DIOS Y LOS JÓVENES Indudablemente todos caminamos en el conocimiento de Dios. Nadie está exento de esta realidad y todos hemos oído hablar de Dios, incluso aquellos que dicen no creer en Él. En todos los hombres existe una oculta o clara necesidad de un ser supremo. La hay en la gente sencilla y la hay en los estudiosos, en los sabios. Dios existe porque de otro modo no podríamos explicar el admirable orden del universo; existe puesto que es la única respuesta a las cosas que la capacidad intelectual del hombre no llega a comprender; existe porque hay en nuestro corazón un anhelo innato de felicidad que no es posible satisfacer plenamente en criatura alguna. Los jóvenes forman parte de aquellos que buscan el contacto con Dios, y muchas veces son ellos quienes lo hacen con mayor ahínco, dado las características propias que se presentan en esta etapa de vida. La juventud actual sigue teniendo apertura a lo trascendente a pesar de los grandes obstáculos que se le presentan. Tal apertura se manifiesta de diferentes maneras, especialmente cuando se busca la solución a las angustias, a los problemas de autoestima, de identidad, de integración social, de búsqueda del sentido de la vida, del futuro mismo. Carlo María Martini, sj dice que para muchos jóvenes Dios es aquel que brinda una amistad verdadera e imperecedera, un padre que nos ama y protege, una fuerza que ayuda a seguir adelante y en quien se puede confiar siempre. Para muchos otros, Dios sigue siendo una idea vaga e innecesaria para la forma de vida actual. Es importante abordar esto último si queremos hablar sobre Dios y los jóvenes. Es cierto que para muchos es el ser trascendente que protege, que provee, que ama. En cambio otros jóvenes no logran identificarse con los rasgos del amor de Dios. Se ha escrito sobre la experiencia de Dios y lo grande que ha sido para los seres humanos conocerlo y vivir desde su amor, vida y gratuidad, sin embargo hay otra realidad hoy en día frente a los jóvenes, como el ser maltratados por sus padres, abandonados, la estructura sociopolítica y sociocultural que aunque se alardee sobre la política de la juventud no se les da protagonismo, esto genera angustia, irritabilidad, sensación de injusticia, dolor y muchas atrás experiencias más que alejan al joven de la experiencia de un Dios amigo. Puesto que tienen la idea de un Dios que castiga cuando no hay bienestar en la vida. Por mucho tiempo me he preguntado ¿Cómo hablarle a un joven sobre Dios si lo que menos quiere es saber de Él? ¿Cómo invitarle a conocerlo y a vivir desde la sensibilidad, desde los sueños y aspiraciones, si no hay en su familia quien les entienda o acompañe en lo cotidianidad?. Tengo un recuerdo de infancia que por mucho tiempo limitó mi ser para experimentar cuando Dios me amaba. Mi madre decía “Recordarte que Dios es como un papá y una mamá para vos? Y fue el recuerdo que me alejó totalmente de Dios por mucho tiempo, puesto que la experiencia de una padre o madre no habían sido satisfactoria en mi vida. En la adolescencia y juventud es cuando el joven necesita respuestas, consejos, compañía, alguien que lo escuche. Cuantos jóvenes no han crecido con idea de que Dios es padre y madre, y no es que niegue esto, pero claro está que en la adolescencia no lo entendía. La comparación entre papá y mamá y Dios no siempre es la mejor para que los chicos entiendan el ideal de relación con Dios, puesto que antes habría que interrogarse si las relaciones afectuosas con sus padres son sanas y estables. Una pregunta importante es ¿cómo entender la realidad de Dios en los jóvenes? La adolescencia es una etapa en la que todos necesitamos confiar en alguien y si como educadores de la fe, pudiéramos enseñar a los jóvenes no un Dios como autoridad parental, sino un Dios amigo, siento que esto sería la clave para el trabajo con la juventud de hoy. Además Erick Erikson indica en su teoría psicosocial que en la adolescencia y la primera parte de la juventud se gestan los problemas con la autoridad, lo cual impide nuestra relación con Dios como figura de potestad. ¿Por qué enfatizar que Dios es amigo? Saben que en el proceso psicológico entre la edad de 13 a 23 años, lo fundamental para todo ser humana son las relaciones de amistad. El joven, la señorita, buscarán satisfacer la necesidad de ser reconocido, acogida, amado y aceptada incondicionalmente por una persona cercana en quien ha depositado su cofinancia, es decir en un-a “amigo-a”. Es esta misma relación la que todo joven podría tener con Dios, pero a veces es difícil traspasar nuestras limitaciones en cuanto aprendizajes y las falsas imágenes de Dios, y que en ocasiones Jesús se convierte en una persona inaccesible a los ojos de quien tiene herida su parte paterna, materna y de autoridad afectada. Por ello siento importante distinguir como se relaciona cada persona con Dios. Según Carlo María Martini, hay que diferenciar la forma en que cada joven encuentra su relación con Dios, y así es necesario definir algunas categorías: Los primeros son aquellos que no tienen ningún interés especial en los valores espirituales, en la religión o en las cuestiones sociales; aquellos que viven simplemente su vida, consumen, miran sólo el éxito y la diversión. Ellos tarde o temprano se toparán con la necesidad de Dios y tendrán que iniciarse en la fe, en la confianza, en la gratitud. Los segundos son aquellos que acuden a lo espiritual esperando encontrar algo que en otras partes no encuentran. Siempre se hayan en continua búsqueda. No se satisfacen con nada porque no logran adherirse al Creador, a pesar de que continuamente estén rondando por las vías que conducen a Él. Los terceros son los que ejercen los valores y están interesados en cuestiones sociales (justicia, humanidad, solidaridad) pero se sostienen al margen de lo espiritual al final de cuentas terminarán dependiendo de la fuente que sustenta a los mismos principios en los que creen: Dios. La cuarta categoría son aquellos que acuden a los actos espirituales en búsqueda y conocimiento de su Creador, aquellos que buscan el camino para cumplir la voluntad de Dios. Los que reconocen, por gracia de Dios, el fin último para lo que fue creado el ser humano. Los últimos son los que creen en un Dios castigador, injusto. Aquel que permite el mal en el mundo. Estos no comprenden el por qué de la existencia del dolor, la opresión, el hambre. Tienen una visión dual de Dios, evitan su contacto. Estos últimos, en la marcha de la vida, irán dejando la imagen perversa de Dios para llenarse del Dios de la vida y harán su camino de integración personal. A partir de mi propia experiencia de acompañante de jóvenes, es innegable que el joven tiene una grandiosa capacidad de apertura a lo trascendente. Se rodea de gran pluralidad de sentidos y cuando se compromete lo hace en totalidad. Lo importante es que logre encontrar lo atractivo que puede ser el Reino de Dios. Cuando un Joven cree, se entrega, ama, se compromete, da su tiempo, su esfuerzo su ser en totalidad. Los jóvenes tienen la necesidad de un Dios Amigo, que está con ellos siempre, en las buenas y en las malas, que los acepta así como son y como están, que los soporta en todo momento y situación y que nunca se cansa de ellos. Un Dios de hoy, que es presente, ahora, que vive en el mundo de ellos preocupado por lo que viven, padece, les alegra. Que no se escandaliza por las reacciones o actitudes o acciones que tienen. El Dios del adentro, que vive dentro de ellos, el Dios de su intimidad, con quien pueden tener un diálogo que nadie más que ellos y El conocen. Dios del encuentro, lo descubren en el encuentro con la otra, con el grupo. Es un Dios grupal, en el que todos y todas también creen. En el Dios del cosmos, del universo, del planeta, de la ecología, de las comunicaciones entre lo creado y el creador. Pero también los jóvenes tiene una gran necesitad de romper la creencia de un dios represor, castigador, exigente, un dios indiferente al dolor, la guerra, la opresión, el hambre, el mal. Imágenes así provocan en los jóvenes un alejamiento del Dios de la Vida y lo niegan. Muchas veces es la idea de un dios perverso que permite la tortura y la represión. El resultado es que muchos jóvenes tienen una visión dual de Dios: por un lado el miedo que produce alejamiento y por el otro lado la atracción al Creador. Desde esta experiencia el joven va haciendo camino de integración personal espiritual. Y puede darse cuenta tanto cuanto se abra la posibilidad del encuentro con el Dios amigo y opte por aceptar al Dios del Amor incondicional que se ha jugado y se sigue jugando la vida por él. Esto hará que en la marcha de la vida, la persona jóvena irá dejando la imagen perversa de Dios para llenarse del Dios de la Vida. No hay que tener miedo a las imágenes dualistas, todos las tenemos y necesitamos hacer camino de integración personal. Termino diciendo que se necesita rescatar la formación activa de la propia vida: el deporte, la meditación, el cultivo de amistades, la capacidad de ponerse límites a sí mismos. Se necesitan sustituir momentos de televisor por momentos de convivencia con amigos o familiares; sustituir el consumo excesivo de productos innecesarios por la participación en servicios sociales. Se necesita el desarrollo de la personalidad y esto sólo se logra a partir de la educación. Vale mencionar que un requisito para la educación de los jóvenes es la aceptación y la disponibilidad de los adultos de atender y escuchar las necesidades de los jóvenes, todo ello con el fin de la fortaleza y salud psíquica, la apertura y el establecimiento de una relación sana con Dios. Mientras los jóvenes tengan las posibilidades de conocerse a sí mismos, de saber los objetivos y anhelos de su vida, de conocer el lugar que ocupan en el mundo, estarán descubriendo la voluntad que Dios quiere para ellos y establecerán vínculos con aquel que quiere la felicidad para ellos. Así nos dice el Cardenal Carlo María Martini, sj. Preguntas de interiorización ¿Cuál es la experiencia de Dios a la que invitamos a los jóvenes? ¿Cuál es la imagen de Dios que difundimos en los jóvenes? ¿A que me invita, saber que es necesario que los jóvenes experimenten a un Dios AMIGO? Erick Esturado Lewin Bran Coordinador proyecto juvenil ICE-CEFAS