CARTA A EUSKITZE ROSSO (TXIKI) Acabo de llegar a casa de los pirineos aragoneses, al empezar a escribir estas líneas, mejor dicho, estos sentimientos, ya que se me iluminan los ojos y falta poco para que las lágrimas fluyan, porque por muy distinto a los otros perros que seas, los homenajes para tí también llegan, como con el otoño las hojas caducan. Me estoy dando cuenta de que somos diez años más viejos, desde que nos conocimos allá por el verano del 2000, en el que tú empezabas a abrir los ojos y yo caí, por suerte, por casa de tu criador. Tu padre estaba allí, en la perrera de vacaciones de verano y la mirada de tu madre, me cautivó ya que no todos los setters sois capaces de expresar con ella, esa dulzura de vuestro carácter. Me gustaron tanto tus padres que se lo hice saber a Roberto, tu criador, y me propuse comprar un cachorro que parecíais estar todos vendidos…pero, cosas del destino, fueron las que hicieron cambiar de “reserva” a algún futuro propietario y me hicieron saber, que si quería, disponía de un machito. Llegó el día de tu cambio de hogar y fuisteis dos los ofrecidos para por mí ser elegidos, un blanco naranja y un tricolor y ya que me pareciste tener mejor morfología y carácter más equilibrado, por mucho que mis amigos me aconsejasen por tu hermano (que no paraba de un lado a otro), me pareció ver en tí la misma mirada inteligente de tu madre y nunca me arrepentí de haberte elegido. Como tantos otros cachorros, pasaste muchas horas en la cocina del caserío, entre la que ya era tu nueva familia. Siempre recordaré como mirabas atento la televisión, o eras capaz a los pocos días, de distinguir de entre todos nosotros, la voz de nuestra querida madre, al asociarla con algún trozo de carne, queso, etc. y fuiste, como todos mis perros, el mimado durante algún tiempo. Pronto me fui dando cuenta de tus cualidades, ya que cuando empecé a ponerte alguna codornicilla, eras capaz de hacer todo el trayecto por el que yo había ido a sembrar a una velocidad nunca vista en otro perro, sin desviarte un milímetro de la trayectoria, hasta que la ponías desde muy “txikito” en unas posturas que en tí eran innatas y reflejabas, todo lo que muchas veces se lee pero se aprende cuando uno tiene la suerte de compartir vivencias con un ejemplar como tú. A medida que ibas creciendo supe que hacían falta buenos pulmones y mejores piernas para no quedar rezagado cuando salíamos al monte y fuiste el artífice, junto con mi mujer, de que me olvidase, para siempre, de los purillos que tan a gusto fumaba. Hice saber a Roberto, tu criador, que tenía un ejemplar que me encantaba por su fácil movimiento, pasión y mentalidad y siempre nos despedíamos con un “habrá que verlo”. Tuve que “reciclarme” y plantearme el hecho de inscribirnos al curso de adiestramiento de la federación española de caza, en el cual, fuimos alumnos y dejaste tu impronta, ya que allí empezaron, las importantes sumas de dinero que me ofrecían por ti. Te presenté al PAN de la monográfica del setter 2001 celebrada en Muskiz, juzgada por Fernando Moro y Lorenzo Urra y no pasaste desapercibido, en una campa pequeñita de la que, saliste, anduviste por entre el público, te perdiste por una vaguada y mostraste una codorniz en tus siempre bellas posturas setter, respetando vuelo y tiro. (No en vano, acudíamos al curso de la federación). Una vez te recogí, tuvimos que volver pronto a casa, como le prometí a mi mujer y ella, en el camino, me contaba alucinada que varias personas le habían ido a preguntar de dónde éramos y cómo me llamaba. Y una vez más, me hiciste sentirme orgulloso de tí. Me llamó Roberto y me hizo saber que tenía excelentes informes de tí y aquel “habrá que verlo” de las despedidas, se convirtió en un ¿qué haces este fin de semana?.... Me tocaba ir a Castillejo de Robledo y allí fueron tus criadores, Roberto y Tomás a verte. Después de oir los comentarios de todos mis compañeros de curso sobre tí, llegó la hora de soltarte. Saliste y …”si te he visto, no me acuerdo”. Ibamos Roberto y yo campo adelante y sentí como tu criador gozaba de lo que veía y repetía “ya está en la gran busca, menudo movimiento, menudos controles…” Tras muchos gritos, pitidos y demás, logramos atarte y empezaron las noches de insomnio… El entonces tu criador y presidente del setter club, quería recuperarte y enseguida hizo saber a los profesores del curso, Amando y Ricardo que tú volabas alto y que ni te tocaran! Había varias proposiciones para que iniciases el adiestramiento para competir pero a mí no me convencía del todo; el alto coste económico, el posible tratamiento a base de corticoides y anabolizantes, las recientes bajas (del setter herededado de mi abuelo y la deutsch drahthaar) y sobre todo, el tener que deshacerme de ti, entonces, mi único perro, razones por las que decidí siguieses conmigo. Le dí mi palabra a Roberto de que si te dejaba en manos ajenas, sería en las suyas y que estuviese tranquilo. Y seguían las noches largas de insomnio… Acudimos a Andalucía a ver las pruebas de primavera y perrear perdices cuando un día, por la mañana, al desayunar, vemos pasar un setter blanco-hígado por la carretera que parecía perdido. Lo pudimos amarrar y nos dedicamos a encontrar a su propietario. Después de varias llamadas telefónicas, resultó ser de Ernesto Pezzota, el cual, ya volvía a tierras italianas y se encontraba en Barcelona, sin darse cuenta de que le faltaba un perro. Regresó a por él y muy amablemente, nos invitó a cenar a cinco compañeros que gozábamos de las perdices andaluzas. Típicas preguntas sobre nuestros perros desembocaron en hacerle saber que entre todos, había uno que daba la nota y eras tú. Después de que te viera, insistía una y otra vez, que te ibas con él a Italia y que cuánto pedía por tí, ya que eras un perro ganador y yo me decía…. ahora que los italianos venden a sus “campeones”… ¿te quieren comprar a tí? (y no me extrañaba). Me acordaba de las palabras de Roberto “he visto miles de perros pero ninguno con este movimiento”. Pezzota lo corroboraba. Hacía tiempo que yo ya había tomado mi decisión acerca de tí y dormía a pierna suelta. Me dedico a cazar y gozar de tí, dejando atrás ofertas económicas, competiciones y demás. Tú, que desde el primer año me cazaste como un veterano, a menudo al límite de la desesperación de mi padre, pero siempre en contacto con nosotros, en tus diez temporadas de caza y cientos de becadas mostradas, no te recuerdo una mentira. Eres el perro más limpio que ha pasado ante mis ojos, una rebusca espectacular entre el boj del pirineo aragonés, husmeando cabeza en alto las posibles direcciones de huída y enfilando siempre en la correcta. Eres capaz de encontrarlas antes de que yo recupere el aliento y la respiración para llegar a tus, casi siempre, muestras lejanas y capaz de blocar a toda becada, si no fuera por el collar ése “de moda” que te pongo al empezar las cacerías, sin el cual, sería difícil encontrar tus posturas. Qué fácil es matarte la becada una vez se llega a tu muestra y cuántas he podido hacerlo al suelo, de no ser por la pena que me daban ellas, las damas, y ahora que te empiezo a dejar en casa, dosificándote, recuerdo lo bueno que eres, ya que tus compañeros de perrera, ni me encuentran ni me blocan, como lo haces tú. Aunque a veces no me acompañes, siempre te tengo en la memoria ya que siento tu falta en cuanto llego al monte y lo haré durante toda mi vida de cazador de becadas. Tú eres mi sueño hecho realidad, aquel perro que añoramos todo cazador de becadas. Gracias Txiki por enseñarme a cazarlas cuando creía saberlo todo sobre ellas. Gracias Txiki, porque no me hace falta leer “el estándar del setter” después de conocerte. Gracias por tu afecto y tu paciencia para conmigo. Gracias por esperarme tantas veces hasta llegar a tí y poder disfrutar los dos de la dama y compartirla conmigo. Seguiremos juntos cazando y disfrutando de la becada, fin para el que los setters fuisteis creados, Por y Para la Caza.