Apuntes Platón II

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5 . TEORÍA MORAL Y POLÍTICA
No se puede distinguir entre moral y política en Platón. El hombre no se concibe como individuo, sino como
ciudadano. Dimensión política (polis). El individuo está abocado al bien de la comunidad y sólo esto justifica su
comportamiento ético.
-Hay que tener en cuenta que la ética es sólo para el ciudadano, no para el esclavo. El ciudadano tiene un poder
limitado sobre el gobierno de la ciudad y recibe su parte de beneficios, el esclavo no.
En el pensamiento griego la ética sólo se separará de la política en el momento en que el ciudadano pierda la
responsabilidad de poder gobernarse a sí mismo: en el Imperio.
5.1. Virtud
Con el estudio de la ética platónica llegamos a uno de los apartados, junto a la política, más importantes de su filosofía por
cuanto aquí se definen y aclaran los objetivos principales de su pensamiento. Toda la polémica con los sofistas, así como
toda la herencia socrática, es fruto de un debate acerca de la existencia y naturaleza de los valores morales. Por
consiguiente, la teoría del conocimiento, la metafísica, la teoría del hombre… en Platón vienen inspiradas por su voluntad
de ofrecer argumentos de todo tipo que justifiquen la existencia de unos valores morales absolutos, los cuales determinarán
la conducta personal y social de los hombres, así como la educación de las nuevas generaciones.
Ese supremo bien se entiende como la realización de la personalidad racional y moral. Frente al relativismo moral
sofista, que sitúa la felicidad en el logro del éxito social al margen de la práctica de las virtudes (justicia, bondad…), tanto
Sócrates como Platón establecen una relación estrecha e inseparable: sólo el hombre justo puede ser feliz (de ahí que, en
diversos diálogos -Gorgias, La República-, se plantee la polémica discusión acerca de si un tirano, un ser malvado, puede
ser feliz).
No es necesario repetir que el fundamento filosófico de esta posición se encuentra en la Teoría de las Ideas,
especialmente, en su naturaleza moral: existen unos valores morales objetivos y universales, independientes del hombre,
que pueden ser conocidos; frente a Protágoras, aquí el hombre no es “la medida de todas las cosas”. Por tanto, todavía se
podría establecer una ecuación inicial más amplia: sólo el hombre sabio (que conoce los valores-Ideas morales), puede ser
justo, y por tanto, feliz. Aquí aparece el reflejo del intelectualismo moral socrático: saber = virtud = felicidad.
A la hora de concretar el camino a seguir para alcanzar esa existencia buena y feliz, Platón se decanta por una vida
“mixta” (tal y como queda señalado en el Filebo), tanto intelectual como material, en la que tendrían cabida los placeres
que no procedan “de la locura y la maldad”, aunque siempre gozados con moderación. En su explicación, Platón afirma
que la vida buena y feliz es la vida virtuosa, entendiendo como tal una vida en la que adquieren sentido y plenitud algunos
de los rasgos principales de su filosofía.
Por un lado, la virtud es sabiduría, la recuperación de los conocimientos olvidados; por otro lado, la virtud es
purificación, la paulatina liberación de la esclavitud del cuerpo; finalmente, la virtud es justicia, la armonía adecuada de las
diversas partes del alma humana. La propuesta platónica para poder practicar estas tres dimensiones de la virtud se
fundamenta en la comprensión de la naturaleza tripartita del alma (expuesta en La República) y de las funciones que ésta
puede desempeñar.
Así, cada parte del alma tendrá que fomentar su virtud correspondiente:
* El Alma racional deberá desarrollar, precisamente, la virtud de la sabiduría (prudencia), es decir, del
conocimiento de las realidades inteligibles, verdaderas, que le darán la suficiente conciencia y claridad acerca del camino
adecuado para dirigir y dominar al resto del cuerpo. Ya que la parte racional, como superior, debe gobernar y conducir a
las demás.
* El Alma irascible deberá desarrollar la virtud de la fortaleza, del tesón, de la constancia, del vigor para
enfrentarse a todas las situaciones comprometidas, a las enfermedades, al dolor; lo contrario sería la debilidad de quien se
hunde ante cualquier dificultad. Claro está, de nada sirve la fuerza sin más, sin dirección, sin la guía de la razón.
* El Alma concupiscible deberá desarrollar la virtud de la templanza, es decir, de la contención en los deseos, de la
moderación, para no caer en los vicios irracionales, en el exceso a que conduce la búsqueda desbocada del placer.
Cuando un ser humano ejercita estas tres virtudes, esto es, su razón es sabia y gobierna al resto de la persona, y
además cultiva las virtudes de la fortaleza y la templanza, podemos decir que reina la armonía en su alma y que, por tanto,
ha desarrollado la virtud general de la Justicia (recordemos, una vez más, la imagen del carro dirigido por el auriga que
gobierna con sabiduría y habilidad el ímpetu, la fogosidad, de los dos caballos). Así se habrán cumplido los requisitos para
expiar la culpa de la unión con el cuerpo, para la purificación del alma y, por consiguiente, para su retorno al mundo
inteligible que le corresponde, donde habrá alcanzado la perfección y la felicidad.
En suma, Platón vuelve a establecer en su filosofía moral las bases de una reflexión ética que inspirará a buena
parte de la historia del pensamiento especialmente a aquellas propuestas que, como la cristiana, parten de la existencia de un
Bien absoluto que es principio y fin de todo lo que existe, y que determina las normas y valores morales que, de manera
universal y necesaria, deben presidir la conducta del ser humano.
La justicia social se logra cuando cada ciudadano practica la virtud. Ésta es la conexión ética-política. Esta virtud se
logra educando al ciudadano y la educación se concibe como “dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de la que
es capaz” (Mito de la caverna)
El alma debe ser llevada de la consideración del mundo sensible a la consideración del mundo del ser y conducirla a
conocer el punto más alto, que es el Bien. Esto se logra con la ayuda de la música, la astronomía y las matemáticas.
(Pitágoras)
Estado justo = Educación-Virtud-Conocimiento-Bien (intelectualismo moral)
Pero no todos los ciudadanos pueden llegar tan alto. Sólo aquellos en los que domina su alma la parte racional
pueden llegar a contemplar en su totalidad la idea de Bien y por lo tanto, ser gobernantes y filósofos.
Aquellos en los que domina la parte irascible serán guerreros, y deben ser educados como tales.
Por último, los que tengan un alma más concupiscible, con mayor tendencia al lucro personal, deben ser
productores.
Cada una de estas funciones deber realizarse virtuosamente. A tipo de hombre, a cada grupo social le corresponde una
virtud:
A los gobernantes: prudencia
A los guerreros: fortaleza
A los productores: templanza
Pero estas tres virtudes no son sino partes de una virtud más general: la JUSTICIA, que consiste en la armonía o equilibrio
en tres aspectos (paralelismo entre la virtud individual y la justicia social):
1- Individual: de las tres partes o tendencias del alma de un hombre, sin que una domine excesivamente y cada una sea
satisfecha.(Auriga)
2- Social: De las partes del Estado, que cada una cumpla su misión sin interferir en la de las otras. (Si no hay justicia,
encontramos los gobiernos imperfectos).
3- Global: Del individuo con la sociedad, que se manifiesta cuando:
-cada ciudadano realiza la labor que le es más propia por la naturaleza de su alma
-cada ciudadano recibe lo necesario para vivir: “a cada uno lo suyo”
5.2. La República
No es casualidad que algunas de las principales teorías platónicas (Ideas, Mito de la Caverna…) se encuentren
expuestas de forma clara en su obra más ambiciosa La República. En esta obra trata de la política pero también en “El
Político” y “ Las leyes” [estos dos últimos son diálogos de vejez o críticos, en los que revisa la teoría política propuesta en
“La República”] Y esto es así porque en el fondo Platón quiso ser un reformador social y político, dado que no aceptaba las
consecuencias morales que se derivaban de los sistemas de gobierno que conoció en su tiempo, ni de la actitud de los
sofistas que corrompían no sólo la vida política ateniense, sino también la educación de la juventud. Ya Sócrates había
denunciado los males que aquejaban a la sociedad ateniense y, al mismo tiempo, había actuado como maestro de virtud entre
la juventud. Sócrates murió precisamente por el malestar que su censura constante provocaba y por la fidelidad absoluta a
sus propios ideales. Una vez muerto su maestro, Platón recogió el testigo y no sólo quiso continuar su labor pedagógica y
política, sino que fue elaborando todo un sistema filosófico que sirviera de soporte teórico a dicho empeño. De ahí que
encontramos en sus reflexiones políticas la piedra angular de su pensamiento, el ámbito en el que más claramente podemos
conocer los objetivos de su filosofía:
- La reforma de la vida social y política de los habitantes de la polis (el desarrollo de un Estado justo, feliz…)
- La elaboración de las bases teóricas para una educación que transmita los conocimientos y valores verdaderos.
La propia biografía de Platón nos aclara cualquier duda que podamos tener sobre sus intenciones. Por un lado, el
grado de corrupción política que pudo observar en el gobierno de los Treinta Tiranos y en la democracia posterior
restaurada por Trasíbulo. Por otro lado, en la disposición con la que emprendió diversos viajes a Siracusa para actuar como
consejero del tirano Dionisio y de su hijo. Con esas acciones quería llevar a la práctica su convicción de que si los filósofos
no pueden ser gobernantes, serán éstos los que deben ser transformados en filósofos, que no es sino una clara apuesta
porque la Razón, el Logos, el diálogo racional (que es la mejor expresión de la Filosofía) presida el gobierno de la Ciudad.
La sociedad se origina según Platón por la necesidad que tiene el hombre de satisfacer sus carencias, es pues un
origen natural. La vida social, la convivencia, la sociedad es necesaria. (Para los sofistas era resultado de la convención, del
acuerdo, de la conveniencia...) La primera idea clave de la filosofía política de Platón estriba, como en otros pensadores de
la antigüedad, en su afirmación de que el ser humano es un ser social por naturaleza; su vida no se entiende al margen de la
ciudad (Polis-Estado). Esto es así porque el Estado existe para servir a las necesidades de los hombres; éstos no son
independientes unos de otros, sino que necesitan de la ayuda y cooperación de los demás en la producción de todo lo que
hace falta para la vida. De ahí que se reúnan y asocien en un mismo lugar, “y dan a esta morada común el nombre de
ciudad”. El fin originario de la ciudad es, pues, un fin económico, y de él se sigue el principio de la división y
especialización del trabajo. Para satisfacer estas carencias el hombre se reúne y delega parte de su libertad, puesto que para
fines complejos se necesita una organización poderosa con un mando unificado. Esta organización se concreta, conlleva la
división del trabajo. De una mayor especialización, cabe esperar una eficacia mayor.
Partiendo de esta necesidad de la sociedad Platón va a elaborar un concepto de estado ideal. Por ideal, entiende una
sociedad justa, perfecta, un sistema donde la muerte de Sócrates (“el hombre más bueno y más justo que hemos conocido”
no fuera posible). El fin de la sociedad es económico por un lado (satisfacer necesidades) pero también la consecución de
una vida feliz para los ciudadanos y la polis en su conjunto. Feliz será justo, en armonía.
A la hora de juzgar el Estado bajo la perspectiva de sus principios filosóficos y determinar cuándo éste es justo o
injusto, Platón establece una estrecha conexión entre sus reflexiones éticas y políticas. Así, la virtud del Estado perfecto
depende de la virtud del alma individual de sus ciudadanos, y la virtud del alma individual depende de la virtud del Estado
perfecto. En consecuencia, para averiguar cómo debe configurarse un Estado perfecto, justo, que proporcione felicidad a
sus ciudadanos, debemos aplicar al Estado las conclusiones que se guiarán la ética individual.
Del mismo modo que veíamos tres partes del Alma, observaremos tres clases sociales o estamentos en el Estado:
gobernantes (dirigentes), guardianes (encargados de la defensa) y productores (los que llevan a cabo las actividades
económicas y satisfacen las necesidades de la ciudad). Platón no contempla estas clases sociales como compartimentos
rígidos en los que los ciudadanos quedan enclavados por su nacimiento, sino que constituyen un modelo estructural dentro
del que los ciudadanos se mueven según sus virtudes y merecimientos. Prosiguiendo con la analogía Alma-Ciudad, cada
uno de estos estamentos deberá desarrollar su virtud correspondiente y cumplir el papel que le corresponde:
-Gobernantes: “filósofos”, deciden lo mejor para la “polis”(predomina parte racional,deben practicar la virtud de la
sabiduría, de ellos depende la buena dirección, el buen gobierno del Estado. De este modo, los gobernantes serán escogidos
entre los más sabios, aquellos capaces de mostrar un conocimiento más profundo del mundo de las Ideas, de los valores
morales absolutos y, en función de ellos, regirse a sí mismos y a la comunidad. Aquí se entiende la famosa afirmación de
Platón de que en su Estado ideal deben gobernar los filósofos, los que más frecuentan las realidades inteligibles. Es la
doctrina del filósofo-rey, que atribuye el poder no al ejercicio de la fuerza, astucia, riqueza, o del conjunto de la sociedad,
sino a la posesión de la sabiduría y práctica de la virtud. Aquí alcanza pleno significado el Mito de la Caverna (el filósofo,
que ha conseguido liberarse de la ignorancia, se convierte en guía del resto de la sociedad)
-Guerreros: defienden el Estado, de amenazas exteriores.(predomina parte irascible),deben ejercitar la virtud de la
fortaleza, y defender el Estado frente a los enemigos. Su dedicación tiene que ser muy especial, siempre al servicio de los
intereses comunes. Es curioso cómo Platón no permite la propiedad privada ni el establecimiento de la institución familiar
en los estamentos de los gobernantes y de los guardianes, ya que ambos podrían confundir sus intereses particulares con los
intereses generales, con las negativas consecuencias que esto tendría para la marcha del Estado
Estos dos grupos no deben tener propiedad privada, necesidades cubiertas por el estado, vida comunitaria, no familia.
-Para que los gobernantes se preocupen del estudio de lo bueno y lo justo, sin comodidades innecesarias y,
-para evitar la tentación de que los guerreros defiendan lo privado en lugar de lo público.
Lo que plantea Platón, es un mecanismo para evitar la corrupción de la clase política (poseen el poder) y de los guardianesguerreros (poseen la fuerza)
-Productores: agricultura, caza, comercio, artesanos.(predomina parte concupiscible), deben desarrollar la virtud de
la templanza, la moderación, la contención de los deseos.
-Sólo estos últimos tienen propiedades privadas y esto es porque entre ellos debe reinar la libre competencia que beneficia a
todos; redunda en bien para la polis, producirán más bienes.
Una de las posibles objeciones o dificultades de este modelo podría ser cómo determinar a qué grupo pertenece
cada ciudadano. Al grupo social no se pertenece por origen familiar. Aparece una vez más en Platón, la importancia de la
educación.
La educación estaría a cargo del estado, no de las familias. Y en ese proceso educativo, se iría viendo qué naturaleza tiene
cada uno (qué parte del alma predomina más en cada individuo) y así, se le asignaría una de las tres funciones sociales.
Así debe ser el Estado ideal, el Estado que alcanza una armonía entre sus diversas partes, el Estado que desarrolla
en su conjunto la virtud de la Justicia: los sabios como gobernantes, los fuertes como defensores y el resto al servicio de la
producción económica. No olvidemos que Platón señala, al final de La República, que es consciente de que su reflexión
política se sitúa en el plano utópico y que difícilmente podría llevarse a la práctica; no obstante, supone una crítica feroz a
cualquier forma de gobierno ajena a la auténtica Justicia; es decir, la antigua y despótica tiranía, la democracia que no tiene
en cuenta a los más sabios y virtuosos…
Así, cualquier otra combinación que estropee esa jerarquía de clases alterando sus funciones, que sitúe en el
gobierno bien a los soldados o a los productores, tiene sus consecuencias negativas para el bien común. En un momento
dado, Platón analiza las formas de gobierno de su época y su evolución.
Distingue varios tipos de gobiernos imperfectos según le falten las cualidades del ideal:
* Aristocracia: el gobierno de los mejores, de los que destacan por sus cualidades, por sus virtudes, por el carisma
que les eleva por encima de la mayoría. A juicio de Platón es un buen sistema político, especialmente cuando esa
aristocracia coincide con el gobierno de los más sabios.
* Timocracia: es la perversión de la aristocracia, cuando los más sabios son sustituidos por los más fuertes. Éste es
el gobierno de los militares, los guardianes, que han dejado de realizar su cometido específico y se convierten en los
gobernantes. Se trata de una forma de gobierno muy perjudicial, puesto que impera un orden estricto y una vocación
belicosa que pone en peligro la estabilidad y seguridad de la sociedad.
* Oligarquía: surge cuando los gobernantes se dejan llevar por el afán de la riqueza, es el gobierno de los ricos que
empobrece tremendamente a la sociedad. Aquí se observa claramente cómo el Estado se gobierna siguiendo los intereses
de una minoría codiciosa y corrupta.
* Democracia: es el gobierno del pueblo, que se subleva harto de la pobreza a la que le somete la oligarquía; sin
embargo, el pueblo no es buen gobernante, porque es ignorante y es fácilmente embaucado por los demagogos.
El
recuerdo de los años de la democracia ateniense, posterior al gobierno de los Treinta Tiranos, en la que fue juzgado y
muerto Sócrates, estará siempre presente en Platón como ejemplo de una sociedad injusta y al servicio del oportunismo
demagógico.
* Tiranía: es el gobierno de uno solo, del tirano, que aprovecha la situación de desorden, de libertinaje, en la que
degenera la democracia. No tiene leyes. A juicio de Platón es el peor de los sistemas de gobierno posibles, puesto que toda
una sociedad se encuentra al servicio, y bajo el dominio, de una sola persona que sucumbe fácilmente a la esclavitud de su
ambición y de sus pasiones.
El modelo ideal de Platón es la aristocracia, el gobierno de los mejores (filósofos) que son los únicos que no se
aprovecharán de este poder y buscarían el bien común.
Así define el fin de la sociedad como:
“La felicidad de todos los ciudadanos conseguida mediante la construcción de un Estado justo en el que cada clase se
aplicara a lo que le corresponde por naturaleza”. La justicia es lo que debe regir la organización social; no la felicidad. La
felicidad, entendida como armonía, orden, vendría dada por una organización justa.
Estratificación social, (¿clases?, ¿conservador?, totalitario? “Un mundo feliz” Huxley, crítica de Karl Popper, sociedad
cerrada)
La filosofía política de Platón tendrá tantos adeptos como detractores. Los primeros encuentran en él un modelo de
sociedad conservadora, fiel a unos principios inamovibles, que no otorga el poder al conjunto de los ciudadanos. Los
segundos, especialmente a partir de la edad moderna, consideran que la soberanía popular es irrenunciable y proclaman una
sociedad abierta a la pluralidad y al cambio.
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