por la sentencia
aceptaron la oferta que hizo el gobierno y la oferta base que la aceptaron italianos, en este
momento está dando que estamos actualizando la deuda al 6,9.
Ahora, si llegan a entrar el cien por cien de todos los acreedores, la tasa baja a 4,8. Ese
punto no es menor porque está mostrando que la tasa a la que se actualiza la deuda en default
durante catorce años es incluso más baja que la que se le otorgó al Club de París. Si cerramos
hasta hoy, con todos los que ingresaron, es de 6,9, que está incluso por debajo de lo que hoy
cotiza cualquier bono argentino en el mercado.
Después, en este gráfico lo que intento mostrar con esta barra grandota es que esto es
como un partido, en el que en el primer tiempo se hicieron muchos goles, porque obviamente
se hizo una quita importante que permitió actualizar a los precios de hoy la deuda a nada más
que a una tasa del 1,2; el Club de París –como dijimos–, al 5,7, pero con un monto mucho
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menor; la oferta base, a 2,9; los me too, al 7,8. Si Argentina sale del default con esta oferta
renegoció absolutamente toda la deuda a una tasa implícita promedio de 1,7.
Es decir, el canje 2005 y 2010 fue tan beneficioso que aun pagando tres veces el
capital a los favorecidos, la negociación entera es de una tasa implícita de 1,7.
Volviendo a la comparación con el partido de fútbol, evidentemente en el primer
tiempo hicimos muchos goles, en el segundo tiempo algunos goles nos metieron, pero el
partido lo ganamos. Entonces, el punto es justamente que toda la renegociación de la deuda a
la fecha, gracias al canje de 2005 y 2010, sería a una tasa nada más que del 1,7.
Este cuadro muestra los preacuerdos alcanzados. Obviamente, el hecho de reconocer
la sentencia y hacerle una quita, lo que tiene una tasa implícita del 7,8, es algo que aceptaron
casi todos los que están favorecidos por el fallo, lo cual representa en este momento casi 2400
millones de dólares de deuda en default. En ese sentido, el gobierno se compromete a pagar
casi 6500 en efectivo. Después, están los italianos, con casi 1.000 millones de dólares en
default, a quienes el gobierno se comprometió a pagar casi 1.500 millones de dólares en
default.
En su conjunto, de los 6000 millones en default, 3300 millones ya entraron al acuerdo.
En este momento, con el 55 por ciento adentro, se emitirían o, de hecho, se pagaría 7900
millones de dólares a una tasa implícita del 6,9. Después, obviamente, si el resto de
acreedores entra a la oferta base, la tasa baja bruscamente y termina en 4,8.
Para resumir nuevamente la idea de fondo, la Argentina cuando renegoció con el Club
de París tenía 5.000 millones dólares, hoy le terminó pagando 10.000, exactamente el doble.
Lo que está pidiendo el gobierno ahora para emitir fíjense que es exactamente lo mismo.
Debemos 6.000 de deuda en default, pide 12.000. También duplica.
Esto muestra que si con la oferta del Club de París en el marco de una negociación
con países que supuestamente no buscan un lucro se está obteniendo similares resultados, no
es tan caro arreglar con los holdouts. Ayuda un montón que la oferta base es bastante
agresiva. Si bien se le paga más que si hubiesen entrado en 2005 y 2010 ‒ que era ese el
objetivo de los italianos‒, igualmente la tasa implícita es de 4,8 por ciento. Este punto no es
menor, porque la Argentina tenía una deuda que era de más de 100 puntos, y estaba
sobreendeudada; en efecto, llegó al default con un por porcentaje del PBI que era de más del
100 por ciento de su PBI.
Y ahora, para salir del default, estamos hablando de, como máximo, 2,6 por ciento del
PBI. Es decir que estamos en magnitudes realmente bajas. Y este gráfico muestra, justamente,
cómo queda la deuda pública después de negociar.
Parto con diciembre de 2004, cuando estábamos en default por más del 100 por ciento
del PBI. En la actualidad y si finalmente prospera esta oferta, la Argentina le deberá a
privados y a organismos internacionales 23 puntos del PBI. Sobre esto, debemos tener en
consideración que el Banco Central también tiene deuda externa, el Swap chino, 2 puntos y el
REPO, 1 punto. En total, reitero, si prospera la oferta, la Argentina tendría una deuda externa
con privados, o una deuda contra privados y organismos internacionales, de 26 puntos del
PBI.
Ahora bien, si recordamos que partimos de 100 puntos del PBI y de una economía
sobreendeudada que nos llevó al default y a la mayor crisis que tuvo la Argentina, quiero
sacarle dramatismo al pago de la sentencia y dar cuenta de toda la película en cuanto a que la
Argentina quedó desendeudada y después con la imposibilidad de acceder al mercado. La
realidad de la foto es que la Argentina quedó con un monto de deuda bajo y esa es la carta
principal de la que se dispone para suavizar el contexto internacional que se está viviendo en
este momento.
En cuanto a las conclusiones, y me queda solo un minuto, en este momento ya
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aceptaron el 55 por ciento. Se pagarían 7.900 millones y, si entran absolutamente todos, se
pagarán 11.700 millones de dólares, es decir, 2,6 por ciento del PBI.
La tasa implícita, en este momento, es de 6,9 por ciento y bajando. Si entran
absolutamente todos, como la oferta es agresiva, termina bajando al 4,8 por ciento.
Y, después, por último, su pago no cambia la realidad de una economía desendeudada
gracias a los canjes de 2005 y 2010, que fueron sumamente agresivos y voluntariamente
aceptados por los acreedores privados.
Si no llega a prosperar el acuerdo, el riesgo de aceleración de la deuda pública
negociada se eleva sustancialmente. Es decir que si no se aceleró la deuda es porque los
acreedores tienen confianza de que vamos a solucionar los problemas.
El riesgo de aceleración, si llega a caer este acuerdo, se eleva sustancialmente y nos
llevaría a foja cero en la negociación; tendríamos un aumento en toda la deuda en default.
Entonces, ese punto no es menor.
Luego, el Estado necesita del crédito para garantizar el retorno a una economía de
mercado nuevamente, con el menor costo social posible. Y si bien en este momento tiene baja
deuda, también tiene bajas las reservas. De hecho, muchas reservas son prestadas, como el
Swap chino y el REPO recién logrado.
Asimismo, si la Argentina le va a apostar nuevamente a la inversión privada a fin de
impulsar la economía, necesita una tasa de interés baja. Y para bajar la tasa de interés, uno de
los pasos que tiene que tomar es solucionar los problemas de deuda. Es uno de los pasos;
porque después tiene que seguir reordenando la macroeconomía. Reitero, es uno no menor,
pero es uno de los pasos.
Como conclusión, se necesita justamente la combinación de todo esto: de que el
acuerdo no es tan caro como se piensa y de que si entran todos a la oferta base, se obtendrían
resultados similares a los del Club de París y saldríamos definitivamente del default con un
ratio de deuda sustancialmente bajo. Y hace rato que la Argentina no tiene niveles tan bajos
de endeudamiento.
De hecho este año, en particular, no hay vencimiento de capital. Veníamos de un
festival de bonos y en este momento no hay vencimiento de capital, lo que muestra que la
Argentina, de verdad, tiene niveles de deuda bajos y es la oportunidad que tenemos para
sopesar el contexto internacional ‒que es muy conflictivo en este momento‒ y para volver a
la senda de crecimiento, muchas.
Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias licenciado.
A continuación, tiene la palabra Sebastián Soler, que es abogado por la Universidad
Nacional de Rosario y magister de Derecho por la Universidad de Harvard. Actualmente, es
miembro del Consejo Directivo de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo y
especialista en Derecho Financiero.
Sr. Soler.- Gracias, presidente; muchas gracias por invitarme.
Por respeto al tiempo valioso de los senadores, voy a concentrar mi posición en tres
puntos técnicos y jurídicos. Soy el único abogado en la mesa y me parece que debería
interesarles, no solo a aquellos que, como yo, piensan que este es un acuerdo regular,
producto del apuro, sino también, francamente, a quienes, de buena fe, han llegado a la
conclusión de que, aún con sus defectos, este es un acuerdo necesario, incluso, ventajoso, y
que, con la misma buena fe, están dispuestos, como corresponde, a analizarlo con
profundidad y, en la medida que sea posible, a mejorarlo.
Los tres puntos concretos que me parece que son de interés son: en primer lugar, el
riesgo de que ya haya nuevos juicios y cómo aún podemos mitigarlos.
Segundo, el significado de que terminemos pagándoles los honorarios a los abogados
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de Paul Singer.
Y, por último, las implicancias de que el Congreso argentino le dé sanción a este
proyecto de ley antes de que la Cámara de Apelaciones de Nueva York dé la certeza que este
acuerdo, de esta importancia, amerita.
En los tres casos, en los tres puntos, los problemas se agudizan como consecuencia del
acuerdo especial diseñado a medida que el gobierno alcanzó a último momento con los
fondos liderados por Paul Singer, que representan casi dos tercios de los litigios medidos por
el capital de los bonos involucrados en Nueva York.
Por lo tanto, digo muy brevemente en qué se diferencia sustantivamente ese acuerdo
de la propuesta inicial que anunció el ministro Prat Gay el 5 de febrero y que es la propuesta
aceptada por todos los demás holdouts, que ya han firmado acuerdos y que tienen juicios en
Nueva York.
La propuesta general ofrecía una quita en la oferta pari passu del 30 por ciento. Y a
Paul Singer se le ha concedido ‒a Paul Singer y a los demás fondos‒ una quita del 25 por
ciento. La propuesta inicial no incluía el pago de honorarios de abogados. A Paul Singer se le
van a pagar hasta 235 millones de dólares por honorarios legales, y por transar o desistir de
sus intentos de embargo, que son, francamente, estrafalarios en distintas jurisdicciones fuera
de Nueva York.
La propuesta general no incluía el pago de intereses; cortaba ese taxi al 31 de enero. A
Paul Singer el taxi le sigue treinta días más, hasta el final de febrero, año bisiesto, y, a partir
del primero de marzo, hasta que le paguemos o el acuerdo se rescinda, habrá intereses
adicionales caracterizados como post sentencia: 2 por ciento anual, es decir, unos 14 millones
de dólares más.
Si uno suma los intereses demás que se le paga respecto de la propuesta inicial, más
los supuestos honorarios de abogados a la quita del 25 por ciento, encuentra que la quita
efectiva que reciben Paul Singer y todos sus bonos es del 20,7 por ciento. Esa es la quita que
favorece a dos tercios de los reclamos.
Paso al primero de los temas, es el de los “Riesgo juicios”.
Esto se divide en dos puntos: uno, el que ya conocemos todos, el riesgo RUFO y, el
otro, el que hagan nuevos juicios e insistan con sus juicios los holdouts que no acepten la
propuesta.
En cuanto al riesgo RUFO, mi conclusión profesional coincide con la de la mayoría de
los expertos: es técnicamente improbable que una demanda que exija un trato igualatorio para
tenedores de bonos emitidos en los canjes 2005 y 2010 prospere, porque, francamente, se ha
caído el principal argumento contractual que es la misma cláusula RUFO.
Ahora bien, esa conclusión técnica tiene para mí dos importantes notas al pie que son
prácticas: la primera, ustedes la habrán escuchado, es que francamente, después de este juicio,
yo considero que la justicia de Nueva York se ha vuelto técnicamente imprevisible. Y lo que
eso significa es que no hay garantías, por supuesto, de que el juez que venga a sentarse en el
asiento que ocupa nuestro flamante aliado, Thomas Griesa, no le encuentre la vuelta para
fallar de otra manera.
La segunda nota práctica al pie es la siguiente: cuando digo que es improbable
que esto técnicamente prospere lo que estoy diciendo es que la sentencia final, la sentencia
definitiva al final de un juicio una vez agotadas todas las apelaciones debería rechazar la
demanda. Pero mientras tanto tenemos el juicio. Y si tenemos el juicio tenemos la
contingencia. El problema de esta contingencia es que cruza, por un lado, un riesgo bajo de
prosperar con una magnitud enorme si ese riesgo bajo se transforma en un daño concreto. Y
la contingencia, por supuesto, tiene el potencial para neutralizar los efectos beneficiosos que
tiene este acuerdo que son, obviamente, lo que todos esperamos: un abaratamiento del crédito
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externo no solo para el país sino también para las provincias y las empresas argentinas.
Basado en la experiencia pasada es indudable que tanto bancos de inversión como
calificadores de riesgo van a exigir una prima de riesgo basada en una contingencia que todos
consideramos que es improbable pero que podría acaecer. Y, entonces, ¿podemos hacer algo
al respecto? Yo digo que sí y que todavía estamos a tiempo.
El proyecto de ley que ustedes tienen enfrente incluye, si no recuerdo mal, en el
artículo 8°, como no podría ser de otra manera, una renuncia expresa: establece que cada
holdout que firme este acuerdo, que acepte esta propuesta, debe renunciar a reclamar los
derechos que le otorgan los juicios por los bonos defaulteados en 2001 e, inclusive, los
compromisos ya firmados incluyen atinadamente una cláusula adicional donde se dice que
contemporáneamente con el pago que realice la República Argentina deberán entregarle un
documento a satisfacción de la República Argentina donde se plasme esa renuncia. Y agrega,
además, que los holdouts que firmaron ese acuerdo se comprometen a no adquirir bonos
defaulteados en el 2001 para hacer nuevos juicios.
A mí me parece que queda picando la pelota diciéndonos lo que tenemos que hacer.
Se debe modificar ese artículo para agregar que los documentos que ya están previstos en los
acuerdos firmados incluyan también una declaración de los holdouts y fondos buitre que los
firmaron y que se han comprometido a entregar este documento, diciendo que consideran
ellos también que la cláusula Rufo ha expirado y que renuncian, por lo tanto, a hacer
reclamos bajo la cláusula Rufo o argumentos equivalentes por cualquier bono que posean o
adquieran en el futuro de los bonos emitidos en 2005 y 2010.
A ver: si efectivamente el riesgo no existe, si efectivamente no hay riesgo Rufo, ¿qué
problema pueden tener en firmar ese documento? Ahora bien, si alguno resiste el problema lo
tenemos nosotros y, entonces, a mí me parece que estamos frente a la última oportunidad que
deberíamos asumir con la responsabilidad que corresponde para por lo menos neutralizar ese
riesgo.
Es cierto que los bonistas que no forman parte de los litigios en Nueva York igual
pueden demandarnos por la Rufo. Pero si bien eso sería un problema el día de mañana
francamente sería un bochorno que el juicio en lugar de hacerlo ellos lo terminarán haciendo
los mismos fondos buitre a los que estamos a punto de pagarles miles de millones de dólares
como consecuencia de este arreglo.
El segundo riesgo es que nos hagan juicio los que no acepten la propuesta. Y esta es
una de las situaciones donde el acuerdo con Singer nos mete en problemas. ¿Por qué? Por lo
siguiente…
¿Me quedan tres minutos, nada más? ¿Y ahora cómo hago? Miren todo lo importante
que tengo que decir. Voy a decir esto rápido.
Cuando uno mira la razón por la cual se puso la cautelar pari passu el juez Griesa dio
dos razones: una, estábamos violando la cláusula pari passu cada vez que pagábamos los
bonos que habíamos emitido en el canje sin pagar los bonos defaulteados. Y la segunda es
que hay una ley cerrojo.
Bueno, la primera condición persiste en el tiempo. Nosotros vamos a seguir pagando
deuda externa, vamos a emitir deuda externa de nuevo y, por supuesto, los holdouts que
tienen esa sentencia firme siguen teniendo derecho a reclamar el pago de esa sentencia. Pero,
aparentemente, a simple vista bajo el proyecto la ley cerrojo ha desaparecido, se la deroga.
Bueno, yo digo que la ley cerrojo se está reemplazando por una ley "cerrojito" -llamémosla
así. Porque cuando uno mira el artículo del proyecto de ley que deja abierta la oferta para el
futuro se encuentra con que ese artículo establece, como corresponde, que la única oferta que
está habilitada es la misma oferta inicial que se hizo el 5 de febrero. Y eso significa que la
única oferta disponible es la oferta base o la quita del 30 por ciento. ¿Cuál es el problema?
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Que a Singer le vamos a pagar solamente el 20. Y, entonces, el día de mañana, cualquiera de
los holdouts que quedaron afuera puede ir a plantearle al juez Griesa o a quien lo reemplace
que cuestiones de equidad requieren que estando presentes los dos factores -porque ahora ya
no puede recibir el trato que se les dio a los que aceptaron antes, que es solamente el 20 por
ciento- corresponde reinstalar la cautelar.
¿Hay algo que podemos hacer al respecto? Sí, y aquí ni siquiera hace falta modificar
el proyecto de ley. Lo único que se requiere es que el Senado le pida al gobierno que los
abogados que ahora están representándolo en la apelación en trámite le pidan a la Cámara que
dé claridad al asunto. Y, ¿cómo da claridad al asunto? Mediante lo que se conoce en el
derecho americano como un fallo declarativo; es un fallo que anticipa una conclusión y lo que
tiene que decir la Cámara es sencillamente que ha examinado, que ha tenido
transparentemente frente a sí las propuestas de acuerdo, incluyendo la de Singer, que ha leído
con cuidado el artículo con la oferta concreta y que pese a todo eso sigue considerando que es
justo levantar la cautelar. Y ahí nos quedamos tranquilos. Pero eso hace falta: si eso no se
consigue de nuevo estamos en un problema.
Voy terminando. Hay un antecedente: en el año 2014 el Banco de Nueva York fue al
juzgado de Griesa y le dijo: "Juez Griesa, yo estoy preocupado porque me parece que me van
a hacer juicio si no giro los fondos que me depositó la Argentina; por favor, haga algo al
respecto.". Y el juez Griesa, a pedido del banco de Nueva York, en el año 2014, sin ningún
litigio en su tribunal, estuvo dispuesto a declarar que, efectivamente, si el Banco de Nueva
York acataba la orden de Griesa y no giraba los fondos no incurría en responsabilidad alguna
frente a terceros, con lo cual la posibilidad existe.
Una última reflexión, presidente. Me voy a saltear el tema de los honorarios: es una
barbaridad que les paguemos los honorarios. Después, si hay preguntas puedo explicar por
qué digo esto. Pero ahora quiero hablar unos segundos sobre el tema de la apelación.
La orden de Griesa dice muy claramente, es una buena orden, que se van a levantar
automáticamente todas las cautelares pari passu cuando la Argentina le notifique al juez
Griesa que ha derogado las leyes y que le ha pagado a los holdouts que firmaron los acuerdos.
Esa orden era esperable que fuera apelada. ¿Por quienes fue apelada? Bueno, por los
holdouts que no aceptaron la propuesta. Eso es lógico: están enojados y quieren la cautelar
porque sin ella les va a costar seguir negociando. Lo que no era esperable es que la apelara el
propio Paul Singer. ¿Cómo puede ser que Paul Singer firmó un acuerdo con el gobierno
argentino el 29 de febrero; que el 2 de marzo el juez Griesa dicta la orden que plasma ese
acuerdo; y dos semanas después, el 14 de marzo, Paul Singer apela la orden porque dice que
no entiende, que no interpreta, de la misma manera el significado y el alcance que firmó
apenas 14 días antes con el gobierno argentino? Efectivamente, hay una discrepancia y está
planteada frente a la Cámara de Apelaciones, y no es una discrepancia menor.
Lo que Paul Singer está planteando en ese acuerdo es que la cautelar pari passu no
debe levantarse automáticamente. Lo que Paul Singer plantea en ese acuerdo es que las dos
condiciones son-y lo dice en el escrito- cuestiones complejas que requieren que el juez, una
vez que la Argentina pague, examine si efectivamente las leyes han sido derogadas
adecuadamente, si el pago fue de todo lo que se le debía y que recién ahí dicte la orden de
levantar las cautelares, orden que por supuesto es apelable ante la Cámara.
¿Esto va a suceder o no? Yo no lo sé. La Cámara ni siquiera ha dicho cuándo va a
establecer la audiencia para tratar este tema; estamos esperando que lo diga; y tampoco
sabemos cuándo va a fallar. Y, por lo tanto, yo digo lo siguiente: ¿es razonable que el
gobierno le pida al Congreso argentino que ratifique un acuerdo que, además, es un acuerdo
especial que otorga ventajas excepcionales a un señor que dos semanas después dice que no
está de acuerdo con lo que el acuerdo significa?
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Termino con esto, Juan Manuel. El juez Griesa en su orden dijo lo siguiente: "Tienen
derecho a apelar, pero la apelación tiene que tramitarse rápidamente. ¿Por qué? Porque el
Congreso argentino tiene que saber dónde está parado.".
A ver, si el juez Griesa nos está diciendo que el Congreso argentino tiene que saber
dónde está parado, a mí, por lo menos, me parece que el Senado tiene que saber dónde está
parado respecto de esto antes de darle sanción a la ley. Para mí, eso significa postergar
cualquier tratamiento hasta tanto la Cámara de Apelaciones dé la claridad que el asunto
necesita.
Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina). – Muchas gracias, doctor.
Le damos la palabra al Mario Rapoport, quien es licenciado en Economía Política por
la Universidad de Buenos Aires y doctor en Historia por la Universidad de París. Es profesor
emérito de la Universidad de Buenos Aires y especialista en historia de las relaciones
económicas y políticas internacionales.
Sr. Rapoport.- Quiero agradecerle al señor presidente de la Comisión de Presupuesto,
Hacienda y Finanzas, señor senador Abal Medina, quien me ha invitado a participar, y a todos
los señores senadores que nos reciben.
No sé si tengo que hablar en castellano o en inglés, porque, en realidad, estamos
discutiendo un tema de la justicia federal norteamericana. Por lo tanto, me parece que cometo
un error hablando en castellano.
Voy a dar una visión histórica del tema. El problema de la deuda externa ha sido
siempre uno de los ejes centrales de debate en nuestra sociedad, y su resolución un factor
determinante en la evolución de nuestra economía.
Sin embargo, la forma en que se ha abordado esta cuestión, principalmente desde los
grandes medios de comunicación, descuida cuatro cuestione esenciales que vamos a plantear
brevemente, teniendo como eje que el fenómeno del endeudamiento excede el ámbito de una
mera relación contractual entre deudor y acreedor, involucrando el funcionamiento general
del sistema económico internacional, de las economías nacionales y de las relaciones
asimétricas que se entablan entre los países centrales y los de la periferia. Esas cuestiones van
más allá de la derogación o no de las leyes en tratamiento e intentan ayudar a una
comprensión más profunda sobre el proceso de endeudamiento externo de países como
Argentina.
Como todos aquí sabemos, el pago a los fondos buitres es, para comenzar, un nuevo
ciclo de endeudamiento externo de nuestro país, por lo que un análisis más exhaustivo resulta
indispensable.
La primera cuestión es que la deuda externa es un fenómeno que abarca a una parte de
la historia económica argentina; no es un tema coyuntural. Desde los primeros años de vida
independiente, préstamos y créditos provenientes del exterior fueron acumulándose, y con
ellos la incapacidad de pagarlos. Problemas fiscales y endeudamiento han ido entrelazándose
estrechamente, potenciándose de manera recíproca. Los ciclos económicos internacionales de
expansión y crisis tuvieron en el endeudamiento externo argentino un mecanismo principal de
transmisión que influenció de manera incontrastable la coyuntura interna.
La corrupción le dio al endeudamiento matices políticos, mientras se negociaban
créditos a tasas elevadísimas y lesivas para la soberanía nacional. Las reglas impuestas por los
acreedores condicionaron las políticas económicas locales, de manera que esos
financiamientos, que supuestamente debían servir para suplir la falta de capital interno para el
desarrollo, terminaron convirtiéndose en una traba mayúscula.
La forma en que los préstamos fueron contraídos, además de no sumar recursos a la
producción, distrajeron una parte sustancial de la disponibilidad de capital hacia la
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especulación, la fuga de capitales y el consumo suntuario, y aumentaron el gasto público para
pagar intereses, privando de fondos para otros fines a la Nación y a las provincias.
En la medida en que las obligaciones financieras con el exterior no se anudaban con
un fortalecimiento del aparato productivo, desencadenaban al fin de cada ciclo de
endeudamiento, profundas crisis monetarias fiscales y de balanza de pagos –cuento más de
diez crisis– que invariablemente daban lugar a políticas que forzaban al ahorro sobre el
hambre y la sed del pueblo, como dijo el presidente Avellaneda, en una de esas primeras
crisis. Así como también las devaluaciones y procesos inflacionarios.
Hubo dos grandes ciclos de endeudamiento en nuestro país. El primero fue entre los
años 70 del siglo XIX y la década del 30 del siglo XX, que dio lugar a fuertes crisis
financieras y default. De ellas, la más importante fue la de 1890. Pero, también dio lugar a
cierto crecimiento productivo, que permitió la expansión agroexportadora del país.
El segundo ciclo comenzó a partir de la última dictadura cívico-militar, culminando
en el ya conocido default de 2001. Este último resultó mayormente especulativo. La deuda no
tuvo ni por asomo las ideas de inversiones productivas, sino que financió una gigantesca fuga
de capitales y para el período tomado en su conjunto, la tasa de crecimiento fue nula. Las
consecuencias negativas que trajo para nuestro país son bien conocidas, porque no resulta
necesario aquí dar cifras ni abundar en mayores detalles.
La segunda cuestión es que el problema de la deuda externa, generalmente, es tratado
desde el lugar del deudor. Pero es necesario analizarla también y principalmente desde el
ángulo del acreedor y las causas por las cuales los flujos de capitales llegan a un país, así
como la rentabilidad que se espera de ellos. La deuda de los países como el nuestro es
necesaria para los intereses de los capitales que sobreabundan en el norte. Y se reciclan
buscando nuevas oportunidades de rentabilidad cuando tienen dificultades en sus propios
países, ayudados por las políticas de reapertura y desregulación en los lugares donde esos
capitales se colocan.
Al mismo tiempo, constituye una herramienta de disciplinamiento económico por
parte de los organismos financieros internacionales. Y sobre todo, una vía de escape del
ahorro interno por parte de las elites, que llamativamente no invierten en el país sino que
prefieren guardarlo bajo el colchón o en paraísos fiscales.
Este financiamiento sirve, además, para descargar crisis sistémicas en los países
periféricos como ocurrió con la crisis de los años 70, la crisis del dólar y después del petróleo,
donde llegó un aluvión de dólares baratos sin destino preciso a América latina, que sólo sirvió
para producir la crisis de la deuda de los años 80, ya con dólares caros como resultado del
aumento de las tasas de interés.
De una u otra forma, los perdedores están siempre del mismo lado. El financiamiento
internacional es funcional a los intereses de los acreedores. Tan es así que la ex secretaria de
Estado llegó a afirmar que las actividades cubiertas por el financiamiento externo contribuyen
cada día a la defensa de los valores, la seguridad, la libertad y la prosperidad norteamericana.
Ayudan a crear nuevos empleos al expandir las exportaciones de nuestros bienes y servicios y
otorgan ventajas a nuestras empresas en los mercados globales.
Los datos son, por otra parte, significativos. Después de la crisis de 1982 y hasta el
año 2000, América latina devolvió casi cuatro veces el total de su deuda aunque el montante
de la misma se elevó a más del doble.
Tercera cuestión. El caso de la Argentina es presentado internacionalmente en Estados
Unidos y en algunos países europeos como si el victimario fuera nuestro país y la víctima, los
pobres fondos buitres a los que no se les quiere pagar sus acreencias.
Esto se agravaría en palabras del juez Griesa, por el hecho de que el gobierno
argentino no respeta el sistema jurídico norteamericano, como si este fuera garantía de algo
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más que de la defensa de unos especuladores cuya ganancia no se deriva de la economía de
mercado, sino por sus acciones en el aparato judicial. Este no es un tema de economía de
mercado. Es un tema de aprovechamiento del aparato judicial manejado por estos mismos
fondos.
Hemos de recordar que el actual endeudamiento argentino comenzó con una dictadura
militar que impuso el terrorismo de Estado causando miles de víctimas, y continuó con una
política neoliberal de los gobiernos de Menem y de De La Rúa, aceptando tomar deuda en el
país del norte, bajo la jurisdicción estadounidense y violando así principios soberanos,
sostenidos desde principios del siglo XIX, por las doctrinas Calvo y Drago, doctrinas
liminares para nuestro derecho.
Las reglas del juego del neoliberalismo obligan a aceptar esas jurisdicciones
extranjeras. De este modo, la Argentina resulta víctima de un sistema perverso, donde la
soberanía de los países no se tiene en cuenta.
Recordemos que, justamente, Luis María Drago, a través de su representante en
Estados Unidos, García Meru, creyendo en la doctrina Monroe, le llevó al presidente
Roosevelt, la idea de que era necesario parar, en ese momento, el ataque de tres barcos
europeos a los puertos de Venezuela por el incumplimiento del pago de la deuda de esos
países. Resulta clara la responsabilidad histórica del gobierno de Washington en ese sentido,
cuando se negó a aceptar la propuesta de Drago y, poco después, intervino militarmente en
varias ocasiones en el territorio de los vecinos latinoamericanos con ese fin.
Esta doctrina inauguró la política del “gran garrote” a fin de castigar a los países
incumplidores de su patio trasero.
La cuarta cuestión es la relativa al modo en que llegan y se utilizan los flujos
financieros del endeudamiento externo, que resulta altamente inestable y pueden causar serios
daños en la economía de los países en desarrollo. Si observamos los flujos financieros hacia
los países en desarrollo, sobresale el crecimiento de los fondos provenientes de los mercados
de capitales con fines especulativos y de la inversión extranjera directa, pero, en este último
caso, por las fusiones y adquisiciones y por la compra de activos estatales, especialmente
servicios públicos y empresas privadas ya existentes.
La inversión extranjera directa no viene, mayormente, en carácter de inversiones
productivas de riesgo. Además, la marcada concentración de estos flujos en pocos países en
un marco de alta volatilidad, facilitada por la liberalización de los controles de capital,
contribuyó a acentuar la inestabilidad de las economías involucradas. Ocurrió lo que Keynes
llamaba “economía casino”, planteando la necesidad de regular las finanzas globales.
Por otro lado, gran parte de los flujos que ingresan parten de vuelta en forma de pagos
de intereses, beneficios repatriados y fuga de capitales. En la Argentina, por ejemplo, el
monto de esta fuga llegó a ser hasta el 2001 de casi el 80 o el 90 por ciento del total de la
deuda externa. Además, se ha alterado notoriamente el destino de utilización de ese
financiamiento externo. Para el conjunto de países en desarrollo del primer quinquenio de los
años ochenta hasta el último quinquenio de los noventa, las partidas para proyectos
productivos descendieron del 60 al 40 por ciento; mientras que las que se utilizan para
emergencias, servicios sociales y, sobre todo, para nuevo financiamiento de la deuda pasaron
del 20 al 50 por ciento. Así los donantes, que al mismo tiempo son los principales acreedores,
terminan llevando dinero a los países periféricos para que estos puedan satisfacer el pago de
la deuda.
El endeudamiento externo para los acreedores es una forma de vivir de rentas en un
sistema dominado por el sistema financiero internacional–principalmente norteamericano– y
debe tener atada a la periferia a sus necesidades.
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Como dice el economista francés Robert Boyer: las finanzas podrían destruir ese
capitalismo. La acumulación productiva se transforma en una estéril acumulación financiera
muy parecida a la que marcó la declinación del imperio británico; y creemos que estamos en
una etapa de declinación del imperio americano.
Quisiera señalar, antes de finalizar, un ejemplo histórico. El relato de Henry Shepherd,
que hizo un informe sobre la crisis del noventa y la salida del default para la Secretaría de
Comercio norteamericana en la crisis de 1890, indicaba que la Argentina tuvo dos soluciones
con la crisis de 1890: hacer un oneroso crédito puente–que ya en 1891 había pactado Carlos
Pellegrini con los Rothschild–, según el cual para su pago se comprometían entre otras cosas
los ingresos de la aduana que servían como garantía, un empréstito de 75 millones de pesos
oro. Ese crédito tenía también como objetivo salvar a la casi quebrada casa Baring Brothers,
la principal compañía financiera británica y en parte causante de la crisis de 1890. Pero
resultaba oneroso y fue un total fracaso. No originó ningún tipo de inversiones para la
Argentina.
La solución vino 2años más tarde con Juan José Romero, el ministro de Hacienda del
presidente que sucede a Pellegrini, Luis Sáenz Peña, que tenía otra filosofía. Romero apoyado
por su presidente decía que no había que pagar deuda vieja con deuda nueva y estableció unas
pautas parecidas a los canjes del 2005 y el 2010. Fijó un monto anual de pago por 5 años,
postergando una parte de intereses y amortizaciones, y estableciendo quitas que fueron
aceptadas por los acreedores. Lo que permitió ya en 1897–antes de haber pasado los 5 años–la
salida del default y poco después el retorno de capitales y cuantiosos financiamientos a la
Argentina. Claro que el costo político que eso le hizo pagar a Sáenz Peña, terminó haciéndolo
renunciar a la presidencia que quedó en manos de José Evaristo Uriburu que era un fiel aliado
del roquismo y de Pellegrini.
Del default se salió con una fórmula parecida a la de los canjes y no con un nuevo
endeudamiento, y eso fue lo que permitió, luego, endeudarse nuevamente.
Conclusión: la historia demuestra de forma contundente que endeudarse no contribuye
al desarrollo productivo de los países deudores, y se concentra cada vez más en financiar
nuevas deudas y en facilitar la repartición de beneficios, la formación de oligopolios o
monopolios, la compra de activos nacionales y la fuga de capitales.
Haciendo un balance de la causa de la crisis de los años treinta, el comité
estadounidense del Senado sobre la banca y el sistema de divisas se pronunció en términos
muy severos acerca del comportamiento nefasto de los bancos inversores en la década
anterior. Dijo entonces: la historia de las actividades de los banqueros inversores en la
compra y venta de paquetes de valores extranjeros constituye una de las páginas más
escandalosas de la historia de la banca norteamericana de inversiones. Se caracterizaba por
prácticas y abusos que constituían migraciones a los principios más elementales de la ética
comercial.
Me parece que con estas advertencias respecto al nuevo ciclo de endeudamiento que
va a comenzar la Argentina si es que se aprueban estas leyes, tenemos que revisar de vuelta la
historia económica y financiara del país para no caer de nuevo en los problemas que tuvimos
hasta ahora. Nadie garantiza que vendrán nuevas inversiones cuando la capacidad de repago
del país va a disminuir notoriamente con este nuevo endeudamiento. Tampoco nadie
garantiza que si esas inversiones vienen serán inversiones realmente productivas.
Sr. Presidente (Aguilar).- Gracias doctor.
A continuación, va exponer el doctor Daniel Artana que es economista de la
Universidad de la Plata y doctor en economía de la Universidad de California. Se desempeña
como economista jefe de FIEL, es especialista en política fiscal y consultor del Banco
Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de otros organismos.
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Sr. Artana.- Quiero agradecerles a los senadores que integran estas comisiones por haberme
invitado para compartir algunas reflexiones. Lo que voy a hacer es tratar de obviar una
discusión respecto a si es conveniente o no el arreglo con los holdouts desde el punto de vista
financiero, porque ya ha habido presentaciones al respecto. Lo que voy a tratar de hacer es
argumentar que, como dice la primera cuestión, hoy aprobar este acuerdo es el mal menor.
Creo que a nadie en la Argentina le gusta el accionar de los fondos buitre. Creo que las
sentencias en Nueva York fueron expedidas y, si uno quiere, injustas, pero eso no se puede
modificar. Parados hoy sin mirar para atrás y sin especular hacia adelante respecto de cuáles
pueden ser los beneficios sobre el crecimiento económico de tener más acceso a la deuda–que
yo creo que los hay–, lo que voy a tratar de hacer esargumentar. Aún si uno se olvida del
impacto que puede tener el acuerdo sobre el acceso a financiamiento internacional y que si lo
sabemos utilizar bien eso puede generar crecimiento económico y además puede adelantar
inversiones, el mal menor es tratar de aprobar la propuesta del Ejecutivo que tiene media
sanción de la Cámara de Diputados.
Obviamente que hay un costo en arreglar con los holdouts. Si todos los fondos buitre y
los más chiquitos acordaran, la Argentina tendría que emitir alrededor de 12.000 millones de
dólares de deuda y eso tendría alrededor de –no se sabe bien hasta que no lo emitamos–un
costo de intereses anuales del orden del 1.000 millones de dólares. Es decir, hay un costo por
arreglar. Lo que voy a tratar de argumentar es que no arreglar tiene costos mayores que esos.
Básicamente, me voy a referir a tres temas: uno es tratar de evitar algo que se
mencionó en algunas de las presentaciones anteriores. Hay un riesgo de aceleración por parte
de los que entraron en los canjes y que no han podido cobrar producto de los bloqueos
judiciales que nos ha impuesto la justicia de Nueva York y que nos ha impedido que les
pudiéramos pagar puntualmente como la Argentina quiso hacer.
El por segundo riesgo es que independientemente de la deuda nueva que se pueda
emitir, Argentina tiene compromisos de deuda en moneda extranjera. La pregunta es de dónde
vamos a sacar los dólares si no terminamos haciendo un acuerdo que nos permita acceder al
nuevo financiamiento.
El tercero es que, claramente, si uno no acuerda el costo de financiamiento para los
que pueden o han podido emitir deuda sin el bloqueo –básicamente provincias, empresas
públicas y empresas privadas–, sería mayor que si uno tuviera un acuerdo.
Entonces, déjenme avanzar en algunos de estos puntos. Rápidamente, quienes
participaron en los canjes 2005 y 2010 hasta ahora no han podido cobrar 2.700 millones de
dólares que figuran en las reservas del Banco Central. Según la prensa hubo algunos intentos
por juntar la masa crítica que se requiere para acelerar algunos de estos bonos. Hay algunas
emisiones de bonos que son chicas, que son vulnerables a que uno tenga esta aceleración. Si
eso ocurre entraríamos en un nuevo default generalizado y eso, evidentemente, generaría
complicaciones.
La verdad es que no sé por qué no han avanzado hasta ahora, pero es posible que estos
intentos de aceleración se hayan frustrado, no hayan conseguido la masa crítica de acreedores,
precisamente porque se esperaba que quien asumiera la conducción del país en el año 2015 –
cualquiera de los candidatos– trataría de arreglar este tema. Por lo tanto, no pagaba entrar en
un terreno incierto donde uno no sabe, como acreedor, cuánto en definitiva es lo que va a
cobrar. Pero si la Argentina postergaba la solución de este tema, seguramente ese riesgo de
aceleración aumentaría y tendríamos el riesgo de entrar en otro default, a poco tiempo del
default del año 2002.
Entonces, hay un primer riesgo que uno evitaría con esto.
La siguiente cuestión es que la Argentina, a nivel del gobierno nacional, como les voy
a mostrar, tiene vencimientos de deuda en moneda extranjera. Me refiero al dólar billete, no a
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los bonos dollar linked, que se convierten a pesos en función del tipo de cambio. Para pagar
esos vencimientos de deuda, lo que se hizo, hasta finales del año pasado, es colocar un
poquito de nueva deuda y básicamente utilizar las reservas del Banco Central. Pero estas
opciones, como voy a mostrar en un minuto, están severamente limitadas hacia delante. Las
reservas que le quedan al Banco Central, cuando uno resta sus pasivos, son muy bajas. Si uno
no arregla con los fondos buitre, si no se le pone un punto final a este tema, acceder al
financiamiento de deuda en sumas importantes y a tasas razonables me parece que no va a
estar disponible.
Esto que tienen acá son vencimientos de intereses y capital de bonos que son emitidos
desde el año 2005 hacia delante. Son bonos emitidos en el canje y algunos bonos que han
colocado bajo ley argentina después del canje. Los que están en azul son los bonos emitidos
después de 2005, arriba están los vencimientos con multilaterales y más arriba están los
vencimientos con el Club de París. Argentina tiene que pagar en los próximos cinco años, en
dólares –no en pesos que uso para calcular los dollar linked–, 42.000 millones de dólares.
¿Esa cifra de dónde la vamos a sacar si al mismo tiempo hemos hecho esto? A
principios del año 2012, uno tenía reservas brutas –la barra azul– en el Banco Central por
algo más de 45.000 millones de dólares y pasivos en moneda extranjera por algo menos de
10.000; por lo tanto, teníamos reservas netas del orden de los 35.000 millones de dólares. A
finales del año 2014, la barrita azul se había bajado bastante y había subido un poquito la
barrita roja; por lo tanto, las reservas netas eran alrededor de 15.000 millones de dólares. Y
hacia el final del año pasado, la barrita azul siguió bajando y la barrita roja siguió subiendo;
por lo tanto, el Banco Central prácticamente no tenía reservas netas.
Entonces, ese instrumento que estuvo disponible desde finales de 2011 hasta finales
de 2015, que fue el uso de reservas del Banco Central para poder hacer frente a los
vencimientos de deuda en divisas que tenía la Argentina, no está más disponible.
Por lo tanto, si uno tiene por delante pagos de deuda –emitida por el Frente para la
Victoria, porque fueron los que gobernaron desde 2003 hasta 2015–, ¿cómo vamos a hacer
frente a esos vencimientos en divisas si no podemos acceder al crédito internacional? Uno
puede decir: bueno, puedo hacer un superávit primario para poder comprar dólares con pesos
genuinos en el mercado y con eso pagar los intereses. Pero además tenemos vencimientos de
capital. Sería un esfuerzo financiero enorme para el gobierno nacional y evidentemente
implicaría un costo muy importante, en términos de la reducción que habría que hacer del
resultado fiscal, poder acceder a eso.
Además está el tema de si vamos a tener los dólares. Recuerden ustedes que el
gobierno acaba de publicar los datos de la cuenta corriente, el balance de pagos del año
pasado, y tuvimos un déficit de 15.000 millones de dólares. Y no parece que este año vaya a
ser mucho mejor.
Por lo tanto, tenemos la pregunta: ¿de dónde vamos a sacar los dólares si no
conseguimos acceder a los mercados? Como gobierno nacional, para acceder a los mercados
sin el acuerdo con los fondos buitre uno solo ha podido emitir partidas pequeñas de bonos
bajo ley argentina. Y en ningún caso parece que uno pudiera hacer frente a vencimientos, en
los próximos cinco años, por la cifra que les mostré antes, de más de 40.000 millones de
dólares.
La siguiente cuestión es que esto también tiene un costo para las provincias. Uno lo
puede ver con una cuenta muy sencilla. En el año 2015, la provincia de Buenos Aires emitió
deuda en moneda extranjera y pagó una tasa efectiva de algo más del 10 por ciento en dólares.
Eso era 4,4 por encima de lo que pagaban en promedio los países emergentes, de alrededor
del 6 por ciento en dólares. Este año, ayudado por la expectativa de que se va a resolver el
conflicto con los fondos buitre, la provincia emitió deuda al 9,4, que sigue siendo una tasa
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muy cara pero es más baja que la del año pasado. Además, como subió el costo de emitir
deuda por los países emergentes, la diferencia se achicó a 3 puntos. Es decir, ha habido
simplemente un ahorro en el costo de financiamiento de las provincias; y tiene mucho que ver
con esto la perspectiva de que uno va a arreglar y resolver este tema.
Tengan ustedes en cuenta que la Argentina tiene, a finales del año 2015 –es la última
información disponible–, un montón de deuda externa del sector público: 84.000 millones de
dólares, si uno incluye al Banco Central dentro del sector público. Ahí están Nación y
provincias. Además, hay 74.000 millones de dólares de deuda del sector privado. Es decir, si
normalmente uno no paga la deuda sino que va renovando lo que vence –no estoy hablando
de deuda nueva que se emita para financiar déficit fiscal; estoy hablando de los vencimientos
que tienen estos 158.000 millones de dólares–, uno necesita poder acceder a ese
financiamiento internacional para ir haciendo el roll over de esos vencimientos y a tasas de
interés razonables, porque si no, le ponemos un costo. La decisión del gobierno nacional le
impondría un costo negativo sobre ese costo de financiamiento a lo que tengan que renovar
las provincias y a lo que tengan que renovar el sector privado y las empresas públicas.
Déjenme cerrar mostrándoles la evolución del riesgo país, que es una medida del plus
que pagan los bonos. La línea negra es el promedio de los países emergentes, la línea verde es
el riesgo país de Brasil, la línea naranja es el riesgo país de México y la roja es el riesgo país
de Chile.
Producto de turbulencias en los mercados internacionales, es más costoso hoy emitir
deuda respecto de lo que era a principios del año pasado. En el caso argentino, ha sido al
revés. Acá, otra vez, algo tuvo que ver en esta reducción del riesgo país la expectativa de que
uno va a resolver el problema con los fondos buitre. Cuando Argentina coloca –el gobierno
saliente–, en dos momentos del año pasado, el Bonar 24, lo colocó básicamente donde
marcan los puntitos: un poquito por arriba de lo que marcaba la curva de riesgo país.
Yo quiero cerrar con una reflexión sobre esto. Todo lo que uno pueda hacer para bajar
el riesgo país significa menor costo del capital; significa menores pagos de intereses para las
provincias, que van a tener que renovar deuda; para la Nación, que tiene que renovar deuda,
como vimos ahí, y para el sector privado. Y el riesgo país es el impuesto más estúpido que
podemos pagar, porque en el fondo es una compensación para los dueños del capital por el
hecho de invertir en un país que tiene determinados conflictos con el resto del mundo. Ese
costo, que está metido en los proyectos de inversión privada –un proyecto de inversión en la
Argentina pide un retorno de capital más alto que el que pide en Alemania, en Estados
Unidos o en Japón–, las empresas lo terminan compensando con mayores precios para el
consumidor o menores pagos para nuestros trabajadores.
Por eso, creo que más allá de que estos fondos buitre han sido muy desagradables,
más allá de que todos tenemos una sensación de injusticia respecto de lo que ha hecho la
justicia de Nueva York, el hecho es que eso se perdió. Y si no se para hoy para adelante, y sin
computar que además normalizar las relaciones con el resto del mundo nos puede generar
más financiamiento y nos puede ayudar a generar más inversiones, simplemente teniendo en
cuenta lo que vence y el costo de lo que vence, creo que no hay más remedio que taparse la
nariz y terminar acordando.
Muchas gracias por su atención.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, licenciado.
Le damos la palabra ahora a Andrés Asiain, economista por la Universidad de Buenos
Aires y profesor de la materia Crecimiento Económico de la Facultad de Ciencias
Económicas de la misma casa de estudios. Es director del Centro de Estudios Económicos y
Sociales Scalabrini Ortiz e investigador del Instituto de Estudios Históricos, Económicos,
Sociales e Internacionales.
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Licenciado: está en uso de la palabra.
Sr. Asiain.- Buenos días.
Antes que nada, muchísimas gracias a todos los senadores presentes y a todo el
público en general por la invitación y por darme el honor de poder exponer sobre un tema de
tanta importancia para los destinos del país.
En cuanto al material que voy a exponer, nosotros les hemos dejado una carpeta de un
centro de estudios. Dentro de esa carpetita hay un material impreso donde más o menos –por
ahí no se ve bien– está lo principal que voy a exponer sobre la cuestión del acuerdo con los
fondos buitre y demás holdouts.
Mi exposición, en términos de cómo abordar el acuerdo, va a tratar de salirse de las
posiciones más ideológicas con la idea de dar confianza, atraer inversiones, integrarse al
mundo. Creo que hay que mirarlo con realismo. No hay que embellecerlo artificialmente, sino
saber que este acuerdo es para acceder a los mercados de emisión de deuda pública en el
exterior.
Acá hay una realidad contrastante, por ejemplo, con el mito de que estamos aislados y
no atraemos inversiones cuando estamos en default de parte de la deuda. Lo real es que la
inversión extranjera directa en los años de default, desde 2002 hasta ahora, ha sido superior
que en los años noventa, en términos de inversión real al aparato productivo, cuando uno
descuenta lo que fue compraventa de empresas preexistentes por el proceso de privatización o
extranjerización.
Entonces, creo que en esto hay que quitarle la idea de que esto es la llave al mundo y
las inversiones. Esto, mirado con realismo, es la puerta de acceso a la emisión de deuda
pública en los mercados financieros internacionales. Se puede estar a favor o en contra; pero
lo que estamos discutiendo es eso. No hay milagros detrás de esto, lluvias de dólares, no sé
cuánto o desarrollos productivos milagrosos. No se dio en la Argentina esa historia. No se dio
en ningún país del mundo. Y lo que hay que discutir es si conviene o no pagar a los fondos
buitres para reacceder a esos mercados financieros de deuda internacional.
También, voy a sacar todo lo que es la idea de que los fondos buitres son malos, el
pago es injusto, es mucha plata y no corresponde, etcétera. Pueden ser posiciones valiosas,
pero me parece que lo que tenemos que analizar –y es lo que se propone en mi exposición– es
si un empresario está en el Veraz y va a pagar o no, lo que va a analizar –más allá de si es
injusto o no que lo hayan metido en el Veraz–, es si le conviene, en términos económicos,
pagar para salir del Veraz y tomar créditos.
En este sentido, el debate que se abre va por varios lugares: el principal es si salimos
efectivamente del Veraz pagando. Acá no me voy a detallar mucho, pero está la cuestión legal
sobre la posibilidad de que, a partir de este acuerdo, se desaten nuevos juicios que, en lugar
de sacarnos del Veraz, nos entierren de por vida en el Veraz.
Básicamente, cuando se habló de la RUFO, de algún juez que interprete que en lugar
de estar vencida, nosotros eludimos su aplicación simplemente posponiendo un pago sobre
una sentencia de cuando estaba vigente o la posibilidad de que al abolir todo el entramado
legal, que nosotros incluso declaramos de interés público en la ley de pago soberano, que
decía que en los canjes 2005 y 2010 nunca íbamos a ofrecer nada mejor, algún juez interprete
que al abolir eso, se abole también el sustento legal que estuvo detrás de las
reestructuraciones y que habilite a quienes aceptaron esos canjes a litigar contra el país. No es
mi tema. No soy abogado, pero, obviamente, si prospera alguna de esas puntas legales no
salimos del Veraz; por el contrario, estamos más enterrados que antes en términos de
demanda. Hay que poner del otro lado de la balanza la posibilidad de que avancen los pedidos
de aceleración y las chances que tienen que estos de prosperar.
La Argentina también está cubierta parcialmente por el hecho de haber realizado el
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pago y que este permaneciera bloqueado. O sea, no está claro que la Argentina pueda ser
demandada en caso de una aceleración, pero pueden desatarse conflictos legales por ese lado.
O sea, esta es la advertencia general sobre la cuestión de si salimos o no del Veraz. Es
un tema legal. Me imagino que ustedes ya habrán hablado con distintos abogados y tendrán su
análisis al respecto.
El costo del acuerdo no lo voy a mencionar. Ahí tenemos una estimación aproximada
de los que entraron al canje y los que quedan afuera. Sabemos que se está hablando
básicamente de avalar la emisión de 12.000 millones de dólares de deuda. Obviamente, lo que
acordaron es bastante menos y se da un changüí, podríamos decir, por si acuerda alguien más
o vamos a ver para qué se usaría ese endeudamiento.
Me parece que lo más importante es que si cualquier empresario va a decir que va a
pagar para salir del Veraz, es porque quiere acceder a crédito. Si quiere acceder a crédito es
porque tiene en mente proyectos de inversión que piensa que le van a redituar para refinanciar
esos proyectos que se financian en el mercado internacional, o sea, pagar los intereses y
refinanciar el capital, y recuperar lo que tuvo que poner para salir del Veraz. Esto es una
cuenta objetiva. Aquí no hay que hacer análisis de izquierda o derecha, kirchnerista o
antikirchnerista; esto es: si voy a pagar para acceder al crédito, tengo en mente proyectos de
inversión que me den un rendimiento, que sé que voy a recuperar, por lo menos, el interés de
esos créditos y lo que le tuve que pagar para salir del Veraz. Es un análisis bastante objetivo.
Para plantear la existencia de esos proyectos de inversión, hacemos distintos análisis y
horizontes de cómo deberían orientarse inversiones financieras con acceso al crédito externo,
para dar sustentabilidad a la deuda después de un acuerdo. En este sentido, varias variables
entran en juego. Una esencial es el uso de ese crédito externo. Recién se mencionó el hecho
de usar nuevas emisiones de deuda para pagar viejas emisiones de deuda y se comparó lo que
fue el último año, que aumentaban los activos externos y los pasivos externos en las reservas,
y las reservas netas bajaban. Si en lugar de endeudarse como en el último año el Banco
Central, se endeuda el Estado nacional, para el sistema público consolidado no cambia nada.
También, aumenta los activos y los pasivos. Si vas a usarlo para pagar deuda, lo que va a
pasar es que las reservas netas del sistema público consolidado serán negativas. No cambiaría
nada. No crean que porque no se endeuda el Banco Central, se endeuda el Estado nacional,
para la economía nacional es lo mismo.
Si se objeta lo que se hizo en 2015 de tomar deuda y con eso sostener las reservas,
entonces, este acuerdo no tendría sentido si está planteado para pagar deuda, refinanciar pago,
porque objetivamente es hacer lo mismo que se hizo el año pasado. Pero la cuestión central es
el uso. En esto, pensando en la sustentabilidad de la deuda y que el empresario diga: “Bueno,
¿para qué voy a usar la plata?” Algunos dicen que para gastos corrientes. Es como que el
empresario me dijera que va a pagar para salir de la deuda, para tomar créditos, para después
salir con mi mujer e ir a pasear. Obviamente, capacidad de repago no va a obtener.
Hay posiciones altruistas. Mario Rapaport estuvo presente. El crédito de la Baring
Brothers también se tomó para hacer agua y cloacas en la ciudad de Buenos Aires, una
frontera con el indio, pero nunca se hace nada de esas cosas altruistas de la historia argentina.
Sin embargo, uno tiene cuestión de fe. Dicen que van a urbanizar las villas del país. Vamos a
emitir deuda, entre otras cosas para urbanizar las villas del país. Eso es como que el
empresario me dijera que lo que va a realizar es hacerle una pieza al pibe en el fondo.
Obviamente, no le genera capacidad de repago a la economía de un crédito externo.
Cuando uno toma crédito en dólares, generar capacidad de repago es: financiar
proyectos de inversión que amplíen las exportaciones o permitan sustituir importaciones, que
son las dos fuentes genuinas de divisas de la economía, que le van a permitir generar
capacidad de repago.
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Entonces, si vamos a volver a los mercados de deuda, creo que el Congreso lo primero
que tendría que poner es un punto de que la nueva emisión de deuda sea orientada a ampliar
exportaciones o sustituir importaciones, de tal manera que genere capacidad de repago de
esos créditos externos.
La segunda cuestión es que no alcanza sólo con invertir bien la plata. El rendimiento
te tiene que dar para pagar los intereses y recuperar lo que pusiste para salir del Veraz, o sea,
el acuerdo con los fondos buitre.
Nosotros hacemos el análisis sobre cuáles tendrían que ser esos rendimientos anuales
en dólares de los proyectos de inversión. Realmente, nos dan valores muy altos. Planteamos
dos escenarios, de mínima y de máxima. El de mínima es la utopía, podemos decir, financiera
de que volvemos a los mercados y nos financian al 4 por ciento. El escenario de máxima es
pesimista, pero bastante realista, pensando en nuestras cuentas externas, en los precios de las
materias primas, el ciclo que se inicia de suba de tasas e interés por parte de la Reserva
Federal norteamericana y la fuga de capitales que se está desatando desde la periferia al
centro en la economía mundial; es un horizonte de tasas de fondeo, post acuerdo del 9 por
ciento anual en dólares. Podemos decir pesimista, pero con una cuota de realismo para los
próximos 10 años.
Esos escenarios nos marcan que los rendimientos de las inversiones tienen que ser
proyectos de inversiones de 25 o 75.000 millones de dólares en 10 años, con rendimientos
que van desde el 15 por ciento en dólares a un piso del 6 por ciento en dólares.
Con esto quiero decir que firmar un acuerdo de pagar para salir del Veraz, si no están
sobre la mesa analizados los proyectos de inversión para lo que se va a usar el crédito externo
y analizado por parte de los legisladores del país que los rendimientos en dólares son
realistas, en un escenario de baja de precios de las materias primas de mercados
internacionales cayendo; por lo tanto, la orientación de que existan esos volúmenes de
inversiones con esos retornos en dólares en nuestras exportaciones, parece poco realista para
el horizonte de los próximos años.
Por otro lado, se habla de avanzar hacia procesos de tratados de libre comercio, por lo
que la idea de sustitución de importaciones parece bastante limitada.
Entonces, la pregunta central es: ¿el Poder Ejecutivo presentó y tiene analizados
proyectos por montos que van desde los 25.000 hasta 75.000 millones de dólares más con
rendimientos anuales en dólares del 16 al 6 o 7 por ciento? Porque si no existen esos
proyectos, lo que tenemos es a un empresario que va a pagar para salir del veraz, porque el
negocio le está dando pérdida, para contraer deuda para seguir pedaleando el mal
funcionamiento del negocio sin invertir para desarrollar y que el negocio mejore. Si no
existen estos proyectos, si ustedes no los han analizado… yo por lo menos no tengo el
conocimiento de que estos proyectos hayan sido presentados en el Congreso que es lo que
tendría que haber hecho el ministro de Hacienda, venir y decir: “estos son los proyectos que
tenemos analizados, esta es la sustentabilidad de este acuerdo”. Si no están esos proyectos,
realmente, el temor que uno tiene, y sobre todo conociendo la experiencia de la historia
económica argentina –como dijo Mario Rapaport–, es que este sea el inicio de un ciclo de
endeudamiento insustentable en donde la Argentina salga a los mercados financieros de
deuda a tomar crédito en dólares sin ampliar su capacidad de repago para evitar resolver los
problemas reales de la economía argentina: la inflación, la fuga de capitales, el déficit
industrial, el déficit energético, los problemas de vivienda, las desigualdades regionales. En
lugar de resolver los problemas reales de la economía argentina con una política económica
que tome en cuenta esos puntos, lo que hay una vez más frente a los problemas reales es
eludirlos; tratar de colocar deuda internacional para generar una cierta bonanza de plata dulce
por lo que tire el bajo endeudamiento heredado, la buena herencia de un bajo endeudamiento
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internacional y que después, en un par de años, estemos de vuelta en este Senado discutiendo
políticas que nos imponen organismos internacionales para refinanciarnos las deudas.
Si la Argentina no tiene y ustedes no estudian y no aprueban en concreto para qué se
va a usar el acceso a los mercados, si es que esto es la puerta del acceso a los mercados, lo
que están entregando es la llave de acceso a un ciclo de endeudamiento que no le da ninguna
garantía.
Entonces, mi posición es que tendría que haberse presentado a ustedes el análisis de
esos proyectos concretos. En todo caso, los diputados y senadores que estén a favor de
aprobarlo por alguna razón por lo menos condicionen que cualquier acceso al crédito
internacional futuro tenga que pasar por ustedes para que se analice que la Argentina no va a
empezar un nuevo ciclo de endeudamiento insustentable. Muchas gracias.
Sr. Presidente (Aguilar).- Va a continuar el doctor Carlos Leyba. Investigador y profesor
universitario, que fue subsecretario general del Ministerio de Economía y vicepresidente
ejecutivo del Instituto Nacional de Planificación Económica durante el tercer mandato del
general Juan Domingo Perón.
Sr. Leyba.- Muchas gracias por la invitación y muchas gracias a todos los expositores,
porque creo que han desarrollado un panorama que aunque parezca mentira lo veo
coincidente.
Yo, por lo tanto, voy a tratar de no repetir sino de tratar de marcar desde mi
perspectiva cómo veo este asunto que me parece dicotómico: se aprueba o no se aprueba una
negociación que está ya lanzada y que obviamente es la que proponen los negociadores que,
aunque no se apruebe, van a seguir a cargo de la que sea la otra negociación. Con lo cual es
muy difícil que el Senado le pueda cambiar la cabeza a los que negocian y tiene que tomar la
decisión de votar o no votar o postergar el hecho. Esa me parece que es la primera cuestión.
Ahora bien, ¿cuál es la cuestión? La cuestión que está detrás de todo esto es la deuda
externa argentina. Hay que pensarla, desde el año 2002 cuando se declaró el default, como un
caño de gas que tuvo un montón de agujeros y que en 2005 se tapó un agujero, pero quedaron
todos los otros agujeros afuera. En 2010 se volvió a tapar otro agujero y siguieron estando
afuera agujeros. Pero, luego, se siguieron tapando agujeros con Repsol, con el Club de París,
con el CIADI; sin embargo, siguió habiendo agujeros. Y ahora sigue habiendo agujeros. Y la
propuesta concreta actual es tapar un agujero en firme y ver si se pueden seguir tapando los
otros. Concretamente, la situación es la de alguien a quien se le da de alguna manera una
cierta carta para terminar de tapar el agujero. Lo que hay que tratar de establecer es si es
bueno o malo, tapar el agujero.
En principio, por lo que ha sido todo el pensamiento de quienes se hicieron cargo de
pagar el default, Néstor Kirchner, Cristina Kirchner y las propuestas del candidato Scioli,
quien sacó la otra mitad de los votos y la de estos candidatos, es que al agujero hay que
taparlo. Y los dos que estaban a punto de tapar el agujero que queda coinciden –lo ha dicho
Bein, que tiene mucho que ver con la deuda de la época de la Alianza– en que sí, en que hay
que taparlo y con un descuento del 30 por ciento que es de lo que estamos hablando. Sobre
esto, me parece fundamental saber que hay consensos para tapar el agujero, sobre todo para
parte de los que conducen y de los que podrían haber conducido. En segundo lugar que este
acuerdo no es un acuerdo completo, porque del todo no lo tapa aunque posibilita la
posibilidad de taparlo.
Después, vienen las condiciones sobre la tapa del agujero y el origen de los agujeros.
Sobre el origen de los agujeros me quiero decir que me parece que –Asiain habló sobre este
punto– el problema de nuestro caño de gas es que es de mala calidad. Y que por más que lo
tratemos, si no tratamos la calidad del caño, inexorablemente, se va a volver a romper porque
es una historia que lleva ya, desde 1976, prácticamente 40 años. Este es un dato objetivo que
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trataré luego de explicar por qué ocurre y cómo se puede subsanar.
La segunda cuestión es que en realidad hoy este agujero el equivalente es que estamos
dentro de un taxi que tiene amarrado atrás –el taxi son los jóvenes buitres de la justicia– a un
montón de tipos que son aquellos bonos que han sido canjeados que no podemos pagar. Y
ahora hay un grupo de gente alrededor de ese taxi que quiere entrar al taxi o que quiere
colgarse de las latas que van detrás que son los intereses que no estamos pagando a
consecuencia de la traba que nos pone el juicio.
Ese taxi tiene una bajada de bandera más alta que el taxi de al lado y una ficha que
baja más rápido que el taxi de al lado. Lo que propone el gobierno, según tengo entendido, es
cambiarme de taxi, pasarme a un taxi que tiene una bandera más baja con una tasa que
cambia a menor velocidad que desata el problema de los que están atrás y que nos pueden
producir lo que aquí se ha llamado “la aceleración de la deuda” y que pretende arreglar con
una tasa razonable, aparentemente en términos de esto, a los que estaban afuera gritando para
entrar a alguno de los dos lados. A todas luces el auto que está parado no va a ninguna parte,
que es donde estamos. Y el auto que está en marcha –como bien ha dicho acá Asiain–
tampoco sabemos a dónde va porque obviamente este gobierno no tiene un programa global
que lo haya explicitado, no tiene una visión estratégica, no ha planteado proyectos globales
más allá de las palabras “Plan Belgrano” que está muy bien, pero que en lo que a mí respecta
carezco de conocimiento sobre su contenido y su potencial. De cualquier manera, siendo que
un taxi no se mueve, no tiene un rumbo, y que todavía puedo pedir por un rumbo, me parece,
en mi opinión, que claramente este taxi es mejor que el otro.
Confieso que la erudición del doctor Soler me ha puesto frente a un hecho que, con
absoluta humildad, me parece que muchas de las cosas que se dicen ya están desarrolladas.
Ya el solo hecho de firmar un acuerdo si jurídicamente ya ha desencadenado cosas que
seguramente alguien podría llevar a su fin. Si esto fuera así, el hecho del acuerdo sería
mejorar una posibilidad. Por supuesto, sujeto obviamente a pagar toda vez que se levante la
cláusula –no recuerdo cómo se llama en inglés– que nos impide pagarles a los demás
bonistas. Dicho esto, este es el paquete general. Está claro que no hay posibilidad de cambiar
al negociador. La opción es decir que no. Claramente, no es una solución completa y, por
supuesto, abre una posibilidad de solución.
La pregunta es: ¿para qué sirve salir del default?, ¿para qué sirve salir del veraz?
Desde el punto de vista de las relaciones internacionales de un país claramente aunque no
fuéramos por más deuda, aunque no fuéramos a la deuda, esa solución claramente es una que
exige cualquier gobierno como lo han demostrado Néstor Kirchner y Cristina Kirchner a lo
largo de los últimos catorce años en que trataron de hacerlo; simplemente, no lograron
terminarlo porque no encontraron las condiciones. Me parece que en esto hay un consenso
general aunque no se diga, no se confiese, y se han hecho prácticas correctas o más o menos
como las del Club de París; otras más baratas, como las del canje de 2005 habida cuenta de
que no son tan baratas, como aquí se ha demostrado.
En definitiva, la quita no es tan importante. Sobre todo sin tener en cuenta que gracias
a la violación de la norma del INDEC resultó más barata, porque los que tenían bonos
indexados en pesos no cobraron lo que tenían que cobrar. Por lo cual, en rigor del arreglo,
tampoco fue guau respecto de este arreglo. Esto hay que ponerlo en claro porque estamos
levantando una bandera continuada sin discutir la esencia. Me parece que acá los números
han sido demostrados me parece que con absoluta calidad.
Ahora bien, ¿cuál es el problema del material del caño? La Argentina desde que
comenzó el proceso de la deuda construyó una economía para la deuda. Esto empezó en
1976, claramente, porque el gobierno aceptó esa visión. Continuó inexorablemente. Y se
puede hacer una correlación estricta entre el incremento de la deuda y fuga de capitales.
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Toda la deuda se utilizó para dos cosas. La primera, fugar los capitales, que es el
excedente que no se invirtió en el país, y la segunda, para importar los bienes que sustituyeron
la producción del país.
A punto tal que quiero recordarles que en la Argentina en el año 74 se producían
300.000 autos, y el 90 por ciento del auto se hacía en la Argentina. Éramos 20 millones de
habitantes, y el equivalente eran 270.000 automóviles para 20 millones de habitantes. Hoy la
integración de la industria automotriz apenas es del 25 por ciento. Producimos seguramente
700.000 automóviles, el equivalente son 150.000, pero somos el doble de habitantes.
Claramente, la industria automotriz se desindustrializó, como todos los sectores
industriales en la Argentina. Por eso el valor per cápita del producto industrial por habitante
del 74 es igual al del año 2014. La Argentina no se industrializó, sino que se desindustrializó
gracias proceso de endeudamiento que financió las importaciones y provocó la fuga de
capitales que impidió que el excedente se invirtiera. Ninguna economía normal deja de
invertir su excedente. El excedente invertido genera impuestos, sanea las finanzas. No hay
manera de incrementar la estructura impositiva si el país no incrementa la estructura de
capital. Por la tanto, la fuga es la condición necesaria para que uno tenga déficit fiscal y no
viceversa, y esa fuga se financia con deuda.
Cuando terminó el período de la deuda gracias al default, la Argentina creció, hubo
una devaluación, una mejora extraordinaria de la economía primaria y básicamente un bien
imprescindible para cualquier política económica, que son las retenciones, por la simple razón
de que la Argentina es país con una economía con dos velocidades. Es como un esquiador que
tiene una pierna más corta que la otra. Si no le ponemos un suplemento a una de las piernas,
el esquiador inexorablemente vuelca. La actividad industrial argentina por falta de
inversiones como consecuencia de la fuga del excedente hace imposible un sistema
económico de superávit fiscal y de crecimiento económico, sin tener un tipo de cambio
suficientemente rentable para el sector agropecuario con una retención que permita el
desarrollo de la industria nacional.
Esto es esencial, es doloroso, pero es así, y la demostración es que no van a encontrar
ustedes ningún año de superávit fiscal en el que no haya habido retenciones, por lo menos, del
76 a la fecha. Eso es así. No se discute, pero esa es la verdad.
Consecuentemente, la Argentina con este mecanismo de deuda, fuga y ausencia de
excedente logró generar esta desindustrialización y –como ustedes recordarán– un 50 por
ciento de pobres en la crisis de 2001-2002. La verdad es que el 50 por ciento de pobres se
superó y sólo duró un año y monedas, pero el 28 y el 30 por ciento hace doce años que lo
tenemos. Claramente, es mucho peor 30 por ciento de pobreza durante doce años que 50 por
ciento de pobreza durante un año. No es lo mismo un shock que una crisis silenciosa y
duradera.
La Argentina tiene una crisis silenciosa y duradera a pesar de la soja. ¿Por qué?
Porque con la soja también se fugó el excedente. Durante el período K fugaron 100.000
millones de dólares. Son cifras del CEFID-AR, un organismo de la banca oficial del período
kirchnerista. Estamos en 400.000 millones de dólares fugados; es decir, un producto bruto
entero tiene fugado la Argentina. La Argentina no necesita inversiones externas, salvo para la
parte tecnológica, la Argentina necesita que pare la fuga, porque inexorablemente la fuga está
ínsita en esta estructura económica. Y esa fuga produce todos esos males:
desindustrialización, pobreza y déficit fiscal.
La manera de pararla es establecer condiciones macroeconómicas y estructurales que
permitan que el excedente se invierta en el país. No hay ningún empresario que no decidiría
invertir su excedente en el país si las condiciones objetivas para hacerlo no fuesen favorables.
Y no se hace porque no los son.
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En primer lugar, la Argentina no tiene moneda. Y no tiene moneda porque tiene una
inflación galopante. La reconstrucción de la moneda es una entidad prioritaria. No la tenemos.
Tanto es así que el gobierno tiene la tasa de interés en el 38 por ciento como consecuencia de
dos medidas que hablan claramente de una profunda contradicción, que la quiero mencionar
aquí porque me parece muy importante.
A pesar de que el presidente del Banco Central consideró que era una monstruosidad
pagar el dólar futuro, negoció una quita pero estamos pagando 100.000 millones de pesos de
emisión monetaria, que pone mucha plata en el mercado para los especuladores que ganan
más que los buitres –en pesos, pero más que los buitres– y nos llevan la tasa al 38 por ciento.
Problema de tipo uno, que afecta al balance del Banco Central.
Problema de tipo dos. Estamos subsidiando –único país en el planeta que lo hace– la
producción de petróleo a pesar de que las empresas privadas petroleras, una de ellas, gano en
nueve meses 4.000 millones de pesos con el petróleo en baja. Y les recuerdo que cuando se
vendió YPF a Repsol el barril de petróleo costaba 20 dólares. Repito, 20 dólares.
¿Aumentaron tanto en dólares los costos petroleros como para que 40 no sea un precio
suficientemente rentable? Es una pregunta para hacerse.
Entonces, el gobierno está emitiendo por un lado y aumentando el déficit fiscal porque
las cuentas menos generosas determinan que el gasto de subsidio petrolero es 2700 millones
de dólares al año; parte de lo que vamos a pagar.
Con lo cual, voy a terminar con la siguiente reflexión. En economía no existe una cosa
como el éxito. No es propio de la política el éxito. El éxito es compensaciones: arreglo una
cosa y desarreglo otra. Eso puede correr en el ámbito privado, pero en el ámbito público no
hay éxito. Por lo tanto, los programas tienen que ser globales y simultáneos. No es posible
creer que una medida salva a nadie.
Y por supuesto –coincido con Asiain– que sería muy bueno que el país tuviera un
proyecto y una estrategia de desarrollo y no un conjunto de proyectos que evalúan 15 por
ciento. Nos debemos una estrategia global que entienda –sobre todo en este Senado– que este
es un país que tiene una ciudad con 20.000 dólares por barba y provincias con 2000. Si
ustedes creen que eso es algo que puede producir algo mejor que lo que estamos produciendo
realmente somos ingenuos. Acá lo que se necesita es una transformación estructural que
primero pase por la cabeza. Es un país lleno de recursos, pero, la verdad, sin ideas.
Nada más.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, profesor.
Es el turno de Martín Guzmán. Martín Guzmán es licenciado y magister en Economía
de la Universidad Nacional de La Plata y doctor en Economía por la Universidad de Brown.
Actualmente, se dedica a la investigación y se especializa en Macroeconomía,
Economía Monetaria y Desarrollo Económico. Fue convocado por el Premio Nobel de
Economía Joseph Stiglitz a participar de su equipo en la Universidad de Columbia. Codirige
el grupo de trabajo de Stiglitz sobre la reestructuración de deudas y quiebras soberanas,
perteneciente a la iniciativa para el diálogo político de la Universidad de Columbia.
Adelante, por favor.
Sr. Guzmán.- Les agradezco por la invitación. Para mí es un honor estar aquí discutiendo
temas que son fundamentales para el desarrollo argentino, que es muy importante resolver
para que nos sentemos sobre un sendero que sea conveniente para el país.
Un punto de partida es señalar que creo que estamos casi todos de acuerdo en que la
existencia de los buitres es nefasta para el funcionamiento de la arquitectura financiera
internacional. De hecho, son tan malos que en las discusiones que estamos teniendo las
Naciones Unidas para reformar como se conducen los procesos de reestructuración de deuda
soberana, uno de los embajadores le pidió disculpas a los buitres, al animal. Dijo: Es
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demasiado duro para ellos ser comparados con esta gente.
El otro punto es que es cierto que el fallo de Griesa desde donde se lo mire es nocivo
para el funcionamiento de la economía mundial, de la arquitectura financiera internacional y
también es injusto.
Pero ese no es nuestro tema. Lo que nosotros tenemos que discutir en este ambiente es
si el acuerdo que la Argentina está buscando llegar es conveniente o no para el país. Y esa va
a ser la primera pregunta de mi presentación.
Entonces, para responder esta pregunta tenemos que comparar en qué nos
beneficiamos vía este acuerdo con lo que nos cuesta este acuerdo.
Tanto los beneficios como los costos en principio son inciertos. Si se pagase a todos
los holdouts incluidos los buitres de acuerdo a la propuesta del gobierno, o sea si el 100 por
ciento se resolviese, ese costo sería 12.000 millones de dólares aproximadamente, pero sobre
eso hay cierta incertidumbre.
Ha sido discutido en este recinto: a pesar de que está claro que la RUFO expiró y de
que los contratos tienen un lenguaje que impiden, en principio, que haya nuevos litigios. Lo
que ha hecho la justicia estadounidense es violar los contratos para dar un remedio a lo que
un juez consideró injusto.
Un juez consideró que el gobierno anterior se estaba portando mal, entonces, para
respetar la santidad de los contratos buitre, violó contratos de modo de impedir que el país le
pudiera pagar al 93 por ciento de los acreedores que sí habían reestructurado.
Dicho eso, quiero manifestar que el riesgo es muy bajo, aunque nunca se va a poder
reducir a cero totalmente; pero lo que queremos hacer ‒si hacemos esto bien‒ es usar todos
los instrumentos que tengamos para reducir la incertidumbre lo más posible. Sobre todo, en la
medida de que esos instrumentos no tengan costo.
Y aquí han sido propuestos instrumentos en esa dirección, por ejemplo, diferente
lenguaje en los contratos, que implique una renuncia sobre los derechos de los bonos
anteriores, por parte de los holdouts, y un pedido a la justicia estadounidense de certeza. Una
declaración de certeza que, sobre todo, diga que no se va a repetir una situación en la que
haya una cautelar como la que hoy en día le impide a la Argentina pagarle al 93 por ciento de
los bonistas reestructurados. Y eso es lo que realmente importa: la cautelar; porque, en la
medida en que uno pueda seguir pagando, aún si tiene un problema judicial al mismo tiempo,
no habrá grandes problemas en término de los costos económicos que eso genere.
Por el lado de los beneficios, el financiero es que, en principio, bajaría la tasa. He
hecho las cuentas, comparando estos costos con estos beneficios, y aún en escenarios
moderados sobre la reducción de los beneficios, el supuesto que hago es que la tasa, en
promedio, baja un punto y medio, o sea que en vez de emitir a 8,75 por ciento, como hizo el
gobierno anterior, emitimos a 7, 25 por ciento. Y, suponiendo que el gobierno no se vaya a
sobreendeudar, es decir que vaya refinanciando deuda y llegue a un tope, nunca se va a pasar
del 20 por ciento de deuda sobre el producto.
Entonces, si los costos fuesen ciertos, los beneficios son más grandes que los costos.
Es decir que si pudiésemos traer certidumbre sobre los costos, convendría para la Argentina
arreglar.
Por lo tanto, la primera conclusión es que, si se implementa bien, el acuerdo sería
conveniente para el país. Y la segunda es que, aun cuando no vayamos a reducir la
incertidumbre a cero, si hay elementos como los que han sido propuestos en esta mesa, que se
puedan usar para reducir la incertidumbre sobre los costos, usémoslos; eso es cuidar el
patrimonio del país.
Pero un punto fundamental, un bloque de puntos que es fundamental ‒que la sociedad
no lo está tomando de la forma que en que debería tomarlo‒ es no solo el acuerdo con los
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fondos buitre, sino, en este momento, en que nos reinsertamos en los mercados financieros
internacionales de forma plena, es: ¿cómo va a ser la integración financiera de la Argentina
con el mundo? Esta discusión se tiene que dar ahora, porque es el momento en el que está
ocurriendo y eso es central para el proceso de desarrollo de la Nación.
Hay tres temas que quiero tratar sobre la integración: en primer lugar, ¿en qué
mercados vamos a tomar deuda? En segundo término, cuánta deuda y para qué usos y,
finalmente, ¿dentro qué marcos vamos a tomar deuda?
Vayamos a tratar el primer tema: ¿en dónde nos vamos a endeudar?
Saben que nosotros pagamos una prima de riesgo ‒cuando pagamos‒ con una tasa
más alta de la que pagan los países más estables. Ahora bien, cuando no pagamos, cuando
entramos en default, también pagamos.
Bajo la ley de Nueva York, cuando el país hace default, es decir, hasta tanto haya una
sentencia, la tasa que paga en términos de compensatorios es del 9 por ciento. O sea que
estamos pagando, aproximadamente, el 8 por ciento ‒entre 7 y 9‒, cuando pagamos; porque
somos riesgosos en un mundo de tasas de intereses cercanas a cero, y, cuando no pagamos,
también pagamos 9 por ciento. Es decir que nos sale muy caro endeudarnos.
El problema es que esto va a pasar en cualquier lado donde tomes deuda. Si vas a
Inglaterra, la tasa que pagamos en el caso de que haya default es del 8,5 por ciento y también
es muy alta. Entonces, lo primero que esto nos dice es que endeudarte como país te sale muy
caro en cualquier circunstancia. Ahora bien, bajo la ley de Nueva York, tenemos un problema
adicional que es el de la justicia estadounidense, que ha mostrado un nivel de
discrecionalidad que favorece en forma muy grande a la posición de los acreedores, ya que es
capaz de violar contratos para proteger los derechos de aquellos que compran deuda en
default, y que te pueden bloquear una reestructuración.
Y como se dijo anteriormente: esa fue nuestra elección. Nosotros decidimos
endeudarnos bajo ley de Nueva York. Entonces, ¿vamos a volver a elegir esa ley para
endeudarnos cuando hay otras jurisdicciones que, como Inglaterra ‒y más‒, buscan mercados
lo suficientemente grandes que tienen los niveles de endeudamiento bajos que queremos para
la Argentina? ¿Vamos a cometer el mismo pecado de ir a un lugar donde lo barato nos
termina saliendo muy caro? Pienso que no y también que, en nuestra decisión de integrarnos
con el mundo, este es un problema que tenemos que resolver ahora, por lo tanto, hay que
dejar de emitir bajo la ley de Nueva York.
La segunda cuestión la voy a pasar muy rápidamente, ya que creo que es algo que
todos entendemos y ha sido discutida. Tenemos una historia de abuso de este instrumento
valioso que es el acceso al crédito internacional. Queremos tener el instrumento, pero no
queremos abusar de él y lo queremos usar bien. Entonces, lo que como sociedad tenemos que
definir es cómo lo vamos a usar, porque, además, queremos tener las reglas y las leyes que
impidan que este instrumento se utilice mal.
Finalmente, quiero describir un tema que me parece fundamental y que ha sido
enmarcado en forma incorrecta en el debate por parte de quienes lo han planteado en la
Cámara de Diputados, pero que está vinculado al arreglo con los buitres. ¿Existe una
conexión directa entre un acuerdo con los buitres y un programa de préstamo con el FMI? La
respuesta va a ser que existe una conexión directa aún si el gobierno no lo quiere, aún si le
gustaría no tener un programa con el Fondo Monetario Internacional; porque, en la práctica,
un programa de préstamos con el FMI es una palanca para los acreedores que más prestan,
que son a los que a la Argentina le van a ir a pedir, es decir, los primeros que querrán cobrar
cuando las cosas empiecen a ir mal.
Y mis tres minutos siguientes los voy a utilizar para describir esto por la importancia
que tiene para nuestro proceso de desarrollo.
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Esto funciona así: en el marco de préstamo del FMI, hay una condición que dice:
“Cuando un país entra en mora ‒o sea que no está pudiendo hacer frente a sus pagos‒, solo le
podrás prestar ‒el FMI solo te podrá prestar‒ si esa deuda es considerada sostenible”. Eso
quiere decir que se tiene que considerar que el país va a poder pagar esa deuda, que no lo
puede hacer ahora por cuestiones transitorias, pero que tiene la capacidad de pagarla.
Lo que en la práctica tiende a pasar es que el FMI sobreestima la capacidad de repago
de los países, entonces presta y, al mismo tiempo, pone condiciones. Y esa posición no ha
cambiado con el tiempo.
Además, esas condiciones le hacen muy mal al país, porque tienden a empeorar la
situación económica. Y ¿cómo se usa esa plata que presta el FMI? ¿Para crear políticas
contracíclicas que ayuden al país? No, se usa para pagarles a acreedores existentes.
En este sentido, quiero darles el ejemplo de Grecia y contarles por qué esto funciona
así. Piensen que en el Fondo, en el esquema de gobierno hay un solo país con poder de veto:
los Estados Unidos. Al ser así, la posición que predomina es la posición del Tesoro de los
Estados Unidos. Y quiero ser fuerte con el lenguaje que voy a utilizar, porque la situación lo
amerita, la plutocracia congresional y el problema de las llamadas puertas giratorias implican
que la posición del Tesoro es, principalmente, la posición de los grandes bancos.
Entonces, si a un país le va mal, como a Grecia, los que tienen que cobrar deuda,
dicen: “Ni se te ocurra decir que la deuda griega no es sostenible; decí que es sostenible y
pedí condiciones que aseguren que Grecia va a pagar ahora o que va a usar ‒ principalmente‒
recursos para eso”. De ese modo, entonces, se transfiere la plata a estos acreedores y es la
palanca ‒de la que hablo‒ que le permite a estos acreedores, a los que les vamos a pedir
prestado, estar primeros en la fila para cobrar. ¿Ok?
Esta es la figura de Grecia: lo que ven ahí, en la línea negra sólida, es el producto de
Grecia de verdad; y las líneas punteadas son las estimaciones, las proyecciones, del Fondo de
cómo le iba a ir a Grecia. Como ven, cuando empieza la recesión, en el 2007, dicen que les va
a ir bárbaro. Bueno, a todos nos puede pasar que nos equivocamos una vez. Pero año tras año
siguen diciendo lo mismo, siguen ingresando poniendo condicionalidades. Esto no solo pasa
en Grecia, sino que pasa en todos lados. Siguen poniendo condicionalidades y el resultado de
eso es que cuando empezó la recesión en Grecia el desempleo era del 7 por ciento; hoy en día
es del 25 por ciento, y el desempleo juvenil es del 55 por ciento. El producto cayó el 25 por
ciento también. Esto es una desgracia, ¿sí?
Ahora bien, a lo largo de ese período, en el año 2012, hubo una reestructuración y
fíjense cómo funcionó, lo que ilustra el fenómeno del que estoy hablando.
Los principales acreedores griegos eran los bancos franceses y alemanes. A la vez,
principalmente cuatro bancos de Estados Unidos, que eran Goldman Sachs, el J.P. Morgan
Chase, Citibank y USB, le habían vendido a esos bancos unos instrumentos llamados credit
default swap, que significan que "si Grecia no te paga a vos, banco francés o alemán, yo,
banco estadounidense, te voy a pagar".
Al haber podido usar las políticas del Fondo para salvar -que fue lo que se hizo, se
salvó el cien por ciento de esos bancos alemanes y franceses-, lo que eso quiso decir es que
los bancos estadounidenses no tuvieron que pagar un solo dólar por esos credit default swap.
Por supuesto que había grandes incentivos de estos agente a influir en la posición del Fondo y
son los primeros que salen. ¿Quién sufre? La sociedad y los acreedores más pequeños.
Entonces, si como se dijo anteriormente vamos a tapar un agujero también tratemos de
cambiar el caño. Y lo que esto quiere decir es que tenemos que en este momento definir la
forma en que nos integramos y esto es fundamental. La conclusión que saco acá es que
tenemos que evitar una solución que nos lleve a un camino que implique un programa con el
FMI. Esto sería una desgracia para nuestro proceso de desarrollo.
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Cierro diciendo que la Argentina tiene que hacer lo que le conviene a la Argentina.
Porque la Argentina necesita recuperar la capacidad efectiva de pago; pagarle al 93 por ciento
de los acreedores y es importante llegar a una solución. Y es ahora cuando tenemos que
definir dos grandes temas: el primero es cómo implementamos este acuerdo, utilicemos todos
los instrumentos baratos, como los que Sebastián Soler describió, para reducir la
incertidumbre sobre los costos y tengamos en cuenta estos tres bloques que describí: dónde
emitimos, cómo usamos la deuda y en qué marco nos integramos para favorecer una
integración que ayude a un proceso de desarrollo sostenido e inclusivo.
Lo que pienso es que como está la cuestión hoy, como aprobó la ley la Cámara de
Diputados, yo aprecio los esfuerzos del gobierno en resolver este tema, que es importante y
hay que hacerlo, pero hay cuestiones por mejorar. Hay aspectos que son criticables. Estamos
muy cerca de resolverlos y el costo de esperar unos días más es cero; el costo de ir del 30 de
marzo al 14 de abril es cero. Después sí, si nos vamos de ahí empieza a haber incertidumbres
que, tal vez, vayan más allá de los beneficios de esperar. Pero tomémonos el tiempo que
tenemos, usémoslo de manera más razonable y lleguemos a una solución que no solamente
tape el parche, sino que también cambie el caño. Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Terminada la ronda de exposiciones, abrimos la posibilidad
de formular preguntas a los panelistas del día de hoy.
En primer lugar, tiene la palabra la señora senadora Labado; luego, el senador
Barrionuevo.
Sra. Labado.- Es una pregunta para el doctor Cruces.
Él usó una frase de Perón y yo le voy a decir otra que también dijo Perón.
Perón dijo en la plaza que se cortaría la mano antes de firmar un empréstito. También
el doctor Cruces hizo una comparación entre la renegociación de la deuda que hizo Néstor
Kirchner con la de ahora y dijo que esto era lo mismo más una propina. A ver si él puede
cuantificar esa propina.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Senador Barrionuevo.
Sr. Barrionuevo.- Gracias, presidente.
Tengo dos preguntas para el doctor Soler y una para el doctor Guzmán. ¿Las hago
todas en este momento?
Sr. Presidente (Abal Medina).- Sí.
Sr. Barrionuevo.- Para el doctor Soler: teniendo en cuenta que la Rufo venció en diciembre
de 2014, ¿por qué razón inmediatamente después, o sea desde enero de 2015, no iniciamos las
tratativas necesarias para solucionar el tema con el acreedor con mayor potencia de fuego -por
decirlo de alguna manera? Para el caso de que su respuesta sea que no era su responsabilidad
política, quisiera saber por qué cree usted que no se hizo. ¿Okey? Esto, por un lado.
Por otro lado, la segunda pregunta sería si considera viable que el Estado argentino, a
través de una ley del Congreso, pueda facilitar o autorizar la identificación de los activos
externos de residentes locales para el caso de que los holdouts −usé la expresión activos
externos de residentes locales en base a la denominación introducida por el Fondo Monetario
Internacional en el año 2005 en los formularios sobre cada país, porque nosotros éramos los
únicos en el mundo que teníamos empresas con activos externos siendo residentes locales;
ellos introdujeron un rubro en los formularios para identificarnos a nosotros−, en el caso de
tener la información de que eso fue producto de una fuga de divisas ilegal, obviamente, si
pudiéramos de alguna manera facilitar el procedimiento del Discovery o algo por el estilo en
el caso de que los holdingsintenten la cláusula de aceleración o los holdouts remanentes, el 4
por ciento, intentaran una acción judicial. Esta es la segunda pregunta.
Y la pregunta para el doctor Guzmán es la siguiente: si usted considera que la
legislación y los jueces de Nueva York han actuado con discrecionalidad, lo cual es cierto, si
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los jueces de Gran Bretaña no tendrían la misma discrecionalidad porque ellos aplican el
derecho común, o sea el commonlaw, a diferencia del derecho continental europeo que es
escrito. Si no es mejor la legislación del derecho continental europeo y no el insular. Esas son
las preguntas.
Sr. Presidente (Abal Medina).- ¿Alguna otra pregunta o comentario?
Entonces, si les parece bien, se contestaría en el orden en que fueron aludidos:
primero Cruces y después Soler y Guzmán. No obstante, si alguno de los otros especialistas
quiere hacer algún comentario será bienvenido.
Doctor Cruces.
Sr. Cruces.- Muchas gracias, presidente; y muchas gracias, senadora Labado por su pregunta.
Entonces, Perón dijo que no hay que tomar empréstitos. Creo, con todo respeto, que
estamos mezclando dos cosas. Hay una discusión que es la conveniencia de cerrar este
capítulo, resolver nuestro problema con los litigantes, poder volver a una situación de
normalidad con los bonos reestructurados en el 2005, la deuda que fue emitida en 2005 y
tener relaciones normales. Creo, a mi modo de ver y sustanciado por mucha otra gente que
estuvo por acá, que eso es conveniente.
Ahora –como usted bien señala–, eso abre otro problema, y es que nos vuelven a
habilitar la tarjeta de crédito. Y la Argentina tiene una mala memoria en esto. Cada vez que
el mercado nos prestó, nuestro equilibrio socio-político fue tal que tomamos toda la deuda
que nos prestaban hasta que el mercado cambió de humor –el mercado tiene la misma
estabilidad emocional que un chico de quince años en su primera fiesta–, y cambia de humor
con mucha frecuencia; entonces, el mercado se da vuelta y nosotros tenemos una tremenda
crisis, tremenda crisis que paga la gente más vulnerable de la Argentina. Entonces, concuerdo
con su llamado a la prudencia.
¿Cuál es el problema con la prudencia fiscal? Veo gente que uno, típicamente,
caracterizaría como militante de centro-izquierda haciendo un enorme llamado a la ortodoxia
fiscal, porque la Argentina tiene un nivel de déficit fiscal entre 4, 5 ó 6 puntos del producto;
no sé cuánto es, pero es un número que está por ahí. Este no es un momento para hacer un
ajuste fiscal draconiano para restablecer la solvencia. Estamos en una economía que hace
varios años que crece muy poco, o no crece o decrece –no me voy a pelear porque no
sabemos bien de cuánto es el número. Por lo tanto, en medio de la recesión no es el momento
para hacer un ajuste fiscal draconiano. Tener la posibilidad de usar cantidades moderadas de
deuda en esta circunstancia, es útil.
Pero yo comparto su preocupación, senadora. El 1° de marzo, el día que el presidente
abrió las sesiones ordinarias del Congreso, publiqué una nota en La Nación –fue el día
siguiente a arreglar con los buitres más peliagudos– cuyo título era “Ahora, prudencia”.
Entonces, comparto su preocupación, simplemente que este no es el momento.
Respecto de la propina, el cálculo es muy sencillo, senadora. En 2005, nosotros
emitimos un conjunto de instrumentos en pesos, en dólares, en euros y en yenes; Bonos Par,
Bonos Discount, Bonos Cuasi Par en pesos y unidades vinculadas al PBI. Si toda esa canasta
se la dimos a un fideicomiso para este 7 por ciento que no arregló, y cada vez que pagamos
un dólar sobre los nuevos instrumentos ese dólar fue reinvertido en el propio instrumento que
lo pagó, en esa canasta hoy hay, al 24 de noviembre –que son mis números–, 133 dólares;
según el diputado y ex ministro Kicillof, hay 140 dólares; según el ministro Prat-Gay, hay 160
dólares. Se le está ofreciendo 150, que es la oferta base. Luego, está la oferta pari passu, que
es gente que viene con un arma nuclear bajo el brazo, y ahí es una oferta un poquito peor que
el promedio de las restructuraciones en las cuales los acreedores tienen mucho poder.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Doctor Soler.
Sr. Soler.- Hace cuatro días que –si no fallo en la cuenta– distintos expertos se han sentado
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donde estamos sentados nosotros ahora y han dado su opinión. Entonces, nuevamente, por
respeto a los senadores que, imagino, también quieren pasar a la siguiente etapa, que es la
discusión entre ellos, voy a ser muy breve.
Respecto de la primera pregunta, de por qué no se negoció a partir del 1° de enero de
2015, porque el gobierno anterior… la respuesta usted ya me la dio. Yo no lo sé. Pero
tampoco me quiero escapar con esa sola respuesta.
Yo no voy a especular, pero sí me da el pie para decir lo siguiente: si todos estamos de
acuerdo con que el fallo fue injusto, si todos estamos de acuerdo con que la conducta de los
fondos buitre fue extorsiva, lo esperable de un sistema político maduro es que en junio de
2014, cuando el fallo de Griesa queda firme, hubiera habido un frente común, una política de
Estado –para usar una expresión que se usa seguido– compartida por todos los sectores, de
resistir y negociar conjuntamente. Y yo creo que hay culpas compartidas de por qué eso no
pasó. Hay culpas del gobierno, pero también de la oposición. Me parece que todos los
sectores se apuraron en tratar de sacar el rédito político que pensaban que se podía sacar de la
situación. Y eso es malo para el sistema político, y el costo lo estamos pagando ahora,
porque, efectivamente, yo creo que se está negociando de apuro y obteniendo una quita menor
de la que se hubiera podido.
Sí digo esto también: durante 2015, cuando el gobierno podría haber intentado solo –
sin el acompañamiento ya de la oposición, o sea, en una situación de debilidad– reabrir una
negociación, yo pienso que eso era muy difícil porque la situación en ese momento era aún de
mayor debilidad que la de ahora; porque la realidad es que el gobierno hubiera planteado una
negociación al mismo tiempo que uno de los principales contrincantes en la elección
presidencial ya había aclarado –como está en todo su derecho a aclarar– que su posición era
pagar, acatar la sentencia, etcétera.
Entonces, me parece que la situación en 2015 hacía muy difícil ya encarar una
negociación con posibilidad de éxito. Creo que en 2014 todos los argentinos podríamos haber
aprovechado la oportunidad, y esa oportunidad no se aprovechó.
Respecto de la segunda pregunta, que es si se puede, yo puedo contestar técnicamente,
pero seré muy breve. Se puede identificar quién tiene qué bonos y, sobre todo, si hay
argentinos que tienen esos bonos, para ver de frenar de alguna manera demandas judiciales. A
ver, la ley argentina ya tiene eso. No vayamos a buscar una solución afuera que la ley
argentina nos brinda adentro.
Todos los argentinos tenemos obligación de pagar impuestos de acuerdo a la renta
global; y tenemos la obligación, por encima de un piso, que es singularmente bajo, de declarar
una vez al año qué bienes tenemos y esos bienes, por supuesto, incluyen los bonos de la
deuda pública argentina. O sea que si hay algo que podemos hacer y está a nuestro alcance es
asegurarnos que los argentinos cumplan con su deber. Y eso se llama, por supuesto, tener
reglas claras que exigen esa revelación; pero, después, también estar dispuestos a aplicarlas
con todo el rigor. Tenemos un antecedente en los diarios ahora, de unas cuentas no declaradas
en el banco HSBC. Bueno, empecemos, porque esos argentinos que, aparentemente, no han
cumplido con su obligación la cumplan.
Entonces, para mí, antes de buscar soluciones afuera, que las hay y que las podemos
trabajar en conjunto con otros países –de hecho, se está trabajando en conjunto con otros
países y el gobierno anterior lo hizo–, empecemos por encontrar las soluciones adentro.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Doctor.
Sr. Guzmán.- Gracias, senador Barrionuevo, por su pregunta.
En cuanto a la diferencia entre la ley de Nueva York y otros lugares, la diferencia es el
remedio; es el hecho de que la Justicia de Nueva York, la Justicia de los Estados Unidos en
general, ha demostrado ser capaz de bloquear pagos a bonistas –como dije anteriormente,
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violando contratos– sólo para favorecer la oposición de una minoría, pero no de una minoría
que es cualquier minoría: una minoría que es muy influyente en cómo han evolucionado los
marcos legales y las reglas de juego que determinan la forma en que se gobierna y se organiza
ese país.
Hay un evento que es fundamental. Había una ley llamada Champerty que prohibía
hacer lo que hoy en día hacen los fondos buitre, que es comprar deuda en default a precio de
remate y, luego, litigar, buscando cobrar todo el principal, más intereses, más punitorios. Por
lobby –que en los Estados Unidos es legal–, lobby documentado de los fondos buitre,
Champerty fue eliminado de la legislación.
Y esto es una cuestión general que está ocurriendo en los Estados Unidos. El sistema
financiero está teniendo una influencia enorme en cómo se escriben las reglas. No es sólo el
tema de los mercados de deuda soberana, y lo hemos visto con el tema del salvataje
financiero en la crisis de los Estados Unidos en los años 2007-2008, que lo que implicó fue
una transferencia enorme de recursos de quienes pagan impuestos hacia los bancos. Es una
cuestión general.
Entonces, ¿por qué la Argentina se va a exponer a un sistema que funciona así?
Pienso que no tiene sentido. Ya lo sufrimos en el pasado. Me costaría entender tanto como
analista como ciudadano, sobre todo como analista, que volvamos a hacer lo mismo, que
volvamos a exponernos a ese sistema. Y, como dije, esta es una discusión que se tiene que dar
hoy, ahora, porque en este momento están abriendo la puerta a la integración internacional.
Entonces, creo que es la responsabilidad de quienes están aquí definir cómo el país se va a
relacionar con el mundo desde el momento en que eso empieza. Me parece primordial, como
sociedad, definir estas cuestiones.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Si algún expositor más quiere hacer algún comentario…
Sr. Leyba.- Yo.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Por favor.
Sr. Leyba.- Hay una idea de que la relación con el mundo pasa por el Fondo Monetario
Internacional. Y, en rigor de verdad, lo que estructura la economía son los acuerdos
internacionales de comercio.
Acá hay una sombra mucho más pesada, que es el convenio con la Unión Europea y el
eventual Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Esa sola insinuación, con la
absoluta falta de información y de estrategia nacional, pone en riesgo la totalidad del aparato
industrial argentino. Por el contrario, el Fondo – coincidiendo con el doctor en todo lo que
dice–, la Argentina tiene veintiún convenios y no cumplió ninguno. ¡No cumplió ninguno!
¡Jamás! Ninguna de las condicionales fue cumplida. ¡Nunca! ¡Jamás! Por lo tanto, se escribe
y no se cumplen, y eso lo sabe cualquiera que opere de verdad.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchísimas gracias profesor.
Les agradecemos a todos los expositores por su presencia y por lo que nos han
ayudado.
Si les parece, pasamos a un pequeño cuarto intermedio de media hora o una hora y nos
volvemos a juntar en este mismo salón para dictaminar.
Son las 12 y 56.
A las 14 y 26:
Sr. Presidente (Abal Medina).- Continuamos con la extensa tarea que hemos tenido en estos
días.
Tuvimos cinco audiencias públicas. Estuvieron presentes funcionarios del Poder
Ejecutivo nacional: ministros, secretarios, subsecretarios y el procurador del Tesoro.
Participaron 19 gobernadores, 14 representantes de asociaciones empresariales y gremiales y
31 especialistas en la materia, entre ellos, exfuncionarios, académicos, economistas,
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profesores, etcétera. Creo que ha sido una larga discusión. Obviamente, es el preámbulo de lo
que será la discusión el próximo miércoles.
Al respecto, ya se encuentra circulando un dictamen sobre el tema que estamos
tratando y, como también varios saben, se está agregando para su tratamiento el expediente
S.-633/16, de Rodríguez Saá, Pichetto, Urtubey, quien les habla y varios más, para ser tratado
de manera conjunta.
Si les parece, escuchamos las opiniones.
- Se realizan manifestaciones fuera del alcance de micrófono.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Pero podemos sesionar. Eso es para votar. Para debatir,
podemos hacerlo sin quórum. Falta el quórum de Economía; Presupuesto está entera.
Tiene la palabra la señora senadora de la Rosa.
Sra. de la Rosa.- Gracias, presidente.
En principio, quiero felicitarlos a usted y al presidente de la Comisión de Economía
por el trabajo que han hecho. En todas estas jornadas en las que estuvimos discutiendo este
tema tan fundamental para los argentinos hemos tenido la presencia de economistas y juristas
que nos han dado una visión y un aporte importante al debate que se da en el Senado de la
Nación.
Como usted sabe y como manifesté en todas las ocasiones que pude en estos extensos
días, no estoy de acuerdo con el proyecto en cuestión así como está. Yo lo votaría con
modificaciones, que creo que son fundamentales.
Las principales cuestiones creo que están en el artículo 1°: no estoy de acuerdo con la
derogación de todas aquellas leyes que todavía forman parte de lo que fue la reestructuración
2005-2010, que fue una reestructuración exitosa de la deuda externa argentina.
Tampoco estoy de acuerdo, como lo he manifestado, con la autorización que hay para
el endeudamiento. Creo que son excesivos los 12.500 millones de dólares. Del total de los
acuerdos que nos han enviado –creo que están en el Anexo 1–, creo que suman, si no me
equivoco, 6.500 millones. Yo pensé que sumaban 7.500. Los he vuelto a sumar y son 6.500
millones, que sería el endeudamiento necesario para pagar todos los acuerdos que ha
suscripto la Argentina con los distintos fondos.
Entonces, 5.000 o 6.000 millones de dólares de endeudamiento sin acuerdos previos
me parece un costo innecesario que tiene que pagar el conjunto de los argentinos. Digo esto
porque no estoy hablando de si este endeudamiento aumenta o no el stock de la deuda, aunque
tenemos que decir que en términos técnicos sí aumenta el stock de la deuda, porque toda esta
deuda de la que estamos hablando, de más o menos 11.000 millones, no conforma el stock de
la deuda argentina. Pero sí, evidentemente, 5.000 o 6.000 millones de endeudamiento afecta a
los argentinos. ¿Dónde afecta a los argentinos? Afecta en el déficit fiscal. Porque estamos
hablando de que la Argentina tiene déficit fiscal, y resulta que el pago de los intereses, que
son gastos corrientes, afecta directamente a la recaudación y compite fundamentalmente con
aquellos gastos o inversiones en educación, en obras públicas, en planes sociales, en la
seguridad social...
Sr. Presidente (Abal Medina).- Una pequeña interrupción, senadora.
Quiero anunciarles que ya tenemos quórum de las dos comisiones.
Sra. de la Rosa.- Gracias, presidente.
Entonces, en función de esas cuestiones –no me quiero alargar, porque las he
manifestado también en estas jornadas–, quiero informarle, como miembro de la Comisión de
Presupuesto, mi no firma al despacho mayoritario.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Pinedo.
Sr. Pinedo.- No quiero hacer una larga exposición, porque hay bastante consenso en las
comisiones de hacer el debate con más profundidad en el recinto. De todas maneras, me
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gustaría hacer un cierre de estos días de largos debates.
En cuanto al tema de los fondos buitre, mi espacio político ha tomado varias
definiciones. En su momento acompañó el proceso de reestructuración del presidente
Kirchner, en el año 2005; lo mismo en el año 2010. Y cuando se estaba por definir la
situación judicial en los Estados Unidos, trabajé para que mi bloque participara de una
gestión oficial multipartidaria de la Argentina, para que se conociera la posición argentina y el
rechazo a la decisión del juez Griesa en la forma en que estaba planteada. Lamentablemente,
la Corte Suprema no tomó el caso y por eso seguimos en este problema, tal como está
planteado hoy.
Básicamente, lo que yo quería en esta pequeña exposición es, humildemente, dar
tranquilidad de que nosotros estamos en buena fe, que creemos que este es un buen acuerdo y
que es lo más conveniente para los intereses de la Argentina.
Voy a referirme a tres situaciones puntuales, casi con los títulos. La primera es la
comparación de la situación que vive la Argentina hoy y la que viviría en caso de aprobarse
estos acuerdos, en caso de votarse esta ley.
En la situación actual, hay un juez extranjero que le impide a la Argentina cumplir con
sus obligaciones. Esto, por supuesto, le impide a la Argentina obtener financiamiento de largo
plazo para las obras que deben financiarse y pagarse en el largo plazo, por varias
generaciones. Esto es típico de las obras grandes de infraestructura que las provincias y la
Nación necesitan, como ha quedado muy claro en la exposición de la enorme mayoría de los
señores gobernadores.
Además, estamos en una situación donde, aparte de no tener crédito en volumen, el
poco crédito que la Argentina recibe es a tasas de interés que son el doble de las que pagan
países como Paraguay, como Bolivia o como Perú. Esta es una agresión al sector productivo
argentino y a las finanzas de los estados provinciales y nacional, que es claramente
innecesaria y negativa.
Mientras esto pasa, hay unos sectores que llenan de plata, que son los buitres, que
tienen una especie de taxi de intereses abusivos, cuyas monedas van cayendo en sus bolsillos
cada día que la Argentina demora el pago. Con lo cual la Argentina les ha generado enormes
beneficios a ellos en el último año de no solución de este problema.
La situación alternativa que tendríamos en caso de aprobarse esta ley es que se
levantarían las restricciones de los jueces de Estados Unidos respecto de que la Argentina
pueda cumplir con sus acreedores.
La Argentina, por lo tanto, pasaría de vuelta a ser sujeto de crédito para financiar sus
necesidades de largo plazo. En el mismo momento en que estaríamos generando obras de
infraestructura, generación de nuevos puestos de trabajo, se evitaría un enorme riesgo
jurídico, que es la cuestión a la que me voy a referir a continuación, que es el segundo tema.
Respecto del riesgo jurídico, deseo señalar que ha sido un tema que dio muchas
vueltas en este debate en el Senado. Por supuesto que contamos ahora con el dictamen del
procurador del Tesoro de la Nación, del abogado de la Argentina, y con los dictámenes de los
estudios que asesoran a la Argentina en el exterior, que son expertos en las leyes extranjeras.
Para sintetizar los puntos de vista legales del asesoramiento legal de la Argentina,
diría que hay dos argumentos centrales: ante la inquietud de que los tenedores de bonos del
canje, que hizo el gobierno de Néstor Kirchner, pudieran reclamar en nuevos juicios contra la
Argentina con motivo del pago a los fondos buitre, me parece que ha quedado en claro, con
los dictámenes, que el hecho de que existiera una cláusula, que se llama la cláusula RUFO,
que decía que la Argentina no podía pagarle a nadie más que lo que le había pagado a los que
habían entrado al canje hasta 2014, claramente implicaba que después de 2014 sí podía existir
esa posibilidad de pago; por lo tanto, los tenedores de bonos anteriores, que habían ingresado
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al canje del presidente Kirchner, no tenían motivos para hacer nuevos reclamos. Esto ha sido
ratificado por todos los estudios de abogados que han participado en esto y por un montón de
especialistas de distinto tipo que han opinado.
El segundo argumento que preocupó a muchos señores senadores se refería a si era
posible que la Argentina pudiera hacer pagos diferentes a distintos acreedores que tienen
litigios contra la Argentina, sin generar posibilidad de nuevos juicios. Esto también ha sido
bastante categórico en los informes de los estudios de abogados, como especialmente el
estudio que se llama Cravath, y el procurador del Tesoro que lo avala, en el sentido de que, de
acuerdo con las normas de Estados Unidos, es posible hacerle diferentes tipos de pagos a
diferentes acreedores en litigios, en juicios, sin que esto implique generar derechos a otros
para hacer nuevos juicios.
La alternativa a los riesgos que, como se ve, están minimizados, es tremenda, que es
que si seguimos sin pagarle a los acreedores de los canjes de Néstor Kirchner, esos sí tienen
un derecho escrito contractual, establecido en sus bonos, que dice que si no se les paga, ellos
pueden pedir que se pague todo de contado, lo que se llama “aceleración”. Lo que es bastante
dramático de ese mecanismo es que basta con que un bono tenga aceleración –o sea que se
pueda pedir el pago al contado de ese título– para que todos los demás bonos caigan en
default, lo que se llama cross default, y la Argentina tenga que hacer frente al contado a todos
los pagos que tiene que hacer hasta 2035. Sin duda, esto sería una quiebra para la Argentina;
sería una destrucción de toda la renegociación de la deuda que, como vimos hoy con algunos
especialistas, fue una renegociación exitosa para la Argentina en su conjunto, desde el canje
de Néstor Kirchner de 2005 en adelante, que esperamos cerrar en estos días.
De manera tal que la diferencia de riesgos jurídicos es absolutamente espectacular y
tenemos que evitarla, por supuesto, al mayor riesgo.
Mi último comentario es que el acuerdo al que estamos llegando es conveniente. En el
pasado reciente, la Argentina había cerrado un acuerdo con estos mismos acreedores en la
sede de New York, después del fallo de la Corte americana. El descuento que se había
logrado y que contaba con un acuerdo generalizado era del 20 por ciento. Lo dijo hoy el
expresidente del Banco Nación y del Banco Central, Juan Carlos Fábrega.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Ayer.
Sr. Pinedo.- Ayer.
El descuento que ahora se está obteniendo, computando la totalidad de la deuda
pendiente está estimado en el 38 por ciento de descuento. Hay distintos tipos de descuentos,
algunos acreedores que tienen más, otros que tienen menos, pero el conjunto es este 38 por
ciento de descuento, que implica pagar el capital que se debía de 2001 más una tasa del 4,8
por ciento de interés anual en su conjunto. 4,8 por ciento de interés anual es una tasa que la
Argentina nunca pudo obtener en muchísimos años para atrás. Así que parecería que este es
un acuerdo, sin ninguna duda, beneficioso para el interés general.
La mayor parte de las nuevas incorporaciones de tenedores de bonos al acuerdo se
están haciendo con la oferta básica, que equivale a un interés del 3 por ciento anual de 2001
para acá.
Dicho esto, señor presidente, me parece que con estas condiciones podemos
acompañar el dictamen que propicia la aprobación de esta ley.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, senador.
Senador Aguilar.
Sr. Aguilar.- Muchas gracias, presidente.
También quiero felicitar a los senadores por las amplísimas jornadas de debate. La
verdad es que pienso que fueron muy provechosas las opiniones de todos los especialistas que
han venido, en sus distintas posturas. Me parece que ayudan a solidificar y a matizar
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opiniones en un tema que es, efectivamente, muy complejo. En todo momento, reiteré la idea
de que consideraba que había que sacarlo del terreno de los eslóganes; ni la idea de que aquí
se juega una traición o no a la patria, ni tampoco la idea de que el acceso a la posibilidad de
endeudamiento vaya a ser una suerte de panacea que va a resolver inmediatamente los
problemas de la Argentina o que el hecho de no acceder nos pondría, en lo inmediato, en una
situación de caos.
Como muchos, y como lo dijo la senadora de la Rosa, también estaba dispuesto a
votar el acuerdo con un conjunto de modificaciones, que creo importante explicitar, partiendo
de la idea de que considero que debemos tener un acuerdo, de que es necesario parar ese
taxímetro y también recuperar posibilidades de acceso a financiamiento, sobre todo para
obras de infraestructura. Pero considero dos elementos: el primero lo habíamos anticipado y
lo comparte la senadora por Formosa; nosotros sumamos todos los convenios que se nos pide
que ratifique, ya que el proyecto de ley no es un proyecto sólo donde se nos pide autorización
de endeudamiento. Distinto sería si fuera un proyecto donde sólo se pide autorización de
endeudamiento. Se pide autorización de endeudamiento y ratificación de acuerdos, que quiere
decir legalizar, convalidar, acuerdos.
Entonces, hay un conjunto de acuerdos que tenemos que ratificar por ese proyecto de
ley. La verdad es que no los consideramos suficientemente respaldados. Como
explicitábamos ayer, hay acuerdos que no sé si se los puede considerar acuerdos, digamos, no
tienen ningún tipo de respaldo; en algunos casos, cerrados a mano, confirmados los montos
por los acreedores, después por mail.
Hay otro acuerdo, el segundo en importancia, que es el de los fondos italianos, que no
especifica monto. No especifica ningún monto. Se presenta una planilla que dice que el
acuerdo puede ser por más de 900 millones o por menos de 400, especificando en cada caso
la cantidad de honorarios que se van a reconocer, según sean esos escalones. Pero si uno
suma sólo los acuerdos que especifican un monto estamos en el orden de los 6500 millones
de dólares, de los que hablaba la senadora de la Rosa, y el convenio pide una autorización de
endeudamiento por 12.500 millones de dólares. O sea, hay 6000 millones de más, en términos
de los acuerdos que nos piden que ratifiquemos.
El segundo punto en relación a los acuerdos, en ninguno de los acuerdos, ni siquiera
en el que reúne los fondos de NML, se especifica cuál es el monto de deuda nominal
cancelada, cuánto se paga de intereses, cuánto se paga de mora, cuánto se paga de punitorio,
cuánto se paga de honorarios y cuánto se paga de gasto administrativo. No se dice
absolutamente nada en ninguno de los acuerdos. Como se decía acá, no hay una liquidación
del monto de la deuda
. Dado lo que ha sido la historia argentina con la deuda externa, que varios
especialistas expusieron convenientemente aquí, creo que el camino correcto hubiera sido que
cada acuerdo tenga una planilla acompañando toda la liquidación que diga: con esto estamos
cancelando tal monto de deuda, dividida de esta manera. El monto total demandado es tal.
Hay sentencia o no hay sentencia. El monto con quita que pedimos que se refrende es tal. Eso
me parece que es lo que hubiera sido correcto. Y, adicionalmente, acotado al monto de los
acuerdos que se nos piden que efectivamente convalidemos.
Un punto adicional tiene que ver con la emisión de deuda que se autoriza, autorizando
al mismo tiempo la prórroga de soberanía. Aquí se ha dicho algo que me parece que el fallo
del juez Griesa es una evidencia de eso, ratificada por la Cámara y por la Corte Suprema, que
esto es una muestra de que la justicia norteamericana no resulta confiable en estos temas.
Estamos haciendo frente aquí a un fallo absolutamente injusto que crea privilegios abusivos
entre acreedores. Eso está. Hay que pagarlo. No hay forma de protestarlo. Ya está.
Ayer me pareció muy importante la opinión de la señora especialista en derecho
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internacional –Biocca, creo que era– respecto de que autoricemos, si es que como país en
desarrollo vamos a seguir, al menos por algún tiempo emitiendo deuda bajo jurisdicción
extranjera, la emisión bajo jurisdicciones que, al momento de los diferendos sean más
positivas de evaluar a los Estados como Estados; al momento de ceder la autorización para
que se prorrogue jurisdicción.
En este proyecto de ley lo hacemos, otra vez, de manera abierta y, seguramente, los
bonos se van a emitir nuevamente bajo jurisdicción norteamericana, donde evidentemente no
hay confiabilidad respecto de cómo son tratados.
Acá, como lo dijo el ministro de Economía, en una interpretación absolutamente
inentendible de la cláusula pari passu, se viola un principio básico de equidad entre
acreedores. Evaluemos como país hacia dónde vamos a prorrogar jurisdicción en el futuro, si
es que lo vamos a seguir haciendo hasta tanto tengamos la suficiente confiabilidad en nuestro
registro de deuda, como para poder emitir en nuestro propio país, que creo que es el deseo
que todos tenemos de que efectivamente eso se pueda dar.
Con estos fundamentos, compartiendo el criterio de Graciela, no vamos a presentar un
dictamen alternativo, sino que simplemente no vamos a apoyar el proyecto de mayoría.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Cobos.
Sr. Cobos.- Gracias, señor presidente.
Un poco reiterando la felicitación de la señora senadora que me precedía, quiero
felicitar a los dos presidentes de la Comisión por el clima en que hemos transitado estos días
de muchas horas de escuchar y de enriquecernos en forma bastante amplia. Sumamos a
gobernadores, economistas, representantes de entidades. Esto ha sido muy sano y nos ha
permitido despejar muchas dudas. Para los que, de alguna manera, ya teníamos una opinión
casi formada sobre el tema, producto de haber seguido este tema de cerca, a lo mejor con la
experiencia que uno ha tenido en casos similares, pero siempre es bueno enriquecerse en tal
sentido.
Hay un refrán que dice: “más vale un mal arreglo que un buen pleito”. Pero, acá lo
cierto es que el pleito no fue bueno. Lo perdimos. Y fue malo por una consecuencia que tuvo.
Agregamos un problema más. El problema que teníamos en 2005 y 2010, era el 7 por ciento
que faltaba. Ahora, no sólo tenemos ese problema, sino que, además, aquellos que entraron de
buena fe y que acompañaron el esfuerzo de Argentina con una quita que, acá bien se dijo, ha
sido casi única, por lo menos en el contexto de América Latina, hoy no están cobrando.
La verdad es que este es el principal problema que tenemos que enfocar. ¿Cómo
hacemos para que vuelvan a cobrar? La ley de pago soberano no funcionó. Inclusive se
interpretó negativamente y encontraron un vericueto legal y judicial para que nos cataloguen
en desacato, tratando de esquivar la justicia, a la cual Argentina se avino.
Tuvo la oportunidad en 2005 y 2010 de aplicar cláusulas de consentimiento de salida
o de acción colectiva. No sabemos si esto se hubiera hecho, a lo mejor, hubiéramos tenido
otra sentencia. Lo cierto es que si se hubiera aplicado, a lo mejor, no se hubiera logrado el
porcentaje que se requería.
Creo que no tenemos que ver esto como una foto. Estamos evaluando nada más la
situación de los buitres y se nos pone la vena así al escuchar todo lo que van a cobrar. Pero, lo
podemos ver desde otro contexto. Un joven economista hoy planteaba –Castiñeira creo que
fue– el equivalente de las tasas que implicarían las distintas situaciones. Recuerdo que dijo
que la tasa de los que aceptaron equivale al 1,3 por ciento y todo el tema del juicio que se ha
llevado, equivaldría a un ponderado de 1,7. Lo del Club de París representaba una tasa del 4
por ciento y lo de los fondos buitre, el 7,8 por ciento. Pero, el promedio de los holdouts es el
4,8. Fíjense que actualmente nos estamos endeudando por arriba del 8. Es decir con tasas aún
más perjudiciales que las que han obtenido por la sentencia los fondos buitre.
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Creo que el mayor riesgo que tenemos es que esto no se arregle y mientras más
demoremos, como decía uno de los economistas, es como un taxi que está parado, pero sigue
cobrando. La verdad es que esto también nos sale caro. Pero, sobre todo, porque el país no
está transitando un buen momento. Tenemos déficit fiscal. Tenemos un estancamiento en
nuestra economía. Tenemos inflación. Si queremos corregir estas cosas, no hay que
ocultarlas. Y si los señores senadores y el Senado acompañan el despacho de comisión y la
decisión de avanzar con la sanción que viene de Diputados, esto va a ser un punto de
inflexión, pero con mucho camino por recorrer hacia adelante. La verdad es que la inflación
de un dígito, la vamos a recuperar cuando tengamos superávit fiscal y reservas en el Banco
Central y cuando mantengamos la competitividad del dólar; cuando, de alguna manera,
reordenemos las variables macroeconómicas que se han perdido, incluyendo el tema del
déficit energético, que el año pasado fue de 4.500 millones de dólares.
Todo esto, en un período no muy lejano, 2003, 2006, mediados del 2007, se cumplía y
teníamos inflación de un dígito. Teníamos confianza y previsibilidad.
Creo que con este acuerdo, si es acompañado, va a volver a regenerar esa confianza,
que es condición necesaria pero no suficiente. Después, dependerá del grado de inversión que
se logre captar vía la recomposición de las relaciones con el exterior y vía muchas políticas
fiscales, de incentivo, de generación de empleo y de esfuerzo de todos.
Creo que si seguimos lo que ya hemos aprendido como ejemplo de años anteriores,
donde nos ha ido bien y las economías regionales no tenían problemas de competitividad y la
moneda valía, me parece que podemos encontrar un camino de crecimiento y transformar ese
crecimiento en desarrollo.
Por eso, después de haber escuchado a todos y quedando claro que no existen mayores
riesgos judiciales y que si hay presentaciones, seguramente, no van a prosperar en la medida
en que se actúe rápidamente con racionalidad y se recupere sobre todo el cobro de los que
confiaron en nosotros en dos oportunidades, en 2005 y en 2010, invito a mis pares a que una
vez terminado este tema, que cuenta con la mayoría en el dictamen, que viene en revisión de
Diputados, teniendo en cuenta que muchas de las observaciones que se han hecho han sido
bien recibidas por parte del Poder Ejecutivo, por parte de nosotros que pertenecemos a
Cambiemos.
Creo que este proyecto tiene todos los cinturones de seguridad que ustedes con justa
razón están pidiendo para que esto termine bien y podamos completar la salida del default
iniciada en 2005. Gracias, presidente.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senador.
Tiene la palabra la senadora Labado.
Sra. Labado.- Buenas tardes.
Reitero las felicitaciones para el presidente de la comisión, porque ha sostenido
durante todos estos días este gran debate en el cual han pasado grandes expositores,
obviamente, cada uno pone la biblioteca del lado que le conviene. También, quiero
agradecerle porque ha sido la oposición en su gran mayoría la que ha sostenido todos los días
de debate con la presencia de los senadores.
Quiero manifestar –como lo he venido haciendo todos estos días, y esta es la primera
cuestión que voy a objetar– que lo que se pretende es que ratifiquemos estos acuerdos que son
preliminares, no definitivos. Considero que no son los mejores para la Argentina, no es la
mejor negociación para la Argentina; voy a fundamentar por qué creo que no es la mejor. Por
eso, digo que cada uno toma la biblioteca según le convenga. Porque acá hubo muchas voces,
muchas opiniones, algunos a favor del acuerdo, otros en contra; pero sí hay algo que
compartieron todos y fueron muy pocos los que dieron certeza de que no abría posibilidad de
nuevos juicios. Eso en su mayoría lo compartieron todos, reitero, fueron muy pocos los que
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aseveraron que había poco margen de que hubieran nuevas demandas.
Nuestra Constitución dice que es el Congreso de la Nación el que debe estudiar las
deudas internas y externas, debe resolver sobre ellas. Creo que tenemos el primer error del
gobierno, hoy conducido por el ingeniero Macri, que primero acuerda y después nos manda a
nosotros para que ratifiquemos, teniendo también hoy sancionadas dos leyes que son las que
se pretenden derogar, que al momento del acuerdo estaban totalmente vigentes. Esa es una de
las cuestiones.
Además, legalmente creo que hay una extorsión por parte del juez Griesa porque le
deja poco margen al gobierno argentino para poder negociar, haciendo uso de la facultad y de
la presión que hace la justicia ante sus fallos y eso también es un punto para cuestionar, pues
lisa y llanamente nos estamos allanando a los pedidos de un juez internacional y vamos a
seguir bajo la jurisdicción de este juez o de la justicia internacional sin ninguna garantía,
como también se dijo acá.
Otra de las cuestiones para mencionar es que a la comisión que se creó y que fue
incorporada en la Cámara de Diputados se le canceló la posibilidad de que sea investigadora,
algo para tener en cuenta. Pero lo más importante es la falta de confianza que nos dan estos
acuerdos en virtud de haber analizado cada uno de ellos y –comparto plenamente lo
manifestado por el senador Aguilar– en cómo se desarrolló cada uno en donde no están claros
los conceptos que se abonan: en donde pagamos conceptos de administración, en donde
pagamos honorarios, en donde pagamos gastos administrativos para identificar deudores. Hay
unas cuantas cuestiones que vamos a mencionar con más detalle en el debate que se va a dar
dentro de algunos días. Tampoco comparto que tengamos que tomar nuevas deudas para
pagar otra deuda. No solo no lo comparto yo sino también los expositores, sin embargo, hay
una gran parte del pueblo argentino que no tiene la posibilidad hoy de expresarse como lo
estamos haciendo nosotros, que comparte esto que estamos diciendo de volvernos a endeudar.
Aunque me digan o me quieran hacer creer que la deuda va a ser menor y que no nos estamos
endeudando para pagar deuda. Todo lo que ustedes quieran. La realidad es que vamos a tomar
deuda y nos vamos a endeudar nuevamente por muchos años.
La verdad es que yo no estoy dispuesta a acompañar esa posición de endeudamiento
del pueblo argentino, no solo cuestiones legales que, reitero, vamos a ampliar en el debate,
sino también por principios doctrinarios que llevo y que me acompañan toda la vida durante
30 años. Esos principios doctrinarios me han llevado a mí también cuando juré como
senadora en representación de mi provincia no solo jurar por la Patria –que la Patria es el otro
comparto plenamente–, sino también a jurar por los principios de un hombre que en 2003
supo transformar a la Argentina de una situación de caos y de crisis terrible –que no se puede
comparar con lo que se plantea hoy– y la sacó adelante pagándole Fondo Monetario.
Otra de las cuestiones que también cuestiono y critico es la autonomía económica.
Otra vez el Fondo Monetario en nuestras cuentas, otra vez diciéndonos qué tenemos que
hacer. La verdad es que no estoy dispuesta a acompañar este proyecto de la mayoría o esta
media sanción que viene de Diputados por estas cosas y por otras más.
El senador Cobos habló de la profundización de la crisis y de la situación del país. Yo
le quiero pedir al oficialismo que no profundicen más esa crisis porque, en realidad, ustedes
la están profundizando. La profundizan con el despido, la profundizan con el levantamiento
de las retenciones, la profundizan marcando las diferencias ideológicas que son buenas en la
democracia. No se tienen que enojar por eso. Es bueno en democracia discutir y cambiar
opiniones. Yo no le voy a negar el saludo por eso, pero no profundicen ustedes. Hablan de la
grieta. La grieta la siguen profundizando ustedes. Por favor, no la profundicen más.
Acá hay compañeros que van acompañar este dictamen para poder pagar a los fondos
buitre. Ojalá yo me equivoque y la Argentina tenga el despliegue que ustedes dicen que van a
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hacer, cosa que dudo porque la historia me lo ha demostrado en todos estos años.
No he tenido tiempo de ver el dictamen del procurador, porque no lo pude tener a la
vista; pero por todo lo expuesto y por muchos fundamentos más es que voy a presentar un
dictamen de minoría rechazando lisa y llanamente el proyecto venido en revisión de la
Cámara de Diputados. Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, senadora.
Tiene la palabra la senadora Elías Perez.
Sra. Elías de Pérez.- Gracias, señor presidente.
Primeramente, quiero reconocer una serie de cosas. Reconocer que lo que estamos
tratando en Cámara de Senadores –como lo he dicho en algún momento– ya es un proyecto de
todos, porque de dieciocho artículos que mandó el Poder Ejecutivo solamente quedaron igual
redactados tres; todo lo demás han sido aportes de las distintas bancadas de las cuáles
formamos parte, porque son nuestros propios partidos los que tienen diputados y senadores.
En segundo lugar, quiero reconocer a los dos presidentes de nuestras comisiones.
Realmente, ambos merecen nuestro reconocimiento y nuestro agradecimiento por su actitud
democrática, por haber hecho que las comisiones realmente funcionen como deben y por
haber propuesto y haber dejado que se lleven los debates a la altura de las circunstancias.
También quiero reconocerle a la bancada de la oposición, del Frente para la Victoria –
tal cual dijo una de las senadoras–, el hecho de no haber dejado de dar quórum en ningún
momento, ni de dar batalla, ni de presentar las preguntas, ni de mostrar las disidencias. La
verdad es que lo quiero reconocer.
Asimismo, quiero hacer un racconto de todo esto. Fueron diecinueve los
gobernadores que pasaron por acá, de los cuales dieciséis han dicho que estaban de acuerdo
con la propuesta que se estaba debatiendo en el Congreso y lo han considerado importante no
solamente para el despegue del país sino también por la importancia de cerrar un capítulo en
la historia argentina que nos permita mirar hacia adelante y que permitan el despegue de las
provincias, ya que ellos mismos nos han contado y nos han mostrado –con mucha
desesperación, muchos de ellos– la situación que les está tocando enfrentar.
Finalmente, hemos escuchado a las cámaras, a gremialistas, a más de treinta
expositores. Realmente, ha sido un debate intenso.
En resumen, es importante que todos entendamos –ya lo hemos entendido– que
estamos analizando una deuda que proviene de administraciones anteriores, con litigios que
se fueron sucediendo de una administración a otra y con un problema de un juicio que tuvo
sentencia también en otra administración. Precisamente, allí creo que es clave pararnos.
Es diferente cuando hablamos de reestructurar una deuda que cuando hablamos de
resolver una sentencia firme que, además, tiene una serie de medidas cautelares que le
impiden al país desarrollarse normalmente en los mercados y hasta le impide algo que es muy
grave, como es pagar a sus bonistas reestructurados. Creo que si hay algo que nos debería
realmente afligir es el hecho de que si nosotros no llegamos a arreglar esta sentencia, las
consecuencias pueden ser nefastas, porque pueden implicar la aceleración de los bonistas
reestructurados. Ese es el principal problema y por eso debemos terminar cuanto antes con
esta situación.
Uno de los expositores que estuvo hoy –creo que fue Cruces– hizo un ejercicio que
me pareció importante. El decía que si hubiésemos abierto un fondo fiduciario en el momento
en que se reestructuraba la deuda y hubiésemos ido depositando en una caja en ese fondo
fiduciario cada uno de los pesos y hubiéramos ido haciendo que se reinviertan los mismos
bonos que le habíamos dado a quienes habían aceptado la reestructuración, estaríamos al día
de hoy con un valor igual, o quizás un poco menor, al valor al que estamos llegando en este
acuerdo. ¿Esto qué significa? Que no estamos pagándoles más a aquellos con los que estamos
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acordando hoy.
Ahora bien, ninguno de nosotros está feliz. No estamos felices de pagarles a estos
fondos especulativos, pero no nos queda ningún tipo de alternativa.
Personalmente, veo diferente la preocupación o el reclamo que hacían algunos
senadores respecto de que estamos poniendo mayor monto de endeudamiento del que de
verdad se va a pagar. Los invito a leer detenidamente el artículo 7°, que dice que el empréstito
será hasta un valor nominal original equivalente… Leo textualmente: lo que sea necesario
para cumplir con los pagos requeridos bajo la presente ley y en la medida que dichos pagos no
excedan 12.500 millones. Dice: no excedan. O sea que es un techo.
Tanto es así que lo que había venido desde el Poder Ejecutivo no tenía este valor,
porque decía que se fuera emitiendo a medida de lo que se va acordando. Pero, en definitiva,
en Cámara de Diputados se decidió que daba mayor garantía el hecho de poner un límite.
Abajo dice que si algo sobra de la autorización será imputado a la autorización existente de
deuda pública prevista en el presupuesto de la Nación, presupuesto que fue presentado por
otro gobierno, presupuesto que fue aprobado no con el acompañamiento de nuestros bloques.
Entonces, creo que ese punto no es para preocuparse.
Respecto de la preocupación que plantearon en reiteradas oportunidades varios
senadores en cuanto a las leyes de pago soberano y la ley cerrojo que derogamos, estoy
convencida que en este último tramo –no hacia el inicio, sino en este último tramo– la ley
cerrojo fue generadora de holdouts. Creo que no hay ningún tipo de temor de que en esta
instancia en la que estamos ahora realmente esta ley sostenga la deuda reestructurada. Creo
que no lo hace. De hecho, hoy día el senador Pinedo decía que ya hay una ley de emergencia,
que es la que la sostiene, además de los decretos correspondientes y demás.
En cuanto a la otra ley, la del pago soberano, la verdad es que ya no tiene razón de ser.
Hemos visto que ningún bonista ha hecho utilización de este camino que se había ideado en
ese momento para tratar de seguir adelante y de saltear el escollo que ponía el juez Griesa y la
sentencia de los Estados Unidos.
Por otro lado, respecto de la posibilidad de que se abran nuevos juicios, creo que se ha
dicho in extenso. Nadie puede decir que no se abrirán nuevos juicios, lo que sí podemos decir
es que nos vemos posibilidades reales de que esos nuevos juicios puedan seguir con éxito.
Creo que si concluimos esta etapa, realmente vamos a estar dando vuelta la hoja. Estoy
absolutamente convencida.
Creo que no es justo decir que el gobierno primero acuerda y después manda, porque
no hay otra posibilidad de hacerlo. Si nosotros hoy estamos poniendo en tela de juicio que
hay algunos preacuerdos o acuerdos ad referéndum que no nos satisfacen porque no tienen la
letra más finita, imagínense si nosotros vamos a empezar a debatir para que recién el
Ejecutivo vaya a acordar. No es esa la metodología. El Ejecutivo va haciendo preacuerdos
que vienen a la discusión de la Cámara, y somos nosotros los que vamos a tomar la decisión,
los que vamos a decir sí o no.
Senadora: ¿estaba pidiendo una interrupción?
La señora senadora Labado realiza manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sra. Elías de Pérez.- Nosotros somos los que tomamos la resolución. Lo que están haciendo
es una negociación, que es normal que sea así, senadora.
Luego, por ahí decían algo así como endeudarnos de vuelta. Para nada comparto que
estamos endeudándonos de vuelta, lo que estamos haciendo es canjear una deuda por otra,
con intereses menores. La verdad es que el pago de los intereses punitorios que hay es
enorme. Estamos por fin sacando la cautelar que nos impide poder entrar de nuevo al mundo
con todo lo que necesita la Nación para crecer.
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En definitiva, en dos palabras, creo que lo que estamos haciendo es sacando el cepo al
crecimiento, señor presidente. Así que sin ninguna duda, vamos a acompañar el dictamen de
mayoría.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senadora.
Tiene la palabra el senador Braillard Poccard.
Sr. Braillard Poccard.- Gracias, señor presidente, señoras senadores y señores senadores.
Quiero hacer unas breves consideraciones, porque se está cerrando una etapa muy
importante que fue el debate en comisión e independientemente de que después seguramente
participaremos del debate en el recinto, creo que todo lo que podamos decir en esta instancia
es útil porque estamos asumiendo responsabilidades. Y cuando el día de mañana, como vimos
hoy, historiadores de nuestra historia económica investiguen sobre la deuda, que esperemos
que se trate de algo del pasado, seguramente, van a venir a ver qué hemos hecho nosotros,
¿no?
Es la primera vez en mi vida que tengo el privilegio de pertenecer a este Congreso.
Siempre fui un político local, siempre hice política local, pero no puedo dejar de expresar dos
o tres cuestiones muy básicas: en estos días realmente pudimos ver, y felicito a los presidentes
de ambas comisiones, a toda una cantidad de personas representativa de las más diferentes
actividades.
El primer día del sector del capital, del productivo y del trabajo; el segundo día, a los
gobernadores ‒al noventa por ciento de los gobernadores que pasaron por acá‒, y, finalmente,
estos dos últimos días, a los expertos. Y, como aquí se dijo, creo que perfectamente pudimos
ver las dos partes de la biblioteca.
En efecto, cada uno de ellos expresó su pensamiento y el impacto que esta decisión
puede generar en la actividad que le toca cumplir. Y, simplemente, hago especial hincapié en
la presencia de los gobernadores, porque es a ellos a quienes les toca administrar. Ellos son
los que pagan los sueldos y los que atienden la educación, la salud y la seguridad y los
problemas de todas y de cada una de las provincias, por lo tanto, saben cuáles son las
urgencias.
Por otro lado, debo decirles que en su momento me tocó tener una responsabilidad
importante y sentí con mi propia experiencia lo que significaba una situación de
endeudamiento desordenado, lleno de inseguridades y de imprevisiones, que no solamente le
traían problemas al gobierno, sino también a toda la sociedad. Entonces, sinceramente y
después de haber escuchado prácticamente el noventa por ciento de las exposiciones que aquí
se presentaron, entiendo que lo mejor que podemos hacer, con todos los detalles que aquí se
dieron, es aprobar esta ley, es decir, mirar hacia el futuro y salir hacia adelante.
Provengo de una provincia, como muchos de los que estamos acá, en la que tenemos
una enorme necesidad de inversión en infraestructura, infraestructura fundamental para
nuestro desarrollo, y nosotros no estamos en posibilidades de costearla. Por ende, necesitamos
que el país salga adelante.
Digo esto, y lo hago con cierta autoridad, porque, en su momento, desde la humilde
posición que ocupaba, apoyé la reestructuración de 2005 y de 2010, y pensé que era la mejor,
porque partía de un principio de buena fe de los gobiernos ‒en ese momento vigentes‒ del
doctor Néstor Kirchner y de la doctora Cristina Fernández de Kirchner, que estaban haciendo
su mejor esfuerzo para solucionar este recurrente problema de la deuda que nos afecta a todos
los argentinos. En ese contexto, respaldo y voy a respaldar esto que creo que puede ser la
última etapa de este proceso de reestructuración de nuestra deuda, porque, como se dijo acá,
en estas circunstancias tenemos no solamente una sentencia en contra, sino medidas
cautelares que nos imprimen una urgencia muy particular.
Luego, por supuesto que tengo dudas; las tengo, si bien parto de un principio, como
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dijo el senador Pinedo, de absoluta buena fe y por eso parto de este espacio político. En
efecto, tengo la mayor confianza en quienes hoy ejercen la conducción del Poder Ejecutivo y
en quienes han tenido la responsabilidad de negociar este principio de acuerdo; pero también
tengo confianza en nosotros mismos, en este Congreso, en este Poder Legislativo, porque a
nosotros nos va a tocar, en el futuro, controlar que las cosas se hagan bien.
No sé cómo fue antes y supongo que también fue así, porque, reitero, es la primera
vez que estoy acá. No tengo dudas de que, con todo lo que estamos haciendo, estamos
asumiendo una enorme responsabilidad y, por ende, va depender de nosotros que el día de
mañana nos aseguremos que todo esto que estamos haciendo redunde en esas inversiones que
nuestro país necesita desesperadamente, sobre todo, en el Norte argentino, para nivelar las
desigualdades.
Eso quería expresar.
Soy abogado y tengo dudas siempre, porque ¿quién puede garantizar que alguien no
nos va a iniciar una demanda por algo? Nadie. En estos casos, lo que simplemente se hace es
tomar todas las precauciones posibles y contemplar las alternativas que se puedan plantear. Y
creo que eso se ha hecho sinceramente.
Para finalizar, he leído detenidamente el dictamen del procurador y creo que se han
tomado las precauciones, así que, de ahora en adelante, la tarea en gran parte va a ser nuestra.
Gracias y disculpen.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias senador.
Tiene la palabra el senador Urtubey.
Sr. Urtubey.- En primer lugar, también, aunque parezca redundante pero necesario, deseo
agradecer y felicitar a ambos presidentes de las comisiones porque la verdad es que hay que
estar ahí conduciendo los debates, a veces interminables, pero necesarios para traer claridad
sobre este tema que nos trae a debate.
No quiero dar fundamentos ahora, porque es como dar las razones ahora. Todos
nosotros ya tenemos nuestra posición al respecto, nuestros propios argumentos y los vamos a
defender. Por ende, lo que quiero expresar acá es una decisión política, la de muchos de mis
compañeros de mi bloque, por la que nos hacemos cargo de esta decisión política de
acompañar este proyecto a fin de que la Argentina salga, de una vez por todas, de un
problema que la tiene sojuzgada, que le trae perjuicios de todo tipo y que, además, le trae el
problema central, a mi juicio, de maltratar al 93 por ciento de los bonistas que creyeron en la
Argentina y que renunciaron a muchos de sus intereses para acompañar el proceso.
Por eso, entiendo que esta decisión política no es distinta, sí en el tiempo y sí en
cuanto a las características, pero no, esencialmente, a la decisión política que tuvo la
Argentina en 2005 y en 2010. Y es, ni más ni menos, que una decisión para que la Argentina
recupere poder de decisión nacional, para que la Argentina recupere autonomía y para la
Argentina recupere decisión para ver qué hace con su propio destino.
Por supuesto, habrá otro debate que ya se insinúa en un proyecto de ley que hemos
presentado y que tendrá dictamen favorable en esta comisión. Habrá un debate donde sí se
juzgará la filosofía que tiene cada fuerza política respecto de qué se hace con esa libertad y
con esa capacidad de endeudamiento; a dónde se dirige y para qué se utiliza esa capacidad de
endeudamiento. Ese debate seguramente nos encontrará muy atentos y muy alertas y
enérgicos en la defensa de lo que nosotros entendemos como un resguardo de la soberanía
nacional en cuanto a que esas deudas que se puedan contraer sirvan para el crecimiento de la
Nación.
Lo decía uno de los expositores del día de la fecha: “Hay que buscar inversiones que
tengan capacidad de repago de esa misma deuda que se contrae, porque, si no, en definitiva,
se vuelve a caer en otros vicios en los que hemos caído en el pasado.
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Para finalizar, nada más por hoy, pero sí expresar esta decisión política y ojalá que la
Argentina pueda salir de esta limitación que tiene y que pueda o podamos empezar a soñar
con una Argentina mejor.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias senador.
Tiene la palabra el señor senador Perotti.
Sr. Perotti.- Gracias señor presidente.
No solamente deseo sumarme a las expresiones que han sido realizadas acerca del
trabajo, pero si debo calificar, para mi gusto, no llegamos al diez.
Me hubiese gustado, como lo había manifestado, contar con la presencia aquí del
ministro de Producción y del ministro de Trabajo. Entiendo que esas son las opiniones que
nos permitirían tener una mirada mucho más integral para analizar el tema de cómo se dio el
endeudamiento en la Argentina.
Venimos a proponer aquí, lo decía recién el senador Urtubey, un proyecto de ley para
que el Congreso de la Nación, donde el pueblo y las provincias argentinas tienen sus
representaciones, pueda reasumir plenamente sus facultades constitucionales, las que
establece el artículo 75. Y creemos que este es un momento adecuado para hacerlo, y que eso
requiere de dos pasos concatenados: uno, cerrar el pasado, y otro, abrir una instancia de futuro
que a todos nos lleve a no repetir errores.
Todos hablan aquí de que nadie está feliz de estar analizando esta situación, y creo
que si eso nos lleva a este estado, precisamente, no podemos seguir en lo mismo. Difícilmente
haciendo lo mismo obtengamos otros resultados, por lo cual creo que allí el Congreso tiene
que reasumir plenamente las facultades que nuestra legislación permite incorporar
solapadamente en leyes generales como la ley de presupuesto, que haya delegaciones
legislativas en materia de endeudamiento público. Creo que allí seguramente –y esta ley va a
en esa dirección– podemos estar discutiendo el tipo de deuda, las condiciones y el uso del
mismo.
Cerrar, sin duda, es el primer paso, y creo que allí es necesario hacer un corte. No
quiero abundar en todo lo productivo del debate que aquí se ha dado. Y claramente cuando
hablo de corte, hablo de la buena fe de todos y del deseo de los argentinos de terminar esta
etapa que ni este gobierno ni los gobiernos anteriores de Néstor y Cristina contrajeron, pero
tuvieron que sobrellevar. Y sobrellevar ese endeudamiento, ese default, fue a costa de un
enorme esfuerzo del pueblo argentino; por lo cual, ese enorme esfuerzo tenemos que cuidarlo
porque eso permitió no solamente reestructurar el 93 por ciento de la deuda, sino también que
la Argentina vaya limpiando ese frente externo, saliendo de ese endeudamiento con los
organismos internacionales Fondo Monetario, CIADI; cumplir con Repsol y el Club de París,
y estar al día con los organismos multilaterales de crédito con los cuales hasta los últimos
tiempos cambiamos pagos por créditos o pagamos más de lo que recibíamos de crédito. Sin
dudas que sobrellevar esa situación merece el respeto y el agradecimiento al pueblo argentino
en el cuidado de la reestructuración de esa deuda.
Cerrar esa deuda sabiendo que nadie puede garantizar algún nuevo conflicto, pero
haciéndolo con el deseo de no repetir nuevos errores. Por eso venimos a presentar estas
modificaciones que permiten que el Congreso de la Nación Argentina reasuma plenamente
sus facultades para manejar el endeudamiento y el destino del mismo.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Caserio.
Sr. Caserio.- Señor presidente: sin ser reiterativo y no parecer adulón, la verdad es que creo
que todos nos sentimos gratificados por la organización, la calidad de los disertantes y cómo
se llevó adelante este debate y estas audiencias en estos días. No solamente pudimos escuchar
la posición del gobierno nacional, de los negociadores, de las instituciones, sino también de
los economistas y de todos los que de uno u otro modo son formadores de opiniones en este
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tema. Pero realmente me pareció una feliz e importante idea convocar a los gobernadores
argentinos que, al fin y al cabo, son la columna federal de nuestro federalismo que tanto
proclamamos y reclamamos permanentemente.
Quiero adelantar el voto positivo de nuestro bloque al tratamiento en cuestión.
Creemos, sinceramente, que el país tiene que salir del default técnico en que está, tenemos
que dar vuelta la hoja y tenemos que mirar para adelante. Más allá de cualquier tipo de
cuestionamiento de tipo legal o financiero que se haya hecho, creo que hay que ser justo y
entender que las negociaciones que representaron al gobierno nacional, negociaron en
pésimas condiciones. Evidentemente, todos sabemos que no es lo mismo negociar sobre
instancias en las que las posibilidades se pueden cambiar que sobre un litigio perdido en el
que evidentemente es como pedirle, por favor, al acreedor que ganó un juicio si nos da
mejores condiciones, y tener que tratar de explicar por qué no lo hicimos antes.
Creo que tuvimos ese tiempo y creo que ese tiempo se perdió. Todo eso creo que ya
no es un punto que requiera un análisis de parte nuestra porque ya es una instancia superada.
Sinceramente, creo que para la Argentina es muy importante entrar de nuevo en los
mercados externos y poder abrirnos al mundo. Estoy convencido de que el endeudamiento
que estamos tomando no es significativo, no llega al 2,8 por ciento del PBI. No es importante.
Sumado a esto que las negociaciones y el tratamiento que se hizo de la deuda externa en todos
estos años fue bueno para el país, hoy podemos decir que la relación de deuda en
Argentina/PBI es una de las más bajas de América, lo que habla bien claro de que hasta ahora
las cosas que hicimos estaban bien. Pero lamentablemente, estas circunstancias y este litigio
con los tenedores de bonos que no entraron en el canje 2005 y 2010 nos dejan en esta
situación de absoluta debilidad.
Por eso creo que es necesario cerrarlo. Por eso creo que no se justifica discutir por un
poco más o un poco menos. Creo que lo más importante que puede hacer la Argentina es
solucionar este tema para que volvamos a la senda del crecimiento.
La verdad es que esto nos da muchas ventajas. Primero, vamos a poder de nuevo
reincorporarnos al mercado de capitales y vamos a reducir el costo de financiamiento.
Evidentemente, no va a ser de un día para el otro, pero en el mediano plazo las condiciones
financieras, el acceso a crédito internacional van a ser favorables para la Argentina. Esto no
es nada más que para el gobierno nacional. Esto también es para los gobernadores y es
también para las empresas; es para todos los que quieran resolver los problemas que hoy, de
modo importante, tenemos los argentinos.
Por eso, estoy convencido que esto va a impulsar el crecimiento y va a lograr, de una
vez por todas, que volvamos a crecer después de 4 años de estancamiento que ya es
indisimulable y le está ocasionando un grave inconveniente a nuestro querido país.
Después de escuchar a los gobernadores creo que nos quedó clara cuál es la situación
que ellos viven, y la realidad es que hoy las provincias necesitan del financiamiento externo
para solucionar los gravísimos problemas de infraestructura, de gasoductos, de rutas; cosas
que evidentemente con los recursos que tenemos hoy no se pueden solucionar.
Esta oportunidad es buena para que este financiamiento ayude a los gobernadores para
salir de esta crisis que tenemos, para acceder a un costo más beneficioso para poder
recepcionar a todos los que en el mundo quieren darnos créditos, que son muchos, porque
nuestros gobernadores han recorrido el mundo y se han dado cuenta que hay una voluntad
manifiesta de invertir en la Argentina. También creo que es una solución en el corto plazo,
porque en el mediano y largo plazo tenemos que volver a tener un país federal en el que los
recursos coparticipables se repartan como corresponde, que a las provincias les den lo que les
toca, y creo que también es injusto querer obtenerlo hoy de un día para el otro. Durante
muchos años hicimos desde el gobierno nacional un acopio de los recursos y muchos de ellos
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pertenecieron a las provincias argentinas.
Creo también que esto va a ser beneficioso para ingresar de nuevo a los bancos de
fomento mundial como son el BID y el Banco Mundial, que si en los últimos tiempos han
abierto un poco las puertas, no lo hacen con la dinámica que históricamente han tenido con la
Argentina. Esos bancos de fomento son importantes para nosotros, son importantes para las
provincias. Nosotros en nuestra provincia hicimos muchas cosas después de la grave
situación que tuvimos en 2001, cuando no había plata disponible, con créditos de ese tipo que
permiten trabajar a bajas tasas y permiten, incluso, periodos que se empiezan a pagar después
de 2 o 3 años de que las obras están realizadas.
Creo también que va a ser importante acceder al crédito internacional para ayudar al
Banco Central para que se pueda equilibrar de una vez por todas y tratar de tener una moneda
más estable y fuerte. Creo que el crédito va a permitir ayudar para que de una vez por todas
paremos la maquinita de hacer dinero; porque si nosotros seguimos haciendo funcionar la
maquinita, evidentemente, la inflación va a seguir creciendo y va a seguir deteriorando el
salario de los que menos tienen y, fundamentalmente, de los trabajadores argentinos.
Por último, quiero decir que el acceso al crédito, especialmente cuando se desarrolla
en infraestructura o bienes sociales, también trae aparejado una cosa muy importante que es
darle solución al tema del empleo. Evidentemente, si vienen inversiones, si los gobernadores
pueden hacer obras, si tenemos un país donde el dinero que viene no es especulativo sino que
es para invertir –para ganar dinero, pero también para ayudar a desarrollar el país–, eso
también va a ayudar significativamente a tener mejor empleo. Mejor empleo por los que no
tienen, pero mejor empleo fundamentalmente para que sea un empleo más calificado.
Por eso me parece que todo esto es significativo para el país, y evidentemente la
decisión que estamos tomando va a ayudar a que el país pueda volver a crecer.
Creo que, de ahí en adelante, cuando este Congreso le dé al presidente la herramienta
que necesita para salir de este proceso, ya va a ser responsabilidad del gobierno nacional
cómo la utiliza, cómo la lleva adelante, y va a ser parte de la política que lleva adelante para
que la gente y los argentinos estén mejor.
Por lo tanto, yo ratifico, señor presidente, el acompañamiento pleno y la visión que
tenemos en nuestro bloque de que esto va a ser bueno para la Argentina, más allá de las
cuestiones que a lo mejor nos duelen. A nadie le gusta perder, pero un país soberano no es
solamente soberano internamente; un país soberano debe cumplir con los compromisos
internacionales, más allá de quién sea el funcionario que le toque llevarlo adelante. Es una
cosa que tenemos que aprender en la Argentina. Tenemos que aprender que cuando elegimos
un presidente y él junto con el Congreso deciden cosas, evidentemente el que está asumiendo
el compromiso no es ningún funcionario, sino que es el país. Y el país debe demostrarle al
mundo que es creíble, que tenemos reglas claras, que somos un país soberano, porque
fundamentalmente aceptamos las reglas que nosotros mismos llevamos adelante en las
negociaciones que tenemos.
Además, me parece que no solamente hay que pensar en el default que nos provoca
esta mínima cantidad de acreedores que no entraron en el canje. También tenemos que
garantizar que los bonistas que creyeron en la Argentina, que aceptaron una deuda
significativa de nosotros con ellos y que aceptaron un canje de una rebaja de intereses
histórica, puedan cobrar.
Así que me parece que esto es doble: no solamente resuelve el problema de los litigios
que tenemos en marcha; también va a dar la garantía de que quienes creyeron en nosotros
puedan cobrar lo que les corresponde. Sabemos que tanto este gobierno como el anterior
habían asumido el compromiso. De hecho, ese dinero está depositado y el cobro no puede
llevarse adelante por las medidas cautelares.
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Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Linares.
Sr. Linares.- Gracias, presidente.
Tengo algunas mínimas consideraciones, porque comparto lo que dijo el senador
Urtubey respecto de que en el debate en el recinto podemos ampliar los conceptos.
Me parece que estamos terminando una serie de jornadas muy interesantes, en las que
hemos participado cada uno invitando a la gente que creíamos que podía agregar a todo el
debate. Me parece que ha sido claramente importante. Hemos estado más de 30 horas acá;
algunos hemos estado 32 o 33, pero todos más o menos parecido. Hubiera sido importante
que hubiera más gente –esta es una realidad–, porque ha sido un debate riquísimo.
Algunas cosas quedan claras, me parece. Todos han hablado a favor o en contra, pero
todos están convencidos de que es importantísimo terminar con un capítulo de la deuda que
empezó con el gobierno de Néstor Kirchner, con un desendeudamiento que para el país era
importante después del default al que habíamos entrado en 2002.
La realidad es que los bonos de 2005 y de 2010 son parte de una negociación mucho
mejor y con mejores condiciones que esta. Tiene intereses que hay que completar de acá a
cinco años, como se manifestó esta mañana, que son 42.000 millones de dólares.
Uno puede tomar deuda para tres cosas: para cerrar déficit fiscal; para pagar intereses,
como nos va a tocar pronto; o para créditos de infraestructura, que son necesarios para el
crecimiento.
Me parece que, de fondo, el problema que tenemos en este país es que en todos estos
años no hemos cambiado la matriz productiva a una que nos permita sustentar un crecimiento
cuyos réditos nos den la posibilidad de pagar el endeudamiento sin ningún tipo de problema.
En 2005, la soja valía más de 500 dólares, la tonelada. Lo que no deja de ser un problema,
porque ahora está 300 y pico. Entonces, teníamos superávit fiscal, balanza positiva, y pagar
estos créditos era más fácil que ahora.
En cuanto al crecimiento del país, arrancamos 2001 con un 40 por ciento de
producción industrial. Había una capacidad ociosa importante. Todo esto hizo que hubiera un
crecimiento exponencial importante, para que llegáramos a 2010 con las condiciones que hoy
se han establecido.
No ha habido prácticamente crecimiento del empleo privado en los últimos cuatro
años. Creció, sí, el empleo público, por razones de definición de Estado; pero el empleo
privado me parece consecuencia también de la falta de un cambio de matriz productiva. Hoy
se mencionaba aquí que en la década del setenta, cuando se exportaba un Renault 12, por
poner un nombre, nosotros exportábamos el Renault 12. Hoy, cuando exportamos un Renault,
estamos exportando el 25 por ciento del Renault, porque tenemos que importar una serie de
piezas. Esto se debe a un sistema mundial de industrialización del cual quedamos un poco
afuera.
Por otro lado, tenemos una ecuación energética claramente obsoleta. Me parece que
tenemos mucha energía térmica. Hay que trabajar mucho en el cambio para buscar
condiciones nuevas de crecimiento que nos permitan pagar esto sin un ajuste a la gente, sino
como consecuencia del crecimiento.
Por eso me parece que hay que cerrar este capítulo. A nadie le gusta ni más ni menos,
pero es una etapa. Obviamente, para adelante está la incógnita de hacia dónde va a ir ese
crecimiento. Al respecto, quiero decirles que tengo enormes preocupaciones, porque hay
provincias, por lo que vimos aquí, que tienen un enorme déficit fiscal. La mía y de Juan
Manuel Abal Medina está necesitando 4.000 millones de dólares para cerrar el déficit fiscal,
de balance.
De manera que esto no deja de ser un problema, porque creo que va a haber que
recuperar esta capacidad de fuerte control del Congreso respecto de hacia dónde van dirigidos
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los nuevos endeudamientos, y la posibilidad también de que haya alguna visión estratégica de
crecimiento sustentada no en la construcción, como se mencionó aquí. Construir casas es
importante porque da trabajo, pero la matriz productiva es otro tema. Me parece que tenemos
que tener un plan de desarrollo sustentable, que todavía no veo, no está, pero para el cual es
absolutamente necesario disponer de la posibilidad de crédito.
La infraestructura es previa al desarrollo. Sin inversión, no hay infraestructura. Sin
crédito, no hay inversión. Y sin intereses para esos créditos, no hay ninguna posibilidad de
que nosotros, al menos, tengamos una oportunidad de que esta vez, entre todos, no la erremos
y tengamos un perfil de país distinto.
Por eso, yo voy a acompañar este proyecto, con todas las dudas que podemos tener,
pero con la absoluta tranquilidad de que estamos completando un ciclo que inició Néstor
Kirchner, que hoy nos encuentra en una situación bastante más compleja, pero también con la
absoluta tranquilidad de que tenemos que recuperar un protagonismo que las cámaras no han
tenido en los últimos años y que es importante para tener una posibilidad de desarrollo
sustentable con acuerdos conjuntos.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Ahora estoy en uso de la palabra. No lo he hecho hasta
ahora.
Simplemente, quiero, en primer lugar, agradecer, en mi nombre y en el de Eduardo,
los comentarios por cómo han transcurrido estas jornadas. También felicito a las senadoras
Elías de Pérez, Giménez, Mirkin, Labado y De la Rosa, que creo que tienen el premio de
asistencia y de participación en estos eventos.
No lo dije hasta ahora porque creí que tenía que ver con preservar el debate, pero creo
que fue muy productivo, porque pudimos escuchar opiniones de la más diversa naturaleza,
provenientes de todas las opiniones políticas, partidarias, académicas e ideológicas. Por lo
tanto, no había adelantado mi posición.
Mi posición es, junto con la senadora De la Rosa y el senador del Chaco, no
acompañar el proyecto de la mayoría. Obviamente, las razones, como se dijo, también las
daré en el recinto; pero simplemente adelanto que tienen que ver con dos cuestiones que
desde mi punto de vista son centrales.
En primer lugar, después de estas largas jornadas, las dudas o los miedos que
teníamos sobre el posible aumento de litigiosidad que este proyecto podía generar, según mi
opinión, no solo no se redujeron, sino que se incrementaron. Es algo que había compartido
con varios que habían hablado conmigo antes. Incluso se lo había comentado a la prensa.
Cada vez que se planteó este tema en el debate y cada vez que alguno de los colegas les
preguntaban a los expertos, decían lo siguiente: “es verdad que eso podría ocurrir” o “esto
puede ocurrir, pero de mantenerse las cosas como están, la litigiosidad sería peor”. Esto es
una media verdad. Ninguno de los aquí presentes estaría proponiendo mantener ad aeternum
esta situación. Al contrario, la posición que algunos teníamos es que el gobierno, a partir del
rechazo del Congreso, pudiera ir a negociar con una posición más firme y con más fuerza
frente a estos acreedores garantizando un acuerdo que realmente reduzca al mínimo posible
esa litigiosidad. Ese es el tema en cuestión.
Por otro lado, lo que ha girado permanentemente en los debates, en los últimos días,
que es el posible miedo que todos sentimos a que se abra un nuevo ciclo de endeudamiento
no sustentable en la política argentina; ciclo de endeudamiento con las consecuencias
catastróficas que todos conocimos. En ese sentido, creo que el proyecto que mencionó el
señor senador Urtubey, el expediente S.-633/16 que es un proyecto de los señores senadores
Rodríguez Saá, Pichetto y otros señores senadores, que modifica la ley 24.156, es de alguna
manera un sendero para ir caminando en un sentido que impida que esto vuelva a ocurrir en la
Argentina.
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Por todas estas razones y coincidiendo con todos en que es muy importante salir de
esta situación en que nos encontramos, reivindicando también la negociación exitosa del 93
por ciento que se ha realizado hasta ahora; son los motivos, sintéticamente, por las que voy a
rechazar el proyecto, cuando tengamos la discusión en el recinto.
Tiene la palabra la señora senadora Rodríguez Machado.
Sra. Rodríguez Machado.- Gracias, señor presidente, gracias a mis pares. La verdad es que
en estos días más que de debate de escuchar, ha sido muy importante tener cabal idea de lo
que significa, a mi criterio, la aprobación de este proyecto.
No voy a decir muchas cosas que acá se dijeron. Tampoco voy a hablar dos horas.
Después, dicen que las mujeres somos largas para dar nuestras opiniones. Así que voy a tratar
de ser breve y concisa.
Me voy a parar en un punto que creo que es debut para este Congreso, que habla de
las grandes coincidencias. En un Congreso donde extrañamente el oficialismo no tiene
mayoría y sí la tiene la oposición, no tenemos ninguna otra posibilidad de avanzar en este
país, si no encontramos los grandes puntos de consenso que pueden llegar a significar para
nuestra querida Argentina, que tenemos la altura suficiente para sacar aquellas leyes que
generan un beneficio para todos.
En esos puntos de consenso, quiero marcar algunos que me parece que se han
deslizados estos días acá. Ojalá sean el hilo conductor que marque nuestra discusión en el
recinto y nuestras opiniones y que, probablemente, lleve o no a algunos a cambiar de idea con
respecto a su voto.
Quiero plantear una gran cuestión federal. Nosotros representamos a las provincias,
sin menospreciar la tarea de los diputados, pero sí como un sello particular; como si el país
estuviera representado simplemente por cada uno de nosotros tres. Sabemos lo que significa
para nuestras provincias no poder acceder en catorce años a créditos de financiamiento a largo
plazo y a baja tasa para las obras de infraestructura que cada una necesita.
No me trago ese discurso unitario que bajo el temor de que nuestras provincias no
tengan conducta fiscal, se le prohíba el acceso al crédito. Creo que es el peor de los
fundamentos. No se pude decir que las provincias argentinas no están en condiciones de tener
la responsabilidad fiscal que se merecen es estas circunstancias y, por lo tanto, es mejor
seguir en el default y no endeudarse, a riesgo de que tal vez tomen desmedidamente esos
créditos.
La verdad es que ese discurso unitario a mí no me gusta porque yo confío en el
federalismo y confío en la altura de nuestros gobernantes. Finalmente, han sido las provincias
argentinas las que en los últimos años han tenido mayor conducta fiscal. Su principal garante,
el Estado nacional, estaba en el Veraz del mundo y no pudo salir en su auxilio.
Por ese sentimiento federal creo que también estamos unidos en pensar cuál es la
alternativa que tienen nuestras provincias para poder llegar al acceso al crédito y poder hacer
esas obras de infraestructura. Pongo de ejemplo mi provincia. Cuando llueve nos inundamos
completamente. No sólo no podemos sacar la producción por los desagües que nunca se
pudieron hacer, sino que también muere gente. Nos matamos en la ruta como moscas, porque
no hemos podido hacer las inversiones en las carreteras o rutas que necesitamos. Nuestro sur
no tiene gas natural. Nuestro norte no tiene agua potable. Nuestra provincia no tiene cloacas.
Catorce años sin poder hacer esas obras.
Siento que este es un momento histórico, donde si salimos del default, nuestro
gobernador, que estuvo presente va a poder acceder a esos créditos. Se ha solicitado
autorización en la Legislatura para empezar esas obras que realmente necesitamos para la
dignidad de la gente.
También, me imagino que las inversiones empezarán. Por supuesto, no será una lluvia
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de dólares que viene. No somos ilusos. Tampoco pretendemos eso. Pero, en mi provincia hay
72.000 jóvenes sin trabajo. 72.000 jóvenes que, si la obra pública se reactiva, probablemente
tengan una oportunidad laboral que hoy no tienen. Así que, también, por ellos, creo que es
importante la aprobación de este proyecto.
Finalmente, creo que, en los dos últimos años, hemos emitido deuda. Hemos emitido
deuda en dólares. Recordemos el BONAR 2020. No tenemos bien claro el destino. 640
millones de dólares en 2015. Recordemos el BONAR 2024, en abril de 2015, para obras de
infraestructura, fundamentalmente para viviendas sociales, que tomó la Nación, por 1.416
millones. Nuevamente, es un endeudamiento en dólares. Recordemos el BONAR 2024, que
sacamos para pagar lo de Repsol, de 3.250 millones. Nos hemos estado endeudando en tasas
altísimas, porque nuestro país necesita el crédito. Casi a un 9 por ciento y que tenemos que
pagar en breve en dólares.
¿Cómo vamos a tomar estas decisiones si no podemos acceder a los mercados
internacionales? No sé si estos endeudamientos se discutieron de la misma manera, como se
discutió hoy este, con varios días y con pensamientos de todas las corrientes.
Me imagino que no es así porque la ley de presupuesto autorizaba a que se tomen
todas estas deudas que se tomaron durante la gestión anterior y que creo que hay que
honrarlas pagando. Y para pagar esas deudas que tomó la gestión anterior y que, reconozco,
son legítimas, necesitamos salir del default.
Un último punto que no quiero dejar escapar, porque hay dos cuestiones que con
mucho respeto quisiera aclarar. Nuestro gobierno no es el gobierno del ajuste y tampoco
pretende serlo; como tampoco pretende ser el gobierno que no tiene un plan económico.
Acá se han tomado tres tipos de medidas distintas: las medidas de urgencia, las
políticas de shock y otras que van a depender del gradualismo. Las del gradualismo son
aquellas en las que todos coincidimos, que tienen que ver con la restitución del 15 por ciento
de coparticipación a nuestras provincias y también con limitar la presión fiscal sobre el
salario de nuestros trabajadores, producto de muchos proyectos que están acá y que
seguramente serán tenidos en cuenta por los legisladores en el momento oportuno.
La política de shock. Hemos salido del cepo. Esto facilita que aquellos argentinos que
quieren traer de vuelta sus divisas, puedan hacerlo, porque se va a reconocer un valor del
dólar real. Reducir la emisión. Subir las tasas de interés. Y, finalmente, fortalecer nuestras
reservar. Todo eso se hizo rápidamente como una política de shock.
Y entre las urgencias está la de salir del default y la eliminación de las retenciones.
Quiero decir que para pueblos como el que represento, mi querida provincia de Córdoba, ha
significado un resurgir de los pequeños pueblos del interior que viven del campo. A partir de
la eliminación de las retenciones, no han sido los terratenientes quienes se han beneficiado,
sino todos aquellos pequeños productores, el que arregla el tractor, el que lleva la cosecha,
quienes han vuelto a resurgir. Las exportaciones en granos han aumentado hasta un 50 por
ciento en comparación con otro pedido. Así es que si puedo decir algo es que este
resurgimiento de nuestros pueblos del interior, a mí me da mucha alegría para significar que
nuestro gobierno no es necesariamente el del ajuste. Este tema de las retenciones ha tenido
una mala prensa. Cuando sea la oportunidad del caso, haremos los estudios pertinentes para
decir cómo esto ha mejorado nuestras condiciones de vida en los pueblos que vivimos del
campo.
Finalmente me referiré a la eliminación del cupo a las exportaciones. En un país que
pretende exportar sus productos, tener que andar con una cautelar abajo del brazo para
exportar era el peor de los insultos. Es claro que solucionar el default es otra parte de este
plan económico que pretende que al déficit fiscal no lo cubramos con ajuste; que el déficit
fiscal no se cubra ni con más emisión, como se ha mencionado, ni tampoco con
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endeudamiento, sino con una expansión de la economía. Ese es el proyecto que yo defiendo:
un proyecto que no es del ajuste, un proyecto que es de crecimiento y un proyecto que,
evidentemente, a mi entender, sacará este país adelante.
Digo esto con todo el respeto por las otras opiniones políticas, por los otros proyectos
que, en su momento, también tuvieron grandes aciertos, los reconozco absolutamente; como
la ley “cerrojo”, en su momento, tuvo una intención de ser y tuvo su sentido, que seguramente
colaboró para que muchos de esos bonistas que entraron se quedaran satisfechos y terminaran
cerrando el acuerdo. Sin embargo, mirado en el tiempo, deja de tenerlo. Es como si le
preguntáramos ahora a San Martín por qué no cruzó Los Andes en auto. En el tiempo, a
veces, medidas que fueron acertadas pierden ese rigor de fuerza y hay que volverlas a revisar.
Estos son los pequeños fundamentos que quería agregar. Por eso, solicito que acompañen este
proyecto de mayoría.
Muchísimas gracias, señor presidente.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senadora.
Tiene la palabra el señor senador Solanas.
Sr. Solanas.- Gracias, señor presidente.
Mis primeras palabras son, por supuesto, para felicitar a la presidencia de las
comisiones, a los organizadores –Pinedo, Aguilar y Abal– de este hermosísimo debate que se
ha desarrollado aquí, en el Senado; lo cual indica la necesidad de este tipo de metodología
cuando se tratan grandísimas leyes o decisiones para la Nación.
Históricamente he tenido una posición –seguro que lo conocen– de oposición a ese
foco de macrocorrupción que fue la cultura de la deuda. No voy a hacer historia. No se
asusten que no la voy a hacer. Pero el pasado siempre hay que tenerlo presente, porque creo
que nadie puede eludir las responsabilidades que tuvo y la peor política es no tener el coraje
de ponerse en el espejo y darse cuenta de si uno está muy gordo, flaco o si le ha salido una
rama extraña en la cabeza. La autocrítica de quienes no gobiernan es salud democrática, no es
autoflagelo, engrandece a los funcionarios y mandatarios. Quizás, esto nos ha faltado. Por
eso, hay temas que vienen a ser recurrentes.
En estos días he escuchado estupendas intervenciones y otras que han reiterado falsas
verdades, para no decir mentiras.
Estimados senadores: creo que estamos todos de acuerdo en que hay que terminar con
este flagelo. La peor política –esa es una causa o un estilo nacional– es mirar para otro lado –
¿a mí por qué me miran?– o tirar la pelota afuera de la cancha. Es decir, no asumir el
problema.
Como bien se ha dicho aquí hasta el cansancio –y como bien lo reiteró, de vuelta, el
presidente Pinedo–, esto nos cuesta un enorme esfuerzo argentino. Hay que asumir y tomar el
tema.
De las exposiciones que escuché el primer día, por supuesto el ministro de Economía,
defendiendo su gestión, la vio con un excesivo optimismo y muchas de las cosas que se
plantearon fueron desmentidas por especialistas de todo orden. La primera de ellas, frente a
esa presión de que había que hacerlo ya, antes del 14, no se podía modificar nada, casi un
paquete cerrado y todo ese tipo de cosas que se dijeron, señalo que nadie se cae del mundo, el
que tiene atado un arreglo tan beneficioso que de 140 dólares, el bono pasó a 500 y pico, no
se baja de este acuerdo y cobra los intereses de los días que nosotros sigamos postergando.
Pero se trata de no hacer un mal arreglo y de que no cometamos viejos errores.
El otro tema –mito– que cayó es que con este arreglo no se sale del default porque es
un arreglo parcial. Es tan parcial que no se sabe, habrá que mandar un rebaño de perros
sabuesos para que localicen a esos bonistas que andan por Francia, España, Bélgica y Japón,
que ni se sabe dónde están. Ni hablar si a alguno se le ocurre motivar la ejecución de la
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cláusula RUFO, las consecuencias del arreglo.
En fin, estamos en un universo en el que se debe reconocer que tiene muchas
incertezas. Está muy bien avanzar hacia delante.
Por supuesto, como lo dije el otro día, respecto de los fallos que no nos gustan y en los
que perdemos, hay que obrar de buena fe; hay que reconocerlos y honorarlos. Nadie discute
que aquí hay una urgencia que es honorar la desgraciada sentencia del juez Griesa, tan
contraria a los intereses argentinos. Además de eso, si no se levanta la cautelar, como bien
han dicho los colegas, el riesgo mayor es que al no cobrar los holdins, esto puede
multiplicarse; si se accionara en contra, podríamos encontrarnos ante un problema gigante y
con exigencias de pago al contado. La verdad es que acá es imposible de cumplir. Ahí
tenemos un caso.
Lo que me parece es que son excesivas algunas cláusulas de este proyecto. Esas
cláusulas permiten, delegan, facultades excesivas –casi un cheque en blanco– en el equipo del
Ministerio de Economía para negociar nada menos que alrededor de 5000 millones de
dólares, porque eso no está cerrado.
Estoy hablando de que la Argentina tiene que honorar aquello que está cerrado,
machacado y que no tiene vuelta de hoja, ya que la Corte Suprema de Estados Unidos dijo:
“A mí no me compete, arréglense ustedes”. Y el “arréglense ustedes” es: cómanse el fallo de
la Cámara de Nueva York. Entonces, eso no es bueno.
Miren, ni a mi hermano, ni a mi hijo, ni al santo, ni a San Jorge, al que ustedes
quieran, yo le delegaría facultades que son de esta casa. Entiendo que esto que estamos
haciendo debe repetirse en toda la negociación. 5000 millones de dólares no tienen imagen.
¿Qué son 5000 millones de dólares? Son nada menos que un poco más de dos presupuestos
nacionales de Salud. Ustedes saben que está bárbara la salud nacional. Entonces, hay que
cuidar lo que es de todos, lo que es público. Esa función de cuidar, de velar, de decidir, de
controlar es del Congreso de la Nación. Por otra parte, nosotros entendemos que no hay
compromiso con los italianos. No voy a repetir los ejemplos de varios oradores de esta
mañana, y creo también de uno los que preside este encuentro, sobre si eran 800, 900, 400. Es
muchísimo dinero. Ya se han perdido dos causas de los italianos frente al CIADI. Y la causa
Abaclat, que está en curso, no se sabe cómo va a resolver esto. Bien dijo el ex procurador del
Tesoro, Guglielmino, sobre que de los 180.000 o 190.000 bonos, el 70 por ciento eran
truchos, eran falsos. Entonces, cautela. ¿Cuál es la carrera que tenemos nosotros de arreglar
con los italianos, si todavía no está el dictamen de la tercera causa presentada ante el CIADI?
Sintetizo esto: cada negociación en el futuro la debe tratar el Congreso. Es
inaceptable… Debemos pararnos de una vez por todas ante el hecho de que no podemos
seguir delegando jurisdicción. No podemos cometer la ingenuidad de creer que jueces ajenos
o de los países que precisamente no son de los que más nos han ayudado esté el destino del
bienestar de nuestro pueblo. Así que en este tema de la delegación, la verdad es que creo que
es un error grandísimo que habrá que subsanar con algún proyecto o alguna modificación y
reiterar que es de este Congreso. Y el día que delegue tendrá que hacerlo por una ley especial
o por una mayoría especial, cosa que sea dificilísimo.
El otro mito que cayó es que con este acuerdo vienen capitales rápidos o a tasas
baratas. En el transcurso del debate se fue aclarando que no va a ser tan rápido, no vamos a
bajar del 10, 9, 8 por ciento al 4, 5 o 6. Todas esas ideas o argumentos nos empujan a firmar
rápido una negociación, a cerrarla. En la parte que yo critico de esta negociación, dejo afuera
la sentencia firme del fallo del juez Griesa con los cuatro fondos buitre. Si le pongo la lupa de
los veintiún convenios, veinte no vienen acompañados con una liquidación que segregue lo
que es capital, lo que es interés, lo que es punitorio. El contrato veintiuno, que es el que tiene
que ver con los cuatro buitres que pleitean en la causa con Griesa, está, sí, especificado. Por
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eso, yo no me movería de allí.
El tema que más me preocupa, les digo la verdad, es que quedan esos 5.000 y que –
como ya se dijo– se abre la puerta o la tentación al camino viejo del endeudamiento. Con un
gran esfuerzo de nuestro pueblo se salió del endeudamiento o se está saliendo del
endeudamiento; es decir, se redujo bastante la deuda. En estos pocos meses ya hemos tenido
emisión de deuda: hubo 5.000. El proyecto original que presentó el Poder Ejecutivo hablaba
de 20.000 millones de dólares. Este año habrá que refinanciar capital de vieja deuda por más
de 60.000 millones de dólares. Esta historia de pedir deuda para refinanciar… Yo comprendo
que se diga que no tomamos deuda nueva. No. Tomamos nueva deuda para pagar vieja deuda
y ese camino no tiene salida. Ese camino no tiene salida.
Y falta, yo no lo oí en estos días, un tema mayor que es un tema político y cultural: ¿el
destino de la Argentina será tapar agujeros –como dijo hoy un economista–, hacer de
plomero, o tapar el déficit o será debatir cómo hacemos para vivir con lo nuestro? Todas
nuestras familias viven con lo que tienen: planifican, gastan lo que pueden, ahorran, sacan
crédito para comprar algo que lo justifica. Está instalada una cultura del endeudamiento. Hay
que desarrollar una cultura del desendeudamiento que pasa por la cultura de vivir con lo
nuestro. ¿Puede la Argentina vivir con lo nuestro?
El otro gran mito es que no hay capital en la Argentina; irremediablemente hay que
pedir dinero afuera. Yo creo que este es un engaño. Nadie vaya a pensar que yo creo que uno
no puede acudir en determinado momento para realizar una gran obra de estructura, algo que
es un proyecto concreto –como se dijo esta mañana– y está aquí; pero esto no es así.
Entonces, la Argentina tiene recursos. Lo que pasa es que no se quiere cambiar de
política, estimados amigos. La asignatura pendiente de la Argentina es que desde la dictadura
no hemos discutido en serio una reforma impositiva. Un cachivache el sistema tributario
argentino. Lo que no se quiere discutir es el fracaso de un proyecto de privatizaciones que nos
despojó de los recursos y bienes naturales que financiaban en buena parte al Tesoro nacional.
Eso no se quiere discutir. Lo que se lleva la deuda. La deuda se llevó 420.000 millones de
dólares desde la dictadura hasta el presente. Ese es el excedente de riqueza del pueblo
argentino que ¡plum! Hay que pagar la deuda. La deuda se paga – ¡Plum! ¡Plum! ¡Plum!– a
caballo de no querer investigar la deuda.
Y ahí va la otra crítica que yo le hago a este proyecto. En lugar de suprimir la facultad
investigadora de la comisión, se debe ahondar en la calidad de una comisión que siga
investigando la deuda. Ayer Alejandro Olmos, que es titular de otras dos causas por la deuda,
es el titular de la denuncia penal por el megacanje… Ayer toda su exposición giró sobre un
tema gravísimo y lo sorprendente es que no hubo nadie lo que redujera. Olmos dijo: venimos
soslayando una rueda de actos ilegítimos. El fallo del doctor Ballestero dice que la mitad de la
deuda era falsa, era una estafa. El gobierno que le siguió seis meses después olvidó eso y
volvió a legitimar la deuda abriendo la negociación del blindaje y el megacanje. Es decir,
desechamos a la justicia nacional entre los presupuestos, la ley de presupuesto y todas las
otras operaciones... Según nuestro modesto Código Civil, los delitos no pierden su condición
de delitos –ustedes lo saben bien–, no prescriben jamás.
Es decir, hemos tenido una rueda de actos ilegítimos, como no contestar, ni analizar,
ni rendir cuentas de lo que se hizo con el Club de París. Se pagó hasta el último centavo;
hasta la propina del último portero pagaron. Fueron 9500 millones de dólares cash. Nadie
rinde cuentas. Esa es la tradición que traemos nosotros.
Entonces, me preocupa mucho eso. Me preocupa la capacidad de pago de la
Argentina, tal como dijo Héctor Giuliano. ¿Con qué capacidad de pago la Argentina entra en
esta ronda de pedir dinero y de pedir dinero? ¿Nos vamos a poner un límite? ¿Va a cambiar la
Argentina?
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Yo digo todo esto porque, estimados amigos –le digo a mi amigo Pinedo–, lo que más
me preocupa del gobierno actual es que no conocemos la globalidad de su plan político
económico. Yo no conozco su plan económico. Yo creo que es un superplomero.
Sinceramente se lo digo.
Todos esperábamos que las primeras medidas fueran medidas antiinflacionarias, como
un acuerdo entre la producción y el trabajo para ver cómo nos ponemos de acuerdo para que
no se nos dispare esto. Después, sí, uno agarra el dólar y demás. Pero pasó lo contrario, y esa
ola continúa. No conocemos el plan económico.
Ayer algún senador, que no recuerdo quién fue, dijo: “No, pero no vengan con este
análisis de planes económicos. Acá estamos hablando de este proyecto concreto y no del plan
económico”. Estimados senadores: Si estos temas y el tema de la deuda no tiene que ver con
el proyecto de país y con un proyecto económico, político y social, estamos en el horno. Está
todo ligado.
Entonces, no conocemos el plan económico. No conocemos el destino de ese dinero,
ese vuelto de 800 millones de dólares, entre 11.600 y 12.500, esos números que nos hicieron.
¿Adónde va eso? ¿Cuáles son las medidas?
En fin, nosotros no vamos a acompañar en estas condiciones este proyecto y, además,
vuelvo a reiterar que debe honorarse de toda urgencia con las rendiciones segregadas de los
veintiún contratos y de la causa Griesa el fallo y la sentencia de doctor Griesa.
En definitiva, mi propuesta es que este Congreso agrande y modifique la composición
de la comisión bicameral y constituya o invite a constituir una verdadera Conadep para el
Nunca Más de la deuda pública. Pero la Conadep exige la incorporación de jueces nacionales
e internacionales para escapar a los intereses políticos. Todos tenemos partidos políticos,
estimados amigos, pero el interés del país y de su pueblo nos exige priorizarlo por encima de
los intereses partidarios.
Nada más.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senador.
Tiene la palabra la senadora Giménez.
Sra. Giménez.- Gracias, señor presidente, senadoras y senadores.
Realmente, creo que nuestro trabajo ha sido impecable, de altísima responsabilidad,
absolutamente sincero, expuestos en la responsabilidad que nos toca, que es nada más y nada
menos que ser un Senado argentino con una mayoría que no trabajó para que el presidente
Macri fuera presidente de la Nación, que trabajamos en mayoría para que el presidente de la
Nación fuera Daniel Scioli. No lo logramos. La sociedad nos puso a cada uno en un lugar en
las provincias, en los municipios, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la Nación
Argentina.
Somos un país presidencialista. Cuando levantaba las banderas del peronismo desde la
juventud o las últimas, de Néstor y Cristina, lo hacía con la misma pasión que tienen los de
Cambiemos. Es legítimo, es democracia, es bueno para la vida política de nuestro país, a la
que tenemos que seguir cuidando en democracia.
No comparto ninguna de las políticas públicas que han llevado adelante, que
continuaron generando hiperinflación, por lo menos, en mi provincia y que no haya ninguna
política para modificarla. No comparto los despidos ni en el sector público ni en el sector
privado, porque cuesta mucho generar empleo y no sé cómo van a generar como política de
Estado cada uno de los cien mil puestos de trabajo perdidos.
Con respecto a la quita de las retenciones a las mineras, algunos senadores se
abanderaban acá cuando eran oposición de nuestro proyecto político, pero hoy pasan
desapercibidos y se desfinancia la caja. Perder 1500 millones de dólares por año por lo visto
no es tan importante en una multinacional que contamina, según citaron senadores de esta
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Nación, y que, sin embargo, no se tiene en cuenta.
Tampoco voy a creer argumentos. Algún día le creí al senador Cobos y lo vote para
vicepresidente de la Argentina y después no cumplió con su contrato social conmigo. Usted
era candidato a vicepresidente y yo candidata a vicegobernadora de Misiones. Íbamos en la
misma boleta, trabajamos para el mismo proyecto y después cada uno en libertad puede
decidir el camino a elegir. Eso, nuevamente, vuelve a ser saludable.
No comparto que nos pongan a los legisladores de la Nación Argentina como buenos
o malos. Tenemos responsabilidades políticas. Estoy escuchando frases, como “No voy a
votar”, “No voy a acompañar”, así que no sé cómo va a salir este dictamen en mayoría,
porque hasta ahora no me están dando los números en la sesión de comisión.
Nosotros tenemos una postura clara y coherente. Lo hacemos de frente y lo hicimos
siempre así. Nos hacemos cargo, porque a eso nos comprometimos allá por 2003, después de
la crisis de 2001. Parece que las medidas económicas siempre recaen en las épocas de
bonanza y la distribución con el sistema financiero argentino, latinoamericano y mundial
siempre caen en los mismos modelos de gobierno. Después, el pueblo se da cuenta y nos
vuelve a poner en su lugar, y empezamos a trabajar para levantar un país de la miseria, para
salir adelante de procesos de postergación y para generar pleno empleo. La gente nos vuelve a
poner en otro lugar. Nos puso a nosotros en otro lugar.
He escuchado argumentos de los especialistas de la política, de los especialistas
económicos, de los especialistas del derecho y han pasado treinta años así enfrente mío,
enfrente nuestro, todos aquellos que tomaron decisiones –vuelvo a decir– un día siendo
empleados del Estado Argentino y al otro día siendo empleados de la banca privada. El
mismo ministro Prat-Gay tenía clientes hace poco tiempo, antes de ser ministro de Economía,
y seguramente que en un manto de sospecha llevamos nosotros adelante el tratamiento de la
deuda con los holdouts, y nosotros tenemos que escuchar esas voces.
Lo han hecho con nosotros, con un sinnúmero de mentiras y de situaciones que hemos
atravesado y llegamos con nuestro dictamen y con nuestras leyes –en lo personal, hace cuatro
años– a votar lo que creíamos. Y creo que lo que va a votar cada uno de nosotros es con
convicción y con compromiso ‒tanto por el sí como por el no‒ con la República Argentina.
Luego, quiero reivindicar a los sin nombre de las cámaras de Senadores y de
Diputados de la Nación Argentina, que, durante estos treinta años de democracia, por sí o por
no, con ideales muy altos y con responsabilidad política, hemos tratado de honrar a la Patria.
¿Por qué somos sin nombre? Porque durante cuatro años, en lo personal, he votado un
sin número de leyes y nunca apareció mi nombre completo en ningún lado y ahora resulta que
me quieren poner con la votación que voy a llevar adelante como alguien que rompe el bloque
del Frente para la Victoria. Y el bloque del Frente para la Victoria no se rompe porque
votemos diferente y no hay ninguna ruptura ni ninguna cuestión por la que no nos quede claro
hacia dónde vamos. Y si hay algo que también tenemos claro es que estamos parados siempre
en el mismo lugar, dispuestos a honrar al pueblo para que sepan que no vamos a ser proceso
de obstáculo para la Nación Argentina; no del presidente Macri ni de este gobierno, sino,
reitero, del pueblo o de la Nación Argentina, por ende, vamos a acompañar, desde la
provincia de Misiones, como lo hizo el gobernador Passalacqua. En efecto, represento a
Misiones y mi provincia, que habla a través de su Ejecutivo, expresó ya su posición, así como
lo hicieron otras provincias en las que los gobernadores dijeron: “No”, y también eso es
respetable.
Por eso, no nos pongan ni afuera ni adentro, ni desde la política ni desde la
comunicación ni desde las estrategias para ver quién capitaliza, más o menos, esta decisión,
en un lugar que no sea el estrictamente correcto, por lo menos para nosotros. En efecto, la
provincia de Misiones, desde hace más de doce años y con nuestro movimiento político que
Dirección General de Taquígrafos
“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional"
22.3.2016
Reunión de las comisiones de Presupuesto y Hacienda
y de Economía Nacional e Inversión
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se llama “Frente Renovador de la Concordia Social”, está parada ‒y estamos parados‒ en el
mismo lugar, defendiendo los intereses de Misiones, y acordando y llevando adelante las
mejores decisiones políticas con las que nos comprometimos con los gobiernos y con los
acuerdos políticos que creemos de legitimidad absoluta para hacerlo.
Es por ello que, en ese desafío, deseo manifestar que hemos transitado procesos de
análisis muy importantes desde nuestra provincia y desde nuestro movimiento, y volvemos a
agradecer a Néstor y a Cristina hacia dónde nos llevaron, como así también a todos sus
equipos políticos; pero ya no están. Ahora no hay una conducción política que a nosotros nos
obligue a llevar adelante alguna otra cosa que la defensa de los intereses de Misiones, por eso,
vamos a acompañar el dictamen de la mayoría. En este momento lo haré yo, que soy la única
representante de Misiones que está aquí. Si bien no sé cómo será la votación del 30, porque
todavía queda mucho que transitar, quizás, se notifiquen las acciones y las sentencias del
CIADI, y se modifiquen algunas cuestiones; ojalá que así sea.
Pero, reitero: la verdad nos hace libres y nosotros, los misioneros, nos sentimos con
absoluta libertad, porque tenemos la responsabilidad de llevar adelante los intereses de la
provincia de Misiones. Por ende, no aceptamos que ningún medio de comunicación nos baje
agenda, que ningún medio de comunicación nos divida y que ningún medio de comunicación
nos cuestione si no es de frente y nos dé derecho de réplica.
Así que deseo agradecer por la tolerancia que me han tenido a mí, a los especialistas y
a todos los que intervinieron, como los funcionarios de la historia económica de la República
Argentina, porque he sentido que nos han faltado el respeto una y mil veces. Hemos pasado
de escuchar que este es un país sin ideas a escuchar que ellos pueden analizar y nosotros
simplemente levantar la mano.
Por otro lado, después nos dicen: “Ustedes tienen la responsabilidad”. Yo no quisiera
estar en sus zapatos, pero, ¿saben qué? Ellos fueron todos decisores económicos y políticos
durante los últimos treinta años. Y si de algo malo hay que hacerse cargo, ellos también
fueron parte; y si de algo malo hay que hacerse cargo de acá en adelante, también los que
aconsejan en favor o en contra tienen que hacerse cargo porque, por acción u omisión, somos
todos responsables de este destino común.
El procurador del Tesoro no dice absolutamente nada en el dictamen que acabamos de
recibir. Habla de sus condiciones de procurador y cuándo debe emitir o no, entonces, el
dictamen a favor o en contra vuelve a ser nuestra responsabilidad; vuelve a ser nuestra
responsabilidad soberana como dirigentes políticos y representantes del pueblo de la Nación
Argentina, y de nuestra provincia en particular.
Sin más y deseándoles a todos una muy feliz y bendecida Semana Santa, a fin de que
Dios nos dé paz y tranquilidad en todas las decisiones que tomemos por sí o por no, deseo
decirles que Misiones va a votar por la afirmativa, acompañando el dictamen de la mayoría.
Gracias presidentes.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias señora senadora.
Como no hay más anotados en la lista, si les parece, terminamos con esta maratónica
sesión.
Muchas gracias.
– Son las 16 y 31.
Dirección General de Taquígrafos
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