Oración con los poemas de S. Teresa (1) Recordamos el modo de oración que seguimos en estos encuentros: por supuesto, comenzamos disponiéndonos, serenándonos, tomando conciencia del momento de intimidad con el Señor y entre nosotros que se nos regala. Seguidamente se presentará este guión (10’). Así podremos comenzar a leer personalmente los textos, meditarlos, luego orar con ellos y finalmente, y si se nos concede, contemplar (30’). Por último, podemos compartir espontáneamente lo orado, en forma de reflexión, súplica, acción de gracias, ‘simple’ resonancia (releyendo en alto una frase o párrafo)… hasta que completemos esta hora de oración. **************** La locución divina que dio origen al escrito teresiano llamado Vejamen (“búscate en mí”) acaba desdoblada en el estribillo de este poema (Alma, buscarte has en mí / y a Mí buscarme has en ti), cuyas seis estrofas desarrollan el doble tema: las tres primeras la búsqueda de sí en Dios; las otras tres la consigna agustiniana de buscarlo a Él dentro de sí; dando lugar además al único poema en que la santa pone la palabra y los versos en boca del Personaje transcendente1. A la hora de nuestra oración y reflexión con el texto, todo ello evocará temas fundamentales como el primado de la relación con Dios y, a la vez, su protagonismo (el de la Gracia); la mediación prioritaria de la meditación y oración; su carácter solitario y constante, perseverante: ¿lo creo, lo atiendo, lo celebro, lo agradezco y suplico? ¿Se hace en mi entorno?... 1 P. TOMÁS ÁLVAREZ, 100 fichas sobre Teresa de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2007, pg. 197. Alma, buscarte has en Mí, y a Mí buscarme has en ti. 1. De tal suerte pudo amor, alma, en mí te retratar, que ningún sabio pintor supiera con tal primor tal imagen estampar. 4. Y si acaso no supieres dónde me hallarás a Mí, no andes de aquí para allí, sino, si hallarme quisieres, a Mí buscarme has en ti. 2. Fuiste por amor criada hermosa, bella, y así en mis entrañas pintada, si te perdieres, mi amada, Alma, buscarte has en Mí. 5. Porque tú eres mi aposento, eres mi casa y morada, y así llamo en cualquier tiempo, si hallo en tu pensamiento estar la puerta cerrada. 3. Que yo sé que te hallarás en mi pecho retratada, y tan al vivo sacada, que si te ves te holgarás, viéndote tan bien pintada. 6.Fuera de ti no hay buscarme, porque para hallarme a Mí, bastará sólo llamarme, que a ti iré sin tardarme y a Mí buscarme has en ti. Por datos de crítica interna, así como por otras referencias implícitas del Libro de la Vida (cf. 28,3; 29,2; 37,4; 38,17-18), todos los teresianistas coinciden en que este poema fue compuesto en 1560 y es también el más seguro de su poemario, de autenticidad indiscutible, ya que ella misma lo transcribió diecisiete años más tarde al final de la carta a su hermano Lorenzo del 2.1.1577. Lo primero que haremos es orar con el poema sin mayores glosas ni pistas (como las que tenemos en la página siguiente). Seguro que al orar con estos versos hay aspectos que nos resuenan más, donde me siento invitado a detenerme… Bien sea que lo perciba en el mismo momento orante meditativo, o bien sea después al revisar la oración, si ha sido más contemplativa. Sea como sea, sin duda dará qué gustar y entender. ¡Oh Hermosura que excedéis a todas las hermosuras! Sin herir dolor hacéis, y sin dolor deshacéis el amor de las criaturas. ¡Oh nudo que así juntáis dos cosas tan desiguales! No sé por qué os desatáis, pues atado fuerza dais a tener por bien los males. Juntáis quien no tiene ser con el Ser que no se acaba: sin acabar acabáis, sin tener que amar amáis, engrandecéis nuestra nada Para orar, revisar la vida… 1. Puesto que el poema nació en contexto navideño, cabe preguntarse qué incidencia tienen en mí y en mi entorno los tiempos litúrgicos, al menos los más fuertes, y sus celebraciones cultuales y también las populares (p. ej. aquí los villancicos). ¿Se alimenta mi experiencia del Señor de ellos? ¿Puedo recordar y agradecer alguna en concreto, especialmente en tiempo de Navidad y/o vinculada a su Humanidad? Si no es así, siempre puedo abrirme a ello y comenzar a suplicar esa gracia. 2. ¿Qué lugar ocupa en mi vida lo hermoso, la hermosura en general, y particularmente la del Señor? ¿Tengo experiencia de cómo esto me libera y ayuda a resituar el amor de las criaturas? 3. ¿Has reparado en la paradoja de que en esta extraordinaria unión más se percibe que nunca que Dios y hombre son dos cosas tan desiguales, quién no tiene ser y el Ser que no se acaba? Por supuesto no como humillación, sino –como reza el final del poema– a la vez que la persona se ve acabada (plenificada), amada y engrandecida: nada pero dignificada, igualada con ese Ser. ¿Tienes experiencia, aunque no sea tan extraordinaria como esta, de ese tipo de paradojas con el Señor? ¿Te saben a gratuidad, soberanía amorosa suya o a qué? 4. Por otro lado, ¿es contradictoria esa experiencia (tan desiguales…) con el comienzo de Moradas y su subrayado de la hermosura y dignidad de cada alma, por estar hechas a imagen y semejanza de Dios? 5. …pues atado fuerza dais / a tener por bien los males. ¿Lo creo, lo pido, lo animo en otros? 6. No sé por qué os desatáis. Repasa los momentos en que la espera, “el silencio” de Dios se han revelado fecundos en la vida del Señor, los santos, la tuya propia… Ora también por quienes lo sufren ahora, como Teresa entonces, sin saber por qué esa “ausencia”…