Relación entre los diálogos Menón, Fedón y Fedro La relación que establecen los tres diálogos sobre los que tratamos, puede bien establecerse desde un punto de vista completamente gnoseológico. Aunque existen otras relaciones; ya sea la demostración platónica de la inmortalidad del alma; o bien en general el tema de la psyche. Aunque existan por demás vínculos posibles, creo que la temática gnoseológica vincula el pensamiento platónico en los tres diálogos, además de ser éste, un vínculo cronológico. EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANO Debemos de partir de la segunda navegación platónica, en la que existe un mundo inteligible que se refleja de cierto modo sobre lo sensible. Pero este mundo inteligible puede ser conocido por el hombre; el hombre accede al mundo inteligible. El problema del conocimiento humano es tratado por primera vez en la historia de la filosofía, de un modo definitivo y sistemático por Platón; ya que sus antecesores tuvieron ideas aisladas; y quizá ciertas intuiciones, pero nadie lo trato definitivamente. Platón lo trata desde el punto de vista del mundo inteligible; pero las soluciones que se desprenden de su tratamiento siguen siendo aporéticas en cierto sentido. La columna vertebral del tratamiento de la anamnesis como raíz del conocimiento se da en el Menón, Fedón y Fedro (tomados en orden cronológico). Conforme avanzaba el pensamiento platónico se cambian ciertos detalles y otros se aumentan o confirman. La primera respuesta en cuanto al tema del conocimiento en Platón, se encuentra en Menón. La anamnesis es el camino que tomó Platón en la cuestión del conocimiento humano. En el caso de éste primer diálogo, el problema se enuncia desde un doble punto de vista míticodialéctico. En el caso del punto de vista mítico, el pensamiento platónico se relaciona con la religión-ritos órfico-pitagóricos. La tradición órfico-pitagórica nos habla de la inmortalidad del alma y su reencarnación múltiples ocasiones. Partiendo de la inmortalidad y reencarnación del alma, se sigue que ésta ha conocido la realidad tanto del más allá, como la de este mundo diversas ocasiones (lo cual se expone de mejor modo en el Fedro). Debido a ello, nos es más fácil comprender el modo como conoce y aprende el alma. Lo que se debe hacer entonces es extraer lo que ésta ya sabe; aquello que posee desde las otras vidas; este extraer para Platón es “recordar”. La exposición mitológica con la cual empieza en el Menón, se da después como una conclusión. Sócrates realiza un ejercicio mayéutico con un esclavo el cual obtiene una solución geométrica por su cuenta, nadie se la había transmitido, por lo cual Platón concluye necesariamente que la extrajo de sí, de su propia alma. La conclusión, aunque para ella se llega a través de un particular, es un universal: cualquier hombre puede extraer y obtener de sí mismo verdades que antes no conocía y que nadie le ha enseñado. Aunque parecería que la doctrina platónica de la anamnesis surge por la influencia órficopitagórica. Y aunque suene coherente, parece que la mayéutica socrática necesita de la anamnesis para su sustento y posibilidad. Después, en el Fedón, Platón continua con una exposición de la anamnesis pero ya relativo a conocimientos matemáticos. En el Fedón, se presenta la siguiente argumentación: gracias a la existencia de los sentidos, constatamos la existencia de cosas iguales, mayores o menores, cuadradas o circulares, y otras cosas análogas. Mediante una atenta reflexión, descubrimos que los datos ofrecidos por la experiencia (todo dato sin excepción), jamás se ajustan de un modo exacto a las nociones correspondientes que poseemos de manera indiscutible. Ninguna cosa sensible es, en ningún caso, perfecta y absolutamente cuadrada o circular, y sin embargo nosotros poseemos estas nociones de igualdad, de cuadrados y círculos absolutamente perfectos. Entonces es preciso concluir que existe una desigualdad entre los datos de la experiencia y las nociones que poseemos; las nociones poseen algo extra con respecto a los datos sensibles. Este “extra” no puede proceder de los datos de los sentidos, no puede por tanto, proceder de afuera. No cabe otra conclusión que reconocer que procede de nuestro interior. Así pues, los sentidos sólo nos dan conocimientos imperfectos; los conocimientos se “recuerdan”, y eso que ya se posee se reconoce en la realidad que se nos presenta (en los datos sensibles), pero de una manera imperfecta. La doctrina expuesta hasta este momento es expuesta de nuevo en el Fedro (conviene recalcar que también se encuentra en el Timeo), diálogo posterior a la misma República, por lo que podemos constatar una continuidad en la gnoseología platónica. Y toda esta se puede resumir en la anamnesis: “conocer es recordar”.