Documento 1236625

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Planas, Javier, Cuadernos de H Ideas, vol. 2, nº 2, diciembre 2008. ISSN 2313-9048
http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/index
Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación Social.
Laboratorio de Estudios en Comunicación, Política y Sociedad.
Chartier, Roger. Escuchar a los muertos con los ojos. Madrid:
Katz, 2008, 86 páginas
Javier Planas
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
planasjavier@yahoo.com.ar
El nuevo libro de Roger Chartier reúne dos intervenciones públicas realizadas en el
año 2007. La primera retoma la larga tradición de las lecciones inaugurales en el Collège
de France. La segunda es una conferencia pronunciada en la Sorbonne,(1) cuyo
contenido anticipa los resultados de una investigación que el autor promete entregar de
forma completa en una próxima obra.
“Escuchar a los muertos con los ojos. Lección inaugural en el Collège de
France”, es la presentación de un programa de enseñanza e investigación propuesto para
el desarrollo de una nueva cátedra: “Ecrit et cultures dans l'Europe moderne”. Pero primero
es el homenaje a dos autores fallecidos recientemente en los que Chartier se
reconoce deudor: Henri-Jean Martín y Don McKenzie. Al primero de ellos le
corresponde, sino el origen mismo, la renovación de toda una disciplina: la historia del
libro cambió tras la publicación de La aparición del libro. La contribución de McKenzie es
igualmente potente: su sociología de los textos demostró que el sentido de una obra
está condicionado por las formas materiales en que se da a leer.
Entre los aportes de estos autores, pero también de otros como Petrucci,
Foucault o Marin, Chartier organiza la base epistemológica de su proyecto: asociar en un
mismo campo el estudio de los textos, de las formas y de los soportes de la escritura, y de
las maneras de leer.
La Europa Moderna es el límite espacio-temporal de la cátedra. Pero Chartier juega
con la borrosa noción de moderno: por una parte, se refiere estrictamente a la primera
modernidad, la que va del siglo XV al silgo XVIII, y que constituirá el núcleo de los cursos;
por otra, invita a reflexionar sobre la transformación radical que experimenta lo escrito en
nuestro tiempo -los texto, los soportes, la lectura-. En esta doble inscripción el autor
reconoce el objetivo más ambicioso de su enseñanza: “reconocer las duraciones
sedimentadas de la cultura escrita para comprender más cabalmente las mutaciones que
afectan en el presente”.
Chartier propone acompañar la evolución de lo escrito en esa primera modernidad a
Esta obra está bajo licencia
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través de los vínculos y las funciones que sucesivamente mantuvo y adquirió en la
institución del Estado de justicia y de finanzas, en las reformas religiosas, en las prácticas
del poder absolutista y en los tiempos de la Ilustración. Pero estos fenómenos no se
producen de igual modo ni al mismo tiempo en toda Europa. Tampoco son vividos de
idéntica manera por todos los grupos sociales. De allí la preferencia por el término culturas
-en plural- en el nombre de la cátedra.
En el marco de las coordenadas precedentes, Chartier plantea los problemas que
guiarán el curso. Los primeros son clásicos: ¿Qué es un libro? ¿Qué es un autor? La
primera pregunta remite a Kant y a la distinción entre el cuerpo y el alma del libro, entre el
objeto material y el discurso que es inalienable del autor. El segundo interrogante nos
lleva directo a Foucault. Según Chartier, el intenso vigor de la pregunta aún no ha sido
agotado por la respuesta. Someter la categoría a un análisis histórico obligará a
renunciar a su carácter universal y a reconocer las diversas variaciones que ha sufrido
en el transcurso del tiempo. En síntesis, se trata de cruzar de diversas formas el orden del
discurso y el orden de los libros para apreciar las múltiples consecuencias de su
imbricación -como el origen de la propiedad literaria, la escritura en colaboración, los
autores apócrifos, etc.-.
El tercer problema se organiza en los encadenamientos de la historia de lo escrito y
la literatura. Hay dos motivaciones que movilizan este planteo. La primera es una
aprensión epistemológica, y consiste en recobrar el sentido de las categorías –hoy en
desuso- que durante la primera modernidad sirvieron para clasificar las producciones
escritas. La segunda procura identificar las normas y las prácticas de lo escrito que
posibilitan la ficción; así como también revisar las formas en que la ficción representa
esos procesos.
Todo proyecto que pretenda fundar una historia de la cultura escrita debe
prestar atención a los procesos que desde su interior elaboran el objeto. Al menos tres
resultan esenciales para Chartier. Por una parte, sitúa las diversas mediaciones que
hacen posible la publicación de lo escrito. Los autores escriben textos; los libros son
el producto material del trabajo realizado por distintos obreros y profesionales. En la
distancia que separa estos dos polos se aloja la lección de McKenzie. Por otra, ubica los
procesos que hacen a una obra plural en sus usos y significaciones. La construcción de
sentidos depende también de las variaciones estéticas, intelectuales y culturales que
regulan la relación que cada público mantiene con lo escrito. Por último, designa el
complejo de tensiones que recuerdan que los libros fueron objeto de violencia. Entre los
intentos por confiscar el acceso y las luchas por procurar su distribución, nuestro autor
localiza las relaciones de poder que atraviesan lo escrito y lo social en su mutua
dependencia.
Ante este conjunto de procesos, Chartier opone tres
Cuadernos de H Ideas, vol. 2, nº 2, diciembre 2008. ISSN 2313-9048
principios de análisis.
Primero: recordar que la lectura
no es simplemente
un acto de intelección
individual, también es una práctica encarnada en gestos y costumbres que confieren
libertades e imponen restricciones a la producción de sentidos. El segundo punto es
expresamente metodológico; se refiere a la potencia de las representaciones -tal como
las entendió Marin- como soporte estratégico para comprender el pasado. Finalmente,
concibe una aproximación sincrónica y otra diacrónica al estudio de las obras, es decir, las
pone en relación con su tiempo y con el pasado que les es inmanente para apreciar su
dimensión histórica.
Un último problema nos introduce en el primer curso, que es al mismo tiempo la
temática del segundo ensayo del libro. “Entre páginas y tablas: las desventuras de
Cardenio” puede leerse como la puesta en acto de la propuesta largamente tallada por
Chartier en la lección inaugural. Situado entre las preocupaciones por la pérdida de lo
escrito, el estudio centra su atención en las primeras representaciones teatrales del
Quijote, pero especialmente en las que se hicieron sobre uno de sus personajes:
Cardenio.
La historia no sólo trata de Cervantes y su obra, también involucra a
Shakespeare y a Fletcher, su colaborador. Se sabe que en dos oportunidades los autores
ingleses llevaron a las tablas las aventuras de Cardenio, pero lamentablemente
no se conservan versiones manuscritas ni ediciones impresas de esas representaciones.
Sólo dos órdenes de pago y una entrada en el registro de libreros confirman tal existencia.
A partir de estos incipientes testimonios, Chartier nos incita a transitar el itinerario
recorrido por el Quijote fuera de las páginas cervantinas, intentando pensar siempre –y
de diversas formas- en la movilidad de la obra -de país, de lengua, de género-, en la
pluralidad de los modos autoriales y en las apropiaciones diversificadas que le dieron
nuevos sentidos al relato.
De manera global, Escuchar a los muertos con los ojos se nos presenta como una
profunda reflexión historiográfica que concentra en unas pocas páginas la tarea
desarrollada por Chartier en su prolífera obra. Pero también, y como quedó dicho, es un
homenaje a los autores que ya no están, y que por esa misma razón hay que escuchar
sus enseñanzas con los ojos. De aquí se explica que el verso de Quevedo selle el título
del libro.
NOTAS
(1) Según lo establece la fe de errata que la editorial Katz publica en su sitio Web:
www.katzeditores.com
Recibido: 15 de octubre de 2008.
Aprobado: 20 de noviembre de 2008.
Cuadernos de H Ideas, vol. 2, nº 2, diciembre 2008. ISSN 2313-9048
Para citar este trabajo
Planas, Javier. “Chartier, Roger. Escuchar a los muertos con los ojos. Madrid: Katz, 2008, 86
páginas” en Cuadernos de H Ideas [En línea], vol. 2, nº 2, diciembre 2008, consultado…; URL:
http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/article/view/1377
Cuadernos de H Ideas, vol. 2, nº 2, diciembre 2008. ISSN 2313-9048
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