TEMA 3. LA EUROPA DE NAPOLEÓN - “HISTORIA UNIVERSAL. EDAD CONTEMPORÁNEA”, Antonio Vicens Vives. - “HISTORIA UNIVERSAL CONTEMPORÁNEA”, Javier Paredes Fernández, Napoleón representa una versión estable de la Revolución Francesa. La época napoleónica es una evolución de la REVOLUCIÓN FRANCESA., pero hace sólo alusión a la revolución burguesa. Napoleón goza de gran popularidad entre las clases populares porque antepone el sentimiento patriótico al sentimiento de clase. Desde un primer momento representa una salida de la burguesía a su seguridad personal y garantía de la propiedad. Acaba con los “excesos” revolucionarios y con las continuas conspiraciones monárquicas. Desde su acceso al Consulado da pruebas de querer garantizar la estabilidad política y social a través del Orden Público. Este deseo de estabilidad encauzado en él irá degenerando progresivamente en un gobierno de carácter personalista, que culminará con su autocoronación como Emperador de la República Francesa. Que Napoleón llegara a esto ya estaba presente en su juventud: es un militar triunfante por lo que se le dota del apelativo de héroe entre el ejército. HISTORIA CONTEMPORÁNEA Los principios ideológicos de Napoleón: 1.- Evitar la anarquía y garantizar el orden. Logró estabilidad política y social. 2.- Se propone reestablecer la unidad política y religiosa de Francia: Nuevas relaciones con la Iglesia eliminando su factor inestabilizador. Para ello negocia con el Papa, firmando en 1801 un Concordato en el que Francia renuncia a su idea de Iglesia Nacional, permite el catolicismo y lo financia económicamente. A cambio Napoleón propone la legitimización de la propiedad tras la venta de bienes eclesiásticos. En cuanto a la unidad política borra los vestigios feudales. Se imprime un fuerte carácter centralista controlado desde París. También hay en Napoleón, frente al radicalismo revolucionario, un cierto interés en enlazar con el pasado. Sin embargo su interés es simbólico: pretender convertirse en el heredero del viejo Imperio Romano-Germánico, para lo que se hace coronar emperador. Pero esto es una contradicción, porque dicha coronación no encaja con el pensamiento revolucionario francés. En consonancia con el enlace con el pasado, atrajo hacia sí a la nobleza y aristocracia, que ahora tenían los iguales intereses que la burguesía. Estableció una nobleza singular en torno a la Corte, que servía para reafirmar su personalidad y rendirle culto; pero en ningún caso esta nobleza tenía privilegios. Finalmente, Napoleón se presenta ante el mundo como un apaciguador: decía que eran Austria y Gran Bretaña quienes no querían la paz con Francia. A pesar de que Napoleón acentuó su poder personal y mantuvo un amplio respaldo popular, sería injusto ocultar que también hubo focos de oposición, resultado de su exagerado carácter personalista y autoritario. Esta oposición estará formada por dos grupos alejados entre sí: 1.- Carácter liberal: políticos e intelectuales que pretendían recuperar el verdadero espíritu representativo del Parlamento y denunciaban el autoritarismo de Napoleón. Enlaza con la primera época de la REVOLUCIÓN FRANCESA y con el pensamiento ilustrado. Pero son una minoría concentrada en torno a Madamme Stael (en cuyos salones se reunían) y en torno a B. Constant (realiza una oposición política más seria porque se atreve a denunciar que las cámaras legislativas tienen un papel decorativo subyugado al emperador, y pretende que recuperen su carácter representativo). Madamme Stael tuvo que exiliarse y Constant fue expulsado del tribunal. Esta oposición era muy elitista, sin base en las clases populares y también tenía representantes en el ejército y en la Administración. 2.- Carácter Monárquico: fieles a los Borbones y contrarios a cualquier forma de revolución, y Napoleón era considerado usurpador del legítimo trono de Francia. TEMA 3. La Europa de Napoleón 2 HISTORIA CONTEMPORÁNEA Tienen influencias en el medio rural y organizaron diferentes atentados fallidos contra Napoleón. Frente a estas formas de oposición, Napoleón mantuvo una lealtad popular solo quebrada en 1810 cuando extendió el reclutamiento, o en 1811 por la crisis económica. A parte de los apoyos o focos de oposición, uno de los aspectos más importantes a destacar de la acción de Napoleón es la reestructuración judicial: reforma importante del ordenamiento judicial francés, que destaca no sólo en Francia, sino que se exportará a buena parte de Europa occidental. Su Código Civil de 1804 recibe el nombre de “Código Napoleónico”, y es una pieza maestra del moderno ordenamiento judicial en Europa: el Código Civil, de inspiración revolucionaria, consagró la desaparición de los privilegios nobiliarios y proclamó los principios de 1789: Libertad de la persona, Igualdad de todos ante la ley, Libertad de conciencia y laicidad del Estado, Libertad de trabajo. Apareció asimismo a los ojos de la Europa del Antiguo Régimen como el símbolo de la Revolución y contribuyó, en cuantos lugares fue aplicado, a establecer los rasgos esenciales de la sociedad contemporánea. Debemos precisar, no obstante, que el Código Civil consagraba la organización censitaria de la vida política. El Código Civil, de inspiración burguesa, se preocupaba esencialmente de la propiedad, y sobre todo de la propiedad de los bienes raíces. Expresaba todavía el concepto tradicional de la familia legítima vista esencialmente bajo el ángulo del patrimonio; daba una extrema importancia al contrato matrimonial y a los problemas de sucesión. La autoridad del padre de familia, debilitada por la revolución, fue reforzada sobre la mujer y los hijos. El Código Civil se nos muestra con claridad como el código de una nación de propietarios. Constituía finalmente un sistema de obligaciones que nos remite a un contexto socioeconómico preciso: la sociedad burguesa, la dominación de la burguesía y de su forma de existencia. “Código de Libertad”, se ha dicho. Precisemos: código de un cierto tipo de libertad, pues la libertad individual no puede realizarse plenamente frente a las necesidades de orden social. De aquí la distinción entre la capacidad jurídica, al nivel de la cual los derechos no tienen más que un valor virtual, y la posibilidad de llevar a cabo los actos realizables por la capacidad. Se sigue afirmando la distinción entre derechos y medios: el hombre tiene ciertamente todos los derechos, pero sólo puede realizar algunos, en función de los medios de que dispone. Dos imperativos TEMA 3. La Europa de Napoleón 3 HISTORIA CONTEMPORÁNEA viene, además, a limitar en nombre de la política y de la moral, el campo de lo posible inscrito en el Código. En nombre del orden público y de las buenas costumbres, se garantizaba así el sistema establecido contra cualquier peligro interno. La noción de orden público venía oportunamente en ayuda de la realidad política de un despotismo naciente. Fue vivamente criticada, en la discusión del Título preliminar, por los Ideólogos, que ocupaban escaños en las Asambleas, sobre todo en el Tribunado, y que continuaban, según nota de Locré, “fuertemente imbuidos de ideas republicanas”... Intervenía, además, la noción de buenas costumbres: autoridad moral represiva, de la que el legislador no precisaba en absoluto el sentido... El Código Civil se presenta, sin duda, como la expresión jurídica de los derechos del hombre, esto es, de un humanismo jurídico. Pero ¿no se trata en realidad de un disfraz que encubre una realidad económica y social: el reinado de la propiedad, la dominación de la burguesía?... El objetivo del Código Civil fue instituir la “paz burguesa”, imponiendo a todos los ciudadanos “las reglas del juego” de la sociedad burguesa. Era la primera vez que un código recogía garantías jurídicas para ciertos derechos; es un símbolo de la revolución. Su carácter es burgués por la preocupación de regular perfectamente todo lo relativo a la propiedad: fundamentalmente las tierras. Es el código de una nación de propietarios, y conjuga perfectamente el derecho de libertad con el principio de orden. Aspectos innovadores son: contempla y regula el matrimonio civil y el divorcio a pesar de que la mujer queda desfavorecida. Junto al Código Civil también se aprueban los Códigos de Procedimiento Civil y Criminal, el Código Penal y el Código de Comercio. Toda esta serie de códigos serán copiados en buena parte de Europa, y vigentes con modificaciones hasta tiempos recientes. Lo que más destaca de la época napoleónica es la organización del Imperio desde el punto de vista de que gracias a esa configuración se extendió el espíritu de la revolución. En 1804 acaba la época del Consulado, Napoleón aprueba una nueva Constitución, se corona Emperador y así se extiende el Imperio hasta alcanzar en 1811 su mayor esplendor. El Imperio en sí constaba de dos áreas: 1.- Núcleo: Francia, Bélgica y el margen izquierda del Rin. También engloba una serie de territorios que inicialmente eran repúblicas o reinos independientes pero que luego se integraron: Holanda, costa alemana hasta el Báltico occidental, y la costa italiana incluyendo hasta Roma, que se convierte en la segunda capital del Imperio (enfrentamiento con el Papa y ruptura de las relaciones con la Iglesia). TEMA 3. La Europa de Napoleón 4 HISTORIA CONTEMPORÁNEA 2.- Estados Dependientes: Federación Suiza, que sigue siendo una república; Provincias Ilirias (Trieste y Costa Dálmata), gobernadas como provincias del Imperio; Polonia (Gran Ducado de Varsovia); la Confederación del Rin (Sajonia, Baviera, Westfalia); Estados Familiares, dependientes del Imperio, al frente de los cuales Napoleón pondrá a un familiar suyo (España, Nápoles, Westfalia, Italia). 3.- Estados Aliados: Noruega y Dinamarca. Lo importante no es cómo se conquistaron y anexionaron, sino que gracias a la extensión del imperio, Napoleón introdujo el espíritu revolucionario prácticamente en toda Europa, salvo en Rusia y Gran Bretaña. Esta expansión es una idea originaria de los girondinos, y no de Napoleón. En el proceso de conquista se repetían las mismas fases: a) Conquista y ocupación militar. b) Instauración de un gobierno satélite originario del país ocupado y gestionado por afrancesados. c) Drásticas reformas y reorganización interna del país ocupado de acuerdo con el programa revolucionario: abolición del Antiguo Régimen (ordenamiento feudal, privilegios de la nobleza, vasallaje...), y de los privilegios de las iglesias, de los gremios, es decir, extensión definitiva del ideario revolucionario, pero con una excepción: no se organizaron gobiernos representativos. Todas estas reformas dependieron en gran medida del grado de consolidación de la Administración Francesa: por ejemplo en Bélgica la abolición del Antiguo Régimen fue total, no así en Polonia. Las simpatías iniciales hacia Napoleón ya no fueron tales cuando ésta les fue obligando a financiar su política exterior y su expansión hacia Rusia. Finalmente, ¿qué queda en definitiva de la época napoleónica hacia 1814? 1.- Económicamente, Europa es aún un continente dominado por la agricultura. En Francia se observa además un proceso ininterrumpido de subida de precios desde el período revolucionario, que también afecta a otros países del núcleo imperial. En cuanto a la industria, sólo destaca Inglaterra. Las sucesivas tendencias políticas desfavorecieron la actividad manufacturera en Francia; pero en Alemania sí se produjeron avances en las manufacturas. 2.- Socialmente se extendió el liberalismo por toda Europa, suponiendo la destrucción del feudalismo en determinadas partes del continente. Tras Napoleón algunos territorios europeos recuperan el régimen señorial, pero en otros desaparece por completo. TEMA 3. La Europa de Napoleón 5 HISTORIA CONTEMPORÁNEA La burguesía fue la clase emergente en todo el período revolucionario y época napoleónica. La élite es la burguesía de los negocios (aristocracia dentro de la burguesía). Entre aristocracia y burguesía hay límites escurridizos: Aristocracia: en Francia pierden sus antiguos señoríos y privilegios; pero no en Alemania, donde desaparece la condición de señor pero convertirán los señoríos en propiedades. Campesinos: gran parte de ellos apoyaron con entusiasmo a Napoleón en la medida en que acabó con las rentas señoriales. Desde la desaparición del Régimen Señorial se empieza a vivir una tensión interna en el seno del campesinado entre aquellos que acceden a la propiedad privada y los que sólo tienen un jornal como medio de subsistencia. En resumen, se podría dividir Europa en diferentes zonas en función del grado de consolidación de la expansión revolucionaria e imperial sobre estas zonas. Así: Zonas Asimiladas: territorios donde la expansión revolucionaria y luego el Imperio Napoleónico representan la desaparición del Antiguo Régimen: igualdad jurídica, Código Napoleónico y Administración igual a la francesa. Son las que forman parte del núcleo. Zonas de Influencia: las autoridades francesas eliminaron el Antiguo Régimen. Solo estaban anexionadas de forma incompleta. Ej.: Nápoles. Zonas de Resistencia Positiva: Prusia, donde sus élites dirigentes optaron, como una mejor oposición, por reformar ellos mismos el sistema para eliminar el Antiguo Régimen. Zonas de Resistencia Pasiva: Austria y Rusia, que mantendrán intacta la estructura absolutista y que permanecerán impermeables al espíritu revolucionario. EL IMPERIO FRANCÉS (1804-1815): Todo el entramado político de Napoleón no pudo evitar ciertas oposiciones enconadas de monárquicos, neojacobinos y de los ideólogos enemigos del autoritarismo bonapartista y fieles al espíritu liberal revolucionario de los primeros tiempos. Malestar que fue aprovechado por Inglaterra para suscitar una revuelta en el interior, que acabara derrocando al cónsul y restaurando a los Borbones o a cualquier persona de menor talla. Fue precisamente la conspiración que se preparó a finales de 1803 la que llevó a Bonaparte a poner en práctica su propósito de declarar hereditario el Consulado. Existiendo un heredero, la muerte del cónsul no provocaría ningún cambio de régimen y disminuirían los atentados. Pero Napoleón quiso llegar más lejos todavía, y se proclamó emperador hereditario. Así, en 1804 el Consulado se convirtió en Imperio y Napoleón Bonaparte en emperador de los franceses. 1.- Organización interna de la Francia imperial: durante el Imperio, Francia se convirtió en el árbitro de Europa. En el aspecto demográfico hay que tener en cuenta que Francia era el país más poblado. En 1806 tenía 29 millones de habitantes, aunque ya existía una cierta tendencia a la estabilidad debida al control de TEMA 3. La Europa de Napoleón 6 HISTORIA CONTEMPORÁNEA nacimientos, los reclutamientos militares y las pérdidas humanas (más de un millón de jóvenes) debido a las guerras y a las epidemias. En el terreno económico, aunque no hubo una verdadera revolución tecnológica y la tasa anual de crecimiento fue muy modesta, si inició un período de prosperidad. Según Soboul, la época napoleónica es la “primera fase de la revolución industrial”. El ritmo de desarrollo fue muy desigual en los distintos sectores de la economía. En la agricultura, la abolición del régimen feudal, la redistribución de la propiedad y el establecimiento del nuevo sistema fiscal, contribuyeron positivamente al paso de una economía de subsistencia a una economía de mercado, pero la falta de concentración parcelaria, de cercado de fincas y la persistencia de los bienes comunales dificultaron un mayor progreso agrícola, y la productividad del campo sólo registró un alza insignificante. En el sector industrial, el esplendor se mide más por las cantidades producidas que por las renovaciones técnicas. En principio, habría que hacer una mención destacada de la producción textil del algodón, más por el número de obreros y de establecimientos que por su tecnificación. Existía ya en la industria textil una cierta tendencia a la concentración industrial, pero las empresas eran aún pequeñas, carecían de apoyo financiero, por la falta de una extensa red bancaria, y seguía predominando la industria rural doméstica. La industria metalúrgica ocupaba un lugar secundario. La industria química, esencialmente ligada a la textil, empezó a desarrollarse, fabricando ácidos clorhídricos, sulfúricos y seda artificial. En el sector comercial, la revuelta de Santo Domingo, las guerras y el bloqueo continental contra Inglaterra, provocaron la ruina del comercio marítimo, pero hubo una extensión del mercado continental que entrañaba una nueva orientación del comercio exterior, lo que no impedía que éste permaneciera por debajo de los valores alcanzados en 1789. A pesar del progreso económico experimentado durante el Imperio, las crisis se siguieron produciendo. Para Bouvier, fueron tres los tipos de crisis: Crisis agrícola de subsistencias, 1811-1812. Crisis industrial, 1810-1811, por la sobreproducción, especulación y restricción del crédito. Crisis tipo Primer Imperio, 1805-1807 y 1812-1814, caracterizada por la deflación y los trastornos monetarios. El sistema napoleónico de gobierno no cambió apenas. Estuvo estructurado sobre una monarquía aristocrática, reforzada todavía más con la Constitución imperial del año XII (1804). Esta ley determinaba la transmisión hereditaria de la corona a los descendientes directos o adoptivos de Napoleón, y, si carecía de ambos, a sus hermanos Luis o José (Luciano quedaba excluido por seguir fiel a sus ideas revolucionarias). Reforzaba los poderes del emperador. El ejecutivo era ilimitado; los TEMA 3. La Europa de Napoleón 7 HISTORIA CONTEMPORÁNEA ministerios, sin autonomía, eran regidos por personajes mediocres, con menores atribuciones. El legislativo no era más que una fachada. En 1807 se suprimió el Tribunado; el Cuerpo Legislativo tenía cada vez sesiones más cortas y acabó siendo una cámara de registro. El Consejo de Estado, una vez terminada la codificación, se dedicó a los asuntos contenciosos. Sólo el Senado, más aristocrático, conservó cierto papel legislativo. El poder judicial era controlado por el emperador, que dominaba la Administración de justicia a través de una corte imperial compuesta por los napoleónidas, altos funcionarios y personas honoríficas, designados por él. La centralización se hizo cada vez más rigurosa. Se restringieron las libertades de prensa e individuales; sólo subsistió la libertad de conciencia, a condición de no hacer pública profesión de ateísmo. El sufragio universal continuó vigente, como consecuencia de una soberanía nacional teórica, pero prevaleció la designación sobre la elección para la formación de los colegios electorales. En el orden social se produjo una estabilización conforme a los deseos de la burguesía y, por ello, fundada en la propiedad, pero conservando lo esencial de la conquista de 1789. Se creó una nueva nobleza imperial al conferir el rango de príncipes a los hermanos de Napoleón y conceder ducados italianos a título hereditario a políticos destacados, como Bernardotte, Talleyrand y Fouché, y títulos y dignidades a dieciocho mariscales. La vieja nobleza recuperó parte de sus propiedades, pero no sus privilegios. Creció el número de campesinos propietarios, por la liquidación de los bienes nacionales, la venta de los bienes comunales y la aplicación de la ley sucesoria igualitaria, pero siguió habiendo un número bastante importante de campesinos arrendatarios o sin tierra, pa5ra quienes las reformas agrarias no habían tenido la misma significación. Se liberaron del régimen señorial, pero se vieron perjudicados por el retroceso de los derechos colectivos y de las tradiciones comunitarias. El artesanado imprimió su sello en la masa trabajadora. Para Lefebvre, la acción de Napoleón sobre la sociedad no fue verdaderamente eficaz más que en la proporción en que fortificó el ascendiente de la burguesía, la cual a medida que se fue haciendo más poderosa se apartó de él. 2.- El Ejército napoleónico: antes que político, Napoleón fue un gran militar, un estratega, dispuesto a acabar con la división y variedad de Europa, unificándola bajo el Imperio según un sistema de “Estados federativos”. Dentro de esa federación el emperador francés podía hacer y deshacer Estados, nombrar y transferir soberanos, alterar fronteras para ampliar el territorio francés, o hacer reajustes entre Estados vasallos, lo que le llevó a enfrentarse con los Estados más poderosos del continente. Con este fin creó entre 1803-1804 la Grande Armée, ejército nacional poderoso, eficiente y disciplinado, dirigido por militares de prestigio y compuesto por jóvenes reclutas de entre 20 y 25 años. Su misión fundamental era destruir al enemigo, para lo cual concentraba sus fuerzas en un punto determinado del frente adversario, atacaba por sorpresa, preferentemente de noche, con movimientos coordinados, desplazamientos rápidos y acciones simultáneas. La eficacia de este ejército radicaba, según Pabón, en estar dividido en tres núcleos: Resistencia, con una tarea meramente defensiva. TEMA 3. La Europa de Napoleón 8 HISTORIA CONTEMPORÁNEA Activo, que realizaba la concentración y ataque en un punto determinado del enemigo. Y de reserva que acudía en auxilio del que lo necesitaba. La persecución sistemática del enemigo tras la victoria, el secreto de las operaciones y las nuevas maniobras tácticas –envolvente y de líneas interiores, utilizadas por primera vez en 1805 en las batallas de Ulm y Austerlitz-, formaban parte también de la estrategia napoleónica. Según Lefebvre, este nuevo método de lucha dio a Napoleón un gran prestigio como militar, pero no siempre le resultó eficaz, porque dependía de las condiciones geográficas del terreno en que se movía. 3.- Las buenas relaciones con la Iglesia: siguiendo la política de pacificación religiosa desarrollada en el Consulado, Napoleón comunicó al cardenal Caprara sus deseos de que el Papa estuviese presente en su coronación que tendría lugar el 2 de diciembre de 1804. Pío VII, no muy conforme, pero consciente de lo que podía suponer una negativa, aceptó y se trasladó a París. Era tal la desconfianza del pontífice que antes de salir de Roma dejó su abdicación al secretario de Estado, para que la hiciese pública si era apresado en Francia. El viaje fue todo un éxito, no sólo por la buena acogida que tuvo por parte del pueblo y de los organismos superiores del Estado (Senado, Cuerpo Legislativo y Tribunado), sino por conseguir que los obispos constitucionales, que aún permanecían irreductibles en el país, se sometieran a las decisiones del pontífice. El acto de la coronación significó una vez más el deseo napoléonico de subordinar el poder del papa a su propio poder. El emperador no fue coronado por Pío VII, sino por él mismo, que también coronó a su mujer Josefina de Beauharnais. Los primeros años del Imperio fueron beneficiosos para la Iglesia. Se abrieron diez seminarios metropolitanos sostenidos por el Estado, la Dirección de Cultos se convirtió en Ministerio, los cardenales fueron incluidos en el protocolo imperial. Se autorizaron las congregaciones femeninas dedicadas a la enseñanza y a la asistencia pública. Se restablecieron los hermanos de las Escuelas Cristianas y los paúles, por los servicios insustituibles y prácticamente gratuitos que prestaban para la instrucción del pueblo. Se autorizaron los institutos misioneros (lazaristas, Misiones Extranjeras, misioneros del Espíritu Santo), por la utilidad que tendrían en la pretendida expansión colonial francesa de Napoleón. El catolicismo, a pesar de no ser considerado religión oficial, fue adquiriendo cada vez más importancia en la sociedad francesa. Y la Iglesia consiguió la paz que tanto necesitaba, pudiendo de esa manera recuperarse de tantas pérdidas y reorganizarse. Esta actitud favorable a la Iglesia de Napoleón duró poco. Pronto se fueron enconando las relaciones con el papa. El motivo fundamental fue el deseo napoleónico de dominar, centralizar y organizar toda la vida pública y lograr que Pío VII se pusiera de su parte tanto política como moralmente. Buen ejemplo de esa intromisión fue la redacción en 1806 del Catecismo imperial, obligatorio en toda Francia y beneficioso para el emperador, ya que subrayaba “el amor, respeto, obediencia, fidelidad” debidos a la persona del emperador, e incluía la obligatoriedad moral de pagar impuestos “para TEMA 3. La Europa de Napoleón 9 HISTORIA CONTEMPORÁNEA la conservación y defensa del Imperio y de su trono”, de rezar por “su salud y por la prosperidad espiritual y temporal del Estado” y de acudir al reclutamiento militar, obligatoriedad, esta última, de la que al año siguiente fue dispensado el clero. El decreto de 19 de febrero de 1806, que instauraba la fiesta de San Napoleón, “santo hasta entonces desconocido, al que se le asignó la fecha del 15 de agosto para su celebración, desplazando así la festividad de la Virgen”, según señala Javier Paredes en el Diccionario de los papas y los concilios. La creación el 10 de mayo de 1806 de la Universidad Imperial, que venía a completar el monopolio educativo estatal iniciado en la época consular. Y, sobre todo, la ocupación de Ancona por las tropas francesas, la orden dada por Napoleón al papa de que expulsara de Roma a todos los ciudadanos cuyas naciones estaban en guerra contra Francia y la exigencia de colaborar en el bloqueo continental contra Inglaterra. 4.- La formación del gran Imperio: al tomar el título de emperador, Napoleón reafirmó sus aspiraciones europeas, evocando a Carlomagno, que extendió su autoridad sobre Alemania e Italia, lo que le llevaría a enfrentarse a Gran Bretaña, Austria y Rusia, que respondieron a las provocaciones francesas formando la tercera coalición en 1805. Francia e Inglaterra se enfrentaron pro motivos hegemónicos. Napoleón no podía hacerse dueño de Europa si no aniquilaba a Inglaterra, y ésta tenía que evitar que Francia rompiera el equilibrio continental. Tras la ruptura de la paz de Amiens, Gran Bretaña quiso expulsar a Francia de Bélgica y los territorios renanos, y Bonaparte, ante la imposibilidad de derrotar a los ingleses, buscará la ayuda de la escuadra española y preparará en Boulogne (1804) la invasión de la isla, proyecto que quedó desvanecido al año siguiente al ser destruida la escuadra franco-española en la batalla de Trafalgar (octubre de 1805). La rivalidad con Austria fue por cuestiones políticas y hegemónicas. Austria era la representación del Antiguo Régimen, Francia del nuevo. Austria detentaba el título del Sacro Impero Romano-Germánico, y Francia deseaba convertirse en el Gran Imperio que dominara Europa. Austria se unirá a la coalición después de que Bonaparte asumiera el título de rey de Italia, se anexionara la República Ligúrica, tomara la administración directa de Parma y creara principados en Luca y Piombino. La enemistad con Rusia obedecía a cuestiones territoriales. Rusia quería expansionarse por zonas balcánicas y alemanas, y cuando Francia ocupó el electorado inglés de Hannover, estableció guarniciones en Nápoles y amenazó Egipto, el zar vio frenada su expansión y se alió con Gran Bretaña. El acuerdo anglo-ruso de 1805 tendría por objeto, como señala Pabón, “el restablecimiento de la paz y del equilibrio de Europa”. Las batallas de Ulm (octubre 1805) y Austerlitz (diciembre 1805) supusieron la retirada de Rusia y la derrota de Austria, que se vio obligada a aceptar la paz de Presburgo (diciembre 1805). En Presburgo, Austria cedió Venecia al reino de Italia; Istria y Dalmacia a Francia; Tirol y Trentino a Baviera y Suabia a Württemberg, ambos aliados del emperador, a los que Austria tuvo que reconocer como independientes. De esta manera, Austria perdía también sus últimos territorios en Italia y Alemania y el título imperial germánico. TEMA 3. La Europa de Napoleón 10 HISTORIA CONTEMPORÁNEA Tras Presburgo, Napoleón reorganizó Europa en torno al Imperio. En Italia, el reino de Nápoles, una vez excluidos los Borbones, pasó a José Bonaparte. Los principados de Luca y Piombino se los dio a su hermana Elisa. Sólo quedó Pío VII como jefe de un Estado independiente que protestaba por la ocupación francesa de los puertos romanos Ancona y Civitavecchia. En Alemania, los ducados de Baviera y Württemberg se convirtieron en reinos soberanos; Hess-Darmstadt y Baden fueron constituidos en grandes ducados; el reino de Hannover pasó a Prusia, y el gran ducado de Berg a Murat. Dieciséis príncipes de la Alemania del este y sur se separaron de Austria y formaron la Confederación del Rhin, bajo protectorado francés, con lo cual se puso fin al sacro Imperio Romano-Germánico, se estableció un contrapeso efectivo al poder de Austria y Alemania caminó hacia su unidad de la mano de Napoleón. La República Bátava se convirtió en el reino hereditario de Holanda, que entregó a su hermano Luis, hasta 1810 en que fue integrado en el imperio. Todos estos territorios quedaron, según Soboul, como “Estados federativos, o verdadero Imperio francés”, organizados, jerarquizados y unidos por los “pactos de familia”. En seguida Prusia, Rusia e Inglaterra respondieron a la expansión del Imperio formando la cuarta coalición (1806). Prusia, hasta entonces neutral, temerosa de la fuerza que Francia adquiría en el centro de Europa, envió un ultimátum a Napoleón para que retirara sus tropas del otro lado del Rhin, pero el emperador, considerándolo una provocación, respondió con las armas. Las derrotas de Auerstadt y Jena (octubre) pusieron en evidencia la quiebra de la vieja estrategia prusiana frente a las innovaciones técnicas napoleónicas, y permitieron a Bonaparte entrar en Berlín, desde donde decretó una guerra económica contra Inglaterra. El decreto de Berlín declaraba “a las islas británicas en estado de bloqueo”, prohibía todo comercio con ellas, exigía el establecimiento de aduanas en las costas y fronteras terrestres, y ordenaba la captura de todas las mercancías que fueran o vinieran de Gran Bretaña y sus colonias. Para Woolf, el bloqueo continental era una vía para abrir mercados continentales a los productos franceses, que sustituyeran a los mercados coloniales perdidos; una manera de controlar los productos de los países aliados o vasallos y evitar que compitieran con los franceses; era el complemento lógico del sistema imperial y la única forma de acabar con Gran Bretaña. Si se conseguía excluir a Europa del comercio británico, los ingresos de Inglaterra disminuirían, y el gobierno no podría sufragar coaliciones hostiles a Francia, ni podría cubrir la deuda nacional y, consiguientemente, se vería obligado en última instancia a pedir la paz. El bloqueo estrictamente aplicado, obligó a Francia a vivir de sí misma, lo que tuvo, según Crouzet, un “efecto retardador” en el desarrollo económico, mientras que para Labrousse “tuvo un efecto de desaceleración, pero no de inhibición”. Gran Bretaña, para poder autoabastecerse, destinó grandes sumas de capital a la agricultura, la industria y los avances técnicos, y tuvo que abrirse camino hacia los Balcanes y el Báltico, llegando incluso a bombardear Copenhague y a apoderarse de la flota danesa para evitar que se bloqueara la zona por donde las mercancías inglesas salían a Europa. Además. Los ingleses obligaron a los países neutrales, que comerciaban con el continente, a obtener un permiso y a pagar en los puertos ingleses unos derechos sobre sus mercancías; en caso contrario, requisaban los TEMA 3. La Europa de Napoleón 11 HISTORIA CONTEMPORÁNEA barcos. Esta medida llevó a Napoleón a ampliar los efectos del bloqueo en dos nuevos decretos firmados en 1807 en Fontainebleau y Milán. Para que el bloqueo fuera efectivo, Francia debía lograr su aceptación por Europa. la oposición de Rusia, Portugal, España y los Estados Pontificios, y el hecho de que Francia no consiguiera triunfar en el campo económico, le obligaron a emprender nuevas campañas militares en años sucesivos. La primera se realizó en 1807 contra Rusia, aliada de Prusia y Gran Bretaña. Y de nuevo Francia se impuso, derrotó a los rusos en Eylau (febrero) y Friedland (junio), y obligó al zar Alejandro I a firmar la paz de Tilsit (julio). En esta paz, Rusia, a cambio de la libertad para expansionarse por la Finlandia sueca y Moldavia y Valaquia, cedió a Francia el puerto de Cattaro en el Adriático, las islas Jónicas, se comprometió a colaborar en el bloqueo y aceptó ser incluida en el sistema europeo que Napoleón había concebido, consistente en construir dos grandes Imperios: el occidental, con centro en París y multitud de Estados girando bajo su órbita, y el oriental, en torno a Rusia. De la armonía de los dos surgiría el equilibrio europeo. Prusia, por su parte, quedaba sujeta al pago de una fuerte indemnización y desmembrada. Los territorios situados al oeste del río Elba constituyeron el nuevo reino de Westfalia, para Jerónimo Bonaparte, y los orientales (provincias polacas) se convirtieron en un Estado independiente, el gran ducado de Varsovia, bajo la autoridad del rey de Sajonia. Westfalia, Varsovia y Sajonia entraron en la Confederación del Rhin con la misión de defenderla militarmente de las amenazas de Prusia o Rusia. Cuando Portugal se negó a participar en el bloqueo, Francia decidió la ocupación de la Península Ibérica. La conquista de Portugal, aliada tradicional de Inglaterra, se realizaría a través de España. En el Tratado de Fontainebleau (octubre 1807) Napoleón prometió repartir Portugal entre Carlos IV, su hija, desposeída del reino de Etruria, y Godoy. A cambio, el gobierno español permitiría la entrada de las tropas francesas en la península. Los soldados napoleónicos atravesaron España y se apoderaron de Portugal. Tras la capitulación de Lisboa y la huida de la familia real a Brasil, Napoleón continuó con la conquista de España. Hizo prisioneros a los reyes, les obligó a abdicar y nombró rey a su hermano José. Sin embargo, el pueblo español no aceptó la dominación extranjera y comenzó la guerra de la Independencia en 1808. Las derrotas de Bailén (julio) y Cintra (agosto) animaron a los europeos. Inglaterra desembarcó tropas en Portugal y Galicia, por lo que el emperador vino personalmente a España. Madrid capituló, y, aunque no logró apoderarse de Lisboa ni de Cádiz, Bonaparte tuvo que abandonar precipitadamente la península para hacer frente a Austria, que volvía a la lucha preparando la quinta coalición. El desplazamiento de la Grande Armée a España fue la causa inmediata de que Austria se decidiera a hacer frente a Francia. La necesidad que tenía Napoleón de que el zar Alejandro aceptara su plan para España y se opusiera a Austria, le llevó a entrevistarse con él en Erfurt (septiembre 1808). En estas conversaciones, Francia permitía a Rusia ocupar los territorios rumanos y Finlandia, prometía la evacuación francesa de Varsovia y conseguía la aprobación de su acción en España, pero no la oposición a Austria. TEMA 3. La Europa de Napoleón 12 HISTORIA CONTEMPORÁNEA La guerra entre Austria y Francia tuvo lugar en 1809. Los austríacos fueron derrotados en la línea del Danubio, y Viena fue ocupada, pero al intentar pasar el Danubio los franceses fueron contenidos en Aspern y Essling. El encuentro decisivo se dio en Wagram (julio), donde los austríacos fueron vencidos. Napoleón restableció su poder y completó el control de Italia al anexionarse los Estados Pontificios entre 1808 y 1809. En el Tratado de Schönbrunn (octubre 1809), Austria perdió nuevos territorios. Salzburgo pasó a Baviera; Galitzia, al gran ducado de Varsovia; Carintia, Carniola y Croacia formaron con Dalmacia las Provincias Ilíricas, que pasaron a Francia, igual que Trieste y Fiume, con lo que Austria perdió su salida al mar. En esta paz se concertó el matrimonio de Napoleón con María Luisa de Habsburgo a fin de legitimar el trono francés ante las viejas monarquías europeas, robustecer la posición política de Francia en Europa, y obtener una sucesión directa que consolidara la dinastía napoleónica. 5.- El enfrentamiento entre el Papa y el Emperador: la respuesta del papa a la anexión de los Estados Pontificios no se hizo esperar. Pío IX, con su bula Quum memoranda illa die, excomulgó a Napoleón y a todos los franceses que habían colaborado en la ocupación de sus territorios. Napoleón, por su parte, ordenó detener al pontífice, que además se había negado a cerrar los puertos pontificios al comercio británico, y le desterró primero en Savona y más tarde en Fontainebleau. Este hecho tuvo una gran repercusión en el interior de Francia, donde muchos consejeros del emperador empezaron a dudar de la solidez del Imperio, y a preparar intrigas contra Napoleón para derribarle y firmar la paz con Europa. Ante la idea napoleónica de acabar con el poder temporal de la Iglesia y lograr la conformidad del papa al proyectado traslado de la capital de la cristiandad a París, la única arma con que contaba entonces Pío VII era negarse a confirmar los nombramientos de los obispos propuestos por el emperador. De esta manera se enconaron todavía más las relaciones entre ambos, complicándose la situación con el segundo matrimonio del emperador, celebrado después de que un tribunal diocesano de París declarara la nulidad de la unión con Josefina, y con la amenaza de Napoleón de no respetar el Concordato de 1801 si Pío VII no se comprometía a expedir a partir de entonces las bulas de confirmación de las investiduras a los tres meses de la presentación de los obispos designados, o al menos a permitir que el metropolitano otorgara dichas bulas. Pese a la amenaza, el papa mantuvo su negativa. Para resolver este problema, el 17 de junio de 1811 Napoleón convocó un Concilio Nacional en París, para que decidiera la vuelta a la antigua costumbre de que el obispo metropolitano confiriera la investidura de los obispos y legislara contra el papa si fuera necesario. Sin embargo, el Concilio se volvió contra él ya que los participantes, además de defender la unión de la Iglesia de Francia con el papado y pedir la libertad del pontífice, ampliaron a seis meses el plazo de confirmación de las investiduras, volvieron a insistir en que tal decisión sólo correspondía a Pío VII, y recomendaron al emperador que iniciara las negociaciones. Este largo conflicto se resolvió en 1813 al conseguir Bonaparte que el pontífice firmara el 25 de enero un acuerdo, el Concordato de Fontainebleau, en el que, entre TEMA 3. La Europa de Napoleón 13 HISTORIA CONTEMPORÁNEA otras cosas, se reconocía la soberanía pontificia, pero se reducía notablemente su jurisdicción sobre las iglesias del Imperio; se deba libertad a cardenales y obispos, pero se ponía completamente a la Iglesia en manos del emperador; se estipulaba el reconocimiento papal de la fórmula de las investiduras y su renuncia a los Estados Pontificios, a cambio de una renta de dos millones de francos. Poco tiempo después el papa se retractó de lo acordado y así se lo comunicó al emperador en una larga carta que le envió el 24 de marzo. Caso omiso hizo Napoleón de la retractación de Pío VII. Mandó celebrar un Te Deum por la reconciliación entre la Iglesia y el Estado. Y el texto del acuerdo de Fontainebleau fue publicado como si fuera un nuevo concordato ratificado por ambos contratantes. 6.- El sistema continental: todos los éxitos de Napoleón permitieron que entre 1810 y 1812 la Europa continental estuviera bajo la influencia francesa y el Gran Imperio totalmente consolidado. El núcleo del Gran Imperio lo formaba Francia, Bélgica, Holanda, Renania, puertos Hanseáticos, Piamonte, Parma, Toscana, Plasencia, Liguria, Estados Pontificios y Provincias Ilíricas. Bajo su dirección gravitaban los Estados familiares: reino de Italia, Nápoles, Westfalia, España, principados de Lucca y Piombino; y los Estados protegidos: Confederación del Rhin, Confederación Helvética y el gran ducado de Varsovia. Los Estados aliados: Austria, Rusia, Prusia, Dinamarca y Noruega, siguieron siendo independientes pero estuvieron obligados a colaborar en las guerras del emperador y someterse a su política económica. Tan sólo Gran Bretaña, Cerdeña, Sicilia y Turquía eran ajenos al dominio imperial. Para el control de los territorios extranjeros, Napoleón adoptó diversos métodos. Los Estados anexionados recibieron un trato administrativo uniforme como parte de Francia. Fueron inmediatamente divididos en departamentos para acabar con su identidad política. En ellos se estableció una organización general dirigida por personal francés y bajo la responsabilidad del ministro del Interior. Los Estados familiares, aunque eran formalmente independientes, quedaron completamente subordinados a Francia. Se les consideraba como una extensión del Imperio, por lo que éste podía intervenir en sus asuntos sin consultar con sus autoridades. Tenían un representante diplomático, ministros y consejeros franceses, bajo el control del ministro de Asuntos Exteriores. Estaban obligados a abastecer de tropas a la Grande Armée, a entregar pare de sus ingresos a Napoleón y, sobre todo, a adoptar la maquinaria de gobierno francesa. Las Estados sobre los que Bonaparte reivindicaba una autoridad inmediata fueron constituidos en repúblicas o reinos bajo el gobierno directo de Francia, con una Constitución y una Administración propia, según el modelo francés, y con un ejército francés en su territorio. Eran Estados vasallos que podían ser reestructurados a imagen de Francia. La supervivencia y consolidación del Gran Imperio no dependía sólo de los éxitos militares, sino también, y sobre todo, según Woolf, del apoyo de las élites y la aceptación por la población del sistema administrativo francés, lo cual se lograría a través de la restauración del orden y de la modernización de los Estados europeos. Prácticamente todos los Estados que vivieron bajo la órbita napoleónica habían pasado por profundas crisis políticas y económicas antes de ser conquistados. Lo primero que tenían que hacer los administradores franceses era restaurar el orden y TEMA 3. La Europa de Napoleón 14 HISTORIA CONTEMPORÁNEA reafirmar la autoridad política, lo cual requería una información estadística sobre los aspectos económicos y sociales, una represión armada y acabar con el bandidaje. Con esta misión se crearon tribunales militares y un cuerpo de policía militar, la “gendarmería”, compuesto por elementos locales y reforzado con soldados franceses experimentados. Para la modernización de Europa, Napoleón impuso el jerárquico y centralizado sistema administrativo francés. En el centro, el Consejo de Estado y los ministros desempeñaban las funciones legislativas y judiciales. En los departamentos, la Administración estaba en manos de prefectos y subprefectos. Los primeros tenían muy amplias funciones (reclutamiento, impuestos, justicia, economía...), pero carecían de jurisdicción sobre la totalidad de los representantes del Estado (generales, poder judicial, Tribunal de Casación de París, policía...); y debían garantizar la rápida aplicación de las leyes generales y las medidas específicas que completaran la modernización de los países. Los gobernantes de los distintos Estados adoptaron rápidamente la nueva estructura administrativa, pero surgieron algunos problemas sobre la autoridad real de los prefectos y por el grado de autonomía de la Administración municipal. Las dos iniciativas más radicales de todo el período fueron la aplicación de los nuevos códigos y la reordenación de las finanzas. El Código Civil extendió y consolidó en Europa las reformas sociales que ya se habían producido en Francia, dotando a la burguesía del instrumento jurídico que le permitirá afianzar su poder durante todo el s. XIX; el Código Penal fue más conservador por la dificultad que supuso revisar el Derecho Penal, ante la falta de un equivalente al Derecho Romano y porque Napoleón se preocupó más por afirmar el monopolio del Estado sobre la Administración de justicia que por el contenido de las leyes. La reforma fiscal fue uno de los grandes éxitos de la Administración napoleónica. Contribuyó a un importante incremento de los ingresos, liberó a los Estados del estrangulamiento que sufrían a causa de la creciente deuda pública, y consagró el papel del Estado como único protector de la igualdad ante la ley, a través de una distribución justa de la carga fiscal. Con el nuevo sistema fiscal francés se regularon legalmente las finanzas, se estructuró la Administración fiscal, se introdujo, unificó y racionalizó la elaboración de presupuestos, y se adoptaron sistemas simplificados de gastos, ingresos y deuda pública, pero no consiguió acabar con el déficit, por la constante demanda de ingresos para hacer frente a las exigencias militares de Napoleón. Excepto en Rusia y los Balcanes, el modelo financiero francés fue adoptado, aunque con ciertas variaciones, en todos los Estados continentales, siendo mucho más fácil su adaptación en los que había habido una reforma anterior. A pesar de la implantación del Código Civil y de la adopción de algunos principios revolucionarios (abolición del feudalismo y de la servidumbre, desamortización eclesiástica, Constituciones, etc.), Napoleón también tendió en Europa al conservadurismo social, al desterrar el principio de igualdad, revitalizar los ceremoniales aristocráticos del Antiguo Régimen y devolver el poder a las antiguas oligarquías urbanas y a los aristócratas. Esta política, unida a la crisis interna provocada por el bloqueo, los gastos militares, y las cargas tributarias, hizo que la burguesía y el campesinado, los dos pilares fundamentales en que se apoyaba todo el edificio imperial, empezaran apartarse del Imperio, amenazado también por nuevas TEMA 3. La Europa de Napoleón 15 HISTORIA CONTEMPORÁNEA revueltas europeas. La simplificación del mapa en Italia y Alemania, la destrucción de sus particularidades, autonomías, el establecimiento de la igualdad civil, unidad económica y administrativa, habían despertado los sentimientos nacionalistas que les llevaron a oponerse al dominio francés. 7.- El declinar del Imperio y la derrota final: para completar la unidad europea, Napoleón realizó en 1812 nuevas campañas militares contra Rusia y España, las cuales serían decisivas para que el Imperio empezara a tambalearse. En diciembre de 1810 se debilitó la alianza franco-rusa. Rusia abrió sus puertos a mercancías inglesas, fijó fuertes tasas para las importaciones francesas e intentó apoderarse de Varsovia. La conquista de Rusia llegó a ser una exigencia para Napoleón, que también había roto el convenio de Erfurt anexionándose el ducado del Oldemburg. En 1812, el ejército francés consiguió una vez más imponerse al ruso, derrotándolo en Borodino (Moskova), en septiembre, con lo cual Bonaparte entró en Moscú, pero la falta de alimentos y abrigo provocada por “el sistema de tierra quemada” practicado por los rusos, le obligó a retirarse. Las condiciones climáticas, el hambre y el acecho continuo de los rusos al ejército imperial, convirtieron la retirada en un auténtico desastre. Sólo 100.000 hombres de los 700.000 que habían emprendido la campaña consiguieron llegar a Lituania y volver a Francia. En España se volvió a la guerra convencional. Muchos guerrillas, transformadas en unidades regulares, pasaron a la ofensiva, bajo la dirección de Wellington, y derrotaron a los franceses en Arapiles (julio 1812) y San Marcial (agosto 1813), obligándolos a replegarse. El fracaso de Napoleón tuvo mucha importancia en el interior del país. Los católicos estaban alterados por la prisión del papa, la burguesía y el ejército descontentos, y todos empezaban a pedir a Napoleón que firmara la paz. Las derrotas de España y Rusia también tuvieron una importante repercusión exterior. Europa recobró los ánimos y preparó la sexta coalición en 1813. Alejandro decidió invadir Alemania, donde el sentimiento nacionalista había provocado frecuentes levantamientos populares. Prusia se alió con Rusia, pero fueron derrotadas en Lützen y Bautzen (mayo) y obligadas a firmar el armisticio de Pleswitz (junio). Al mes siguiente celebraron un Congreso en Praga, en el que pidieron a Francia la vuelta a sus fronteras naturales. Al no responder Napoleón a la petición europea, Austria declaró la guerra. Invadió Alemania del sur, Tirol, Venecia e Iliria. La batalla de Leipzig (octubre), en la que ya participó toda Europa, supuso la derrota militar y moral de los franceses. Holanda, todo el territorio alemán, Aragón y Cataluña quedaron libres del dominio francés. Los austríacos ocuparon Italia y Suiza, y se restauró la República de Ginebra. Napoleón liberó a Pío VII, que recobró sus Estados y firmó con Fernando VII el Tratado de Valençay (diciembre), restableciéndole en el trono español. La negativa del emperador a firmar la paz impuesta por Austria, llevó a los aliados, a los que se sumaron Holanda y Nápoles, a invadir Francia, y a Napoleón a reorganizar sus cuadros para batir por separado a sus enemigos. Los aliados entraron en París (marzo 1814) y el Cuerpo Legislativo y el Senado depusieron a Napoleón, que abdicó y se retiró a la isla de Elba. Se firmó el Tratado de París (junio), mediante el cual se restauró la monarquía borbónica y Francia quedó reducida a las fronteras de TEMA 3. La Europa de Napoleón 16 HISTORIA CONTEMPORÁNEA 1792. Sin embargo, en marzo de 1815 Bonaparte, aprovechando los conflictos que originó la monarquía absoluta de Luis XVIII y las tensiones surgidas en el Congreso de Viena, volvió a Francia, iniciándose el período denominado de los Cien Días. La huida de Luis XVIII y la entrada triunfal de Napoleón en París (marzo 1815) volvieron a unir a Europa en la séptima coalición. Waterloo (junio) fue la batalla definitiva. Bonaparte se rindió ante los ingleses, abdicó definitivamente y fue desterrado a la isla de Santa Elena, donde murió en 1821. Se firmó la segunda paz de París (noviembre 1815), en la que Francia perdió su hegemonía militar; su gobierno quedó controlado por los embajadores de los países vencedores; se le obligó a ceder territorios a los Países Bajos, Austria, Cerdeña y Prusia; a pagar 700 millones de francos como indemnización, y a mantener tropas aliadas en el norte y el este de su territorio durante cinco años. La caída de Napoleón significó el fin del primer ciclo revolucionario y el inicio de una nueva etapa: la Restauración. TEMA 3. La Europa de Napoleón 17