San Antonio María Gianelli: Misionero de alma

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San Antonio María Gianelli: Misionero de alma ... y nosotros tras sus huellas
Oración del Movimiento Misionero Gianellino
Padre Bueno, hemos sido llamados para vivir una experiencia de amor bajo el impulso del
Espíritu Santo.
Queremos ser misioneros de verdad como Antonio María Gianelli que peregrinó por las sendas de
las Bienaventuranzas santificándose y santificando.
Fortalécenos Padre Bueno, para que nuestra caridad sea operativa, que nuestra oración se haga
fuego en la acción, que bebiendo de la Palabra de Dios y los Sacramentos podamos participar con
valentía de este envío que es una cuestión de amor y una respuesta de vida para quien quiere
tomarse en serio el Evangelio, y ser signo de alegría y esperanza.
Padre, abrázanos en este estilo Gianellino para que no seamos misioneros de nombre sino que
cada uno de nosotros sepa hacerse “TODO P ARA TODOS”, como María, buscando siempre la
luz de tu Reino para bien de la Iglesia y del mundo entero.
Amén.
El Rostro del Misionero Gianellino
¿Cuáles son los componentes de la fisonomía interior de alguien que está comprometido en la
misión, o cuáles son las características de la espiritualidad misionera?
Para Gianelli, ser misionero quería decir: SER COMO CRISTO
Como Cristo para un fin: salvar al hombre, Como Cristo para una misión, no para una aventura, y
para esto necesitamos la gran confianza de Dios (Artic. I, 1, 3, 5); por la tanto "ser misionero sólo
de nombre no basta" (carta 249).-Es necesario estar impulsados por la caridad, sin ella no hay acción misionera y cuando existe
debe ser operativa. Por eso Gianelli proclama el amor al trabajo (constituciones de las Hijas de
María) del cual parte una seria labor misionera capaz de dar respuesta a nuevas necesidades, pero
para ello es necesario vaciarse de todo la superfluo para responder prontamente, con libertad y sin
ataduras.Gianelli habla de Disponibilidad y responsabilidad, de un servicio a todos, a los más pobres; de
estar guiados por la Palabra y de ser Testigos de la unidad (C.69,70); pide caridad "pacientísima"
(Artic. XIII, 1) y se vislumbra en sus escritos la necesidad de que el misionero tenga un horizonte
amplio y grande como el universo.En fin sólo un hombre movido por el Espíritu que camina por las sendas de las Bienaventuranzas
puede transmitir a otros la Alegría de la Esperanza.- '."
Bajo el impulso del Espíritu
Es el primer rasgo característico. y entre las variadas actividades del Espíritu, podemos hablar de
dos particulares: hacer de un cristiano otro Cristo y darle coraje y discernimiento.La docilidad al Espíritu "compromete a dejarse formar interiormente por Él, con el fin de
transformarse siempre más conforme con Cristo. No se puede testimoniar a Cristo sin reflejar su
imagen, que está viviente en nosotros por la gracia y la acción del Espíritu".El Espíritu Santo es nuestro formador: como educador, nos repite las palabras de Jesús
revelándonos su sentido, conduciéndonos progresivamente a la entera verdad (Juan 14,26; 16,13);
como maestro de obra, nos modela y esculpe, nos talla y nos alisa, para que nos parezcamos a
Jesucristo y podamos decir con San Pablo: "Para mí vivir es Cristo" (Fil.l.21).Pablo se dejó conducir por el Espíritu (en Hechos 20,33, se dice a sí mismo "encadenado por el
Espíritu").Por eso es que ha sido libre en Cristo y puede decirnos: "Dejaos llevar por el Espíritu" y vuestra
vida se parecerá a la de Jesús y será signo del Reino. Puesto que "el futuro del Espíritu es caridad,
alegría, paz, longanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia"
(Gál.5,16.22-23)."La docilidad al Espíritu compromete por lo demás a acoger los dones de coraje y discernimiento,
que son los rasgos esenciales de la espiritualidad misionera"."El caso de los Apóstoles es ejemplar" Eran lentos para comprender y creer y miedosos. "El
Espíritu los transformará en testigos valientes de Cristo y anunciadores esclarecidos de su Palabra.
Es el Espíritu quien los conducirá en los caminos arduos y nuevos de la misión"
"Hoy como ayer, la misión es difícil y compleja; hoy como ayer, requiere el coraje y la luz del
Espíritu.".Dos advertencias a tener en cuenta y seguirlas en consecuencia: rezar y discernir.*"Como ayer, hay que rezar para que Dios nos dé la audacia de proclamar el Evangelio". Rezar y
hacer rezar como pedía Pablo a las comunidades, "luchar" con él en la oración, para que Dios abra
un campo libre a nuestra predicación".-
San Antonio nos exhorta a discernir y tener coraje: "os ruego carísimos, que, os examineis un
poco en la presencia de Dios y ver si en este punto habeis hecho verdaderamente toda clase de
esfuerzos" (carta 249)
.
.
Ser misioneros: ser como Cristo
"La comunión íntima con Cristo es un elemento esencial de la espiritualidad misionera: no se
puede comprender ni vivir la misi6n sin referirse a Cristo como aquel que ha sido enviado para
evangelizar".-
El Espíritu Santo forma en nosotros la imagen de Cristo, o nos forma para que seamos "conformes
a Cristo", Luego la constante referencia para nosotros es Filipenses 2,5-8: enviados como El,
debemos "tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús: El que siendo de condición divina, no
consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se
anonadó así mismo tomando la condición de esclavo y haciéndose semejante a los hombres, y
presentándose con aspecto humano se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de
cruz",-
El misionero Francisco de Sales comenta este texto en el Tratado del Amor de Dios (Libro X
Cap,17): "...porque se abandonó a sí mismo para venir a nuestra humanidad, se despojó de su
grandeza y su gloria, se bajó del trono de su gloria y grandeza, para llenarnos de su Divinidad”.
Eso es lo que llama “éxtasis", salir de sí. Es el movimiento del amor: "para que no vivamos sino
para El" (2Cor,5,15),-
“El Señor llama siempre a compartir con los otros los bienes que tenemos, comenzando por el
más precioso, el de la Fe. Es a la luz de este imperativo misionero que se deberá apreciar el valor
de los organismos de los movimientos, de las parroquias y de las obras de apostolado de la
Iglesia" (RM,49),-
Este salir de nosotros mismos nos conduce por un camino que llega al pie de la Cruz, ahí donde
Jesús "no se pertenece más", está enteramente "despojado' y enteramente "entregado", Por amor:
"...tanto el amor del hombre arrebató a Dios y lo llevó al éxtasis!",-
San Antonio Gianelli le pide al misionero renunciar a sí mismo ya todo lo que posee hasta
entonces, y “HACERSE TODO A TODOS" en la pobreza que lo hace libre para el Evangelio, en
el desprendimiento de las personas y de los bienes de su medio para hacerse hermano de aquellos
a los que es enviado y llevarles a Cristo Salvador. A eso tiende la espiritualidad del misionero:
"Me hice débil con los débiles, me hice todo a todos para salvar a algunos, y todo eso lo hago a
causa del Evangelio..." (1 Cor.9,22-23).-
Si ensayamos vivir a la manera de Cristo enviado y según su Espíritu, experimentaremos la
reconfortante presencia de ese Cristo que nos acompaña en todo instante de nuestra vida: "No
temas... estoy contigo" (Hechos 18,9-10).-
"El Señor es mi pastor, nada me falta...
aunque pase por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal
porque tú estás conmigo"
(Salmo 22/23).-
Otra fuente de animación nos es develada al fin del n° 88 de la Encíclica: "Cristo nos espera en el
corazón de todo hombre y de todo pueblo". Seguros con esta certeza, podemos ir con confianza a
este encuentro con Él. “El Maestro está allí y te llama" (Juan 11,28). Sal pues para encontrarlo en
ese niño, en esa mujer, en ese hombre, en ese pueblo: está allí y te espera!
La caridad debe ser operativa
Estamos llamados a "amar a la Iglesia ya los hombres como Jesús los am6”. Basta interiorizarnos
y mirarnos en esa luz, para reconocer lo que debemos cambiar, con la fuerza del Espíritu Santo.
La espiritualidad misionera está caracterizada igualmente por la caridad apostólica, la de Cristo
que vino "para juntar en la unidad a los hijos de Dios dispersos" (Juan 11,52), la del Buen Pastor
que “conoce a sus ovejas, que las busca y por ellas ofrece su vida” (Juan 10). Quien tiene espíritu
misionero experimenta el mismo amor de Cristo por las almas y ama a la Iglesia como Cristo.-
-Amor a los hombres. El texto nos ayuda a no permanecer en las nubes, sino a vivir un amor
concreto cuyas cualidades son las "de la caridad misma de Cristo”. El amor de Jesús penetra en
profundidad: El que conoce "lo que hay en el hombre" (Juan 2,25) amaba a todos los hombres
ofreciéndoles la redención y sufría cuando se rechazaba la salvación.-
Para ser creíbles en nuestro anuncio, debemos procurar amar con el corazón de Cristo, con un
amor gratuito y universal: "el misionero es el hombre de la caridad: para poder anunciar a cada
uno de sus hermanos que es amado por Dios y que puede él mismo amar, debe dar prueba de
caridad hacia todos, dispensando su vida para su prójimo. El misionero es el "hermano universal",
lleva en él el espíritu de la Iglesia, su apertura y su interés hacia todos los pueblos y todos los
hombres, especialmente los más pequeños y los más pobres. Como tal, sobrepasa las fronteras y
las divisiones de raza, de casta o de ideología: es digno del amor de Dios en el mundo, es decir del
amor sin ninguna exclusión ni preferencia".-
Gianelli expresa: "cuantas cosas se harían si tuviéramos la verdadera caridad, cosas que ahora no
se hacen porque nos falta y nos imaginamos que no podemos" (carta 249).-
"Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella" (Ef.5,25). Este amor que llega hasta el Don de la
vida, es para él un punto de referencia. Solamente un profundo amor por la Iglesia puede sostener
el celo del misionero; su obsesión cotidiana es -como dice San Pablo- "el cuidado de todas la
Iglesias" (2 Cor.11,28). Para todo misionero, "la fidelidad a Cristo es inseparable de la fidelidad a
la Iglesia" (PO.14).El amor a la Iglesia se expresa en particular por la comunión de cada misionero con los pastores
queridos por Cristo y con los otros miembros del Cuerpo de Cristo extendidos por todo el mundo.
"Evangelii nuntiandi" recordaba (n°60) que "evangelizar no es para nadie un acto individual y
aislado" aún cuando se esté lejos de todo, en un "rincón perdido" o escondido, solitario, en un
medio no creyente o en
medio de creyentes de otras religiones. Nuestra presencia y nuestra palabra son siempre "un acto
de Iglesia".-
Santificarse santificando
N o se puede extrañar en leer, en el último número del capítulo consagrado a la espiritualidad
misionera, que "el verdadero misionero, es el santo" y que el vínculo entre la santidad y la misión
no es fortuito ni ocasional, sino fundamental y permanente.-
"El llamado a la misión deriva naturalmente del llamado a la santidad" puesto que éste está
enraizado con la gracia del Bautismo y que no puede vivirse plenamente su Bautismo, no siendo
misionero: "La vocación cristiana es también por naturaleza vocación al apostolado" (AA.2) ¿y el
apostolado primordial no es acaso dar testimonio de la santidad de Dios, es decir del "amor
perfecto"? .-
"Revestidos de Jesucristo y abrevados por su Espíritu, los cristianos son "santos" y son por ese
hecho, habilitados y comprometidos a manifestar la santidad de su ser en la santidad de todo su
obrar" (Christifideles laici, 16).-
San Antonio María Gianelli ya había hablado y con firmeza sobre este punto: "La santidad
consiste en hacer la Voluntad de Dios. Quien la hace mejor es más perfecto" (Carta 372 a las hijas
de María 21/12/1845).-
"Todo misionero no lo es auténticamente sino cuando se compromete en el camino de la santidad"
Porque ¿cómo podría testimoniar una realidad que no vive?.
Sin ninguna duda "la vocación universal a la santidad está estrechamente ligada a la vocación
universal a la misión: todo fiel está llamado a la santidad ya la misión" y la encíclica puede
afirmar que "la espiritualidad misionera de la Iglesia es un camino hacia la santidad".-
En efecto, dejarse conducir por el Espíritu, vivir el misterio de Cristo, enviado, amar a los
hombres y a la Iglesia como Cristo los ama, es marchar hacia el Reino definitivo y ser ya en este
mundo un signo de este Reino.-
Acojamos una vez más el llamado a la santidad para que la misión encuentre, gracias a nosotros
un renovado impulso. Al mismo tiempo que adaptamos y renovamos nuestros métodos pastorales,
que organizamos y coordinamos mejor las fuerzas de nuestra Iglesia, que exploramos los
fundamentos bíblicos y teológicos de la Fe, suscitemos alrededor nuestro un nuevo "impulso de
santidad".-
Para eso, "recordemos el impulso misionero de las primeras comunidades cristianas”. A pesar de
la pobreza de los medios de transporte y de comunicaciones de entonces, el anuncio del Evangelio
llegó en poco tiempo a los límites del mundo. Se trataba de la religión de un Hombre muerto en
cruz “escándalo para los judios y locura para los paganos" (1 Cor 1,12). En la base de ese
dinamismo misionero, estaba la santidad de los primeros cristianos y de las primeras
comunidades.
Orar y actuar
San Pablo es un contemplativo (cf. Ef 1,3-14: meditación sobre el plan divino de salvación; 3,1421: su oración al Padre; Col.1,3-14: reconocimiento del amor gratuito del Padre, además (1,15-20)
el primado de Jesucristo...). Por eso es un gran activo, el tipo del misionero siempre alerta, cuyo
corazón junta todas las
Iglesias. Movido por la fuerza "estática" del amor que acoge en él, puede decir: "Vivo yo, no ya
yo, sino que Cristo vive en mí" (Gál.1,21).-
El misionero debe ser "un contemplativo en acción". El halla respuesta a los problemas a la luz de
la Palabra de Dios y con la oración personal y comunitaria.-
El misionero, si no es contemplativo, no puede anunciar a Cristo de modo creíble. El misionero es
un testigo de la experiencia de Dios y debe poder decir como los Apóstoles: "Lo que
contemplamos... acerca de la Palabra de vida... os lo anunciamos" (1Jn 1,1-3) (RM,91).-
Es en la oración que aprendemos a hacer bien lo que hacemos, Antonio Gianelli la vivía y así lo
decía:
"Ea, Hermanos e Hijos Carísimos! Como estamos unidos con el cuerpo y con las palabras,
estémoslo así espiritualmente con la oración y con todas nuestras fuerzas. Busquemos, obremos,
persigamos la que conocemos. La virtud unida es más fuerte. Una cuerda hecha de tres cabos
difícilmente se parte: jCuánto más difícilmente si los cabos son muchos! "
Si, cuando dos de entre vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran
pedir, ésta se la concederá mi Padre", ¿qué sucederá en nuestro caso? "Si Dios está con nosotros,
¿quién estará contra nosotros".
Se dará ciertamente la lucha contra la carne y los príncipes de las tinieblas, porque "todos los que
quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos". Pero nuestro Dios fiel, a quien
servir es reinar, no permitirá que seamos tentados, con la tentación nos dará la fuerza para salir
airosos.
El tiempo es breve: "mientras tenemos tiempo obremos el bien.
Viene el fin, viene el fin, y la noche en que nadie puede obrar. La mies es mucha, y ya blanquea,
pero los obreros son pocos. Roguemos al Dueño de la mies para que mande obreros a su mies.
Nosotros, entretanto, fortalezcámonos mutuamente con el vínculo de la paz y de la unidad y de la
fe que obra por medio de la caridad. Seamos fuertes y obremos, para que cuando aparezca el
supremo Pastor recibamos la corona de gloria que no se marchita."
(Cartas pastorales pag.94 "Alocución")
El camino de las Bienaventuranzas
Las bienaventuranzas son como la carta del Reino que Jesús vino a anunciar ya inaugurar, un
Reino "cuya naturaleza es la comunión de todos los seres humanos entre ellos y con Dios"
(RM.15)."Los discípulos se dieron cuenta que el Reino está ya presente en la persona de Jesús y que se
instaura poco a poco en el hombre y en el mundo por un vínculo misterioso con él" (RM.16).Como en Jesús hay "identidad entre el mensaje y el mensajero", se puede decir que es Él el
primero y plenamente "el Hombre de las Bienaventuranzas" y el mismo Reino: "El Reino de Dios
no es un concepto, una doctrina, un programa que se pueda elaborar libremente, sino que es ante
todo una Persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible"
(RM.18).La Iglesia, y cada uno de nosotros en ella, está al servicio del Reino.Así es que estamos llamados a vivir las Bienaventuranzas que anunciamos, para que, cada vez
más en nosotros, como en Jesús, haya identidad entre el mensaje y el mensajero, entre el decir, el
obrar y el hacer (RM.13).
Sabemos que en nosotros siempre subsistirá un desajuste: esto nos obliga a la humildad ya la
permanente conversión.
Incluso el mismo San Antonio Gianelli nos invitaría a vivir este camino de crecimiento espiritual
diciéndonos: "Pongámonos, pues, a la obra con espíritu no solo voluntarioso sino Jovial”
(CP.pag.84)."El misionero es el hombre de las Bienaventuranzas”. Jesús instruye a los Doce antes de
mandarlos a evangelizar, indicándoles los caminos de la misión: pobreza, mansedumbre,
aceptación de los sufrimientos y persecuciones, deseo de justicia y paz, caridad; es decir les indica
precisamente las Bienaventuranzas, practicadas en la vida apostólica (Mat.5,1-12) Viviendo las
Bienaventuranzas el misionero experimenta y demuestra concretamente que el Reino de Dios ya
ha venido y que él lo ha acogido" (RM.9.1).La alegría de la esperanza
Conscientes del don gratuito de la Fe y reconocidos por ese regalo maravilloso, recibimos un
gozo que nadie nos podrá quitar (cf Jn 16,22). Cuántos niños, jóvenes y adultos han testimoniado
desde hace 2000 años, a veces hasta con la muerte, que Jesús y su Reino valen infinitamente más
que todos los honores y todas las riquezas, más que la vida misma.El gozo del testigo, del misionero es el signo del que "encontró la perla" del Reino (Mt.13,44-45)
y que vale la pena comprometer toda su vida para que otros hagan el mismo descubrimiento.Terminando su exhortación, Pablo VI animaba a cada uno a dar este testimonio alrededor suyo:
"Guardemos la dulce y reconfortante alegría de evangelizar, aún cuando hay que sembrar entre
lágrimas... Que sea para nosotros... un empuje interior que nada ni nadie sabrá extinguir. Que esto
sea el gran gozo de nuestras vidas entregadas" (EN.80).- Con este toque también Juan Pablo II
concluye el retrato del misionero: “La característica de toda vida misionera auténtica es la alegría
interior que viene de la Fe" (RM.91). Para que la esperanza no sea engañosa, necesitamos aquí
mismo tener compañeros, solidarios de aquellos cuyo horizonte es el más limitado: "cercanos a
todos, sabed escuchar particularmente los llamados de los que están desprovistos o desorientados,
de aquellos para los que la esperanza parece imposible, de aquellos para los que la paz parece
inaccesible" (Juan Pablo II en Annecy, 7 de octubre de 1986).Así estamos convidados a un examen de conciencia final que religue esperanza, fe y caridad: "Fiel
al espíritu de las Bienaventuranzas, la Iglesia está llamada a compartir con los pobres y oprimidos
de toda clase. Por eso es que exhorta a todos los discípulos de Cristo ya todas las comunidades
cristianas, a las familias ya las diócesis, a las parroquias e Institutos religiosos, a hacer una sincera
revisión de vida, en el sentido de la solidaridad con los pobres... El amor es lo que constituye el
motor de la misión" (RM.60), y para terminar podríamos decir junto con Antonio Gianelli que "lo
que a nosotros nos interesa es hacer el bien" (E.2 carta 200 a la M. Simonetti).San Antonio María Gianelli: Misionero de alma
... y nosotros tras sus huellas
Para Gianelli, la misión es el KAIROS. El momento de gracia por excelencia, el medio y el
momento privilegiado para reconciliar el hombre con Dios. Atestigua Antonio Rivara, uno de sus
más intrépidos colaboradores en las misiones del bobiense: "Estaba movido por la máxima de que
al jabalí, para cogerlo bien y exterminarlo, hay que sorprenderlo y molestarlo en su mísma
guarida. y por esto a llevar la Palabra de Dios por todas partes..." (Memorias p. 388).
Al Ecónomo de Otone, para los ejercicios en la Parroquia di Cerreto: "Hijitos si no atacamos con
las confesiones generales, especialmente la juventud, las mujeres que no se confesaron nunca y
los hombres de cualquier edad, no hacemos nada de bien, o por lo menos poco. Veintiséis años de
experiencia me hicieron conocer algo..." (18-4-39).
Palabra de Dios y Sacramentos. Predicaciones y confesiones. Confrontación con la verdad y
reconciliación. Púlpito y confesionario: medios privilegiados para llevar la salvación.
La misión: momento fuerte y exclusivo para el ejercicio de estos medios.
De aquí nace su pasión, por las misiones.
Su reposo eran las misiones que llamaba su “descanso”. Hablaba de ellas a los sacerdotes ya los
conocidos con tanto celo y transporte como para encender su deseo".
Dice todavía Rivara: Con frecuencia, en las correrías apostólicas entre los montes, hablaba a los
misioneros, del paraíso.
“Cristo, por valles y quebradas buscaba la ovejita descarnada...” este era el objeto de toda su
misión. “¿Y entonces?, Imitarlo en esta solicitud, insistir a costa de cualquier sacrificio e
incomodidad, a costa también de la vida. Todo esto no puede menos que asegurarnos el paraíso"
(Memorias 388-406).
"Todo espíritu, todo fervor, todo humildad, incansable en las sagradas funciones y en la
predicación, pasaba el resto del tiempo, sin excluir la noche, escuchando las confesiones
sacramentales, olvidando con frecuencia la comida y el necesario reposo” (Gaceta de Parma -supl.
n.41,14-06.1843- Missione di Borgotaro).
Este era el espíritu que animaba a Gianelli, es decir "la caridad redentiva" que suministra las
fuerzas y hace suaves y ligeras las fatigas que se encuentran para la gloria de Dios y el bien de los
hermanos.
Escuchémoslo de sus mismas palabras: "ser misionero. sólo de nombre. no basta. Es necesario
tener el espíritu. el cual. siendo CARIDAD. suele ser. mejor dicho. debe ser operativo. ¡Cuántas
más cosas se harían si tuviésemos la caridad!" (Enero 1843).
"No sé como un verdadero ligoriano puede vivir sin hacer, por lo menos, una misión al año. El
que no se compromete verdaderamente para ir en misión, me parece que no puede ser verdadero
misionero. A quitar todo escrúpulo a los párrocos (lo digo porque lo creo) en las misiones
adquirirán tanto espíritu para gobernar bien la propia grey, de modo que, tanto la grey como el
pastor, estarán bien, pero bien!. Estoy tan persuadido de esto que deseo que sean buenos
misioneros todos mis párrocos y hagan más de una misión en el año, también fuera de la Diócesis.
En resumidas cuentas, creo que quien no tiene espíritu de misión, no tiene espíritu de sacerdocio,
o por lo menos, tiene poco, poco. Pido a Dios os bendiga y os llene de su espíritu" (4-1-1845)
En 1842 había sido reelegido superior de los Ligorianos. Escribe a los suyos para agradecerles,
para animarles, pero también para expresar algún temor. Teme por el futuro de la Congregación
porque: a) es demasiado numerosa; b) no todos muestran espíritu verdaderamente apostólico y de
misionero. "Creo oportuno exhortaros a darme una mano y estrecharnos en el mismo compromiso
y buscar hacer algún bien...”
Yo propondría (si la Congregación lo aprueba) interpelar de viva voz a los presentes, y por escrito
a los ausentes, a manifestar con los hechos si aman verdaderamente ser de los nuestros... Bien veo
que una tal determinación llevará ala pérdida de algún socio. y menos mal... Es mejor ser pocos y
decididos que muchos e inertes. El soldado que no combate es de mucho impedimento a los
valientes" (23-1-1842).
El misionero no se improvisa. La gracia debe tocarlo profundamente, pero él debe colaborar
decididamente con la gracia. antes y durante la misión. "Preparémonos con el estudio. con la
oración. removiendo lazos y también con un buen capital de paciencia".
COMO VIVÍA Y CÓMO ENSEÑABA VIVIR EL TIEMPO DE MISIÓN
1. Con la oración. "Durante el viaje dirigía la meditación... después recitación de las Horas.
Después de comer, siempre de viaje, rezo del Rosario..." .Con frecuencia, durante la misión,
pasaba aquel poco de tiempo que le quedaba de la noche, en oración y en ásperas penitencias.
Sabía muy bien que es solamente El, el que cambia los corazones.
En 1841, escribía al Cardenal Tadini, sobre la misión de Varese: “espigas y me escriben que
continúa la mies en abundancia. En cuanto a Varese, la necesidad era tal que algunos no habían
visto los sacramentos hacía diez, veinte... años, y algunos ya habían perdido la memoria. Muchos
vinieron. Otros no. ES NECESARIO REZAR TANTO" (4-10-1841)
2. Con espíritu de sacrificio "Es un misionero muy mezquino el que va a las misiones sólo cuando
está libre de todo obstáculo y cuando la misión no le ha de costar ningún sacrificio. Yo creo que
un tal, no merece el nombre de misionero” (23-1-1842).
Con austeridad y espíritu de penitencia. "En el comer era todo atención para los demás con ningún
cuidado para si mismo. Abreviaba todo lo posible el tiempo del almuerzo y de la cena.
Renunciaba a las breves recreaciones para atender la correspondencia y los empeños de la
Diócesis”.
A veces no tocaba la cama por todo el tiempo de la misión, como sucedió en 1833, en Santo
Stefano D' Aveto. Alguno más curioso quiso ver lo que hacía. Rezaba y se disciplinaba
3. En simplicidad y pobreza Su vestido en la misión era la misma sotana que llevaba de simple
sacerdote o
de Misionero Rural en la Congregación de Génova. Su único distintivo era la cruz pectoral. Al
rector de Canale anuncia el arrivo de los misioneros: "prepare el alojamiento, se entiende de
pobres misioneros”(2-9-43).
4. En silencio "La habitación de los misioneros... incomoda por la lejanía de la Iglesia, pero muy
apta por la división de las habitaciones y por la quietud y soledad" (Relaz. miss. di. Pegli). Dice
Antonio Rivara: "En misión, recomendaba sumamente el silencio. Decía que de esto procede todo
el fruto de la misión" (Memorias p. 406)
5. Con una conducta edificante "... recomiendo aquella conducta irreprensible y edificante que los
buenos misioneros deben tener en todo tiempo y lugar" (enero 1843).
"Su vida en las misiones era coeteris forma vivendi y mientras exigía observancia y asiduidad a
los compromisos del sagrado ministerio y compostura y ejemplaridad, era al mismo tiempo, jovial
y dulcísimo, y vigilaba..." (Luxardo p.293).
6. En caridad y celo "crezcamos en el celo y en la caridad hacia Dios y las pobres almas, y todos
los obstáculos se acabarán" (23-1-42). En la relación de la misión de Pegli, pone fuertemente en
evidencia, que el fruto de la misión, después de la gracia de Dios, se debió a la concordia, a la
observancia y al celo con que habían trabajado los misioneros.
7. En la concordia y en el amor fraterno "Ansioso de que los misioneros no sucumbiesen bajo el
peso de las excesivas fatigas, no sólo los advertía sino que el mismo los dispensaba algunas veces
del rezo de una parte de las Horas Canónicas para que tuviesen el necesario reposo" (Luxardo
294).
Sabia crear el clima apropiado, hecho de cordialidad, de confianza y de alegría.
Antonio Gianelli soñó establecer grupos de misioneros
que fueran por las montañas ayudando a los párrocos...
Antonio Gianelli, Obispo y misionero
está retratado todo entero
en este último sueño y en este último gesto.
Este era su estilo...
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