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¿Qué efectos puede tener hablar con máquinas?
Robots de charla: Máquinas de hablar
Helena Matute
Hacen uso de la inteligencia artificial y de las técnicas más sofisticadas de lenguaje
natural para lograr un aspecto psicológicamente humano. Son cada vez más verosímiles
y se utilizan en investigación, entretenimiento y comercio electrónico. Tendemos a
contarles nuestras intimidades, pero también nos enfadamos con ellos. La personalidad
de los robots también es importante.
De todas las máquinas que he conocido en la red (y que me han dicho que son
máquinas), Alice es sin duda alguna la que parece más inteligente. No cabe duda de que
contestó cosas con sentido a la mayoría de mis preguntas, aunque de vez en cuando
desbarrara un poco.
Alice utiliza un módulo soberbio de lenguaje natural, que es lo que le hace parecer
inteligente, y una técnica conocida como razonamiento basado en casos que le permite
dar respuestas adecuadas a situaciones nuevas a partir de casos que ya conoce.
Aumenta, además, su base de conocimientos según va charlando con más gente, con lo
que da, además, la sensación de ir aprendiendo.
Pero aprender, lo que se dice aprender, no aprende. No utiliza ni redes neuronales, ni
algoritmos genéticos, ni ningún otro método de aprendizaje artificial. Utiliza
únicamente lo que se conoce como aprendizaje supervisado, que quiere decir que
siempre tiene que haber un tutor humano que controle el aumento de su base de
conocimientos. Menos mal.
Quién es Alice
Alice fue creada por Richard Wallace en 1995 bajo licencia pública GNU y actualmente
hay más de 350 personas de todo el mundo colaborando en su desarrollo. Ganó el
premio Loebner (un test de Turing en el que robots de charla compiten por “engañar” a
un jurado haciéndose pasar por humanos) en sus dos últimas ediciones, 2000 y 2001.
Actualmente funciona sobre varias plataformas, siendo el único robot de charla
presentado en la Linux World Expo el pasado verano. Existen numerosas versiones de
Alice por la red, con diferentes nombres. Hay también versiones descargables que
podemos instalar en nuestro ordenador y en nuestra página web. Incluso hay versiones
compatibles con ICQ que bien pueden servir para gastar alguna broma a los amigos.
Cuidado con los vendedores electrónicos
Aunque Alice y la mayoría de los robots de charla que pululan hoy por la red son
programas dedicados casi exclusivamente a la investigación y al entretenimiento, las
aplicaciones comerciales no se están haciendo esperar. Ejemplos de robots creados para
tratar con clientes son Linda, de Extempo, y Luci McBot, de Artificial Life. Están
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diseñados para ayudarnos a navegar por sus páginas; para ahorrarnos tiempo de
búsqueda y tediosas FAQs, para hacernos más agradable la visita.
¿Qué mejor manera de atender a los clientes que dándoles la posibilidad de charlar con
un vendedor electrónico que atienda todas sus dudas, que los conozca y recuerde y
salude cada vez que entran en la tienda, que les hable de aquellas novedades que crea
que pueden ser de su interés? El sueño de todo dueño de comercio virtual, sin duda.
Muy peligroso, también, para los usuarios.
Reacciones humanas ante los robots de charla
Pero a pesar de los crecientes intentos de los robots de charla por parecer cada vez más
humanos desde el punto de vista psicológico, las investigaciones más recientes están
mostrando que este antropomorfismo psicológico de las máquinas no siempre resulta
agradable a la gente.
En la última edición de la International Conference on Affective Human Factors Design
(2001), los investigadores De Angeli, Johnson, y Coventry, presentaron un trabajo
titulado “The unfriendly user” (El usuario desagradable). En él se recogen las
conversaciones de Alice con una serie de voluntarios. Los resultados muestran que los
usuarios tienden a atribuir características y sentimientos humanos a Alice. Para lo bueno
y para lo malo.
Según dicho estudio, tendemos a utilizar con Alice expresiones de cortesía, e incluso,
cuidado con esto, a contarle cosas personales. Pero el problema es que nos gusta estar
en posición dominante, esperamos que la máquina sea simpática y sumisa con nosotros
y nos enzarzamos en discusiones si no conseguimos demostrarle nuestra superioridad.
Hay usuarios que llegan incluso a utilizar el insulto.
Según De Angeli y sus colegas, el futuro de estas máquinas pasa por adoptar una
personalidad agradable y sumisa sin perder credibilidad. Inteligencia emocional, parece
que es lo que les falta a estas máquinas para que confiemos plenamente en ellas. No sé
cuando se conseguirá, pero habrá que tener mucho cuidado con ellas en los próximos
años.
Helena Matute es catedrática de psicología en la Universidad de Deusto y una entusiasta
de la divulgación científica. Su página web está en http://sirio.deusto.es/matute/
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ENLACES
Alice AI Foundation
http://www.alicebot.org
The unfriendly user
http://alicebot.org/articles/guest/unfriendlyuser.html
Asociación Española para la Inteligencia Artificial (AEPIA)
http://aepia.dsic.upv.es/
ICQza
http://www.timberfrog.com/icqza/
Alice en LinuxWorld Expo 2001
http://alicebot.org/press_releases/2001/alicelinux.html
Loebner Prize
http://www.loebner.net/Prizef/loebner-prize.html
Artificial Life
http://www.artificial-life.com/
Extempo
http://www.extempo.com/
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