Clima de África

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CLIMA DE ÁFRICA
El ecuador atraviesa África prácticamente por la mitad de su territorio. A ambos lados del ecuador, y
dispuestas en fajas paralelas a él, se suceden, simétricamente, una zona ecuatorial, dos zonas tropicales, dos
desérticas y dos mediterráneas. No obstante, esta simetría sólo se cumple plenamente en el África occidental,
al N del ecuador; en el África oriental desaparece la zonación climática en función de la latitud y las bandas
de clima se suceden en una posición prácticamente meridiana. En el África austral, las costas orientales y las
costas occidentales presentan, a igual latitud, rasgos climáticos claramente opuestos originados por la
influencia del relieve y por la acción de corrientes marinas contrastadas, así como por la orientación de las
costas con relación a los vientos húmedos.
Al igual que las zonas climáticas, las zonas de vegetación se presentan en África en bandas aproximadamente
paralelas al ecuador, aunque la existencia de importantes degradaciones hace que las segundas no siempre se
superpongan exactamente a las primeras.
El bosque denso o selva ecuatorial, ocupa las regiones que reciben, al menos, 1.500 mm de precipitaciones al
año y en las que la estación de las lluvias dura como mínimo ocho meses; desaparece a partir de donde la
pluviosidad es inferior a 1.200 mm.
Comporta cinco o seis estratos de árboles (los más altos alcanzan normalmente los 50 m) y forma una cubierta
continua, bajo la que reina una profunda penumbra verdosa. En el suelo, debido a la ausencia de luz, no hay
rastro de sotobosque.
El dominio tropical sudanés es el ámbito del bosque seco caducifolio y de la sabana. El bosque tropical de
hoja caduca está adaptado a un clima en que alternan una estación húmeda y otra seca, esta última con una
duración de un mínimo de cinco meses.
En principio en una región de clima desértico no se daría ningún tipo de vida vegetal por razón de su extrema
aridez. Sin embargo, el desierto absoluto prácticamente no existe: en el subsuelo se encuentra agua,
particularmente bajo el lecho de los uadis; por otra parte, si bien las lluvias son extraordinariamente raras, no
están totalmente ausentes. La vida vegetal está adaptada a larguísimos periodos de sequía: raíces profundas,
órganos de evaporación muy reducidos, semillas altamente resistentes y duraderas. Además de las gramíneas,
duras y muy cortas, que a la menor lluvia forman los pastos efímeros tan buscados por los pastores nómadas
del Sahara, cabe encontrar matorrales espinosos e, incluso, algunos arbustos raquíticos, adaptados a los suelos
arenosos, rocosos o salados.
Las regiones africanas de clima mediterráneo presentan, según el grado de pluviosidad, dos formas de
vegetación: el bosque y la estepa. El bosque mediterráneo, frágil, constantemente amenazado y destruido por
los incendios, la intervención del hombre o el pastoreo de cabras y ovejas, sólo existe en forma de islotes en
las montañas mejor regadas por las lluvias: Atlas marroquí, Rif, macizos costeros de Argelia y de Tunicia,
montañas de la ciudad del Cabo. Una vez destruido, este tipo de bosque no se reconstituye y deja paso a
deformaciones degradadas: la garriga sobre suelo calizo, como en las mesetas de la región del Cabo o del
Atlas Medio oriental; la maquia sobre suelo silíceo, de los macizos interiores de Argelia y Tunicia.
En las montañas intertropicales la vegetación se presenta en fajas superpuestas, dispuestas en cinco o seis
pisos, con algunas diferencias más o menos notables según las regiones y según las interferencias de la acción
del hombre. El bosque cubre las laderas hasta los 4000 m de altitud, pero sus características cambian a medida
que se asciende. Hasta los 2000 m aproximadamente el bosque tropical se mezcla con especies templadas,
como las coníferas, los robles, los helechos arborescentes, etc., y los árboles son menos altos en las llanuras
vecinas. Entre los 2000 y los 3000 m los árboles son aún más pequeños, de aspecto retorcido, y su
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agrupamiento confiere al paisaje un aspecto de maquia densa e impenetrable. A esa altitud el bosque está en
permanente contacto con un aire húmedo, e, incluso, con la capa nubosa: los troncos aparecen cubiertos de
musgo. Entre los 3000 y 4000 m subsiste el mismo aspecto de maquia, pero con árboles más enclenques y
retorcidos y con abundancia de brezos arborescentes y líquenes colgantes. Por encima de los 4000 m se
suceden la pradera alpina, tapiz de gramíneas en formación discontinua, y que sólo se encuentra en las altas
montañas del África oriental, sobre suelos ácidos u turbosos; la tundra alpina, en que la cubierta vegetal se
reduce a manchones aislados de gramíneas y plantas enanas y a placas dispersas de musgos y líquenes y, más
allá de los 4500 m, en las más altas cumbres del África oriental −Uhuru (Kilimanjaro), monte Kenya −, el piso
nivoglaciar, donde se asientan grandes glaciares.
En las regiones de clima mediterráneo, sólo el Alto Atlas marroquí, que en el oeste supera los 4000 m,
presenta una vegetación dispuesta en franjas latitudinales.
La parte subahariana del continente africano constituye un extenso territorio ocupado por una veintena de
países, de tamaños bien diversos, cuyas fronteras político−administrativas no se corresponden con las
realidades étnico−culturales allí existentes. Esta falta de correlación entre las fronteras políticas (decididas
arbitrariamente al hilo del proceso descolonizador iniciado tras la segunda guerra mundial) y la voluntad y
necesidades de los distintos pueblos de África son la fuente de gran parte de los conflictos (a veces, muy
violentos) que sacuden estas sociedades. Otra de las características de las sociedades del África negra es el
atraso técnico, sanitario, de escolarización, de industrialización, etc. lo que podríamos denominar modernidad
sólo ha llegado, a fines del siglo XX, a las sociedades que han sido dominadas por los blancos, como es el
caso de la República de Sudáfrica, donde la discriminación racial ha sido un factor clave de aglutinación
social y de vertebración política.
Como consecuencia de la falta de industrialización autóctona, de una urbanización poscolonial acelerada, del
atraso técnico y universitario, la estructura social de la mayoría de estos países presenta un marcado contraste
entre un área rural esencialmente tribal y unos centros urbanos donde se concentran las burguesías de estado,
los funcionarios, los militares y el personal de servicios. Las nuevas burguesías africanas, dominadores del
aparato político, son, en el fondo, agentes del gran capital internacional, por lo que en su actuación no
predominan tanto los intereses de sus respectivas naciones como los intereses de lucro maximizado de las
grandes empresas transnacionales; de ahí la poca capacidad de autogobierno y de autodesarrollo que siguen
teniendo estos países.
La zona ecuatorial, se desarrolla entre los 8º de latitud N y los 4º de latitud S. Su clima se caracteriza por una
temperatura elevada y constante, una amplitud térmica anual prácticamente nula, presión atmosférica siempre
baja, lluvias abundantes y humedad del aire permanentemente alta. La parte N de la cubeta del Congo, donde
este clima está mejor representado, recibe una media de 2000 mm de precipitaciones al año; se trata de lluvias
de convección, que caen a diario en forma de aguaceros.
Además de en la cubeta del Congo, el clima ecuatorial reina en las orillas orientales del golfo de Guinea y,
fuera de la región ecuatorial estricta, en la costa oriental de Madagascar, en el ápice meridional de
Mozambique y en la costa de Natal, en la República de Sudáfrica.
En las zonas tropicales alternan estación lluviosa de verano y estación seca de invierno. Según la mayor o
menor duración de la estación de las lluvias se distinguen, a grandes rasgos, tres regímenes climáticos: el
tropical húmedo, el tropical tipo y el subdesértico.
Las zonas desérticas ocupan vastas extensiones, sobre todo al N del ecuador. Así, el Sahara, que es el mayor
desierto del mundo, cubre 8 millones de Kilómetros cuadrados. En el hemisferio austral el desierto sólo
aparece en el SO, ya que hacia el E desaparece bajo los efectos de los alisios húmedos del océano Índico.
En el desierto la extrema sequedad del aire determina grandes diferencias de temperatura entre el día y la
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noche. Los veranos son extremadamente calurosos; los inviernos conocen temperaturas más suaves durante el
día y francamente frías por la noche, con frecuentes heladas. La amplitud térmica anual es acusada,
alcanzándose fácilmente los 25º de diferencia entre la temperatura media de enero y de julio. Aunque el clima
desértico se caracteriza por la rareza de las precipitaciones, el Sahara meridional se beneficia a veces, en
agosto de las lluvias tropicales, que nunca superan sin embargo los 100 mm. Asimismo, el N del Sahara puede
recibir en invierno lluvias mediterráneas, pero siempre muy débiles. De un año a otro la cantidad de agua
caída varía notablemente y con frecuencia pasan varios años sin que llueva en absoluto. En algunas regiones
como el Tanezrouft, en el corazón del Sahara, la aridez es absoluta y el desierto no es más que un gran vacío
mineral. En el África austral, la existencia del desierto costero del Namib se explica por la acción sobre el
litoral de la corriente fría de Benguela: los vientos húmedos procedentes del anticiclón atlántico pierden toda
su humedad sobre aquella corriente marina y llegan a la costa completamente desecados. Estos vientos resecos
hacen también más rigurosas las condiciones del Kalahari.
El clima mediterráneo domina en los extremos N y S. En el África del Norte y en la región del Cabo, en el
ápice del África austral, se desarrollan las zonas de clima mediterráneo, caracterizadas por los veranos
calurosos y secos y los inviernos suaves y lluviosos. En verano las temperaturas superan los 25ºC y más aún
en las depresiones interiores. Las temperaturas invernales son inferiores a los 12ºC y disminuyen rápidamente
a medida que se avanza desde la costa hacia el interior, donde son frecuentes las heladas y las nevadas. En las
llanuras, la media térmica anual se sitúa alrededor de los 18ºC, mientras que en las altas montañas del Atlas es
de unos 15ºC. Las lluvias, que caen de octubre a marzo, no llegan a superar los 700 mm en las zonas más
húmedas: llanuras costeras y vertientes montañosas expuestas a los vientos lluviosos. En el Magreb, las
lluvias disminuyen de O a E y de N a S. En el África austral, el clima mediterráneo solo domina en una
estrecha faja costera, en las inmediaciones de Ciudad del Cabo.
"Lagos tiene un total de precipitaciones de 1850 mm año y una temperatura media de 26,9ºC.
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