Compañeros y compañeros. Quiero empezar recordando a las víctimas del terremoto de Nepal, gente humilde que ha quedado en la miseria más absoluta. Y también a las miles de personas que están dejando su vida en el Mediterráneo intentando alcanzar un futuro digno. No es la naturaleza la que se ceba con la gente más indefensa. Es la injusticia y la distribución desigual de la riqueza que genera el capitalismo de rapiña, la que genera las condiciones para que las víctimas siempre sean las mismas: la gente más pobre y desprotegida. Hoy, 1 de mayo de 2015, celebramos 125 años de lucha obrera en España. Aquel primero de mayo de 1890, los obreros conscientes de nuestro país decidieron dar la batalla contra la explotación, el hambre y la miseria, y por la igualdad, la justicia social y la dignidad en el trabajo. En nuestro país, la UGT, que había nacido dos años antes, impulsó esta jornada reivindicativa siguiendo la resolución aprobada en 1889 en parís por el congreso de la II Internacional. Solo habían pasado tres años de los terribles sucesos de Chicago, donde la represión de una manifestación obrera que reivindicaba la jornada laboral de 8 horas terminó en un baño de sangre. Sin embargo, hoy no podemos celebrar 125 años de avances y conquistas sociales y laborales, porque los últimos ocho años, especialmente desde la imposición de la reforma laboral del partido popular en 2012, han sido de retroceso. Estamos viviendo una preocupante involución social y laboral. Y Navarra no es una excepción, pese a tener con unos indicadores sociales y económicos algo mejores que la media española y el resto de Comunidades. Nuestra Comunidad se desliza peligrosamente hacia el precipicio de la precariedad laboral y la desigualdad social. No lo decimos nosotros. Lo dicen los datos. Lo constatan las cifras del desastre general al que nos ha abocado la gestión austericida de la crisis y de la tragedia particular que la reforma laboral del PP ha causado a miles de trabajadores y familias. Lo dicen las cifras de evolución del empleo y de paro, que sigue pesando como una losa sobre las perspectivas de futuro de más de 48.000 navarros, que tienen cara, nombre, y familia. Si damos un pasito adelante, a continuación viene un pasito para atrás. Y lo dicen también las cifras de temporalidad del mercado de trabajo. Aquí todo son pasitos atrás. La temporalidad, lejos de disminuir, aumenta, y la duración media de los contratos es escandalosamente corta: hemos pasado de contratos de 90 días al inicio de la crisis a contratos de solo 42 días de media en 2014. Pero la reforma laboral del PP ha incorporado nuevas formas de precariedad: - El uso abusivo del empleo a tiempo parcial involuntario. - El aumento del número de horas efectivas trabajadas a la semana por los empleados a tiempo parcial por encima de su jornada. - El incremento del peso de las horas extraordinarias no pagadas. Aunque parezca mentira, 125 años después nos vemos obligados a reivindicar nuevamente la jornada de 8 horas, bien porque a muchos trabajadores se les obliga a trabajar jornadas superiores sin remuneración alguna, bien porque a otros y, sobre todo, a muchas trabajadoras, se les fuerza a trabajar jornadas parciales con salarios inferiores e insuficientes para vivir con dignidad. Y junto a ello, estamos asistiendo a una devaluación de los salarios, que además está entorpeciendo y retrasando la recuperación económica. Aunque no todos lo están sufriendo de la misma manera. Entre los años 2008 y 2012, mientras los salarios más altos se han incrementado un 5,1%, los más bajos han disminuido un 9%. Estamos hablando de un aumento de las desigualdades. Y las principales víctimas están siendo los jóvenes, las mujeres, los mayores de 45 años y los trabajadores inmigrantes que han venido a nuestra tierra a ganarse la vida. Precariedad y desigualdad constituyen un binomio que se está convirtiendo en un auténtico cáncer para la cohesión y el bienestar social de Navarra. La desigualdad pudre a las sociedades por dentro. Así no salimos de la crisis. Y frente a esto, sólo hay un camino, la reivindicación, la lucha, la apuesta por la creación de empleo de calidad, la recuperación del poder adquisitivo de los salarios y, por supuesto, una mayor inversión pública. Todo lo contrario de lo que está haciendo la derecha política y económica de este país. Y todo esto lo digo en un año de elecciones municipales, autonómicas y generales. Necesitamos una auténtica política de redistribución de la riqueza para la superación de las desigualdades. Y en esta línea, UGT y CCOO hemos impulsado una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso de Diputados, para que los trabajadores parados de larga duración sin prestaciones perciban hasta que encuentren un empleo una renta mínima que cubra las necesidades más básicas y les evite caer en la marginalidad. Necesitamos medio millón de firmas en los próximos 9 meses para que sea admitida a trámite. Os animo a apoyarla, especialmente en un día como hoy. Para finalizar, quiero reivindicar el sindicalismo y la lucha de los trabajadores. Porque a la vista de la situación, frente al martilleo a que nos somete la propaganda neoliberal, ni la explotación es cosa del pasado, ni los sindicatos son antiguallas de las que se puede prescindir, ni las reivindicaciones sindicales pura retórica, ni el 1 de mayo una fecha vacía de contenido. En esta coyuntura, las organizaciones sindicales tenemos un reto fundamental: recuperar para los trabajadores todos y cada uno de los derechos sociales y laborales que les han sido arrebatados, empezando por el empleo, y restaurar, a través de la negociación colectiva, unas condiciones laborales propias del siglo en que vivimos y no de lejanos y oscuros periodos de triste recuerdo. A esta tarea ingente os convocamos en nombre de aquellos pioneros del movimiento sindical navarro, de obreros y obreras conscientes como Gregorio Angulo, Ricardo Zabalza, Tiburcio Osácar, Julia Álvarez, Corpus Dorrosonsoro, Juan Arrastia, José Roa, Serafín Úriz, Manuel Espinosa, Miguel Larrañeta y tantos y tantos otros, muchos de los cuales fueron fusilados en el 36 por la causa obrera, la causa de la libertad, la justicia y la igualdad. Viva el Primero de Mayo Viva la clase trabajadora