Meditaciones metafisicas. Descartes. Resúmen de las seis meditaciones: En la primera propone las razones para dudar de las cosas en general, y de las materiales en particular. Ésto nos libera de prejucios y nos desliga de los sentidos. En la segunda, el espíritu toma las cosas por las que le cabe duda como inexistente, pero le parece imposible que él mismo no exista. Disingue así lo que le pertenece al alma, y lo que le pertenece al cuerpo. Se ha formado un concepto del alma enteramente distinto del cuerpo, para con ello, poder dar una demostración de la existencia e inmortalidad del alma. Las sustancias del alma y del cuerpo son distintas. El cuerpo es divisible, el alma no. De la corrupción del cuerpo no se sigue la del alma. El cuerpo está formado por accidentes, el alma no, es una sustancia pura. En la tercera, demuestra la existencia de Dios. La idea de Dios, que está en nosotros, tiene que ser efecto de Dios mismo. En la cuarta, demuestra que las cosas que concebimos clara y distintamente son verdaderas. Explica en que consiste la naturaleza del error o falsedad en lo relativo a la facultad de juzgar, y en los temas que puedan ser conocidos por la luz natural. En la quinta meditación, explica la naturaleza corpórea, y vuelve a demostrar la existencia de Dios. En la sexta, distingue el entendimiento de la imaginación. Muestra que el alma del hombre es distinta del cuerpo, y que están estrechamente unidas, de tal modo que componen una cosa misma. Expone los medios que vienen de los sentidos. Razones de la existencia de las cosas corpóreas. Acerca de la filosofía primera, en las cuales se prueba claramente la existencia de Dios y la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre. MEDITACIÓN PRIMERA. De las cosas que pueden ponerse en duda. Rechazaré todas las opiniones en las que encuentre un ápice de duda. Los sentidos engañan, aunque hay cosas que se nos presentan a través de estos de las cuales no podemos dudar, como que estoy aquí escribiendo en este ordenador. Lo que en sueños sucede no parece tan claro y distinto como todo esto, aunque no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia. Lo que se nos presenta en sueño, procede de algo real. Hay cosas verdaderas y existentes de cuya mezcla están formadas esas imágenes de las cosas, al igual que están formados por la mezcla de colores verdaderos. Duerma yo, o esté despierto, dos y tres siempre serán cinco. ¿Cómo saber que no me engaño en la creencia del Mundo? ¿O de Dios mismo?. Supondré que un genio maligno muy inteligente y con mucho poder, pone todo su empeño en hacerme errar. Aunque no pueda conocer nada verdadero, procuraré no dar fe a cosas falsas. SEGUNDA: SOBRE LA NATURALEZA DEL ALMA HUMANA Y DEL HECHO DE MEDITACIÓN QUE ES MÁS COGNOSCIBLE QUE EL CUERPO Continuaré apartando todo lo dudoso como incierto, hasta descubrir o bien algo cierto, o bien que no hay nada cierto. Todo lo que veo es falso. No tengo ningún sentido. El cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar son quimeras. No existe nada en el mundo, ni cielo ni tierra, ni mente ni cuerpo. Puesto que el genio maligno me engaña a mi, yo existo. Yo tengo cuerpo. También como, siento, y pienso. Naturaleza del cuerpo: Lo que está determinado por alguna figura. Percibido por los sentidos. Que en algunas ocasiones se mueve a si mismo, piensa, y siente, lo cual pertenece al alma, aunque se de en algunos cuerpos. Ya que he supuesto que no tengo cuerpo, todo lo que percibo es ficción, incluso el sentir, pero en tanto y en cuanto que pienso, se que existo. Lo único cierto, es que soy una cosa que piensa. Soy una cosa existente que piensa. Una cosa que duda, que conoce, que afirma, que niega, que quiere, que rechaza, y que imagina y siente. Imaginar es representar cosas corpóreas. Lo que creia ver por los ojos, lo aprehendo por la faculdad de juzgar que existe en mi intelecto. Puedo dudar de que vea la cera, e incluso de que tenga ojos para ver. De lo que no puedo dudar es de que yo mismo piense que veo la cera. Lo que prueba la percepción de cualquier cosa, no hace más que afirmar la existencia de mi mente. Nada puede ser conocido con mayo evidencia que mi mente. MEDITACIÓN TERCERA. De Dios; que existe. Ahora dejaré de hacer uso de los sentidos. Todas las cosas corporales las tendré por falsas. Soy una cosa que piensa, es decir, que duda, afirma, niega, conoce, ignora, ama, odia, quiere, no quiere, imagina, y siente. Puede que lo que imagina o sienta no exista, pero estoy seguro de que siento e imagina, y de que son modos o formas de pensar. Todas las cosas que concebimos clara y distintamente son verdaderas. He supuesto que las cosas corporales, como los astros, no existan, pero no dudo de que las ideas o pensamientos de esas cosas se hayan presentado a mi espíritu. Géneros de pensamientos: Ideas: imágenes de las cosas. Voluntades. Juicios. Mediante los dos último añado algo a la idea que tengo de la cosa. Las ideas y las voluntades no pueden ser falsas, puesto que aunque no exista, lo puedo imaginar o desear. Hay ideas que me parecen nacidas conmigo, otras provenientes del exterior, y otras inventadas por mí. Ideas provenientes de objetos situados fuera de mí. Razones por las que he de creer en eso. Yo percibo el calor proveniente del fuego. La naturaleza me la enseña. Pero esto no lo conozco verdaderamente, sino que tengo cierto inclinación a creerlo. La luz natural es la única potencia capaz de hacernos discernir entre lo verdadero y lo falso. Aún cuando la idea provenga del objeto, no tiene porque ser semejante. Por lo tanto, no es evidente que hayan cosas fueras de mí, diferentes de mí, que impriman en mí su semejanza enviandome sus ideas. Las ideas que me representan sustancias tienen más realidad que las que me representan accidentes. Asímismo la Idea de un Dios perfecto tiene más realidad objetiva que las que me representan sustancias finitas. La nada no puede producir cosa alguna. Lo más perfecto no puede provenir de lo menos perfecto. Toda idea es obra del espíritu. Recibe la realidad formal del espíritu. Si la realidad objetiva de algunas ideas es tanta que no puede provenir de mi mismo, concluyo que no estoy solo en el mundo, sino que hay algo que existe y que es causa de la idea. Concibo la idea de Dios, la de ángeles, animales, y hombres. Lo único evidente de las cosas corporales es: la magnitud, o sea, extensión en longitud,, anchura, y profundidad; la figura; la situación de los cuerpos, con diferentes figuras; y el movimiento o cambio de esta situación, pudiendo añadirse la sustancia, la duración, y el número. Esto mencionado son cualidades primarias. Tambien hay otras cualidades que son secundarias, como el calor, el frío, etc... Puede ser que estas cualidades secundarias provengan de la nada, o que yo sea su autor. En cuanto a las primarias, hay algunas que podría haber sacado de la idea que tengo de mi mismo, como la sustancia, la duración, el número, etc... En cuanto a la figura, situación, y movimiento, no están en mi puesto que yo soy algo que piensa. Bajo el nombre de Dios entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, por la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen (si existen algunas) han sido creadas y producidas. Esta idea no puede provenir de mí. Por tanto Dios existe, y ha impreso su Idea en mí. Siendo yo un ser finito, no puedo haber en mí la idea de una sustancia infinita. Hay más realidad en la sustancia infinita que en la finita. Tengo en mi mismo la noción de infinito antes que la de finito. Si tengo la idea de perfección, con la cual se que no soy perfecto, es que hay algo perfecto con lo cual me comparo, y ese algo es Dios. Por sí misma es verdadera. No puede tampoco provenir de la nada. Todo lo que contiene alguna perfección, y por tanto todo lo que mi espíritu concibe clara y distintamente, está contenido en esa Idea. Yo como ser finito, no puedo comprender la naturaleza de lo infinito. Podría ser que las perfecciones que otorgo a Dios estén en mi potencialmente, pero en Dios están en acto. Mi conocimiento siempre podrá crecer, mientras que el de Dios, no. ¿Podría existir yo si no existiese Dios?. Si yo fuera autor de mi mismo, yo sería Dios. Si yo fuera autor de mi ser, no me habría creado imperfecto. Dios me conserva. Me creó, y me conserva. Puesto que soy una cosa que piensa y que tiene alguna idea de Dios, la causa de mi ser, es necesario confesar que también será una cosa que piensa y que tiene en sí la idea de todas las perfecciones que atribuyo a Dios. La causa que me produjo y me conserva puede provenir de otra causa, que a su vez provendría de otra, así hasta llegar a Dios. Puesto que existo y puesto que la Idea de Dios está en mi, queda demostrada la existencia de Dios evidentemente. Esta Idea ha sido producida y nacida conmigo. Es muy de creer que me ha creado a su imagen y semejanza, y que concibo la semejanza, en la cual está contenida la Idea de Dios. Al reflexionar sobre mi mismo, me doy cuenta de mi imperfección, esto es, de que hay cosas que me faltan, y al mismo tiempo me doy cuenta de que ese de quien dependo posee todas las perfecciones a las que yo aspiro. No podría yo tener la Idea de Dios si Dios no existiese verdaderamente. Dios no puede ser engañador, puesto que el engaño proviene de algún defecto, y Dios no posee defectos. MEDITACIÓN CUARTA. De lo verdadero y lo falso. Conocemos más de Dios que del espíritu humano. Y conocemos más del espíritu humano que de las cosas corporales. El espíritu humano no participa de la extensión, ni en nada de lo que al cuerpo pertenece. Dudo. Soy una cosa incompleta y dependiente de Dios. Dios existe, y mi existencia depende de Dios, en todos los momentos de mi vida. Dios no engaña, porque engañar es una imperfección. Hay en mí cierta facultad de juzgar, que he reicibo de Dios, como todo cuanto hay en mí. No me ha dado esta facultad para que me conduzca al error. Soy un punto medio entre el ser supremo y el no ser, entre el todo y la nada. En cuanto soy producto del ser supremo no puedo errar, pero si en cuanto participo de la nada. Si erro, es porque dicha facultad no es infinita en mí. El error es posible en mí a causa de la aplicación de mi voluntad sobre el entendimiento. Con el entendimiento concibo y juzgo ideas, y con la voluntad, afirmo y/o niego. La indiferencia surge ante las cosas que provocan duda. Todo lo que sea dudoso se supone falso. Afirmar o negar algo que no se presenta a mi espíritu de manera evidente, es un error. El conocimiento del entendimiento ha de preceder siempre a la determinación de la voluntad. Hay que contener la voluntad en los límites del conocimiento. Toda concepción evidente es obra de Dios, y Dios no puede ser causa de un error, por lo que será considerada verdadera. MEDITACIÓN QUITA. De las esencias de las cosas materiales y otra vez de la existencia de Dios. Un triángulo, existe por sí, aunque quizás no exista en el mundo material. Tiene su propia esencia y sus propiedades. Todo lo que es verdadero es algo. Todo lo que concibo evidentemente es verdadero. Las propiedades del triángulo son verdaderas, por tanto, el triángulo es verdadero. La existencia de Dios es actual y eterna, además de verdadera, por supuesto, y nunca mejor escrito. La existencia de Dios no puede separarse de su esencia. Mi pensamiento no impone necesidad a las cosas, pero no soy libre de pensar en un Dios inexistente. La necesidad de Dios se impone sobre mi pensamiento. Hay ideas verdaderas innatas a mí. La esencia de Dios incluye necesariamente su existencia. La certidumbre de las cosas depende de la existencia de Dios. MEDITACIÓN SEXTA: De la existencia de las cosas materiales y de la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre. Hay cosas materiales en cuanto objetos de demostraciones geométricas. Voluntariamente, no puedo percibir lo que se haya al alcance de mis sentidos, sino que o bien se me presentan verdaderos, si es que Dios existe, o bien, el genio maligno me engaña. Los sentidos engañan, sobretodo si no van acompañados de la razón. Mi alma no es extensa, pero mi cuerpo sí. El alma es una naturaleza distinta del cuerpo, y puede existir sin él. Facultadades de pensar: sentir, imaginar, etc... Puedo existir sin ellas, pero no ellas sin mí. Hay ideas que provienen de cosas materiales. Existen cosas corporales. Lo que concebimos de manera evidente en los cuerpos, está en en los cuerpos. Dios ha establecido un orden en la naturaleza. A veces yo invierto o confundo el orden de la naturaleza. El espíritu está unido al cuerpo, pero el segundo es divisible, mientras que no así el primero. Estando dormido, no aplico la memoria igual que cuando estoy despierto.