Compartir algo de nuestra vida

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Compartir algo de nuestra vida
Una ayuda para el grupo
Jesús usa la comparación de la vid. Para que una rama o un gajo dé
frutos es necesario que esté unido al tronco y que, de vez en cuando,
pase por una buena poda. Las personas y las familias o comunidades, a
veces pasan por momentos difíciles. Es el momento de la poda necesaria
para que produzca más frutos. Vamos a conversar sobre esto:
 Los discípulos fueron podados
por la palabra que escucharon
de Jesús. Hasta hoy, Dios hace la poda en nosotros y nosotras a través de su palabra
que nos llega por la Biblia y
por tantos otros medios.
¿Cuáles son las podas que has tenido en tu vida que te ayudaron a
crecer?
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 La vid y los sarmientos no son
dos cosas distintas. Vid sin
ramas no existe. Jesús es el
todo. Nosotros somos parte de
Él. Para que una rama pueda
producir frutos, debe estar
unida a la vid. Rama que no
produce fruto es cortada. Se
seca y es recogida para ser
quemada. No sirve para nada.
Leer y meditar el texto del Evangelio: Juan 15, 1-9
Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que no
da fruto en mí, la corta. Y toda rama que da fruto, la limpia para que dé
más fruto.
Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado,
pero permanezcan en mí como yo en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí.
Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él,
ése da mucho fruto, pero sin mí, no pueden hacer nada.
El que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a las ramas, que
las amontonan, se echan al fuego y se queman.
Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan
en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán.
Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos:
entonces pasan a ser discípulos míos.
1. ¿Cuál es la frase que más te impresionó o te llegó al corazón?
¿Por qué?
2. ¿Qué significa la expresión que usa Jesús: “permanecer en
mí”?
3. Lo que mantiene a la planta viva y la hace capaz de dar frutos
es la savia que la recorre. ¿Cuál es esa savia para nosotros?
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Leer y meditar textos de Teresa de Jesús: I M 1, 1; 2, 1; 2, 5
En el comienzo de las Moradas, “para empezar con algún fundamento”, Teresa presenta su visión del ser humano. Hace notar el
contraste entre dos extremos: el alma del justo y el alma en pecado
mortal. Presenta la diferencia en su radicalidad para invitar a tomar
postura entre las dos alternativas. Esto recuerda el comienzo de la
Biblia, también el Salmo 1 y Jer 17, 5- 8.
Primeras Moradas 1, 1; 2, 1; 2, 5
Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se me ocurrió
lo que ahora diré para comenzar con algún fundamento, que es: considerar
nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal adonde
hay muchos aposentos así como en el cielo hay muchas moradas; que, si bien lo
consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso
adonde dice Él tiene sus deleites.
Antes que pase adelante os quiero decir que consideréis qué será ver este
castillo tan resplandeciente y hermoso, esta perla oriental, este árbol de vida que
está plantado en las mismas aguas vivas de la vida que es Dios, cuando cae en
un pecado mortal. Porque así como de una fuente muy clara lo son todos los
arroyicos que salen de ella, como es un alma que está en gracia que de aquí le
viene ser sus obras tan agradables a los ojos de Dios y de los hombres porque
proceden de esta fuente de vida adonde el alma está como un árbol plantado en
ella, que la frescura y fruto no tuviera si no le procediere de allí, que esto le sustenta y hace no secarse y que dé buen fruto: así el alma que por su culpa se
aparta de esta fuente y se planta en otra de muy negrísima agua y de muy mal
olor, todo lo que corre de ella es la misma desventura y suciedad. Ninguna cosa
le aprovecha; y de aquí viene que todas las buenas obras que hiciere estando
así en pecado mortal, son de ningún fruto para alcanzar gloria: porque no procediendo de aquel principio que es Dios, de donde nuestra virtud es virtud, y apartándonos de él, no puede ser agradable a sus ojos; así son sus obras.
Oí una vez a un hombre espiritual que no se espantaba de cosas que hiciese
uno que está en pecado mortal, sino de lo que no hacía. Decía aquella persona
que había sacado dos cosas de la merced que Dios le hizo: la una, un temor
grandísimo de ofenderle y así siempre le andaba suplicando no la dejase caer
viendo tan terribles daños; la segunda, un espejo para la humildad, mirando cómo cosa buena que hagamos no viene su principio de nosotros, sino de esta
fuente adonde está plantado este árbol de nuestras almas, y de este sol que da
calor a nuestras obras. Dice que se le representó esto tan claro que, en haciendo alguna cosa buena o viéndola hacer, acudía a su principio y entendía cómo
sin esta ayuda no podíamos nada; y de aquí le procedía ir luego a alabar a Dios
y, lo más ordinario, no se acordaba de sí en cosa buena que hiciese.
1. ¿Qué relación vemos entre los dos textos?
2. ¿Qué aspecto agrega el texto de Teresa?
3. ¿A qué nos invita lo que escuchamos y compartimos?
Lectura orante del Evangelio y de Teresa
-7Plantados en las aguas de la Vida:
Permanecer en Dios
“El que permanece en mí da fruto”
(Jn 15, 1-18)

“Plantados en las aguas vivas de la vida
que es Dios”
(I M 1, 1; 2, 1; 2, 5)
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