Lo que Bolonia esconde. (La Opinión, 03/01/09) VÍCTOR EGÍO Mucho se ha hablado y escrito desde la gran manifestación estudiantil del 13 de Noviembre, la mayor en la historia de la Universidad de Murcia, sobre el llamado proceso de Bolonia. Sin embargo, la Asamblea de Estudiantes de Murcia por una Universidad Pública, convocante de este masivo acto de rechazo al “plan Bolonia”, pocas veces ha tenido la oportunidad de exponer públicamente sus reivindicaciones, algo que muchos barítonos de la coral universitaria han aprovechado para imponer su serenata en los pasillos de esta orquesta centenaria, desfigurando las razones más que fundadas de los estudiantes. Hablo de pasillos porque los “partidarios” de Bolonia, si es que los hay, se resisten a dar la cara y, más que a dirigir la orquesta poniendo sensibilidad y oído, se dedican a hacer de oposición de la oposición allí donde el mecenazgo conquista más aliados que los argumentos. Ni una toma de postura pública por parte del equipo rectoral, al margen del grito impotente y el compromiso forzado capturado por los periodistas aquel 13 de Noviembre ante la avalancha de razones y manifestantes: “Yo no me he casado con Bolonia”, clamaba el señor Rector. Junto a él asentía el Secretario General, su celoso consorte. La verdad es que este proceso de pasillo y antecámara ha sido tramado al margen del espacio y el debate públicos. Por eso muchos desconocen lo que esconde la dichosa Bolonia: la convergencia de nuestros sistemas de titulaciones con los de la Unión Europea (que nadie rechaza) a fin de facilitar la movilidad es un aspecto, pero seguro que ustedes no han oído hablar de: 1. la introducción de nuevas metodologías docentes basadas en grupos más reducidos (que nadie rechaza), algo que no puede hacerse reduciendo el número de alumnos como prevén los nuevos estudios diseñados, sino ampliando el número de aulas, algo que hoy por hoy sigue siendo una utopía que nadie ha presupuestado. 2. una reforma de la selectividad para que cada centro pueda poner pruebas de acceso que “sumen nota” (hasta un 20% más), de forma que el alumno y sus padres asuman la imposibilidad de sortear las barreras crecientes a la entrada en la Universidad (notas de corte más altas) como el fruto de un fracaso personal y no de un plan consciente para la elitización de la universidad En fin, siempre les quedará la UCAM… 3. un cambio total en el modelo de financiación universitario, que premiará con mayor dinero público a las universidades que consigan atraer más inversiones privadas (Estrategia 2015, subráyenlo en rojo). La lucha del todos contra todos ahora llevada a la Universidad. Que la mano invisible se apiade de nosotros, que tendremos que competir desde Murcia, donde nuestros empresarios se han caracterizado hasta ahora por preferir el ladrillo y el “coge la pasta y vete” (Samper facit) al I+D. Lo dice nuestra Ministra Garmendia y se quedan tan panchos: darán más a los que tengan más, ¡al carajo la solidaridad interregional! 1/2 Lo que Bolonia esconde. (La Opinión, 03/01/09) 4. una reforma de las titulaciones ofertadas a fin de optimizar los recursos del sistema universitario. Dicen que no hacen falta tantas facultades de disciplinas con poca demanda (Sociología, Filosofía y diversas Filologías, entre otros) y que los estudiantes deben aprender a moverse. En un aumento de las becas de ayuda a la movilidad todavía no han pensado. 5. un encarecimiento de los estudios superiores, al someter los estudios de Máster a una lógica de precios muy superior a la del Grado, algo sin parangón en Europa. El que quiera terminar sus estudios universitarios especializándose en una profesión o una rama investigadora deberá por tanto pagar entre 1312’5 y 1750 € por año. En París pagan actualmente 226 € al año, en Berlín 240€ por semestre transporte regional incluido. Por eso gritábamos y gritaremos: ¡Esto no es convergencia, esto es un atraco! Queríamos llevar este debate a la universidad y la sociedad en general. La primera aún se resiste. A pesar de la magnitud de las reformas que se vienen encima nadie ha consultado aún al claustro y, si esta cuestión fue introducida a regañadientes en el orden del día y se nos ha prometido un claustro específico, ello se ha debido a la gran movilización social. Otra de nuestras peticiones, rechazada por el rector de muy malos modos, es la realización de un referéndum consultivo, de una encuesta, a todos los miembros de la comunidad universitaria, de forma que la información sobre el proceso llegue a todos y cada uno. Resulta paradójico que los que nos acusan de alarmar y aprovechar la desinformación tengan tanto miedo a informar. Resulta escandaloso que los que son portavoces de la comunidad universitaria tengan tanto miedo a escuchar su voz. ¿Qué voz “portan” entonces? La última respuesta a nuestras razones y argumentos llega en forma de comunicado de los rectores, que reunidos en Madrid muestran su solidaridad con las universidades que sufren actos violentos de colectivos “antisistema” que se oponen a Bolonia. Lo van a repetir tanto estos días que acabarán por creérselo. El verdadero problema, el suyo, es que nos hemos tomado este sistema tan en serio que andamos empeñados en que los que tienen que representarnos se dejen de reuniones a puerta cerrada y crisis de gabinete y se dignen por fin a oír nuestra voz y representarnos. Estatutos de la Universidad de Murcia: Título I, capítulo III, sección 5ª, artículo 42: “El Rector es la máxima autoridad académica de la Universidad de Murcia y ostenta su representación”, también la nuestra. Lo traemos escrito en la frente. Víctor Egío, miembro de la Asamblea por una Universidad Pública 2/2