Escuela de Formación e Investigación Sindical y Docente “Julio Godio” Confederación de Educadores Argentinos Desde el 06 de octubre de 2011 la Escuela de la CEA lleva el nombre “Julio Godio” en homenaje al reconocido Sociólogo argentino fundador del Instituto del Mundo del Trabajo, recientemente fallecido, quien siempre brindó su apoyo con su conocimiento a nuestra Confederación y a nuestra Escuela a través de conferencias y disertaciones. A continuación hacemos una breve referencia a su pensamiento Julio Godio: Semblanza1. El 20 de mayo de 2011 murió Julio Godio. Su vida y su obra tienen algo inusual, la coherencia aplastante de haber permanecido contra viento y marea en el bando de los trabajadores de su país y del mundo. Propuso un modo original de pensar nuestras sociedades, partiendo de las luchas de los trabajadores y enhebrándolas con los cambios políticos y económicos. Julio se sabía parte del movimiento obrero, aceptándolo y respetándolo tal como se presentaba históricamente en cada lugar. Construía su pensamiento oyendo. Oyendo a los delegados, a los jóvenes, a los viejos, a los 1 Adaptado de: Alberto “Pepe” Robles (2011) Julio Godio: Semblanza militantes, a otros investigadores. Antes que nada era un gran escuchador. Siempre pensando en grupo, colectivamente. Siempre al lado de las mayorías. Siempre pensando sin dogmas ni esquemas. Fue un gran investigador, pero jamás investigó para la academia. Se consideraba un militante antes que nada y para él la investigación era un acto de militancia. Comenzó como activista estudiantil y a los 20 años presidió la Federación Universitaria de La Plata, su ciudad natal. Continuó vinculándose orgánicamente con los sindicatos hasta el día de su muerte. La suya es una investigación para la militancia, comprometida con la lucha y orientada a la lucha. Como otros luchadores latinoamericanos, pagó con el exilio su posición, cuando era inminente su asesinato por la Triple A en 1974. Volvió al país en 1984 y apoyó activamente el proceso de consolidación democrática en Argentina y los demás países del Cono Sur. Julio jugó un papel crucial en la recuperación del sindicalismo en América Latina, una vez derrotadas las dictaduras que arrasaron el continente. En los '80, representando a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) en la Oficina de los Trabajadores de la OIT (ACTRAV), Julio fue decisivo para recuperar la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) y promover un nuevo tipo de acción sindical basada en las mejores tradiciones del movimiento obrero latinoamericano: el sindicalismo sociopolítico. Había que ir más allá de un sindicalismo puramente combativo y reivindicativo, para incidir en el contenido de la democracia. Julio alentó a los sindicatos a organizarse para actuar en el Mercosur, creado en 1991, cuando pocos entendían la importancia de que el trabajo se organizara regional y globalmente. Fue uno de los primeros en entender que el Mercosur era una herramienta útil para los trabajadores, en la globalización y frente al ALCA. Fue uno de los constructores silenciosos de ese Mercosur sociolaboral que logró parar el ALCA en la Cumbre de las Américas de 2005 y luego confluir hacia la Unasur. Fundó en 1997 el Instituto del Mundo del Trabajo IMT donde hizo confluir una nueva manera de ver el papel del trabajo y del sindicalismo. Lo hizo para decir que no había que tener miedo ni desesperanza, ante la globalización. Que había que redoblar la apuesta y globalizar la acción sindical. De su mano, el sindicalismo argentino se mercosurizó, se sudamericanizó y se latinoamericanizó. La obra de Julio es sorprendentemente inmensa. Escribió 50 libros sobre el movimiento obrero y política. Muchos ya son clásicos. Escribió su primer libro en 1971, “Los orígenes del movimiento obrero” y no se detuvo más. Al año siguiente publicó “La Semana Trágica”, que marcó a toda una generación que quería hacer realidad sus sueños de justicia social. En 1980 alcanzó resonancia continental con su “Historia del Movimiento Obrero Latinoamericano” y al finalizar el siglo hizo cumbre con su monumental “Historia del Movimiento Obrero Argentino 1870-2000”. En la última década no dejó de abrir senderos para responderle al neoliberalismo y generar experiencias alternativas en la globalización: “El mundo en que vivimos” (2000), “El Mercosur, los trabajadores y el Alca” (2004), “La anomalía argentina” (2006) y su libro final, resultado de sus más profundas reflexiones frente a los desafíos del siglo XXI, “El futuro de una ilusión: socialismo y mercado” (2011), donde analiza las perspectivas para construir un nuevo tipo de “sociedades de trabajo”. Pero por sobre todas las cosas Julio fue siempre un compañero. Acompañado siempre por su pipa y su pachorra, hablaba con todos y sobre todo, oía. Carecía de todo sentido del egoísmo y de figuración individual: el conocimiento estaba para ser compartido y usado en la lucha. De una austeridad y una honradez ejemplares, vivió y murió militando como un compañero más. Julio viajaba adonde le pidieran. Era plenamente conciente que el pueblo trabajador no estaba solamente en Buenos Aires, y mucho menos en el centro de la Capital Federal, sino que había que llegar hasta el último pueblo. Por eso, querido Julio, la Escuela de formación e Investigación Sindical y Docente de la CEA, A PARTIR DE HOY LLEVA TU NOMBRE COMO EJEMPLO.