ESTUDIOS SOBRE TEMAS DOCTRINALES BÁSICOS. por Alejandra Montamat. Alejandra Lovecchio de Montamat, es médica endocrinóloga y docente. Miembro de la Iglesia Evangélica Bautista de Once en Buenos Aires donde participa del ministerio de enseñanza con una clase de Escuela Bíblica Dominical. Casada con Daniel Montamat, madre de Gustavo y Giselle Los apóstoles bíblicos. "Somos miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" Efesios 2:19-20 Introducción La palabra apóstol proviene del idioma griego y significa “enviado”. En el contexto de las Sagradas Escrituras la misma es aplicada a aquellos hombres que fueron escogidos, enviados y comisionado por Jesús para una función específica: predicar el evangelio de la gracia y desarrollar el ministerio de la Palabra. Esta misión fue desplegada por los apóstoles a partir del cumplimiento de la promesa hecha por el mismo Señor Jesucristo de que enviaría al Espíritu Santo a morar en ellos al igual que en cada nuevo creyente, y ese hecho ocurrió en el día de Pentecostés (Jn 14:17 con Hch 2:1-4). Como bien sabemos, los comisionados antes de la llegada del Espíritu Santo fueron sólo once de los doce discípulos que Cristo escogió, porque el doceavo que era Judas Iscariote, lo traicionó y posteriormente se ahorcó (Mt 28:16,17; Mr 16:14; Lc 24:36; Jn 20:21-22). Una vez que el Señor Jesucristo resucitó y se les apareció a los suyos durante cuarenta días, entonces les dio una clara instrucción: “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch 1: 8). La elección de un apóstol Hay estudiosos de la Palabra que entienden que la decisión de los once de elegir al sucesor de Judas fue correcta y dirigida por Dios (Hch 1:12-26); pero hay otras posturas que señalan que Pedro y los demás hermanos se apresuraron en hacer algo antes de la llegada y dirección del Espíritu Santo. Sin elevar una posición dogmática al respecto, creemos necesario considerar lo siguiente: 1. Los apóstoles habían sido escogidos directamente por el Señor Jesucristo. Como veremos más adelante, un requisito indiscutible para ser llamado apóstol, es haber visto al Señor resucitado y haber sido enviado directamente por Él. En el caso mencionado en este pasaje, no fue así. Los apóstoles tomaron una decisión que le correspondía al Señor Jesucristo. 2. Señalaron para la elección a dos candidatos posibles: a José (Barsabás) y a Matías. Esto revela aún más la poca claridad respecto a tan importante nombramiento. 3. Ante la indecisión de señalar al definitivo sucesor de Judas, los apóstoles acudieron a un método bastante típico entre los judíos, echaron suertes para la elección (Nm. 33:54; 1S.14:42; 1Cr 24:5). Si bien, el método de echar suertes fue utilizado por el pueblo de Dios, el objetivo que motivó a los discípulos a practicarlo en ese momento, no fue señalado por el Señor. Lo que ellos debían esperar, era la llegada del Espíritu Santo. 4. La persona de Matías, el apóstol elegido mediante el método judío de echar suertes, jamás aparece nuevamente en la labor apostólica en los registros de las Sagradas Escrituras. Por otra parte encontramos en la Biblia la posterior conversión del apóstol Pablo, cuyos relatos bíblicos y argumentos, sí lo validan como un apóstol escogido directamente por el Señor cuya elección soberana ya había decidido de antemano quién sería el indicado (1ª Co 15:8-9). Definición bíblica de apóstol Podemos entonces, con los ejemplos registrados, extraer de la Biblia la siguiente definición: el apóstol fue un enviado especial de Cristo, el cual tuvo un llamado directo del Señor y ocupó una posición de autoridad dentro del cuerpo de Cristo que es la iglesia a la cual le transmitió los fundamentos doctrinales dados por Jesucristo (Ef 2:20; 4:11-12). Manifestó variados dones entregados por medio del Espíritu Santo (predicación, enseñanza, profecía, milagros y señales, discernimiento de espíritus, palabra de sabiduría, capacidad de hablar y comprender lenguas extranjeras con el propósito de extender el evangelio). 2 Fue además, testigo ocular de Cristo resucitado y su autoridad apostólica fue confirmada por milagros y señales que lo identificaron claramente en medio del pueblo (Hch 2:43; 5:12-16; 9:40-43; 13:11-12; 20:9-12; 28:5), fue pionero en la fundación de iglesias en lugares donde no las había antes, sufrió mucho (2 Co 11:23-28) siendo siempre peregrino, ambulante y viajero por excelencia. Fue el Señor quién delegó su autoridad en los apóstoles y profetas para que por inspiración del Espíritu registraran la Palabra escrita. Hoy la Biblia misma perpetúa la autoridad de Cristo y es nuestra máxima autoridad. En palabras de Robert Bowman leemos: “alegar que la iglesia de hoy necesita visiones y revelaciones por medio de apóstoles y profetas de Cristo es negar la suficiencia de la Biblia (2ª Ti 3:16) y colocar a la iglesia a merced de falsos apóstoles y profetas, de los cuales nos advirtió el apóstol Pablo en términos muy claros (2ª Co 11:13-15)”. Vigencia del apostolado bíblico Creemos, por lo anteriormente expresado, que el apostolado bíblico en su concepto más pleno ha cesado en el período de la iglesia primitiva con la muerte de los doce. Como en nuestros días se ha desarrollado una corriente que reclama la existencia presente de apóstoles (la cual es conocida entre nuestras congregaciones evangélicas como Nueva Era Apostólica), hacemos una síntesis de lo que la expresión significa para este movimiento. Define al apóstol en términos de autoridad y control, muy similar a la que ejerce un obispo católico en su diócesis. Además, los denominados apóstoles imparten nuevas enseñanzas, especialmente en cuanto a la naturaleza de la guerra espiritual, de los espíritus regionales, de la segunda venida de Cristo, o de la manera de discipular a la iglesia, trayendo nuevas doctrinas que no tienen sustento bíblico. Conclusión Es muy factible que la motivación detrás de los autoproclamados apóstoles actuales sea el prestigio y la autoridad que el título conlleva, amén del caudal financiero que sus ministerios producen; pocas veces acceden a que sus enseñanzas sean desafiadas y examinadas a la luz de la Palabra y con la autoridad que cada creyente posea en el conocimiento del Espíritu Santo. Finalmente entendemos que el apostolado moderno no tiene el vínculo bíblico fuerte con el sufrimiento físico que llegó en la mayoría de los apóstoles bíblicos hasta el martirio y que, por el contrario, insta a los fieles a contribuir económicamente con el desarrollo de lo que ellos califican de “empresa cristiana”. 3