IGUALES ANTE DIOS XXVII Domingo del Tiempo Ordinario CICLO B - 10,2 Se acercaron a Jesús algunos fariseos y para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?” - v. 3 El les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?” - v. 4 Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella” - v. 5 Estonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. - v. 6 Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. - v. 7 Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, - v. 8 y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. - v. 9 Que el hombre no separe lo que Dios ha unido. - v. 10 Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. - v. 11 El les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; - v. 12 y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también cometa adulterio. Mc. 10,2-12 Introducción El evangelio de San Marcos presenta a Jesús en camino hacia Jerusalén, meta de su peregrinación. En el trayecto la tensión va subiendo progresivamente. Los choques con los dirigentes judíos se agudiza y la incomprensión de los discípulos se hace cada vez más palpable. En la lectura correspondiente a este domingo, se hace referencia a la “prueba” a que es sometido Jesús por parte de los fariseos relacionada a la ley del divorcio. Quieren su opinión acerca del poder que tenía el marido sobre la mujer dentro de la sociedad y que estaba avalado por la Ley de Moisés. Jesús responde afirmando que el proyecto de Dios es que el hombre y la mujer sean una pareja de iguales. El divorcio se debe considerar como una injusticia contraria al plan divino de Dios. Aportes para la Lectura: - v. 2 Un grupo de fariseos se acercó a Jesús y para tenderle una trampa le preguntaron si un hombre podía divorciarse de su mujer. Los fariseos eran los expertos en cuestiones referentes a la Ley y custodios de la fidelidad de su cumplimiento ante el peligro de intromisión de ideas o actitudes erróneas por parte de los paganos La pregunta es obvia, pues en el mundo judío, nadie negaba este derecho, que estaba avalado por la Ley de Moisés. Lo que se debatía en las escuelas rabínicas eran los motivos que justificaran el divorcio. La escuela del rabino Shamay permitía el repudio (divorcio) solo en caso grave como el adulterio. En cambio la escuela del rabino Hillel, aceptaba el divorcio por algunas cosas no tan importantes de la mujer que podía desagradar al hombre (por ejemplo si quemaba la comida) Los fariseos daban por descontado que solamente el varón tenía el derecho a pedir el divorcio. Si Jesús decía lo contrario, quedaría en ridículo. - v. 3 Jesús no cae en la trampa que le tienden los fariseos ni entra en la controversia de las escuelas. No pregunta: ¿Qué nos ordenó Moisés a nosotros?”, sino que les ordenó a “ustedes” los fariseos, distanciándose de ellos y de la Ley misma. - v. 4 Los fariseos, conocedores de la Ley, mencionan un pasaje del libro del Deuteronomio donde se hace referencia a la ley del divorcio, que establece que para que un hombre pueda despedir a su mujer, no se le exigirá más que la escritura de un documento (libelo de divorcio), donde conste que la mujer ya es libre y no se la acuse de adulterio, en caso de que se una con otro hombre. (Dt. 24,1). - v. 5 Jesús no niega que el divorcio sea tolerado en el Antiguo Testamento y lo atribuye a la “dureza del corazón” de los fariseos. Expresión usada frecuentemente en la Biblia, para designar la actitud rebelde del pueblo que se niega a obedecer la voluntado de Dios. Jesús no propone a sus seguidores una norma de conducta fundamentada en la situación de pecado, sino que busca la voluntad de Dios en el origen, cuando todavía no existía el pecado. En cambio David pide fervientemente en sus Salmos al Señor, que le conceda un corazón dócil: (Sal.57,2 . 51,12-13)). - v. 6-9 Jesús deja de lado la Ley de Moisés y se remite al designio creador. La voluntad de Dios está claramente expresada en los relatos de la creación. De allí, Jesús toma dos frases del libro del Génesis (Gn.1,27; 2,24). Jesús a partir de la creación del ser humano, saca una conclusión que elimina toda posibilidad de divorcio. La fuerza de su argumentación contra el divorcio, privilegio masculino, está precisamente en que esta nueva realidad (“una sola carne”), excluye toda superioridad del hombre sobre la mujer o viceversa. El aviso final de Jesús que lo que Dios ha unido no sea separado por un ser humano refleja que no se puede atentar contra esa unidad por ninguna de las dos partes. Jesús rechaza la validez de la Ley de Moisés por dos razones: por permitir el divorcio y por considerar al hombre superior a la mujer. La intención de Dios es que en el matrimonio el Hombre y la Mujer se unan por AMOR, de modo que ya no sean dos personas, sino una sola. La “unión de los esposos” tiene que llegar a todos los niveles de la vida de cada uno. En una unión de esta clase, ya no queda espacio para el divorcio. - v. 10 A su regreso el grupo de discípulos pregunta a Jesús sobre el mismo asunto que los fariseos. A pesar de la claridad de la argumentación, no han quedado convencidos de ella o no la han entendido. Les cuesta renunciar al principio de la superioridad masculina. - v. 11 Lo que Jesús condena es el divorcio según se entendía en la cultura judía. Para los judíos, el hombre unilateralmente, sin contar para nada con la mujer podía tomar la decisión de repudiarla. Jesús condena el divorcio bajo la perspectiva de que con ese tipo de divorcio se cometía una injusticia con la mujer. - v. 12 En el texto se agrega la frase: “si una mujer se divorcia de su marido” hecho que era inconcebible en aquel tiempo, para los judíos. Marcos lo añade porque se está dirigiendo a otra cultura. Escribió su Evangelio en Roma, para una comunidad de paganos convertidos que la podían comprender. Aportes para la Medicación: Dios desde la creación nos hizo varón y mujer para que cuando se unan no sean más que uno. ¿Conocemos de verdad la voluntad de Dios sobre el matrimonio? ¿Entendemos el matrimonio cristiano como un caminar juntos en los distintos momentos de nuestra vida? ¿Somos conscientes que la voluntad de Dios es que el matrimonio sea una unión de vida para siempre? ¿Tenemos un corazón solidario con tantas personas que tienen dificultadas con su pareja o sufren algún fracaso matrimonial? Modelo de Oración: Señor: Da la gracia de la fidelidad a los que se han unido en matrimonio Concédeles que se sientan verdaderamente una sola carne que vivan el gozo de pertenecerse el uno al otro a pesar de todo y sepan superar las dificultades que amenazan al amor. Contemplación/Compromiso La contemplación, nos invita a recorrer, silenciosamente, en nuestra mente y en nuestro corazón lo que Dios nos ha mostrado durante esta lectio y nos ilumina a realizar un compromiso determinado, el cual debe ser concreto y debe implicar una respuesta a lo que Dios me pide