Declaración pública Colectivo VientoSur acerca del Catastro Vegetacional y sus interpretaciones La presentación sobre la actualización de datos y cifras del Catastro Vegetacional realizada por el Ministerio de Agricultura da para muchas interpretaciones, pero para el colectivo VientoSur muestra cifras preocupantes porque, al analizar en detalle la información, nos percatamos que la superficie de bosque nativo en el país ha disminuido en los últimos quince años. El Ministro de Agricultura destacó que existe un aumento de los “bosques” en Chile, cuestión que ha sido reconocida por la FAO, sin embargo lo que no se menciona es que ese aumento se debe a la expansión de monocultivos forestales de las especies pino (Pinus radiata) o eucalipto (Eucalyptus spp), que definitivamente no son bosques. Si bien es cierto que la superficie de bosque nativo aumentó en 169.008 hectáreas, es importante destacar que la participación porcentual de bosque nativo respecto del total de recursos forestales del país disminuyó de un 85,8% para el año 1997 a un 81,6% para el año 2011. En tanto, los monocultivos forestales también aumentaron su superficie en 501.481 hectáreas efectivas, incrementando su participación de un 13,6% en el 1997 a un 17,2% para el año 2011. Con estas cifras queda en evidencia que el bosque nativo va en retroceso y los monocultivos avanzan, con serias repercusiones para nuestra sociedad. Nos parece peligroso dar señales erradas de que los bosques han aumentando en 14 años. En primer lugar, existe una diferencia sustancial entre un bosque nativo y una plantación, pero hasta el día de hoy se utiliza erróneamente como sinónimos por parte del Gobierno, la FAO y las grandes empresas forestales. Un bosque contiene numerosas especies de árboles y arbustos de todas las edades, una cantidad aún mayor de otras especies vegetales, tanto en el suelo como sobre los propios árboles y arbustos (helechos, musgos, líquenes, hongos, trepadoras, epífitas, parásitas, etc.), además de una enorme variedad de especies de fauna (sobre y bajo el suelo), que encuentran allí abrigo, alimentos y posibilidades de reproducción. Las comunidades humanas también forman parte de los bosques, ya que muchos pueblos los habitan, interactúan con ellos y allí obtienen un conjunto de bienes y servicios que aseguran su supervivencia. Esa diversidad de flora y fauna (incluyendo al ser humano), interactúa con otros elementos para entregar una serie de bienes y servicios esenciales para los seres humanos, como agua de calidad y en forma regular, fertilidad de suelos, alimento, medicina, madera, paisaje, recreación, entre muchos otros. A diferencia del bosque, una plantación comercial a gran escala, como las que se realizan en Chile, se compone de una o pocas especies de árboles (a menudo exóticos), plantados en bloques homogéneos de la misma edad, que alberga una escasa diversidad de especies de flora y fauna. Por otra parte, las comunidades humanas no sólo no habitan las plantaciones comerciales, sino que normalmente ni siquiera se les autoriza el acceso, ya que son vistas por las empresas como un peligro para las mismas. En numerosas ocasiones, las plantaciones son precedidas por la expulsión de la población local y por la destrucción del bosque del que dependían. En el mejor de los casos, son percibidas como proveedoras de mano de obra barata para la plantación y para la cosecha de los árboles que se realizará años más tarde. Además, los monocultivos forestales tienen un alto consumo de agua, que afecta a las comunidades que habitan la misma cuenca. En síntesis, una plantación no es un “bosque plantado”, ya que además de todo lo anterior, resulta evidente que no es posible “plantar” la diversidad de flora y fauna que caracteriza a un bosque, ni tampoco se puede generar artificialmente el conjunto de interacciones entre los elementos vivos e inorgánicos que se dan en un bosque en un tiempo dado. Es importante aclarar además que un bosque nativo, si se maneja adecuadamente, persiste en el lugar entregando los bienes y servicios ecosistémicos ya señalados, mientras que un monocultivo forestal comercial tiene como objetivo ser cosechado para producir madera. Con el sistema de cosecha utilizado en Chile, la tala rasa, no solo se deja el suelo descubierto de vegetación, con la consiguiente erosión de suelo provocada por las lluvias y el empeoramiento de la calidad del agua, sino que además la madera extraída se lleva consigo nutrientes y agua del ecosistema, empobreciendo nuestro patrimonio natural que son los suelos y poniendo en riesgo la salud y soberanía alimentaria de las comunidades locales que están “invadidas” por el modelo forestal actual. Comparando la notable diferencia que existe entre un bosque nativo y una plantación forestal exótica de rápido crecimiento, concluimos que no hay que confundir a la sociedad, la cual está exigiendo un mayor cuidado de nuestro ambiente natural y cambios de políticas respecto al medio ambiente y el accionar de las grandes corporaciones privadas. ¡PLANTACIONES NO SON BOSQUES! Colectivo VientoSur Julio de 2011 Contacto: Cristián Frêne Conget, Area Bosques colectivo VientoSur cfrene@yahoo.es 09-9439.4371