ACERCÁNDONOS A UNA GOBERNABILIDAD EFICAZ Fausto Muciño Durán La arquitectura de un Estado Cosmopolita podrá representar una salida a la política de las falsas alternativas. Ulrich Beck1 ¿Por qué un Estado Cosmopolita? es simple, tanto el aparato institucional como la ciudadanía persiguen el cumplimiento de sus aspiraciones y metas, a través del bienestar en general, el primero se enfrenta al desafío de la corresponsabilidad entre el gobierno y la sociedad, estableciendo con ello políticas públicas, mientras que el segundo actor, es decir, la sociedad debe estar comprometida a ser coparticipe en la definición, decisión e instrumentación de esas políticas públicas. El momento actual es un tiempo privilegiado para tomar importantes decisiones y para transformar los modos y maneras de gobernar. Para ello la primera cuestión importante a resolver es cómo recuperar la confianza de los ciudadanos en la política, conjuntamente con la acción del gobierno. La actual crisis de representación, nos impulsa a situarla en un proceso de incertidumbre sobre la legitimidad en la política, la cual nos obliga a recomponer una nueva acción de gobierno mucho más próxima a los intereses y necesidades de los ciudadanos, es decir, hay que dar paso firme en la transformación de las Instituciones Públicas con el fin de mejorar a la sociedad y de esta forma construir un futuro con mayor esperanza que el momento presente. El divorcio entre la clase política y los ciudadanos es patente. Los electores asisten impertérritos a las decisiones sobre su futuro sin poder hacer nada para influir en las mismas. Ya que el programa electoral, no ejemplifica lo que será el programa de gobierno: una cosa es la estrategia a seguir para conseguir votos y otra radicalmente distinta las decisiones ejecutivas, vistas desde el plano estatal o nacional. A este respecto, James Petras afirmó: “El pueblo vota, pero nunca elige”. Al pueblo se le 1 Ulrich Beck. Poder y Contrapoder en la Era Global, la Nueva Economía Política Mundial. p.p 147. 1 defrauda, mientras que el político no tiene que rendir más cuenta que el veredicto de las urnas en las siguientes elecciones. Por lo tanto, hay que transformar a la democracia que llamamos, en una democracia fuerte, como nos insita Benjamín Barber. Ya que la democracia es una idea que revoluciona el mundo. Es éste término al que asociamos con libertad, igualdad y pluralismo. La democracia es equiparable a la participación política como gobierno del pueblo. Y al pueblo desafortunadamente se le instruye en la ficción de ser detentador último del poder. Hay que entender que la política no se exporta desde las universidades, centros de pensamiento o dentro de los partidos políticos, la política se elabora por parte de los ciudadanos. Por lo tanto debemos identificar que la democracia medirá la capacidad de gobernabilidad de un Estado. La gobernabilidad es una función del grado de democracia. Por lo tanto, la ingobernabilidad es producto de la falta de democracia. Un país demócrata es un país gobernable. La gobernabilidad se refiere al proceso por el que los diversos grupos integrantes de una sociedad ejercen el poder y la autoridad, de tal modo que al hacerlo, influencian y llevan a cabo políticas y toman decisiones relativas tanto a la vida publica como al desarrollo económico y social. Se define “gobernabilidad” (governance) como el conjunto de tradiciones e instituciones que determinan cómo se ejerce la autoridad en un país; ésta comprende: el proceso de selección, supervisión y sustitución de los gobiernos, y sus mecanismos. La gobernabilidad y la gestión pública de hoy plantean nuevos retos en cuanto a los valores éticos y sociales de carácter universal (cosmopolita), así como la tradición de las instituciones públicas y de la política misma. 2 Posición de la Gobernabilidad ESTADO Gobernación Gobierno Gobernabilidad ESTADO ESTADO Gobernanza Sociedad Territorio ESTADO Fuente: José R. Castelazo. Política Y Opinión Pública. ITESM, Estado de México. La buena gobernabilidad implica, además que el gobierno actúe sobre ciertos principios básicos entre los que se destacan: 1. La percepción de la legitimidad 2. La importancia central del papel de los ciudadanos 3. La visión de un proyecto sobre la sociedad en la que actúa 4. Y la adaptación de la gestión publica Asimismo, debe existir una estrategia que diseñe conjuntamente a la democracia y a la gobernabilidad, para ello debe de incorporarse a: sociedad civil, reforma política, gobernabilidad local, reducción de la pobreza Estos elementos tienen la finalidad de interactuar de manera eficiente, por lo que el Estado se colocará en una posición privilegiada para impulsar al mismo tiempo el 3 crecimiento y desarrollo económico que toda sociedad necesita para alcanzar las características que involucran a todo gobierno cosmopolita. Ciberpolítica Estado Bienestar Ideal de la ciudadanía: igualdad GOBIERNO COSMOPOLITA Competitividad global Políticas Públicas: TIC’s Desarrollo sustentable Fuente: Elaboración propia. Es por ello que los retos que enfrenta la gobernabilidad son los nuevos conceptos tales como: Estado Nación, Aldea Global, Ciber-política, Democracia Cosmopolita, Sociedad Civil, e Integración Regional. La gobernabilidad es entendida como un gobierno eficaz. Igualmente, la gobernabilidad y el buen gobierno destacan la conexión necesaria entre legitimidad y ejercicio del poder. • Gobernabilidad como capacidad de regulación y reencauzamiento del conflicto que garantiza la sustentación de un orden social necesario. 4 • Gobernabilidad concebida como eficacia y eficiencia del gobierno y del Estado para formular y aplicar políticas públicas y hacerlas sustentables en el tiempo. • Gobernabilidad en la perspectiva de la variable política que emerge de las reglas del juego democrático y que asignan capacidades diferenciales de acción y de veto a los distintos actores sociales, según sea su grado de representatividad y participación dentro del sistema democrático y la cultura política. Debemos trabajar en pos de lograr una democracia legítima, gobernable y eficiente. Con un gobierno eficaz a nivel político, que apunte al desarrollo sustentable a nivel social, con alta capacidad decisoria a nivel institucional y con capacidad de adecuación a los retos de la globalización. Para esto es importante generar una ciudadanía activa e informada. La gobernabilidad no hay que entenderla como un modelo acabado de pactos y tratados, sino al contrario, es un proceso inevitablemente inestable, desequilibrado, por lo cual va ha tomar un tiempo considerable para construir las bases de legitimidad dentro de un nuevo consenso. El Dr. José Castelazo (2005)2, menciona que la gobernabilidad es una política de corresponsabilidad entre el gobierno y la sociedad, quién armoniza las condiciones para aumentar la capacidad de gobernar, encauzando, así la evolución social hacia una búsqueda constante del bienestar general. Castelazo, José R. “Gobernación, Gobernabilidad y Gobernanza”. Documento de Trabajo, Política y Opinión Pública, ITESM, Estado de México, abril 2005. 2 5 Las bases de una buena gobernanza Fuente: José R. Castelazo. Gobernación, Gobernabilidad y Gobernanza Los problemas de gobernabilidad, por tanto aquejan a las sociedades contemporáneas, particularmente a las democracias que aún no han sido incorporadas dentro del sistema ampliamente legal. Así que la crisis fiscal, económica y social del Estado bienestar y la sobrecarga de demandas que agobia a los gobiernos, han transmitido sus efectos deslegitimadores sobre las instituciones políticas que han visto reducirse progresivamente sus bases de identificación social y de sus márgenes de autonomía institucional. Este fenómeno ha sido genéricamente calificado como crisis de representatividad, haciendo especial hincapié en el hecho de que los partidos ya no responden a las exigencias de los ciudadanos (revalorizados en su individualidad, en oposición a la categoría de masas o de electores, con que anteriormente se los definía) sino a sus propios intereses y los de sus dirigentes, alejándose del sujeto al que decían responder. Sin embargo, la utilización del ambiguo término crisis para caracterizar la realidad permite ir más allá de la visión pesimista de quienes se manifiestan contra los partidos, para abarcar también las oportunidades de transformación que se abren ante estas golpeadas, pero hasta hoy irremplazables, organizaciones. 6 Cabe añadir al problema de gobernabilidad, el proceso de globalización que se suma como consecuencia de desequilibrios económicos, de hecho para Fernando Quesada (2004)3, la globalización, tal como la conocemos, la describe como la ruptura del imaginario político que ha venido construyéndose desde la modernidad. El proceso constitutivo de dicho imaginario está marcado por las diversas etapas que la idea del contrato social abrió desde la modernidad y que tiene un reflejo fundamental en el tipo de Constituciones que se han forjado los pueblos, ya que todo el proceso de integración económica mundial que llamamos globalización bien puede ser entendido como un vacío de derecho público producto de la ausencia de límites, reglas y controles frente a la fuerza, tanto de los Estados de mayor potencial como de los grandes poderes económicos privados. Se habla por lo tanto, de dos temas que se entrecruzan, el de la gobernabilidad, en el que se enfrentan las posiciones estructuralistas con las instituciones y por otro lado se tiene el carácter del régimen democrático, el que expone esa dicotomía entre representación y participación. La gobernabilidad y el régimen democrático giran en torno a las carencias de una democracia realmente existente, y el problema es que la democracia crea expectativas que rebasan largamente su condición de régimen político, lo que ha llevado a atribuir a problemas de la llamada crisis de representatividad en los partidos políticos. Cabe señalar, que Przeworski y Meseguer (2002)4, mencionan que el malestar de los ciudadanos no proviene entonces de que no puedan elegir, sino de que las políticas entre las que pueden elegir son insatisfactorias. Se puede suponer, entonces, que el agotamiento de las reformas de los marcos jurídicos, guiaron las transiciones hacia la democracia o hacia el desvío de tal democracia, éste agotamiento desemboca en diseños institucionales inadecuados, lo cual representa la explicación a los problemas de gobernabilidad y de representación que últimamente se debaten en los medios académicos y políticos. Este conjunto de problemas está Quesada Fernando (Edt.) “Siglo XXI: ¿un nuevo paradigma de la política? Universidad de les Illes Balears, Anthropos Editorial, Barcelona, 2004. 4 Przeworski, A., y Meseguer, C. “Globalization and democracy”, manuscrito remitido a Economics and Politics, 2002. 3 7 conduciendo a democracias débiles en términos de representación y de participación ciudadana. Resulta evidente, que la democracia está lejos de consolidarse, si por consolidación se entiende la existencia de instituciones sólidas que garanticen la convivencia ciudadana y la responsabilidad de los mandatarios ante los electores, haciendo evidente la separación entre representación y participación. Al aludir a la representación y a la participación, se hace referencia necesariamente a la capacidad del sistema político para establecer la relación entre la sociedad y el Estado o, más concretamente, entre la sociedad y las instancias de toma de decisiones, queriendo decir que esta representatividad se traslada a un nivel institucional, independientemente del tipo de democracia o del mayor o menor énfasis que se coloque la representación o la participación, y es aquí donde las instituciones políticas se hacen presentes, en la medida en que a ellos les corresponde cumplir el papel central de las funciones de canalización de demandas y agregación de intereses, tanto en términos de representación, como de participación. Confianza en las instituciones políticas El bien político, se traduce como un trato igual para todos. BIEN POLÍTICO MANTENER PROMESAS Mientras la democracia produzca más bienes políticos, existirá un aumento de la confianza en las instituciones políticas. Para mantener las promesas políticas, se necesita de una supervisón basada en la Rendición de cuentas. Además de la responsabilidad política de la aceptación de los errores. La pérdida de identidad de los partidos de gobierno, su burocratización y su uniformidad, constituyen un verdadero problema para la supervivencia del sistema institucional democrático. Cuando la sociedad percibe que no hay diferencia entre su voto a uno u otro 8 contendiente, el espejismo del centro sociológico se transforma en la frustración de una ciudadanía que, pese a su gusto por la moderación, no deja de buscar en las instituciones de representación, las polaridades que se dan, con mayor o menor intensidad, en el seno de la sociedad. La respuesta entonces a fomentar una estructura de gobernabilidad democrática esta en transformar al Estado en un gobierno cosmopolita, insertado en los nuevos avances y procesos de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, lo cual nos abre las puertas a iniciar procesos e iniciativas trasparentes, otorgando confianza a la ciudadanía, puesto que la democracia se transforma de una democracia representativa a una democracia participativa, en donde la ciudadanía y el gobierno interactúan para formular nuevas decisiones a favor de políticas públicas que beneficien al marco operativo de todo Estado. 9