Circuncisión masculina y femenina Dr. Sami Aldeeb 2003 asldeeb@bluewin.ch www.sami-aldeeb.com (Quiero expresar mi agradecimiento a D. Manuel Vázquez Caruncho por la traducción de este artículo) Tras siete años de investigación, utilizando 600 fuentes de información en cinco lenguas, publiqué un libro en árabe, francés e inglés «La circuncisión masculina y femenina entre los judíos, cristianos y musulmanes: el debate religioso, médico, social y legal». Hay cuatro niveles de gravedad en la circuncisión femenina: extirpación del prepucio, extirpación del prepucio y de parte, o de todo, el clítoris, extirpación del prepucio y de parte, o de todo, el clítoris con extirpación parcial o total de los labios menores, extirpación de parte o de la totalidad de los genitales externos con sutura de los mismos y la consiguiente estrechez de la abertura vaginal. Este último grado, llamado infibulación, afecta entre el 15 y el 20% de las mujeres circuncidadas. La circuncisión femenina, en cualquiera de sus cuatro grados, es practicada anualmente en cerca de dos millones de mujeres, fundamentalmente africanas y musulmanas. En los siglos XIX y XX también se practicaba la circuncisión femenina en los países occidentales, de manera notable en EEUU, para prevenir la masturbación, la histeria, los excesos sexuales, etc. Incluso hoy en día, algunas mujeres blancas son circuncidadas (por extirpación del prepucio) para ¡aumentar el placer sexual! La circuncisión masculina también se puede dividir en cuatro niveles de gravedad: extirpación parcial o total de la piel del pene que sobresale del glande (llamada prepucio), extirpación del prepucio y del revestimiento interno del mismo (tal y como la practican los judíos), extirpación total de la piel del pene y, a veces, del escroto y del pubis (practicada por algunas tribus de África y Arabia del sur), y abrir el conducto urinario desde el escroto hasta el glande, de modo que se crea una abertura que semeja la vagina femenina. Llamada subincisión, este tipo de circuncisión se practica todavía por los aborígenes australianos. La circuncisión masculina, en cualquiera de sus cuatro variedades, se practica en unos trece millones de niños cada año, fundamentalmente musulmanes y judíos. Algunos cristianos también practican la circuncisión masculina, como en Egipto, Etiopía y EEUU. En EEUU, alrededor del 60% de los niños son circuncidados por un ciento de razones, entre las que se incluyen la prevención de la masturbación, la enuresis, la epilepsia, las infecciones urinarias, el cáncer... y ¡el SIDA! En mi libro, trato de ambos tipos de circuncisión, masculina y femenina, y comparo sus desventajas y las supuestas ventajas. Si hablo también de la circuncisión masculina es porque uno la olvida con frecuencia. Las organizaciones internacionales y los países occidentales han elegido luchar sólo contra la circuncisión femenina porque es frecuente sólo en África. Sin embargo, uno no puede decir «nuestras normas son mejores que las suyas». Los que practican la circuncisión femenina recuerdan que es parte de sus tradiciones, o de sus creencias religiosas, como es el caso de la circuncisión masculina entre los musulmanes y judíos. Es necesario saber, por ejemplo, una mujer no circuncidada no se puede casar, en el seno de algunas religiones. Para mí, no es posible luchar contra la circuncisión femenina sin luchar contra la masculina. Culturalmente, ambos tipos de práctica tienen el mismo sentido: purificar al niño. Ambas infringen la integridad física de personas que no lo autorizan, y sin razones médicas que lo justifiquen. Ambas son, por lo tanto, reprensibles y deben ser condenadas, a menos que hay una razón médica válida... lo que es muy raro. La circuncisión femenina se presenta, a menudo, como una práctica cuyas consecuencias físicas y psicológicas son más graves que las de la circuncisión masculina. Ésta es una simplificación errónea. Todo depende del nivel de gravedad del que estemos hablando, ya que los niveles tercero y cuarto de la circuncisión masculina son más serios que los dos primeros de la femenina.. La circuncisión femenina también se presenta como una práctica que pone en peligro la vida de las niñas y de las mujeres y que disminuye considerablemente, o incluso de modo total, su placer sexual, lo que no sería el caso para la circuncisión masculina. Ésta es, también, una simplificación errónea. Los autores clásicos judíos, como Philo o Maimónides, así como Tomás de Aquino y los autores clásicos musulmanes, afirman que el objetivo de la circuncisión masculina es reducir el placer sexual. Hombres estadounidenses y europeos solicitan, a menudo, la restauración de sus prepucios con el fin de aumentar su placer sexual. Además, la circuncisión masculina pone en peligro la salud y puede complicarse con copiosas hemorragias y, en ciertos casos, con la muerte. Algunos niños fueron víctimas de un cambio de sexo a consecuencia de complicaciones de sus circuncisiones. La circuncisión masculina también puede tener consecuencias psicológicas. Algunos dicen que lleva a la violencia. Por otra parte, como dije antes, algunas mujeres occidentales solicitan ser circuncidadas para incrementar su placer sexual. Aunque algunas organizaciones luchan contra la circuncisión masculina hoy en día, su silencia está dictado por razones políticas. Temen que se les tache de antisemitas o de antiislámicos. Pero, ¿es fallo de los niños mutilados haber nacido judíos o musulmanes? Es más, su silencio está motivado por el hecho de que la circuncisión masculina está mencionada en la Biblia. La gente tiene miedo de contradecir esta importante norma religiosa. Los tabúes religiosos son los más tenaces, socialmente. Es necesario atraer la atención hacia el hecho de que muchos grupos religiosos diferentes practican la circuncisión. De hecho, además de los judíos y musulmanes, algunos cristianos interpretan literalmente la Biblia y circuncidan a sus hijos. Así, además de razones pseudomédicas, los cristianos fundamentalistas de los Estados Unidos se refieren a la Biblia: «lo que es bueno para el pueblo de Dios es bueno para la humanidad». Olvidan que la Biblia también impone la lapidación como castigo para el adulterio, la ley de la retribución, la exclusión de las mujeres de una herencia, la pena de muerte para los que trabajan el sábado, etc. Para luchar contra la circuncisión, masculina o femenina, es necesario comprender los argumentos religiosos que la respaldan. La circuncisión masculina es obligatoria para los judíos como un signo de alianza entre Dios y el pueblo judío. Según el capítulo 17 del libro del Génesis, Abraham recibió la orden de circuncidarse a sí mismo y de circuncidar a todos sus hijos varones y esclavos. ¡Todavía es necesario recordar que el patriarca tenía 99 cuando se circuncidó! Algunos grupos judíos, que luchan contra la circuncisión masculina, sustituyen esta práctica por una simple ceremonia religiosa para niños y niñas, porque creen que la circuncisión atenta contra el mandamiento que prohibe robar. En lo que concierne a los musulmanes, el Corán no dice nada acerca de la circuncisión masculina, y las narraciones de Mahoma sobre este tema son contradictorias y no fiables. No se sabe si Mahoma estaba circuncidado. En lo que respecta a los cristianos, el Nuevo Testamento abole la obligación de la circuncisión y Santo Tomás de Aquino consideraba que esta práctica era pecado. Con respecto a la circuncisión femenina, no se menciona en ningún texto sagrado, sea judío, cristiano o musulmán, con la excepción de algunas narraciones poco fiables de Mahoma. Desde luego, una lucha contra la circuncisión, masculina o femenina, no puede descansar sólo en argumentos religiosos. Pero si uno habla con gente religiosa, las razones médicas son irrelevantes. Es necesario utilizar el mismo modo de razonamiento, si se quieren desmantelar los argumentos religiosos. No es posible ningún progreso sin una solución para el problema religioso. Si, además, tratamos con médicos, enfermeras, sociólogos o juristas, debemos discutir según sus propios argumentos. Cada interlocutor debe ser tratado según su bagaje cultural e intelectual. Por esta razón, la lucha contra la circuncisión, masculina y femenina, debe ser multidisciplinar. Esto es lo que he intentado hacer en mi libro, al describir tanto el debate religioso como el médico, el social y el legal.