“El planteamiento monista de las medidas de seguridad nace de Ferri con la idea de los sustitutivos penales” (clase de criminología del 12/12/09) Enrico Ferri (1856-1929) El derecho penal no solo es un medio de represión (carácter retributivo de la pena), sino también un medio de prevención y lucha contra la delincuencia (carácter preventivo especial o general). Si esta doble tarea se lleva a cabo solamente con la aplicación de un solo medio, con la pena, se habla de derecho penal monista, por el contrario se habla de derecho penal dualista cuando junto a la pena se aplican otras medidas de distinta naturaleza a las que se las llama medidas de seguridad o corrección. Ferri entiende los sustitutivos penales como el conjunto de medidas que debían adoptarse para prevenir la delincuencia. Junto con su maestreo PIETRO ELLERO (al que sustituyo en 1879 como catedrático 3 años después de haber salido de la facultad como estudiante) dice que es más importante y preferible prevenir antes de que actúe “ese ser peligroso” y sacarlo de la circulación, que reprimir. Para el positivismo criminológico del siglo XIX, las penas alternativas a la prisión, más allá de los presupuestos humanísticos de la pena, son reflejos de las alteraciones que el Estado viene sufriendo respecto de sus concepciones sobre el sistema de justicia penal y los fines de la pena en una sociedad compleja y llena de variaciones. Los positivistas consideran ineficaces a las penas y se plantean numerosos sustitutivos: religiosos, médicos, psicológicos, etcétera. Para Ferri estos sustitutivos no eran consecuencia de la responsabilidad del individuo culpable por la comisión de un delito, sino que se basaban en las propias características de su autor. “Son instituciones que se aplican al autor de un acto no por el carácter antisocial de este mismo acto y el grado de culpabilidad individual, sino porque la comisión de este acto antisocial traduce tendencias patológicas existentes en el individuo”. Este autor nunca distinguió entre imputables e inimputables, debido a que reemplazaba el concepto de culpabilidad de la Escuela Clásica por el de peligrosidad, entendiéndola como la relevante posibilidad de volverse autor de un delito. La consecuencia más importante que extrajo Ferri para su discurso jurídico fue la de que la función del sistema penal debía ser la defensa social llevada a cabo mediante "medidas" nombre con el cual rebautizaba a las penas y les ocultaba su carácter doloroso y sus límites que no debían reconocer otro criterio limitativo que la "peligrosidad del autor". Como esta "peligrosidad" era natural y podía reconocerse antes de que el sujeto cometiese cualquier delito, era posible imponer estas penas sin necesidad de esperar la comisión de un delito, lo que generó todo un movimiento de leyes de "peligrosidad sin delito" aplicadas arbitrariamente a cuanto marginado fuese considerado como fastidioso o incómodo”.