Ante todo, quiero decirles que me siento muy feliz y orgullosa de estar en mi querida provincia, participando de este V Congreso Argentino de Administración Pública; agradecer y felicitar muy especialmente a la organización de este evento a cargo de la Secretaría de la Gestión Pública de nuestro Gobierno Provincial, juntamente con la Asociación de Administradores Gubernamentales, la Asociación Argentina de Estudios de Administración Pública y la Secretaría de Gabinete y Gestión Pública de la Jefatura de Gabinete de la Nación. Sé que llevo mucho trabajo el armado de este Congreso y seguramente este esfuerzo les habrá robado algunas horas de sueño, no obstante, queda la satisfacción de la labor cumplida, colmando de sobremanera las expectativas previstas, que alimentarán el permanente desafío de continuar por esta senda, en la profundización de los aspectos que más preocupan a quienes de algún u otro modo, tenemos responsabilidades en el funcionamiento de la red: Administración Pública, Nación, Provincias y Municipios. En lo personal, es un honor participar en estas eje temático – EL FEDERALISMO - jornadas de trabajo, cuyo constituye una cuestión muy sensible para quienes habitamos una provincia como la nuestra, rica en su dinámica y contenido, pero periférica a los polos de mayor desarrollo económico de nuestra República. Esta realidad - caracterizada por las condiciones naturales imperantes y la lejanía con los grandes centros de producción y consumo - condiciona el proceso de crecimiento de nuestra provincia, la cual depende en gran medida de los recursos que de algún u otro modo transfiere el Gobierno Federal, 1 circunstancia ésta, absolutamente legítima, teniendo en cuenta el necesario efecto redistributivo de la renta federal, que claramente establece nuestro ordenamiento Constitucional. En tal sentido, nuestro Federalismo necesita revitalizarse y enfrentar profundas reformas para convertirse en una herramienta que posibilite generar mejores condiciones para el crecimiento armónico de nuestra República, sobre la base de un modelo justo, equitativo y solidario, siendo éste, el soporte que permitirá el desarrollo individual y colectivo de todos sus habitantes. El logro de este modelo, permitirá cumplir con la sabia visión que tuvieron nuestros constituyentes al organizar la estructura y el funcionamiento de nuestra Confederación. Dentro estas trascendencia impuestos, reformas, quizá la más importante es por su complejidad y el rediseño del régimen de coparticipación federal de de conformidad a los términos establecidos por el inciso 2 del artículo 75 de la Constitución Nacional. La complejidad está relacionada con el alto voltaje que representa dar este debate, no solo por la distribución de recursos coparticipables entre la Gobierno Federal, el conjunto de Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sino también, por el abordaje de temas no menos importantes como lo son: 1. El uso de facultades tributarias de cada nivel de gobierno. 2 2. La distribución de competencias servicios y funciones de cada uno de ellos, en términos de prestación de bienes y servicios a la comunidad en su conjunto. 3. El grado de responsabilidad fiscal de los gobiernos sub nacionales. 4. La armonización impositiva interjurisdiccional de los Estados provinciales y municipales. 5. El avance hacia un único sistema de previsión social para toda la Confederación. 6. La implementación de dispositivos que hagan del nuevo régimen un mecanismo de distribución previsible y sustentable en el tiempo, para evitar deformaciones que terminen dando por resultados nuevos laberintos de la coparticipación federal. La trascendencia, tiene que ver con que la sustitución del régimen de distribución vigente va a definir el modelo de país que construiremos hacia el futuro, y este no es un tema menor, ya que la resultante de esta reforma, marcará profundamente el destino de las distintas provincias y regiones que integran nuestra Confederación, las cuales se caracterizan por su profunda asimetría, en términos de “desarrollo” y “posibilidades de desarrollo”. En tal sentido, como presidente de la Comisión de Coparticipación Federal de Impuestos del H. Senado de la Nación, quiero destacar la silenciosa pero importante función que viene cumpliendo la misma desde su creación hace más de catorce años. 3 La reforma Constitucional del año 1994, designó al H. Senado de la Nación como cámara de origen, en el proceso de formación de la Ley Convenio en la cual se instrumentará el nuevo régimen de coparticipación federal de impuestos, de acuerdo a lo previsto por el inciso 2 del artículo 75 de nuestra Constitución Nacional. Contestes con dicha disposición, en el año 1995 se creó una Comisión Especial de trabajo, de “labor parlamentaria” específica para su desarrollo. En el año 1998 es designado como Presidente de esa Comisión al entonces Senador José Luis Gioja, y como todo lo que cae bajo la órbita de José Luis, la Comisión toma una dinámica inusitada, involucrándose activamente en la concreción del mandato del inciso 2° del artículo 75 de nuestra Constitución Nacional: el dictado de una nueva Ley–convenio de Coparticipación Federal de Impuestos. A instancias de un proyecto de su autoría, a fines del año 1998, se modifica el reglamento interno del H. Senado de la Nación y la Comisión de Coparticipación adquiere el carácter de “permanente” con atribuciones para dictaminar sobre todo proyecto relativo a la Coparticipación Federal de Impuestos. A partir de ese momento, la Comisión adquiere la jerarquía necesaria para cumplir con las actividades que se había propuesto y rápidamente, convierte en el ámbito natural de exposición de toda la temática se vinculada 4 con la reforma, logrando que la Cámara Alta desempeñe un rol protagónico en la gestión y elaboración de instrumentos y de herramientas inductoras para el proceso de formación y sanción de la nueva LEY CONVENIO DE COPARTICIPACION FEDERAL DE IMPUESTOS. Como resultado de estudios realizados sobre una veintena de proyectos de Ley de Coparticipación presentados por distintos legisladores Nacionales y de propuestas efectuadas por la Nación y las jurisdicciones provinciales en base a una encuesta confeccionada por la Comisión de Coparticipación durante el año 2000, se elabora un documento que reúne todas las posiciones a ser tenidas en cuenta en el diseño de la nueva Ley de Coparticipación Federal de Impuestos. Este documento culmina con la edición del libro titulado "Elementos para la discusión de una nueva ley convenio de Coparticipación Federal de Impuestos" el cual es presentado en esta provincia en Junio de 2001 por el Senador Gioja, en su carácter de presidente de la Comisión de Coparticipación de Impuestos. La Comisión, fue sucesivamente integrada por Senadores con profundo interés en las relaciones fiscales Nación-Provincias; durante la Presidencia del Senador Jorge Milton Capitanich, que sucedió una serie de a José Luis Gioja, se llevaron a cabo, audiencias públicas en las cuales se abordo toda la temática vinculada al armado del nuevo régimen de Coparticipación Federal de Impuestos. 5 En la actualidad se continúa trabajando intensamente, en el estudio y difusión de propuestas e iniciativas desarrolladas por especialistas en la materia, que con sus reconocidos aportes continúan nutriendo la base de información y conocimiento que se encuentra disponible en nuestra Comisión. Mensualmente, editamos un boletín en el cual se analiza la evolución de la recaudación y distribución mensual de recursos tributarios nacionales en sus distintos componentes, como así también, se abordan diversos temas que resultan de interés en esta materia. No obstante la importante tarea desarrollada por la Comisión de Coparticipación Federal de Impuestos en estos últimos años, hay que advertir y decir con claridad que: El complejo proceso de formación de esta Ley - Convenio, requiere de la existencia de los “convenios o acuerdos previos”, sin los cuales no es posible iniciar el trámite para sancionar esta Ley. Estos convenios, en su origen son “acuerdos políticos” celebrados entre el Presidente de la Nación, los Gobernadores Provinciales y el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, requiriendo luego través de una su ratificación a Ley del Congreso de la Nación y su adhesión mediante Leyes locales de las respectivas jurisdicciones provinciales. 6 Mediante este complejo proceso, se perfecciona la voluntad de las múltiples partes contratantes, dándose nacimiento a esta figura denominada “Ley Convenio”. Este mecanismo, de ningún modo le quita mérito a la Congreso de la Nación en la reforma, importante función del la inteligencia de la Constitución Nacional de 1994, al crear el mecanismo de los “acuerdos previos”, fue la de no delegar en las máximas autoridades de los Poderes Ejecutivos de la República, la facultad de legislar, que es propia del Parlamento. En tal sentido, es importante señalar que la competencia que tiene la Comisión de Coparticipación Federal de Impuestos del H. Senado de la Nación, de conformidad a lo establecido por el artículo 83 de su reglamento interno es la de: “….dictaminar sobre lo relativo al régimen de coparticipación de impuestos, a regímenes impositivos que afecten recursos coparticipables, acerca de lo normado por el Art. 75 inciso 2 de la Constitución Nacional y todo otro asunto vinculado a la coparticipación federal de impuestos..” Consecuentemente, la Comisión de Coparticipación Federal, reunida con los miembros que la integran (15 en total), deberá producir el dictamen que determine si los “acuerdos previos”, celebrados entre: El Presidente de la Nación, los Gobernadores Provinciales y, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, observan las formas y condiciones que establece el inciso 2 del artículo 75 de la Constitución Nacional, y su cláusula transitoria sexta. Dicho esto, surge con claridad la importancia de las atribuciones otorgadas por la Constitución Nacional al Senado de la Nación, en tanto le asigna la responsabilidad de controlar y aprobar los acuerdos políticos suscriptos por las máximas autoridades políticas de la Confederación, pudiendo inclusive proponer modificaciones, las cuales naturalmente deberán tener la aprobación de las partes signatarias de los acuerdos previos. 7 Otro tema que merece ser tratado, es la mora de la manda Constitucional, habida cuenta que el nuevo régimen de Coparticipación Federal de Impuestos debió haber sido sancionado antes de la finalización del año 1996, de acuerdo a lo previsto por la Cláusula Transitoria Sexta de la Constitución reformada en el año 1994. Habiendo transcurrido más de trece años sin que haya sido sancionada la reforma, la mora que en principio aparece como un mero retardo en cumplir con una formalidad impuesta por nuestro ordenamiento legal, presenta un sinnúmero de razones, siendo el denominador común: la complejidad que implica reformular el régimen de distribución de recursos coparticipables entre la Nación y el Conjunto de provincias, el cual constituye un debate de difícil resolución, ya que aquí, están en juego nada más y nada menos el reparto de los recursos que recibirá cada nivel de gobierno durante los próximos años. Si a esta problemática, le agregamos los vaivenes políticos, económicos e institucionales por los cuales atravesó nuestra joven República en los últimos años, podemos ver con nitidez que la voluntad política de impulsar la reforma estuvo permanentemente condicionada por contextos de inestabilidad que impidieron llevara a cabo. Aún así, el PEN y las Provincias hicieron esfuerzos para impulsar la reforma del régimen de Coparticipación Federal de Impuestos durante los años 1999 y 2004, quedando estas iniciativas diluidas por el recambio institucional de fines 8 de 1999 y por modificaciones en el comportamiento de la economía que le quitaban sustentabilidad al modelo propuesto en el año 2004. Como se señalo anteriormente, la Comisión de Coparticipación Federal de Impuestos recibió en los últimos años una veintena de proyectos de Ley impulsando la reforma, los cuales fueron girados para su análisis y consideración al PEN y a los Gobiernos Provinciales. Dichos proyectos no tuvieron “tráfico legislativo” por la falta de los “acuerdos previos” que prevé la Constitución Nacional. No obstante ello, entiendo que la mora debe ser vista como una oportunidad para capitalizar las enseñanzas que dejo la coyuntura de los últimos años. En resumidas cuentas, como puede apreciarse, lo hecho no ha sido poco: mantuvo –y mantiene-, con firmeza y convicción, el ejercicio cotidiano de sus tareas de “organizador” del debate en torno al fortalecimiento del federalismo fiscal que ordenaran los Constituyentes de 1994. Hoy, es menester considerar que hablar de las relaciones económicas y financieras entre los niveles de gobierno no es tarea sencilla cuando las mismas no pueden abstraerse del contexto actual; 9 Un cuadro de situación difícil, en parte derivado de la grave crisis internacional que habrá que enfrentar para satisfacer las necesidades de nuestros pueblos con recursos bastante escasos, por cierto. Con plazos formales de la Cláusula transitoria SEXTA de la CN, holgadamente vencidos, se advierte fácilmente que si hasta hoy no pudo lograrse sancionar una nueva ley de distribución, ha sido – entre otras razones - por la falta de definición, y de consenso sobre la distribución de las competencias que cada nivel de estado debe asumir. Lo que supone debe tener un correlato con los recursos que se afecten para afrontar dichas competencias. Consciente que una nueva ley de coparticipación es necesaria como un tránsito hacia el logro de un grado equivalente de desarrollo para nuestros pueblos, asumí la presidencia de la comisión del senado tomando el compromiso de aportar algo más para un debate que debería resultar de interés común. Una reflexión previa merece el tema de la descentralización. Buscar un camino que acerque el gobierno a la gente y permita una mayor eficacia y un mayor control en la gestión; que permita una distribución equitativa y solidaria garantizando justicia social hasta para el más pequeño y recóndito municipio de nuestra nación. 10 El camino de la reforma es una tarea conjunta: no depende del PEN ni del Parlamento: se necesita de todas las jurisdicciones; y por ello, el ámbito natural de discusión, es el SENADO DE LA NACIÓN, como órgano del poder y del Gobierno Federal. Durante el año 2008, la demanda sobre el diseño y posterior sanción de un nuevo régimen de coparticipación ha recobrado una fuerza inusitada, motivada por la siempre renovada puja por los recursos, avivada por las discusiones sobre la apropiación de los derechos de exportación (retenciones) y la renovación de la vigencia del impuesto a los débitos y créditos bancarios. Algunos condicionantes fuertes -como el déficit del sistema previsionalya no existen, y eso facilita un poco el camino. En primer lugar, recordar que los sistemas de coordinación fiscal y tributaria oscilan entre la autonomía y el centralismo, o entre los sistemas de “separación de fuentes” y los de ““Transferencias”. Dicha bascula no es casual y se corresponde con decisiones de naturaleza política que, a su vez, responden a cuanta autonomía real un estado unitario o federal está dispuesto a reconocer en sus gobiernos regionales, provinciales o municipales según el caso. 11 De tal definición política y de su recepción constitucional dependerá el grado de descentralización efectiva a que se puede aspirar. Sin embargo, y aquí mi segunda reflexión, tal efectiva descentralización depende directamente del grado de autonomía financiera, fiscal y tributaria que se le reconoce y respeta en el orden de la realidad a tales niveles de gobierno local. En relación con ambas reflexiones, surge una tercera: hoy solamente es admisible - bajo cualquier forma de estado, unitaria o federal - un modo de ejercicio cooperativo de las competencias respectivas por todos los niveles de gobierno. Es la forma natural de aplicar aquellos recursos escasos a las necesidades ilimitadas de nuestra gente con posibilidad de alcanzar una distribución justa del gasto y la inversión pública. El desafío no comienza por garantizar teóricamente que a todos nos ira bien, sino por asegurar los medios concretos para ello. No se trata tanto del discurso como del ejercicio de nuestras respectivas responsabilidades para asegurar lo que la constitución argentina define como el objetivo principal del sistema de coordinación tributaria adoptado, a saber, alcanzar "un grado equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el territorio nacional". 12 Para finalizar, deseo agregar que la reforma requiere de un contexto relacionado a momentos institucional, los cuales, de estabilidad económica, política e son posibles, aún teniendo en cuenta los vaivenes que manifiesta la historia reciente de nuestra joven República. El compromiso entonces, de sancionar una nueva ley permanecerá inalterable y como objetivo prioritario para el fortalecimiento de las instituciones del Estado y la prosperidad de la Nación. 13