Encrucijada para un movimiento Violeta Barrientos * El último Encuentro Lésbico Feminista en noviembre de 2004, uno de los espacios considerados hasta ahora como importante para el movimiento lésbico feminista, fue ocasión de polémicas dentro y fuera del mismo, cuestión que nos obliga a una reflexión sobre las distintas tendencias y temas de discusión al interior del movimiento lésbico latinoamericano. Eventos como éste ubican al movimiento lésbico bajo la mirada pública por lo que es en mucho responsabilidad de quienes los organizan conocer la historia y posiciones actuales del movimiento para cuidar de una metodología adecuada y de criterios y facilidades de participación para así poder hacer de él un espacio de debate productivo y ordenado que también brinde respuestas a la opinión pública en general. El contexto latinoamericano es bastante disímil y no en todos los países los movimientos locales conocen el mismo desarrollo, de modo que la politización y la existencia de diversas tendencias tienen una evolución desigual, lo cual es una variable a considerar en el futuro. Un nuevo contexto que demanda respuestas En los últimos tiempos, la dinámica del movimiento lésbico se ha complejizado pues varios factores se entrecruzan en el contexto social: - La efervescencia de otros movimientos de diversidad -cultural, sexual y otros- que deberían no sustituir sino ampliar las luchas políticas político-económicas, ha exigido una toma de posición en relación a las alianzas con estos movimientos sociales. La propia relación con el feminismo ha sido replanteada. - La visibilidad ganada por el movimiento gay a partir de la epidemia del SIDA, así como la progresiva visibilidad y reconocimiento de otras identidades, como la transgénero o transexual, también pone una interrogante sobre la relación con estos grupos. - El camino abierto por las reivindicaciones en cuanto a los derechos reproductivos y sexuales ha seguido su avance y cabe 1 preguntarse en el futuro, qué derechos exigir? cuál es el objetivo final que persiguen esas reivindicaciones de derechos o conquistas en los sistemas institucionales existentes como el Estado o la Academia? - Han surgido nuevas teorizaciones en torno a la sexualidad, ¿qué actitud tomar ante ellas? ¿Son completamente ajenas o se relacionan con los conceptos precedentes? Si bien en sus inicios el movimiento lésbico surgió en el espacio feminista, el contexto ha cambiado hoy dada la existencia de varios movimientos que en el momento actual reivindican la diversidad, y dada la defensa de la autonomía de la sexualidad respecto a la reproducción. Sin embargo, todo ello no tiene que ser interpretado como el abandono de los objetivos feministas. La vinculación con otros grupos de diversidad sexual necesita ser pensada a partir de la especificidad de cada grupo. Es indudable que el pensamiento queer hace un aporte al pensar en las maneras de unir aquellas subjetividades abyectas para superar una historia de exclusiones comunes y colonialidad. La gran dificultad radica en cómo superar la historia de exclusiones (racistas, clasistas, homofóbicas) entre grupos tradicionalmente excluidos. Al menos en relación a la diversidad sexual, no basta pensar en que todos los grupos tienen en común la resistencia a la heterosexualidad y que ello bastará para unirlos. En este caso, no se trata de un modelo pluralista pues el presupuesto de exclusiones recíprocas entre gays, lesbianas y trans) no ha sido aún erradicado. Si la homosexualidad masculina es vivida en una forma "menos reprimida" que la femenina, o si los consumidores de pornografía son más hombres que mujeres, o si las trans optan por un aspecto más femenino que el de las propias mujeres, todas éstas no son cuestiones que nos lleven a pensar en "tener prácticas iguales o intercambiar roles", sino más bien a tratar de explicarnos qué significan estas prácticas distintas. Entender los nudos de opresión no sólo entre hombres y mujeres, sino también entre cada grupo humano diverso, quizás nos lleve a encontrar el camino para deconstruir ese perverso sistema de poder. La forma en la cual cada uno vive su sexualidad indica que la opresión de las mujeres es todavía un asunto pendiente de solución para la sociedad en su conjunto. La opresión en un rol femenino tradicional se mantiene sobre las mujeres en general en el ámbito 2 familiar, en el trabajo y aún en las relaciones de pareja entre mujeres o en la "imagen femenina" que muchas trans se exigen. De otro lado, la diferencia entre las redes sociales masculinas y las femeninas aún es considerable si vemos cuántas son las mujeres que acceden a puestos de trabajo, a posiciones de poder, a conocimiento científico, tecnológico o humanístico. Esta situación no se ha transformado entre hombres y mujeres homosexuales generando de por sí una solidaridad entre ellos por esa condición común. Estas diferencias entre uno y otro grupo sin embargo, no deben generar una parálisis o aislamiento frente al contexto actual rechazo radical a la relación con otras identidades así como al planteamiento de derechos sexuales, entre otros- sino que deben llevarnos a una renovación de planteamientos y estrategias donde las viejas demandas por las que hay mucho que hacer, no sean dejadas de lado en los nuevos contextos. En medio de todo esto, muchas han dirigido críticas al Estado y a la institucionalización de algunas demandas que parecieran desmovilizar a las fuerzas vivas en otros reclamos. El Estado no es bueno o malo de por sí. Si desde un planteamiento radical, se puede ver un enemigo en él, también desde una posición neoliberal. El Estado no es sino el formato para la democracia y en la actualidad su concentración del poder ha decrecido bajo la globalización y las tendencias por hacer un Estado irresponsable de su población. ¿Es entonces mejor optar por no exigir nada del Estado? Si buscamos que las demandas al Estado no nos paralicen políticamente, hay que tener en cuenta que no basta tomar el poder, lograr representantes en el aparato estatal o conseguir la promulgación de normas. Estas no son sino maneras de apropiarse de las formas consagradas, lo importante es cómo mantener los objetivos políticos finales sea gracias o a pesar de la institución formal. Acerca de lo intrínseco al movimiento latinoamericano El debate político al interior del movimiento lésbico latinoamericano es una tarea a mantener. El que se haga posible depende del crecimiento local de las organizaciones, del aumento de la conciencia política, de los espacios de discusión y la creatividad con que se discutan temas centrales y estrategias. Pero también el desarrollo del movimiento 3 tiene que ver con los niveles de ciudadanía, con la centralización política y económica, con la situación de pobreza de cada país, por lo que las luchas en relación a todos esos condicionantes del contexto socio-político son indesligables de la causa lésbica. Un movimiento necesita de espacios diversificados de coordinación que cumplan con distintos objetivos. Limitarse a un solo encuentro donde todas las tendencias existentes convergen y liberan sus fuerzas en un lapso estrecho resulta contraproducente. De ahí la importancia de reuniones nacionales y regionales, unas de difusión y formación buscando ser más en el movimiento, otras de coordinación entre grupos. Los grupos extrañan instancias de coordinación que rebasen sus fronteras, independientemente de los espacios ofrecidos por la ILGA. Diagnósticos e historia son también otras demandas del movimiento, pues se requiere saber del presente y el pasado para proyectar el futuro. Se necesita acumular experiencia para no recomenzar la historia desde cero en una continua pérdida. No se trata de hacer una sola historia o una historia oficial. En este momento circulan varios proyectos históricos ante el vacío de una sistematización o teorización acerca del movimiento y las lecturas pueden ser muchas. Limitarse a sólo los escasos trabajos que circulan hasta hoy hace que se corra el riesgo de de que éstos sean trascendentes no tanto por la solidez de los mismos sino por ser lo único publicado hasta hoy. La democracia al interior de los grupos es otra necesidad. Las prácticas autoritarias ocupan gran parte de la historia política de nuestros países y es frecuente reproducir esos modelos al interior de organizaciones donde las diferencias entre antiguas y nuevas, jóvenes y experimentadas, académicas y activistas, pueden cimentar jerarquías. Pese a que el sexo y el amor es lo que nos junta como grupo político tampoco nos haría mal algo de disciplina para poder superar amores u odios personales que a veces interfieren en un trabajo político. Y finalmente, las desigualdades sociales, las diferencias culturales y el centralismo existente en nuestros países, son factores que marcan una diversidad en las formas de vivir la misma sexualidad. * Abogada y doctora en humanidades. Integrante del GALF, Perú. 4 5