Las demandas distributivas y su impacto sobre los gobiernos locales Leonardo Gasparini 1 2 CEDLAS Departamento de Economía Universidad Nacional de La Plata 1. Introducción La Argentina ha experimentado cambios distributivos profundos en las últimas décadas. En este nuevo escenario se han intensificado las demandas por políticas que promuevan la igualdad de oportunidades, contraigan la disparidad de ingresos y reduzcan la pobreza en todas sus dimensiones. Si bien muchas de estas demandas se canalizan sobre el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y municipales tienen también responsabilidades distributivas, e instrumentos de política para cumplirlas. El objetivo de esta nota es caracterizar el escenario distributivo (sección 2), estimar el esfuerzo necesario para alcanzar un conjunto de objetivos distributivos (sección 3), y discutir alternativas de política para los gobiernos provinciales (sección 4).3 Muchas son las dimensiones en las que pueden manifestarse las desigualdades y medirse la pobreza. Por cuestiones de espacio esta nota se limita a la desigualdad y la pobreza de ingresos. Las políticas sociales naturalmente no se restringen a modificar los ingresos corrientes, sino que se extienden a otros bienes y servicios (educación, salud, vivienda, saneamiento, capital social, etc.). 2. El escenario social Desde aproximadamente mediados de los 70, la Argentina ha sufrido profundas transformaciones distributivas. La desigualdad de ingresos ha crecido sustancialmente, como en pocos países del continente. Este deterioro distributivo sumado al fracaso de crecimiento se ha combinado para generar un sustancial aumento de la pobreza (figura 1). El porcentaje de personas con ingresos familiares inferiores a la línea oficial de la pobreza en el Gran Buenos Aires (Capital y Conurbano) subió de 6% en 1974 a cerca del 30% en la actualidad. Si bien no existen datos precisos, se estima que la evolución para el total de la Argentina fue semejante. Pocos países en el mundo han experimentado un aumento tan significativo en la tasa de pobreza, sin mediar catástrofes climáticas o guerras prolongadas. 1 leonardo@depeco.econo.unlp.edu.ar 2 www.depeco.econo.unlp.edu.ar/cedlas 3 Todas las estadísticas presentadas en esta nota fueron elaboradas en el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata sobre la base de microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC). 1 Figura 1 Tasa de incidencia de la pobreza Gran Buenos Aires y Argentina 70 60 50 40 30 20 10 GBA 05 04 03 02 01 00 99 98 97 96 95 94 93 92 91 90 89 88 87 86 85 84 83 82 81 80 79 78 77 76 75 74 0 Argentina Fuente: CEDLAS sobre la base de microdatos de la EPH. Como se mencionó, detrás del aumento de la pobreza están tanto el estancamiento productivo, como el deterioro distributivo. La figura 2 indica que la Argentina ha experimentado un aumento en el índice de desigualdad de Gini de 0.35 a 0.50 en apenas tres décadas. Una vez más, pocos países en el mundo (ninguno en América Latina) experimentaron transformaciones distributivas tan profundas. Figura 2 Coeficiente de desigualdad de Gini Ingreso familiar equivalente Gran Buenos Aires y Argentina 0.55 0.50 0.45 0.40 0.35 GBA 05 04 03 02 01 00 99 98 97 96 95 94 93 92 91 90 89 88 87 86 85 84 83 82 81 80 79 78 77 76 75 74 0.30 Arg Fuente: CEDLAS sobre la base de microdatos de la EPH. Las razones del deterioro distributivo de la Argentina son variadas y complejas, por lo que no existe un cuerpo de evidencia empírica conclusivo sobre el tema. La literatura especializada sí reconoce que buena parte de los cambios distributivos provienen de un deterioro significativo del desempeño en el mercado laboral de la mano de obra no calificada y semi-calificada. Este deterioro se ha manifestado en caída del salario real y relativo respecto a la mano de obra calificada, aumento del desempleo, y aumento de los niveles de informalidad laboral. Hay dos visiones extendidas sobre los determinantes de los cambios distributivos. La primera identifica a las políticas de ajuste como las principales responsables. El aumento del desempleo por contracción de demanda desplazó a los no calificados del mercado. Una segunda visión se centra en los cambios en la estructura de la producción y el empleo sesgados contra el uso de trabajo no calificado, generados por la estructura de precios relativos que se cimentó a partir de la apertura comercial y el atraso cambiario. 2 Si bien ambas hipótesis son razonables, la evidencia empírica disponible indica que el efecto de estas razones ha sido sólo moderadamente desigualador. Otra razón parece haber tenido más fuerza: es el cambio en las tecnologías de producción y organización. A principios de los noventa, y después de décadas de atraso, en apenas algunos años las empresas y el sector público introdujeron nuevas maneras de producir y organizar la producción (mecanización, robotización, computadoras). La enorme mayoría de estas transformaciones fueron “desplazadoras” de mano de obra no calificada. Estos cambios ocurrieron de manera brusca, con escasa preocupación del gobierno por suavizar la transición, y en un marco de débiles instituciones laborales y baja conflictividad social. Con estas nuevas formas de producción los trabajadores no calificados tienen baja productividad absoluta, y en particular baja productividad relativa a la de los trabajadores calificados. Desde 2003 la economía argentina viene recuperándose aceleradamente. Como los gráficos anteriores lo documentan, la pobreza y la desigualdad han bajado significativamente desde sus picos en 2002. Cierto es también que pese a que la economía ya ha superado los niveles de producto de los mejores años de los 90, la pobreza y la desigualdad son aun claramente superiores. Esta rigidez distributiva en un marco de expansión de demanda y fuerte reacomodamiento de precios relativos es un indicio en contra de las visiones más generalizadas sobre los cambios distributivos. En contraste, la hipótesis “tecnológica” predice que dadas las nuevas formas de producción, la recuperación económica de los trabajadores no calificados será lenta. 3. Cuantificando el esfuerzo necesario para reducir la pobreza Una de las demandas sociales más intensas es la de reducción de la pobreza. La pobreza de ingresos no es sólo un problema importante per se, sino también por sus potenciales consecuencias sobre otros temas de interés social (seguridad, salud, educación). En términos simplificados, la pobreza puede caer inducida por el crecimiento económico generalizado y/o por cambios distributivos igualadores. Las primeras tres columnas del cuadro 1 indican la tasa de crecimiento neutral necesaria para alcanzar metas de reducción alternativas de la pobreza en 10 años (25%, 50% y 75% partiendo de la situación base del segundo semestre de 2005), bajo el supuesto de distribución del ingreso estable. El segundo panel, en cambio, asume ausencia de crecimiento y reporta la tasa incremental de un impuesto de tasa uniforme sobre los ingresos, cuya recaudación es distribuida en partes iguales entre toda la población, necesaria para reducir la pobreza en 10 años. Esta política fiscal lineal no se aleja demasiado de las estimaciones de incidencia de varios trabajos. El cuadro computa este conjunto de tasas para el país en su conjunto y para cada una de las regiones que lo componen. Por simplicidad se presentan los datos regionales, aunque las decisiones de política se toman a nivel provincial o municipal. Cuadro 1 Argentina Capital Federal Conurbano Pampeana Cuyo NOA Patagonia NEA Tasa de crecimiento neutral 25% 50% 75% 2.4 5.5 10.5 1.9 4.6 9.8 2.4 5.4 10.6 2.5 5.7 10.9 2.4 5.0 9.3 2.7 5.8 10.2 1.3 4.0 8.4 3.3 6.5 11.2 Tasa de redistribución 25% 50% 75% 14.7 25.1 33.8 4.6 9.4 14.7 20.6 33.5 43.9 15.2 25.7 34.3 18.6 29.6 39.0 29.2 43.1 52.3 5.8 14.1 21.9 44.2 56.9 65.0 Fuente: CEDLAS sobre la base de microdatos de la EPH. 3 Para reducir la pobreza en la Argentina a la mitad, sin cambios distributivos, el ingreso disponible real per cápita debería crecer al 5.5% anual por 10 años. Para alcanzar metas semejantes la Capital Federal y la Patagonia deberían crecer a tasas menores, aunque también ambiciosas (4.6% y 4.0% respectivamente). En el otro extrema, el NEA debería crecer al 6.5% anual. Si bien la Argentina recientemente ha sostenido tasas de esa envergadura por algunos años, mantener esas tasas por una década parece poco probable. El segundo panel del cuadro 1 sugiere la dificultad en alcanzar metas ambiciosas de reducción de pobreza mediante esfuerzos redistributivos aislados. Para reducir la pobreza a la mitad sin crecimiento económico, se debería incrementar en 25 puntos la alícuota de un impuesto generalizado a los ingresos. En el caso del NEA la meta de pobreza exigiría un aumento de la alícuota de 57 puntos. Naturalmente, el esfuerzo redistributivo es menor, dada una meta de reducción de la pobreza, cuando la economía crece. La figura 3 ilustra las curvas de isopobreza de cada región. Estas son curvas que indican la combinación de crecimiento neutral y alícuota impositiva incremental (en una política fiscal lineal) que permiten alcanzar una determinada meta de reducción de la pobreza en cierto período (10 años en el gráfico). Figura 3 Curvas de isopobreza Argentina Capital Federal 35.0 Conurbano 16.0 25% 50% 75% 30.0 45.0 25% 50% 75% 14.0 25% 50% 75% 40.0 35.0 12.0 25.0 20.0 15.0 10.0 Tax rate (alfa) Tax rate (alfa) Tax rate (alfa) 30.0 8.0 25.0 20.0 6.0 15.0 10.0 4.0 5.0 10.0 2.0 0.0 5.0 0.0 0.0 0.0 2.0 4.0 6.0 Annual grow th rate (g) 8.0 10.0 0.0 Pampeana 1.0 2.0 3.0 4.0 5.0 6.0 Annual grow th rate (g) 7.0 8.0 9.0 Cuyo 25% 50% 75% 30.0 2.0 4.0 6.0 Annual grow th rate (g) 8.0 10.0 12.0 NOA 40.0 35.0 0.0 10.0 25% 50% 75% 35.0 25% 50% 75% 50.0 40.0 30.0 20.0 15.0 25.0 Tax rate (alfa) Tax rate (alfa) Tax rate (alfa) 25.0 20.0 15.0 10.0 10.0 5.0 5.0 30.0 20.0 10.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.0 4.0 6.0 Annual grow th rate (g) 8.0 10.0 0.0 12.0 Patagonia 1.0 2.0 3.0 4.0 5.0 6.0 Annual grow th rate (g) 7.0 8.0 0.0 9.0 1.0 2.0 3.0 4.0 5.0 6.0 Annual grow th rate (g) 7.0 8.0 9.0 10.0 NEA 25.0 70.0 2 5% 5 0% 7 5% 25% 50% 75% 60.0 20.0 Tax rate (alfa) Tax rate (alfa) 50.0 15.0 10.0 40.0 30.0 20.0 5.0 10.0 0.0 0.0 0.0 1.0 2.0 3.0 4.0 5.0 Annual growth rate (g) 6.0 7.0 8.0 9.0 0.0 2.0 4.0 6.0 Annual grow th rate (g) 8.0 10.0 12.0 Fuente: CEDLAS sobre la base de microdatos de la EPH. De las curvas de isopobreza pueden obtenerse estimaciones del esfuerzo redistributivo necesario para alcanzar ciertas metas de pobreza ante diversos escenarios de crecimiento. Por ejemplo, la figura 4 ilustra la alícuota incremental necesaria para reducir la pobreza un 50% asumiendo un crecimiento del ingreso disponible per cápita anual del 3%. Los aumentos impositivos están en el orden de magnitud de lo posible para el caso de la Capital Federal y la Patagonia. En el otro extremo, las regiones del NOA y NEA requieren esfuerzos redistributivos política y económicamente inviables. 4 Figura 4 Alícuota necesaria para reducir la pobreza en 50% asumiendo crecimiento del 3% anual en 10 años. NEA NOA Conurbano Argentina Cuyo Pampeana Patagonia Capital Federal 0 5 10 15 20 25 Esta sección sugiere que la magnitud del esfuerzo en términos de crecimiento económico y redistribución necesarios para alcanzar reducciones significativas de la pobreza es grande. En la sección 2, por su parte, se argumentó que existen rigideces en reducir la desigualdad, dado que varios cambios económicos en los 90s redujeron la productividad (relativa y en casos absoluta) de la mano de obra no calificada. La sección final de esta nota discute el papel de los gobiernos provinciales y municipales en este difícil escenario. 4. El papel de los gobiernos locales La evidencia empírica internacional es contundente en resaltar la importancia del crecimiento económico en todo episodio de reducción de la pobreza. Aunque no siempre ligado a distribuciones más equitativas, el crecimiento es la principal vía hacia una reducción sostenida de la pobreza. Si bien los gobiernos locales (provinciales y municipales) no diseñan estrategias de crecimiento, ni controlan la política macroeconómica, tienen un papel central en facilitar y fomentar el crecimiento de la productividad en sus áreas de influencia. Varios autores recientemente han remarcado el carácter local del crecimiento. Las políticas redistributivas amplias tampoco son propiedad de los gobiernos locales, ya que requieren esfuerzos coordinados para evitar que los agentes económicos eludan las políticas desplazando sus actividades económicas entre jurisdicciones. Adicionalmente, el gobierno federal en Argentina ha avanzado sobre terreno provincial en materia fiscal, lo que reduce aun más el margen de maniobra de las políticas locales. Sin embargo, aun en este marco de fuertes demandas y restricciones en los instrumentos, los gobiernos provinciales pueden cumplir un papel vital en la reducción de la pobreza y la desigualdad. El gasto social tiene un fuerte impacto igualador. Aun bajo un sistema tributario regresivo y suponiendo ineficiencias del 20% en el manejo de los programas sociales, el gasto social reduciría la desigualdad (medida por el coeficiente de Gini) en 5 puntos.4 Si bien algunas políticas sociales vienen dictadas centralmente, las provincias tienen un papel muy importante en la gestión del gasto. El estudio citado estima que la eliminación de las ineficiencias (fondos que nunca llegan a los supuestos beneficiarios) podría reducir la desigualdad en otros 3 puntos, mientras que la focalización del gasto en los tres quintiles inferiores la reduciría en casi 1.5 puntos adicionales. 4 Gasparini et al. (2005). ¿Quiénes se benefician del gasto público social en la Argentina? Un estudio de incidencia basado en la ECV y la EPH. Dirección de Gastos Sociales Consolidados y CEDLAS. 5 El gasto social no sólo afecta la distribución corriente del ingreso, sino que varios de sus programas tienen fuerte influencia sobre la distribución futura. Existe, por ejemplo, abundante evidencia empírica sobre la fuerte influencia de la educación formal en las posibilidades laborales de las personas. En Argentina los gobiernos locales tienen un papel muy importante en la gestión de la educación, lo que los hace responsables de avanzar hacia la igualdad de oportunidades y el aumento de la calidad educativa. Así como en casi todas las áreas sociales, el gobierno nacional también tiene fuerte injerencia en la política asistencial. El mayor programa asistencial de la actualidad – el Programa Jefes de Hogar – fue diseñado y es administrado centralmente. Sin embargo, el diseño del programa deja espacio para que los gobiernos provinciales y municipales se encarguen de gestionarlo localmente, asegurando la focalización, controlando las filtraciones, implementando un sistema eficiente y útil de contraprestaciones, promoviendo actividades de entrenamiento y reinserción, y proponiendo alternativas para mejorarlo. A más de cuatro años del lanzamiento del Plan poco se ha hecho en esas direcciones. La lista de instrumentos de política con impacto redistributivo al alcance de los gobiernos locales es muy extensa. Microcréditos, fondos contracíclicos, programas de becas educativas, reformas agrarias de mercado, políticas de fomento a la movilidad geográfica, y programas de control demográfico son unos pocos ejemplos de instrumentos aplicados en otros países. La conveniencia de aplicar o no alguna política depende no sólo de las ventajas teóricas del programa, sino especialmente de la capacidad de diseñar el programa de manera racional (evaluando rigurosamente beneficios y costos, incentivos y efectos de equilibrio general), y de gestionarlo con niveles de ineficiencia tolerables. Muchos países están aprovechando la bonanza económica generalizada para probar políticas a escala pequeña, realizar ensayos y experimentos sometiéndolos a evaluaciones rigurosas y consultando la experiencia internacional. La Argentina, y en particular sus gobiernos locales, deberían insertarse con más determinación en esa corriente. En síntesis, las demandas distributivas actuales son importantes después de tres décadas de deterioro distributivo, y a pesar de tres años de recuperación. Estas demandas constituyen ciertamente un desafío para las finanzas públicas locales, pero aún más para la política económica y social de las provincias y sus municipios. Aumentar la focalización del gasto, reducir las ineficiencias, y diseñar, experimentar y evaluar programas novedosos son acciones de política con un impacto redistributivo importante en el presente y en el futuro. La demanda por estas acciones es un desafío posiblemente más importante que el de mantener las cuentas fiscales ordenadas. 6