La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa rápidamente progresiva, que afecta a las neuronas motoras de la corteza cerebral, el tronco del encéfalo y las astas anteriores de la médula espinal, provocando debilidad y atrofia muscular progresivas. Algunos conceptos solidamente establecidos acerca de la causa, las características clínicas y la evolución natural de la enfermedad han cambiado en las últimas dos décadas y el concepto de una única entidad homogénea y uniforme que afecta a una población selectiva de neuronas está siendo cuestionada. Los recientes hallazgos sugieren una significativa heterogeneidad clínica, pronóstica, neuropatológica, y molecular de la enfermedad. Estos datos han provocado un cambio en el concepto tradicional de la enfermedad y sugieren la necesidad de una nosología más sofisticada, incluyendo las diferencias en la presentación clínica, las características de las alteraciones cognitivas, moleculares y patológicas en la definición de la enfermedad. Los signos y síntomas reflejan la pérdida de neuronas motoras, en la corteza, tronco del encéfalo y médula espinal, así como la lesión del tracto córtico-espinal. El diagnóstico de la enfermedad es relativamente sencillo cuando los hallazgos característicos de la exploración están presentes en el contexto clínico adecuado. Desde un punto de vista clínico ha sido clásicamente identificada por un patrón característico, fácilmente reconocible, de debilidad y atrofia muscular rápidamente progresivas, acompañada de insuficiencia respiratoria que típicamente conduce al fallecimiento entre 3 y 5 años desde el inicio de los síntomas en la mayoría de los pacientes. Aunque la supervivencia es en gran parte variable llegando a los 20 años o más en algunos pacientes. Dado que en el inicio de la enfermedad la afectación es segmentaria, las manifestaciones clínicas dependerán de la topografía implicada en primer lugar, revelándose, generalmente, de manera asimétrica. El fenotipo de la enfermedad se clasifica por el lugar de inicio, diferenciándose dos grandes grupos, las formas de inicio espinal y bulbar. En la mayoría de casos (65%) los pacientes se presentan con síntomas implicando a la musculatura de extremidades. En aproximadamente el 30% es la musculatura bulbar, manifestándose con la aparición de disartria y disfagia, la implicada en primer lugar. En un pequeño porcentaje de pacientes los primeros síntomas son atribuibles a insuficiencia respiratoria. La pérdida de peso no justificada y la labilidad emocional han sido reportadas como manifestaciones iniciales de la enfermedad en casos excepcionales. El fenotipo clásico, con afectación simultánea de neurona motora inferior (NMI) en el tronco encefálico y la médula espinal, y la neurona motora superior (NMS) en la corteza motora, ocurre en más del 80% de los casos. Sin embargo, algunos pacientes presentan únicamente signos de NMS o NMI al inicio. El grado relativo de NMS y NMI predominio es muy variable y puede influir en el pronóstico y el diagnóstico diferencial. Una subclasificación fenotípica adicional se basa en el grado relativo de implicación de éstas. Algunos pacientes con una supervivencia prolongada parecen presentar, al inicio de la enfermedad, signos aislados de implicación de NMS o NMI. Atrofia muscular progresiva En ocasiones, al inicio de los síntomas o en la primera evaluación, se detecta, únicamente signos de implicación de segunda neurona motora. Este subgrupo de pacientes con enfermedad de neurona motora se ha denominado atrofia muscular progresiva (AMP). Constituyen un grupo heterogéneo con significativa superposición con la ELA. En algunos pacientes el déficit motor progresa de manera lenta, por lo que se ha sugerido que se trata de una variante menos agresiva de enfermedad de neurona motora con una supervivencia prolongada. Sin embargo, en algunos casos, durante fases evolutivas tempranas, la mayoria de casos desarrollaran, durante las primeras fases de la evolución, signos de implicación de NMS y progresarán de manera similar a aquellos pacientes con una forma clásica de ELA Adicionalmente, se ha constatado la presencia de implicación del tracto córtico-espinal en estudios neuropatológicos en pacientes con AMP y, aunque en menor frecuencia, comparten alteraciones moleculares con la ELA por lo que la independencia nosológica no ha sido establecida de manera definitiva y se desconocen los motivos por los que en algunos casos la progresión del déficit es lenta. En este grupo de pacientes, dada la ausencia de signos de primera neurona motora, no es posible establecer un diagnostico definitivo de ELA, por lo que es especialmente importante el diagnostico diferencial de entidades que cursan con debilidad y atrofia muscular progresivas. Esclerosis lateral primaria Contrariamente en un grupo muy poco numerosos de pacientes se detecta, en fases iniciales, únicamente signos de NMS. Algunos de ellos, durante la evolución, desarrollarán signos clínicos o electrofisiológicos de implicación de NMI durante los 4 años siguientes, en más del 70% de casos, tras el inicio de la sintomatologia. En éstos la supervivencia es, generalmente, similar a los casos típicos de la enfermedad de neurona motora. Sin embargo, los pacientes que no progresan a una forma clásica de ELA pueden sobrevivir más de 20 años. Se trata, en realidad, de un diagnóstico de exclusión en casos con un síndrome de NMS de aparición esporádica en la edad adulta. El cuadro clínico característico es el de un síndrome piramidal bilateral progresivo, de inicio espinal implicando con mayor frecuencia a extremidades inferiores, con lenta progresión ascendente, añadiéndose disartria, disfagia, risa y llanto espasmódicos, en ausencia de signos de segunda neurona motora e insuficiencia respiratoria durante la evolución. El diagnóstico diferencial es difícil de establecer con formas esporádicas de paraparesia espástica hereditaria en ausencia de antecedentes familiares u otra semiologia asociada. La independencia nosológica de la ELP puede establecerse, únicamente, en aquellos casos que no progresan a formas clásicas de ELA durante un periodo mayor de cuatro años de seguimiento, lo que conlleva un mejor pronóstico. Parálisis bulbar progresiva En estos casos los síntomas consecuencia de implicación de la musculatura bulbar son la semiología dominante al inicio de la enfermedad, en ausencia de debilidad de extremidades. Mas que una variante, muy probablemente, se trata de una forma de inicio, dado que en la progresión no difieren de manera significativa de las formas clásicas, añadiéndose con posterioridad una afectación respiratoria y debilidad de extremidades con supervivencias similares a la forma típica de la enfermedad. En ausencia de un test diagnostico definitivo, éste se basa en los hallazgos semiológicos, mostrando la combinación característica de signos, y la utilización de criterios de consenso reconocidos internacionalmente, tras la constatación de progresión del déficit y la exclusión de otros procesos que pueden imitar los hallazgos. Los criterios diagnósticos de la enfermedad permiten categorizar a los pacientes en grados de certeza diagnóstica en base, casi exclusivamente, a la evaluación clínica y requieren la presencia simultánea de signos de NMI y NMS. El estudio electrofisiologico ha sido introducido en la categorización diagnóstica mejorando la sensibilidad sin aumentar el número de falsos positivos diagnósticos. Sin embargo, en algunos pacientes en fases iniciales de la enfermedad no puede concluirse una categoría diagnóstica concreta y pueden fallecer, con una progresión clínica similar a las formas clásicas, sin haberse confirmado el diagnóstico de manera definitiva, por la ausencia de signos de NMI o NMS en la exploración al inicio de la enfermedad. Esto conlleva, además de la repercusión en el proceso de aceptación de los pacientes debido a la incertidumbre, retrasos en la aplicación de terapias que pueden ralentizar el curso de la enfermedad. El diagnóstico preciso y temprano de la enfermedad es, por lo tanto todavía difícil en ausencia de un marcador diagnóstico de la enfermedad. El estudio electrofisiológico permite demostrar la presencia de las alteraciones características de lesión de NMI en fases tempranas incluso en casos en los que no hay evidencia semiológica de lesión de NMI. El patrón distintivo es la presencia de actividad espontánea de denervación aguda (ondas positivas, fibrilaciones) y fasciculaciones durante el registro en reposo y patrones reducidos de características neurógenas durante la contracción voluntaria máxima con pérdida variable de unidades motoras. Los estudios de conducción motora mostrarán disminución de las amplitudes de los potenciales motores compuestos de manera proporcional al grado de atrofia, generalmente con un carácter asimétrico, consistente con una lesión axonal motora pura multifocal. Las velocidades de conducción y los estudios de conducción sensitiva son normales. Sin embargo, el papel fundamental del estudio electrofisiológico es el cribado de alternativas diagnósticas. Debe ser dirigido en función de las formas clínicas y la topografía lesional deducida por la exploración neurológica. En el diagnóstico diferencial es esencial establecer si la afección neurógena es universal o segmentaria. En los casos con atrofia muscular segmentaria o focal es necesario descartar la presencia de lesiones estructurales medulares o raquídeas que puedan justificar los hallazgos. Las entidades reportadas con mayor frecuencia como diagnóstico alternativo son las lesiones medulares consecuencia de cambios degenerativos disco-artrósicos y la neuropatía motora multifocal con bloqueos de la conducción. Debe considerarse descartar la presencia de bloqueos de la conducción motora u otros hallazgos sugestivos de un proceso desmielinizante adquirido en casos con implicación de la musculatura distal de extremidades. Esta entidad responde de manera muy efectiva al tratamiento específico. La ausencia de bloqueos de la conducción, sin embargo, no descarta una posible respuesta al tratamiento específico por lo que es aconsejable la determinación de acs anti-gangliósido en pacientes con un cuadro de debilidad y atrofia muscular asimétrica sin signos evidentes de implicación de NMS, pues su presencia puede apoyar la realización de una prueba terapéutica. Adicionalmente, el estudio debe explorar la posibilidad de alteraciones de la transmisión neuromuscular, especialmente en casos con implicación predominante de la musculatura bulbar y la presencia de patrones miopáticos o mixtos que puedan sugerir una miositis por cuerpos de inclusión. Los factores con mayor frecuencia relacionados con un diagnóstico erróneo son la ausencia de rápida progresión, datos atípicos en la historia clínica o síntomas inusuales. Aunque estos son datos, en ocasiones, no disponibles al inicio de la sintomatolgía. 1. Turner MR, Hardiman O, Benatar M, Brooks BR, Chio A, de Carvalho M, et al. 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