LA FÍSICA DE FLUIDOS AYUDA A PREVENIR CATÁSTROFES COMO LA DE LA MECA El 12 de enero de 2006 murieron 345 personas y casi 300 más resultaron heridas en la ciudad de La Meca, en el transcurso del famoso ritual de peregrinaje islámico, que concluye con el rito del apedreamiento a las columnas del diablo. La causa fue una mortal estampida, la más grave registrada desde 1990, fecha en que murieron 1.400 peregrinos en las mismas circunstancias. Estas tragedias han llevado al Gobierno de Arabia Saudí a buscar soluciones. El año pasado ya anunció que se ensancharía el puente de Jamarat, una entrada a la ciudad con forma de cuello de botella y con la anchura de una autopista de ocho carriles, por la que pasan miles de peregrinos en ambas direcciones. Pero, además se ha buscado otra solución, en este caso en una rama del conocimiento que podría parecer muy remota: la física de fluidos. Así, las autoridades saudíes han colaborado con la Universidad alemana de Dresde para analizar y comprender las reacciones que se suceden en las aglomeraciones humanas, con los mismos métodos que se emplean para comprender el comportamiento de los fluidos en diversas situaciones. Con este fin, un equipo de físicos de dicha universidad elaboraron un software de reconocimiento visual de imágenes para rastrear y medir el movimiento de los individuos en la aglomeración del 12 de enero de 2006, tratando así de desvelar el proceso que llevó a la tragedia. Posteriormente, visualizaron docenas de veces los vídeos de la catástrofe. Investigaciones anteriores habían revelado que los transeúntes, en condiciones normales, repiten patrones ordenados de desplazamiento, como marcar vías de direcciones opuestas para no chocar con la gente que viene de frente. La investigación actual, descrita en el informe The Dynamics of Crowd Disasters: An Empirical Study, utilizó un algoritmo informático para medir la velocidad y el movimiento direccional de la multitud antes y durante la estampida. Reveló que, cuando la agrupación se va densificando, se sigue un patrón de parada-movimiento que se va extendiendo en oleadas (como sucede en un atasco de coches en la carretera). Pero, en situaciones críticas, por ejemplo, cuando ya no se pueden mover, comienza a cundir el pánico, y entonces los patrones de movimiento se vuelven aleatorios, como los de cualquier líquido sometido a una turbulencia.