La plaza de la Universidad (La Opinión (3-7-09) ALEJANDRO MORENO LAX No es la plaza de la Universidad un ejemplo de arquitectura neoliberal al servicio de una sociedad hipotecada? Neoliberal por la tendencia del Ayuntamiento a privatizar lo público; hipotecada por nuestra extrema capacidad para hipotecarnos (de hecho, no hubo en toda España más hipotecas por habitante que en Murcia en 2006, 2007 y 2008). Voy a aclarar estas ideas extrañas... Si usted camina por esta plaza se dará cuenta de que lo único que puede hacer allí es eso, caminar, circular, circular con la misma libertad con la que circula el dinero que mueve la banca, las cajas de ahorro y la Bolsa. Si hoy se han convertido dichas cajas de ahorro en grupos de inversión bursátil e inmobiliaria (al contrario que sus principios fundacionales: ahorro y economía productiva), también las plazas y parques se están reconvirtiendo en espacios intermedios de circulación y no de reunión. Tal vez recordará que en la plaza de la Universidad era posible sentarse hasta hace no mucho. Allí se encontraba mucha gente, especialmente universitarios, y allí brotaron vocaciones musicales, circenses y teatrales que hoy han emigrado a otras ciudades. Cierto que el lugar se había deteriorado, pero sus principios de socialización eran ejemplares. Lo que hoy se encuentra en esa plaza es un espacio de tránsito, limpio, aséptico, silencioso, funcional, bancario. Si se sienta es porque tiene niños y se mete en ese llamado ¡parque infantil¡ cercado como un corral y sin tierra, seguro y limpio, como el dinero depositado en el banco que, como dice Ferlosio, Non olet. Allí los niños está seguros y limpios como los billetes de quinientos euros. Sus niños difícilmente jugarán en el resto de la plaza de la Universidad, fuera de la cerca artificial; de hecho, si presta atención al suelo gris de la plaza verá que es irregular, peraltado, como gusta decir a los ingenieros, como-invitando-al-tránsito. Difícil jugar allí a la pelota, difícil ver niños jugando. Tal vez recordará que en aquella plaza había un pequeño parque con césped y tierra donde jugaban sus niños. Ahora, en esta Murcia patas arriba el jardín de la plaza está como a unos diez metros de altura, donde nadie llega, en lo alto de una columnata granate que no sirve más que para el ejercicio de una minoría de skaters; eso sí, el proyecto arquitectónico seguro que es ecológico... Así que ni niños, ni niñas ni jóvenes. La gente sólo circula por la plaza y no se encuentra porque hoy los espacios sociales de reunión son espacios privados mediados por el dinero, como el banco: el café, el restaurante, el centro comercial. Si usted quiere sentarse en la plaza de la Universidad tendrá que ser en un bar. También si toma una cerveza, pues si no se va al bar y se sienta en el suelo cometerá un delito por consumir bebidas alcohólicas en la vía pública. En estos espacios de tránsito que invitan a no hacer nada es difícil ser tan transgresor como 1/2 La plaza de la Universidad (La Opinión (3-7-09) las enseñanzas del Cendeac. Lo mismo ocurre con la plaza Belluga, el jardín de La Fama -antiguo parque de los perros- o la plaza de San Agustín, por no hablar de los dos parques actualmente clausurados: jardín de San Esteban y el jardín de La Constitución -parque de La Fama- (por cierto ¿alguien conoce en Murcia algún parque que esté realmente aislado del tráfico y los coches?). Parece que el verdadero tesoro de la plaza de la Universidad está en el subsuelo, en el párking, el cual guarda los coches con el mismo celo que los bancos guardan el dinero en sus cajas fuertes. Esa es la verdadera función de las plazas y los bancos: guardar coches y dinero. Así que a diez metros de altura hay un jardín y a diez metros de profundidad hay un párking. ¿Y en el centro? En el centro, nada, no hay nada más que la cultura del espectáculo que organiza el Ayuntamiento de vez en cuando para justificar esta violencia arquitectónica: desactivar espacios de encuentro y activar la mera circulación de individuos, la dispersión de lo público y la inversión del tiempo en actividades económicamente productivas y de consumo. En la plaza hay otra característica muy importante: cámaras de videovigilancia durante las veinticuatro horas que garantizan que allí no pase absolutamente NADA, nunca, todo disfrazado bajo el discurso de la seguridad, como los bancos: guarde su dinero en el banco porque fuera se lo pueden robar, ya nos encargaremos nosotros de robarle usted financiando el boom inmobiliario y encareciendo la vivienda. La seguridad de la videovigilancia es también la impotencia de esta plaza para expresar ninguna producción social, y se refleja al extremo en la continua eliminación de los carteles y anuncios que allí coloca la gente día a día con el fin de comunicar cualquier cosa. ¿Qué función cumple esta plaza sino separar y silenciar a la gente? ¿No ocurre lo mismo en el banco, donde ningún cliente conoce a otro cliente y usted no tiene más valor que el dinero que entrega? Se puede decir que estamos ante una plaza clínicamente muerta. La plaza de la Universidad era una de las pocas plazas donde verdaderamente había vida en la ciudad, y la han matado a base de veneno arquitectónico. Nuestra apatía ciudadana no da importancia a este hecho aparentemente sin trascendencia, sobre todo cuando cada vez es más difícil encontrar en la ciudad espacios de socialización (hay muy pocos centros juveniles, muy pocas asociaciones vecinales y muy pocos espacios al servicio de la gente). Tampoco nos importó financiar con nuestros ahorros el gobierno hipotecario que ejercen hoy los bancos y cajas sobre la ciudadanía. Despolitización e hipotecarización... ALEJANDRO MORENO LAX es miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia. 2/2