Conferencia AEDE sobre Internet

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Conferencia AEDE sobre Internet
Ángel Tristán Pimienta
Cádiz, 22 de Noviembre de 2008
Hace unas semanas hablaba con un compañero que no termina de
convencerse de que estamos empezando una nueva era en el periodismo,
aunque no la única que ha habido. Ante sus dudas traté de explicarle mi
visión del asunto con una metáfora: “el periodismo digital es como un
potro salvaje que estamos obligados a montar, y más vale que aprendamos
a hacerlo para no caernos y que nos pisotee”. Y la verdad es que el
aprendizaje, o la exploración del nuevo territorio que se ha descubierto y
que queremos conquistar, está siendo difícil. Todos los periodistas
devoramos las noticias que cuentan los pasos que están dando los grandes
medios, leemos con avidez las opiniones de los grandes maestros y de los
mejores y más visionarios ejecutivos… pero por ahora nos es imposible
sacar una conclusión definitiva.
La percepción del fenómeno, tanto por la parte directiva y de gestión como
por las redacciones, es distinta en líneas generales según uno se aferre a su
nostalgia de Gutemberg, de cuya mano muchos de nosotros entramos en el
oficio, o se haya nacido bajo el imperio de Bill Gates. Aunque algunos de
los veteranos entiendan el cambio a base de un riguroso ejercicio
intelectual y un correcto enfoque del radar, una buena parte mantiene serias
reticencias ante lo desconocido. Los jóvenes periodistas sí que no tienen
que hacer ningún tipo de reflexión filosófica, simplemente porque desde su
más tierna infancia los padres ya les regalaban un ordenador Vtech de
juguete. Los colegios incorporaron pronto los PC por el sistema de gota a
gota, y hoy en día son uno de los regalos estrella de Navidad y Reyes para
adolescentes. El compromiso de algunos de los profesores de los ‘talleres
de prensa’ de los centros escolares es clave. Tras cada visita a la redacción
observamos como algunos chicos inician un acercamiento a la publicación
tras ese primer ‘vis a vis’. No tienen interés, contra lo que creen algunos,
solo o principalmente en ‘noticias de la escuela’. Están atraídos por una
colaboración interactiva que los incorpora a un proceso de creación. Se
sienten mayores. Una anécdota, o no: del papel les suscita una gran
fascinación la fotografía y ver su firma en una colaboración o su nombre en
una información. Tengo la sensación de que este es un primer paso en dos
direcciones: la digital y la hoja impresa, que sigue despertando, o eso me
parece, afinidades y sentimientos, incluso uno que llamaría posesivo, y que
tiene su primer indicio en el acto de recortar y guardar.
Hace una década un futuro con un PC en cada hogar parecía algo remoto.
Sin embargo, un día nos encontramos con que buena parte de las familias
disponían de mil euros para adquirir un equipo. Todo el mundo digital, más
caro que la obsoleta mecánica y los productos analógicos, experimentó una
expansión exponencial. Un ‘boom’. Un estallido.
Los avances han sido muy rápidos; tanto que han superado la capacidad de
digestión de las redacciones y han planteado interesantes interrogantes
empresariales. En LA PROVINCIA/DLP empezamos como casi todos,
volcando las noticias sin más reelaboración que copiar y pegar las
entradillas. En ese primer momento se recurrió al Taller, para cubrir el
expediente y ver qué pasaba sin que costara un euro; y luego la tarea se les
encargó a dos auxiliares del archivo gráfico que hacían los vuelcos, lo cual
a su vez planteaba la desatención del sistema ‘Arcano’ con alguna
incidencia de colapso por exceso de carga. El siguiente paso fue contratar
un redactor a media jornada y aprovechar el conocimiento de una
compañera con experiencia previa en un portal pionero, que compaginaba
su trabajo en Sociedad y Futuro. Fue el instante en que se iniciaron las
actualizaciones… eso sí, solo durante la jornada laboral de estos primeros
redactores de la edición digital, que aún formalmente era edición y no
periódico. En junio se procedió a un rediseño del ya periódico digital,
laprovincia.es, dentro de una modernización de todos los del grupo Prensa
Ibérica, que incluyó un razonable esfuerzo en personal. Se puso en marcha
un proyecto que va más allá de la simple actualización y mejora de los
medios: se ha elegido un camino: el periodismo digital tiene su propio
sentido y su propio espacio.
Como es lógico con las cambiantes dunas por las que caminamos, y
hablando de todo el sector, aún los contenidos no están definidos con
claridad, estamos en una fase de tanteo y ensayos. Ideamos, probamos y
descartamos. Hay quienes, en nuestros entornos, defienden el modelo
espectáculo, similar al de la televisión, y tratan de ganar entradas por todos
los medios posibles, recurriendo a concursos de belleza, a sorteos, a
situaciones absurdas o astracanadas de impacto… Pero poco a poco
estamos comprobando como el acceso a las buenas noticias, a las galerías
fotográficas, y a los foros, rompe récords de forma constante, y también se
rompen esquemas preconcebidos. Sucesos, información sobre educación
sexual, salud pública y sanidad, corrupción… son compatibles con el
interés por la política. La coordinadora del digital no daba crédito a las
entradas que registró la galería de imágenes de un congreso regional del
PSOE, o la curiosidad por la sentencia que condenaba a un chico isleño que
se mofó del Rey en una actuación rapera. Hay otro aspecto que suscita gran
atención por parte de los ‘lectores-colaboradores’ y es la creación de
secciones monográficas donde se agrupen las noticias, por ejemplo, de la
corrupción, con todos los casos que se han producido a lo largo de un
periodo determinado, un año, o diez, lo que sea, con las correspondientes
sentencias o autos judiciales que los Tribunales ya cuelgan en la red; o la
inmigración o la temporada de incendios forestales, páginas donde el que
accede puede encontrar una visión global de los acontecimientos a modo de
fondo documental siempre vivo y actualizado, con sus distintos titulares,
sus comentarios, sus foros, y la participación de los lectores que intervienen
con sus narraciones, sus fotos, sus videos…
Por supuesto, no hay que descuidar el entretenimiento, de la misma manera
que en el papel ofrecemos crucigramas, sudokus y el esoterismo de los
horóscopos; un entretenimiento que, como la información, ha de adaptarse
al nuevo vehículo que lo transporta.
Creo, por otra parte, que en algún momento los periódicos digitales tendrán
que huir de la uniformización, casi todos parecen iguales, y buscar su
propia personalidad individual, como la que tienen los periódicos en papel.
Hoy, las redacciones de LA PROVINCIA y laprovincia.es conviven en un
mismo espacio físico. A pesar de que hay opiniones que predican la
separación, esta cohabitación tiene a mi juicio ventajas indudables, al
menos por ahora: por una parte se aprovechan sinergias y ahorran costes,
pero por otro lado el trabajo de los ‘.es’ despierta la curiosidad de los
compañeros, que terminan por darse una vuelta por esas mesas y, más
tarde, participan motu proprio y ofrecen su ayuda, atrapados por el
indudable atractivo del nuevo medio. En redacciones separadas este
proceso simbiótico tropezaría con serias dificultades.
Hoy, los nuevos periodistas que acceden al mercado suelen aceptar como
algo natural la multifunción: no encuentran, por lo general, problemas en
compartir las noticias entre los dos soportes, el papel y el digital, que sí
intrigan a algunos veteranos que fríen a preguntas a los comités de empresa
y a sus sindicatos; y desde luego, los que han entrado en la redacción por el
portal digital utilizan todos los instrumentos profesionales disponibles: la
minicámara de video para entrevistas o informaciones de impacto, la
grabadora digital y la fotografía también digital, que ya no tiene las
restricciones presupuestarias del abuso de los carretes, el revelado y el
positivado, que tanto incomodaba a los administradores de la vieja etapa.
Sin duda estamos ante un ‘periodismo tecnológico’ para el que se requiere
formación continua. Pero quizás en ocasiones pequemos de los excesos del
converso: Es cierto que estamos ante un periodismo distinto que utiliza
vehículos de comunicación revolucionarios, eso es evidente, pero no
olvidemos que en el siglo XX se acumularon diversas capas tectónicas: con
la aparición de las radios algunos creyeron finiquitada la vida del papel,
pero no fue así; luego vino la televisión y durante años se especuló con una
especie de ‘fin de la historia’: igual que Francis Fukuyama teorizó a finales
de los noventa del siglo pasado que el mundo había llegado a lograr la
utopía de la democracia y el mercado y se había acabado la búsqueda y la
discusión, muchos teóricos creyeron que la televisión incorporaba todos los
ingredientes necesarios para arrinconar al papel y al periodismo podemos
decir que ‘tradicional’. Volvieron a equivocarse. El número de páginas ha
aumentado. Ahora se repite el argumento con el advenimiento de internet, y
en medio de la euforia del Descubrimiento creen descubrirse aspectos que,
sin embargo, llevan ya tiempo descubiertos. Hace veinte años, con la
irrupción masiva de los ordenadores en las redacciones, en las
publicaciones de AEDE y en muchas tribunas especializadas se habló de
las ‘redacciones caseras’, de un futuro inminente en el que los periodistas
podrían trabajar desde sus casas, como muchas costureras para sastres de
moda. No ha sido así. Las salas de redacción son más grandes y más
complejas que entonces.
Muchos han hablado en este mismo foro de que se acaban los tiempos del
papel porque están bajando las ventas, y solo interpretan este dato. Pero
también es verdad que las ventas subieron cuando se reducía la natalidad y
se estancaba la población. El proceso se invirtió en su día gracias a una
fuerte inversión en promociones. Desde ‘rasca-rasca’ a jamones, sorteos de
coches, de chalés…
El descenso de este tipo de iniciativas promocionales es uno de los factores
a tener en cuenta en una reducción de la difusión.
El último libro de Al Gore, “El ataque contra la razón”, tiene muchas
referencias al ‘viejo periodismo’ como semillero de libertades, y confía en
que internet devuelva a EEUU un pluralismo que él cree que ha sido
usurpado por una televisión que da más valor a la imagen que a la sustancia
y que imposibilita, asegura, que los individuos participen en lo que debería
ser ‘una gran conversación nacional’.
En este aspecto, lo que llamamos internet, que cada vez se expande más y
abarca nuevos espacios, contribuye a perfeccionar el control de los medios
de comunicación sobre los poderes públicos. Por la aportación de noticias y
datos, por la documentación que circula en la red, que incluye la actividad
judicial y textos legales, por la posibilidad de acceder a registros y
archivos, por la interactividad… En LA PROVINCIA y laprovincia.es las
informaciones y análisis sobre la corrupción, sea urbanística o de otro tipo,
han tenido una repercusión sobrevenida, ‘a mayores’, gracias a internet. La
opinión pública que asoma en los foros o en los comentarios que
acompañan a las noticias, no solo sirve como sondeos de urgencia sino que
tiene un alto valor indicativo para políticos y ciudadanos.
En los dos casos, el digital y el papel, hablamos de periodismo. Los
periodistas no son solamente proveedores burocráticos de contenidos para
internet, sino que tienen que hacer periodismo. El problema es que cada
especialidad ha de buscarse la vida. Está claro que LA PROVINCIA no
puede publicar 24 horas después la misma información, con los mismos
títulos y las mismas fotografías que la que colgó a las diez de la mañana del
día anterior laprovincia.es. Por ahora solo una parte de los lectores del
periódico papel tienen internet; pero muy pronto serán una gran mayoría.
En ese instante sería suicida vender dos veces el mismo artículo.
Cuando apareció la televisión en España nacía LA PROVINCIA, en
diciembre de 1966. La competencia frente a los periódicos existentes y ante
la televisión que apabullaba se planteó en base a las historias, el reportaje,
la crónica, las entrevistas… y muchas informaciones en exclusiva. Pienso
que esto vale hoy para otro desafío como la aparición del periódico digital.
A su vez el periódico digital puede abarcar videos, radio y televisión, lo
que en un tiempo determinado podría plantear interrogantes sobre el futuro
de la radio y a la televisión. ¿Porqué no?
Lo que se denomina ‘periodismo ciudadano’ en la era digital es una
adaptación, verdad es que de una dimensión global, impensable hace unos
años, del periodismo ciudadano tradicional, más presente quizás en la
prensa regional que en la nacional. Antes, cuando escribíamos, y esto
parece el comienzo de una conocida canción de Nacha Guevara, sabíamos
que nos leerían en el área de distribución del periódico, la ciudad, la isla, la
provincia, y en algunos casos la región. Hace unos años, al poco de volcar
mi artículo diario en la edición digital, sufrí una fuerte impresión y una
sobresaturación de la autoestima, al recibir un correo desde África del Sur,
otro desde Pekín y otro desde Buenos Aires, comentando la columna. La
gran diferencia entre el antes y el ahora que empezó para mí con este
episodio, es que las nuevas plataformas tecnológicas permiten la
‘colocación’ en red sin los límites del papel, que es finito, frente al
ciberespacio, que es infinito y no consume bosques, y sin apenas
intermediarios. Lo cual, a su vez, abre algunas incógnitas éticas sobre los
resultados de la falta de control y selección.
Los periódicos ‘de provincias’ suelen incluir diversas secciones al servicio
de los lectores, o sea, tanto para publicar sus ‘cartas’ como para reflejar sus
intereses concretos o de proximidad. ‘El Retrovisor’, una columna con un
cuarto de siglo de antigüedad y de aparición diaria ininterrumpida, recibe
docenas de llamadas, más de un centenar muchos días; las ‘cartas al
director’ y las encuestas con foto, nombre y apellidos, son otro instrumento
participativo importante, así como las noticias que recogen los
planteamientos de asociaciones vecinales o profesionales.
Cierto es que internet ha mejorado los mecanismos para la participación;
pero no la ha inventado. Pero, sin duda, la accesibilidad, la posibilidad de
interactuar, de hacer de cada terminal una minirredacción, ha abierto un
universo que, como el real, está en continua expansión.
A su vez, se plantea otra vez el viejo debate entre periodistas especializados
y periodistas polivalentes o multifuncionales. Creo que poco van a cambiar,
o que poco deben cambiar, las cosas en este aspecto. Las Facultades de
Ciencias de la Información, y los segundos ciclos, que permiten el acceso a
las redacciones de periodistas que a su vez son licenciados de otras áreas de
conocimiento, Historia, Derecho, Empresariales, Ciencias Políticas y
Sociología, es un proceso abierto, imparable, que ha elevado la formación
profesional en paralelo a las habilidades informáticas. El problema es que
en la actualidad las redacciones digitales, al menos en los periódicos
regionales, son muy reducidas y no suelen tener ‘especialistas’ sino todo
terrenos, porque la publicidad parece no crecer de acuerdo con el
crecimiento de lectores y las expectativas a medio plazo que prevén los
estrategas de la comunicación, y el puro sentido común.
El periodismo digital no se puede sustraer a una evidencia: el
conocimiento, la formación, la cultura, de la sociedad ha aumentado
vertiginosamente en los últimos años, y los profesionales de la
comunicación tienen que mantener el diferencial, han de estar a la altura,
más un coeficiente añadido, de los lectores, que cada vez saben más y están
mejor informados y más formados, y requieren productos más
imaginativos. Los periodistas hemos de ir por delante y no podemos, bajo
ninguna circunstancia, quedarnos rezagados, porque perderíamos nuestra
credibilidad y nuestra utilidad.
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